Carta abierta de Pablo Milanés a Edmundo García


Edmundo,

Hace años estás intentando hacerme una entrevista sin éxito, hasta el punto de resultar insoportablemente insistente porque además, para colmo, en tu petición posteriormente iban tus entrevistas adjuntas, esas entrevistas que no tuve más remedio que clasificar como “correo no deseado”, para al fin librarme de ellas.


En esa primera ocasión en que nos encontramos, ibas oportunamente mal acompañado y no tuve más remedio que pensar para mis adentros “Dios los cría…”. No obstante te explicaré por qué nunca hubiera hecho una entrevista contigo: vi en ti, con mi intuición natural para esas cosas, las nueve señales del hijo de puta que son, no sé si sabes, clasificaciones que hizo Don Camilo José Cela, en su novela “Mazurca para dos muertos” y que ha llegado a ser, en la historia, famosa por su visión extraordinaria de lo que es un ser execrable a primera vista. Voy a mostrarte esas nueve señales que son:


1. Pelo ralo
2. Baja estatura y canijo
3. Cara pálida
4. Barba por parroquia
5. Manos blandas, húmedas y frías
6. Mirar huido
7. Voz atiplada
8. Pijo flácido y doméstico
9. Avaricia


Con esta referencia sobra decirte por qué nunca he confiado en ti.

Edmundo, tienes una forma de hacer periodismo que no es tal; coges a tus víctimas (a tus entrevistados), no los indagas, los cuestionas, los destrozas con una autoridad que no sé cuál ser poderoso te ha otorgado y terminas triunfante ante una persona apabullada por el terror de tus palabras que recuerdan un viejo estilo autoritario, ridículo y obsoleto. Esa es a mi juicio la esencia de tu programa.


Cuando leí tu panfleto mi primera reacción fue ver a una niña en la pubertad, asombrada y ruborizada ante su primera menstruación, miedosa de cometer pecado ante una manifestación natural de su desconocido organismo. Esa fue la primera impresión, pero la segunda, fue más solemne y peligrosa: me di cuenta de que no solamente eras todo lo que yo había pensado, sino más aún, estabas ingresando en ese grupo selecto de la ultraderecha miamense que no admite reconciliaciones, críticas y que cuyo único neolítico gesto es romper discos con aplanadoras. Tú, al igual que ellos, no quieres amor, quieres odio, tú al igual que ellos, no quieres reconciliación, quieres rencores y desunión, tú en suma, no quieres al pueblo cubano, ni de allá ni de acá. Edmundo, tú no quieres a nadie y no me hubiera extrañado verte en esa “enorme” turba gritando “Abajo, abajo”, donde sin duda alguna hubieras sido bien recibido.


Has insinuado que la prensa de Miami y España se aprovecha y utiliza mis palabras en vez de beneficiarme de ese espacio para arremeter contra el imperialismo. Edmundo, estás equivocado, soy yo el que me sirvo de esos periódicos para que difundan las entrevistas que en Cuba me están negadas y que sueño con que aparezcan en el Granma y las lea todo el pueblo y que un sólo periodista, uno sólo de los tantos miles que hay en la isla, tenga lo que hay que tener para dar a conocer lo que tantos años llevo expresando; es más, como un punto de partida planteo que tu panfleto y esta carta se publiquen en el Granma y que el pueblo las lea, piense, sepa discernir por si mismo, y de una vez, dónde está la verdad y vayamos por el camino de las libertades individuales que tenemos que rescatar y que tú con tu actitud estás negando.


A mi regreso a La Habana y en concordancia con el párrafo anterior, le digo por este medio a la intelectualidad cubana, a los artistas, a los músicos y a los altos cargos del Estado, que no me susurren más al oído: “estoy de acuerdo contigo pero… imagínate!”. Yo no estoy arrepentido de incinerarme sólo en mi actitud, pero es triste y vergonzoso que haya un silencio cómplice tan funesto como tu manifestación, Edmundo. Estas dos conductas, una en Miami y otra en La Habana, increíblemente al final convergen en su propia contradicción.


Sobre la intelectualidad miamense que comentas que me ha apoyado en sus artículos, te diré que no tengo absolutamente ningún miedo ni prejuicio en recibir una frase amable y receptiva. No soy su compañero de viaje, pero Edmundo, me gusta sumar mientras que a ti te gusta dividir porque de eso vives, para eso estás en esta ciudad.


También te has atrevido a decir que he mal influenciado a artistas del talento y el prestigio de Serrat, Sabina, Víctor Manuel y Ana Belén. No hay duda de que en este terreno también eres un ignorante, debías de saber que Juan Manuel Serrat es uno de los hombres más admirados por su entereza, caballerosidad y su limpieza durante toda su vida, y su posición ante el franquismo arriesgando su carrera y su vida, lo llevó hasta la cima de la dignidad. Que Joaquín Sabina, que a los 23 años se exilió a Inglaterra en su oposición a Franco y a su propio padre, es uno de los artistas más sinceros y honestos que conozco (esto lo sabe bien Fidel) independientemente de su talento. Que Víctor Manuel y Ana, antes de nacer tú, y andar por esos rumbos inciertos, que todos conocemos, para llegar a ser el extremista que eres hoy, pertenecían al Partido Comunista de España, en la época de Franco, y eso, Edmundo, les pudo costar la vida. Esas personas que tú no has respetado, tienen talento propio, criterios propios y no se dejan influenciar por nadie, al contrario porque son ciertamente su talento y sus principios los que han influenciado a medio mundo.


Edmundo, mis 53 años de militancia revolucionaria me otorgan el derecho, que muy pocos ejercen en Cuba, de manifestarme con la libertad que requieran mis principios y esa libertad implica que no tengo ningún compromiso a muerte con los dirigentes cubanos, a los que he admirado y respetado, pero no son Dioses, ni yo soy fanático, y cuando siento que puedo hacer un reproche y decir no, lo digo, sin miedo y sin reservas.


Cuando veo que unas señoras vestidas de blanco protestan en la calle y son maltratadas por hombres y mujeres, no puedo por menos que avergonzarme e indignarme y, de algún modo, aunque no estemos de acuerdo absolutamente, solidarizarme con ellas en su dolor; porque lo más vil y lo más cobarde puede ser que una horda de supuestos revolucionarios ataque despiadadamente a estas mujeres. No hay ningún código que defienda eso en el mundo, es más, la violencia de género se queda corta al ver esas salvajes manifestaciones. Estos dos conceptos que te he expresado, pero tú no has entendido – no hay duda de que estás en tu época de infantilismo revolucionario -, no implica que esté en desacuerdo con Fidel y tampoco implica que esté de acuerdo con las Damas de blanco. Pero tú vas al blanco o al negro, (más al negro que al blanco) y no tienes matices y los años irremediablemente te van a hacer aprender lo que es un verdadero revolucionario o inexorablemente vas a ingresar en ese mundo en el que he visto a tantos como tú, vagando, perdido en la nada.


Edmundo, ayer creo que sufriste un revés que no te apliqué yo precisamente, sino los varios miles de personas que asistieron a un recital, carísimo para su bolsillo en crisis, demostrando que es posible el amor, que si anteayer decían “No” y ayer decían “Tal vez”, hoy dijeron “Sí”, un sí contundente, más fuerte que tus sucias y ofensivas palabras.


Edmundo, te invito a que cojas tus maletas y regreses a tu país y allí tengas el valor de denunciar todo lo malo que veas, porque Edmundo, te advierto, esa lucha sí es dura y no te calles como esos miles periodistas de allá, cómplices lamentables del silencio.


En muchas ocasiones he dicho que me sentaré en el portal de mi casa para ver pasar el “cadáver” de mis enemigos, ahí te espero.


Solamente te exijo una cosa: saca mi nombre definitivamente de tu boca irrespetuosa y falsa, son demasiados los méritos que me ha otorgado el pueblo para que un desalmado como tú los manche con sus sucias palabras.


Pablo Milanés


Miami, 29 de agosto de 2011
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Pablo Milanés dedica insultos a Edmundo García


En una carta abierta el artista dice que el periodista reúne las "nueve condiciones" del "hijo de puta"

El cantautor cubano Pablo Milanés finaliza su estancia en Estados Unidos no sólo habiendo levantado una agria controversia por su presencia en la ciudad de Miami, sino también enemistándose con algunos de los periodistas cercanos al castrismo como Edmundo García, conductor del programa La tarde se mueve. En una carta abierta que publica Café Fuerte, Milanés responde a las críticas que García le dedicó en un artículo por sus declaraciones a la prensa miamense previas al recital de este fin de semana.

El cantautor dice que García reúne las características propias de un "hijo de puta" y comenta, en cuanto a sus declaraciones en Miami, que aprovecha la prensa de Estados Unidos y España para hacer las entrevistas que le niegan en Cuba. Asimismo, comenta que desea que el pueblo cubano las pueda leer algún día y que confía en que algún periodista cubano tenga lo que hay que tener para publicarlas.

Por otro lado, Milanés revela que cuando regresa a Cuba muchas personas de la intelectualidad cubana, artistas y cargos del Estado se le acercan para decirle al oído que están de acuerdo con sus opiniones. A esos les dice que no vayan más a susurrarle al oído.

Publicado por Punto de Vista


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Pablo Milanés y la nomenclatura disidente

Quienes critican la presencia de Pablo Milanés en Miami tienen sus razones. No hay por qué tildarlos de derechistas o intransigentes. Un buen amigo que no es de derecha ni es intransigente; considera que el concierto en Miami es una falta de sensibilidad de parte del artista y de quienes lo invitaron.

Hay quienes piensan que nadie tiene que arrepentirse por haber luchado por una causa que creyó justa. Creo que no solamente deben arrepentirse. Deben tratar de enmendar su error en la misma proporción en que fueron corresponsables de la tragedia sufrida por el pueblo. A Pablo y a muchos les queda una tarea importante por delante.

Pablo Milanés pudo expresar su pesar a miles de familias que viven en Miami y que sufrieron en forma terrible en manos de los “revolucionario castristas”. ¿Lo ha hecho, lo hará?

Hay otros compatriotas que le dan la bienvenida en Miami. Argumentan que se ha definido en forma clara como un reformador. Señalan que el cantautor tiene derecho a cantar en Miami porque los Estados Unidos es una democracia. Tienen sus razones.

Parece que Pablo pertenece a la categoría de cubanos que bautizo como “la nomenclatura disidente”. No son los disidentes que una vez se vincularon con el régimen y luego rompieron con él en forma radical, como Vladimiro Roca. Milanés pertenece a otro grupo.

Es el tipo de disidente que usa un lenguaje a veces claro y a veces confuso. Dicen que son fieles a la revolución. ¿A cuál revolución? ¿La de los paredones? ¿La que llevó a dos millones de personas al exilio y al país a la ruina? No sabemos de cuál habla Pablo Milanés, pero no nos cerremos el entendimiento porque lo podemos deducir por otras declaraciones suyas.

Este tipo de disidente usa la palabra “revolución” como un escudo que le permite hacer críticas al sistema sin que los represores de la tiranía los acusen de “contrarrevolucionario”. Ha escogido esta estrategia. La nomenclatura disidente está compuesta por centenares de miles en la isla. Ninguno tan famoso en el mundo como Pablo Milanés.

La oposición democrática –derecha, izquierda, centro, intransigente, no intransigente, etc. – tiene que decidir si acepta a la nomenclatura disidente como aliada, o la afronta como enemiga.

Rechazarla como aliada es un error. Ese grupo está en busca de un espacio en la Cuba de mañana. Para ellos, para sus familias y para redimir sus conciencias. Algunos serán sinceros, otros serán oportunistas, pero esas categorías morales las tenemos en todos los campos de la política cubana.

Mijaíl Gorbachev en su momento fue un miembro de la nomenclatura disidente de la URSS. A pesar de que era la máxima autoridad del imperio, insistió una y otra vez en salvar al “socialismo”. Margaret Thatcher tuvo que convencer a Ronald Reagan de que las intenciones de Gorbachev eran auténticas. Su glasnost y su perestroika fueron las semillas que acabarían con el comunismo. Lo demás es historia.

Hay gente que se hace pasar como miembro de la nomenclatura disidente, pero su intención es tratar de engañar al pueblo y a la prensa extranjera. Quieren hacerles creer que en Cuba habrá cambios verdaderos. En realidad su intención es consolidar el castrismo. Hace algunos años, Raúl Castro fue el máximo exponente de esa falsa disidencia, hasta que se quitó la careta.

Pablo Milanés parece un representante auténtico de la nomenclatura disidente. ¿Qué hacer? ¿Participamos con los miembros de esa nomenclatura en la reconstrucción de Cuba democrática o les hacemos la guerra? Ratifico: ¡Cuba democrática! No creo que ellos para actuar nos vayan a pedir permiso. No lo están haciendo.

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Gadafi y Castro: vidas paralelas

Muamar Gadafi ha sido derrotado por el pueblo libio. Gadafi comenzó su vida política como un revolucionario de izquierda en 1969, diez años después de que en 1959, Fidel Castro, otro revolucionario de similar tendencia alcanzara el poder en Cuba.


Han sido vidas paralelas. De líderes con respaldo popular por sus planteamientos nacionalistas y reivindicadores, Gadafi y Fidel se transformaron en implacables dictadores. Ambos se adueñaron de un socialismo sin conocerlo. No les importaba. Era la fórmula tiránica que les aseguraba el poder de por vida.


Gadafi y Fidel amaron el poder sobre todas las cosas. Esa ha sido siempre su verdadera ambición política, motivada por una enfermiza necesidad de creerse superiores, debilidad común en otros crueles dictadores. Por eso los dos cultivaron el culto a la personalidad. Se pavonearon por el mundo como grandes estrategas y ninguno de los dos logró nada. Gadafi derrochó durante 42 años el petróleo libio y Castro la formidable subvención que le suministro a Cuba la URSS por treinta años.


Al final de la vida de estos dos ignorantes y estúpidos tiranos, Libia y Cuba han quedado hundidas en la pobreza y el atraso. Otros pueblos de aquel “tercer mundo” del siglo pasado hace mucho tiempo que avanzan a paso galopante aprovechando los descubrimientos y las innovaciones que son el resultado de la libertad y la democracia.

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De Trípoli a La Habana


Hace seis meses, cuando el mundo occidental no acababa de tomar una decisión respecto a la frágil revuelta contra Gadafi, escribimos “Los pueblos esclavizados por dictaduras y los pueblos que pasan hambre necesitan ayuda. Unos para lograr su libertad, otros para sobrevivir las enfermedades y la miseria. Occidente tiene que redefinirse claramente o pagar las consecuencias”.(1)


Si Occidente no hubiera apoyado la rebelión contra Gadafi, el movimiento antidictatorial conocido como la Primavera Árabe habría sufrido un golpe desmoralizante. Las juventudes árabes se habrían resentido contra las naciones que proclaman la solidaridad pero habían sido indiferente a sus aspiraciones democráticas. Se habría perdido una gran oportunidad en la lucha contra el terrorismo y por la libertad.


Hoy aplaudimos el respaldo de Occidente al pueblo libio. Es justo reconocer la visionaria iniciativa del presidente francés Nicolas Sarkozy y la de otros líderes europeos en este sentido. También la de tres mujeres que se opusieron a la recomendación del entonces Secretario de Defensa Robert Gates contra la participación de los Estados Unidos en ese conflicto.


Samantha Power, Susan Rice y Hillary Clinton persuadieron al presidente Obama de que no se podía abandonar a los rebeldes libios. La influencia de estas tres mujeres no resta ningún merito a la audaz decisión de Obama de participar en una nueva guerra. Como toda lucha armada, no se sabía cuándo y cómo iba a terminar ni cuál sería su costo humano y material.


Nada fue improvisado ni fortuito en este triunfo, desde el entrenamiento a los libios hasta el más avanzado sistema de inteligencia, comunicaciones y poderío aéreo disponibles en los arsenales de Occidente jugaron un papel clave. El asalto a Trípoli fue coordinado con centenares de rebeldes que se encontraban dentro de la capital y que habían sido debidamente pertrechados con armas y municiones.


Los valientes revolucionarios avanzaron hacia la ciudad por el este, el oeste, el sur e incluso por mar después de haber tomado la ciudad de Zawiyah, y con esto haber cortado el suministro de combustible al enemigo. Los aviones de la OTAN apoyaron ese avance las veinticuatro horas, destruyendo los puntos estratégicos de las fuerzas de Gadafi.


Es importante saber todo esto. Los cubanos que piensen que un pueblo desarmado, sin respaldo y sin comunicaciones puede enfrentarse a las tropas de una dictadura dispuesta a afianzarse en el poder deben meditar y estudiar lo que ha sucedido en Libia en estos seis meses. (2)


Quienes crean que en su lugar la desobediencia civil es la estrategia correcta
Enlace en Cuba también deben ver la realidad diaria en Siria, donde pueblos enteros se han lanzado a las calles una y otra vez con un valor extraordinario. En Cuba, por supuesto, hay solución; pero esta no será el producto de la improvisación ni la fantasía sino el resultado de un plan realista y un trabajo tenaz, inteligente y constante.


1 "En Libia se redefine Occidente"

2 Rebels’ Assault on Tripoli Began With Careful Work Inside (By KAREEM FAHIM and MARK MAZZETTI – The New York Times)
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Triunfos y fracasos del exilio - Cuba: revolución o compromiso (IV)


Del exilio cubano se acostumbra a hablar como si fuera una comunidad monolítica y organizada. No es así, aunque en algunos aspectos se comporta como tal. El exilio ha sido exitoso en el orden económico y en el escenario político de los Estados Unidos. En política cubana su peso es importante.En la política cubana en la isla su
peso es indiscutible.

El embargo del gobierno de los Estados Unidos se ha podido mantener porque la parte militante del exilio cubano ha trabajado sin descanso para que sus restricciones no se eliminen sin condicionarlo a una transición democrática en Cuba. Es una carta de negociación que puede ser clave para la democracia cubana.

Durante cinco décadas la libertad del pueblo en la isla ha palpitado en el corazón del exilio cubano. Su éxito y su lealtad patriótica lo ha convertido en un contrincante invencible para el régimen castrista. La dictadura ha fracasado en hacerles creer a los cubanos de la isla que el exilio es su enemigo. Después de la subvención de Hugo Chávez a la tiranía, el exilio es el gran proveedor del pueblo cubano.

La mayoría del pueblo cubano atravesaría el estrecho de la Florida para vivir como viven sus compatriotas en los Estados Unidos. Es cuestión de arriesgarse a salir de Cuba y poder llegar a territorio estadounidense legal o ilegalmente. Transcurrido un año, el inmigrante tiene derecho a la residencia en los Estados Unidos.

Esta ventaja migratoria ha sido la vía por la que la dictadura ha exportado a centenares de miles de cubanos descontentos de la isla. Sin ese privilegio (La ley de Ajuste Cubano) difícilmente el castrismo habría podido mantenerse en el poder en Cuba.

No todo ha sido negativo en este aspecto. Esa migración permanente también ha revitalizado y aumentado la población del exilio. Los recién llegados van tomando el espacio de la primera generación de exiliados. Por razones muy entendibles estos nuevos cubanos no son tan militantes como los anteriores, pero también quieren la libertad de Cuba.

La influencia de las organizaciones de exiliados en los acontecimientos en Cuba no ha correspondido con el poder económico y el interés político de los exiliados. Se han enfrentado a una dictadura con recursos muy superiores al de sus organizaciones. Algo así como tirarle pedradas a un tanque de guerra. La mayoría de los grupos no han resistido la prueba del tiempo.

Algunos han contado con la ayuda de los Estados Unidos para sus actividades prodemocráticas, pero la mayoría no han tenido influencia importante en el pueblo cubano porque la ayuda ha sido con cuentagotas.

Muchos consideran que la unidad de los grupos exiliados es la clave del éxito en la lucha contra el castrismo, pero no tienen en cuenta la dificultad de la tarea. Entonces, como no hay unidad, no apoyan con recursos a los que en Cuba están arriesgando su vida y su libertad en la oposición.

Hay intereses creados que torpedean sin descanso la posibilidad de una unidad. Hay individuos que, si no se les reconoce un poder de convocatoria (que no tienen), rompen filas y adiós con la unidad. Cinco décadas sin poder alcanzar la unidad debieran habernos enseñado que tal vez otro sea el camino para lograr ser eficientes desde el exilio.

Es más práctico que los exiliados, en lugar de esperar por esa elusiva unidad, analicen cuidadosamente cuáles son las organizaciones que tienen en Cuba más credibilidad y seguidores, y la respalden.

En Cuba el régimen está desprestigiado y el descontento del pueblo cada vez es mayor. En estas circunstancias y las que se avecinan, los cubanos exiliados tienen una gran oportunidad para ayudar a decidir el presente y el futuro de Cuba.
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Los 84, no 85 años de Fidel



Fidel Castro Ruz nació en 1927 y no en 1926 como pregona la santa biblia radical



Por José María Penabad López Exembajador de Costa Rica en Cuba


Es, acaso, una aclaración baladí, insustancial, pero, tratándose de Cuba, demuestra, armoniza todo un patrón de impuesta conducta nacional. La Serenata de la fidelidad, el 13 de agosto, aniversario, en el teatro Blanquita, hoy Karl Marx, y otros homenajes al icono de la izquierda universal, al arribar a los 85 años de edad, es mera simulación.

Fidel Castro Ruz nació en 1927 y no en 1926 como pregona la santa biblia radical. No se trata de pecado grave, de Infierno, sino venial, de Limbo. Era tentación regular de la época y aún, siglo XXI, continúa, en tantos lugares, la discutida maniobra. La precocidad obliga a tales recursos.

El juvenil estudiante despuntó pronto, prodigio de mente y acción. Antonio Castro, natural de Lugo, primero, soldado español, en la guerra de Cuba, después, emigrante de regreso, hacendoso trabajador, de sol a sol, al pie del surco, en el oriente isleño. Ampliaba sus tierras, cultivaba, obtenía beneficios y procreaba una familia. Allá en Birán. El padre entendió pronto que aquel hijo, Fidel, requería educación de calidad. Y los 1.024 kilómetros, distancia de Santiago de Cuba a La Habana, no fueron obstáculo para que el padrazo gallego colocase a su hijo en el Colegio Belén, manejado por los jesuitas. Solo había un pequeño inconveniente: Fidel no había alcanzado la edad requerida para el ingreso. Le faltaba un año. Y como de certificado de nacimiento se trataba, el ya influyente Antonio Castro consiguió por vía de amistad, y buenas maneras, que el registro del caso extendiese el válido documento. Y Fidel adelantó un año su tiempo de nacido y el avance educativo.

Los cultos jesuitas moldearon al brillante alumno, como reconocen en el cuadro de honor, final de bachillerato. Le enseñaron, confesión de parte, a ganar siempre, esforzarse por la victoria, como deportista: primera ficha en baloncesto y beisbol. Fomentaron su capacidad de debatir. Oratoria de impacto. Forma y manera de moverse, gesticular, en escena. Tallaron la piedra preciosa. Una cabeza con mente fotográfica.

Luchó, de cualquier manera, para asumir liderazgo universitario. Salió del Colegio Belén convertido en franquista, a tenor del entusiasmo jesuita, entonces proyectado como eco de la guerra civil española. José Antonio Primo de Rivera, jefe/fundador de la Falange, era su héroe e inspiró los inicios de su andadura política por el Alma Máter habanera. De alguna manera, en la Cuba de hoy, la pieza/catecismo: La Historia me absolverá, discurso de Fidel en el juicio que se le siguió tras el asalto al Moncada, está inspirada en el texto/testamento de Primo de Rivera, en la cárcel de Alicante, defensa propia, antes de ser fusilado.

El destino, la suerte de Fidel Castro, es un rumbo de fuerza desconocida pero real, cuya aventura termina por ligarse al irremediable devenir de la Mayor de las Antillas. Han pasado por la Casa Blanca diez jefes de Estado y, sobreviviendo a atentados, que muchos hubo, el octogenario vecino de Jaimanitas, en la periferia de La Habana, resiste, aunque cansado, pegado al timón de la Isla.

Batista será siempre el más maldito de Cuba. Si la avaricia, golosina del poder, no hubiese actuado el 10 de marzo de 1952, derrocando a Prio Socarrás y –peor– mancillando la democracia, sin esa nefasta acción, jamás hubiese existido el 26 de julio. Fulgencio Batista era, precisamente, el enemigo que necesitaba Fidel para la rebeldía que lo condujo a un autoritarismo de 52 años de vigencia. Y nada cambiará mientras viva.

El fracaso del alocado asalto al Cuartel de Moncada, mal planificado, mal ejecutado, 26 de julio de 1953, produjo, sin embargo, la chispa que causó el incendio arrasador de la Isla. Monseñor Pérez Serante, arzobispo de Santiago, que lo había bautizado, salvó la vida del jefe insurrecto, Fidel Castro Ruz. Deportado, a México, el Granma, nave de recreo, retornó con 82 hombres, listos para derrocar la dictadura batistiana. Murieron 70, aniquilados, cerca de la playa Belic, por las fuerzas del régimen. Salvados 12, lograron instalarse en la zona de Sierra Maestra, donde habitaban 50.000 personas en un radio de 2.400 kilómetros cuadrados.

Fidel, Raúl, el Che, Camilo... Salvados, seguían en la pelea. El Movimiento 26 de julio, reguero de pólvora, se extendió por fuera y dentro de la Isla. La ciudadanía, alta y baja, se unió a la campaña anti-Batista. Fidel, cuya biografía circulaba mundo adelante, alentó y mantuvo la fecha de nacimiento de acuerdo con lo estipulado en el carné de identidad. Su filosofía política permanente, en la guerra y en la paz, es, eso pregona, no mentir. Por ello, no hay vuelta atrás. Raúl, en una fiesta de celebración, medio animado por unos tragos, se atrevió a manifestar que su hermano era más joven. Fidel lo interrumpió, contundente: ¡Cállate, coño! Por supuesto, más imperativo que, años más tarde, el rey Juan Carlos, contra Chaves, en Chile: ¡Por qué no te callas! El juego del 26, supuesto año de nacido, y 26, día del Moncada, cultivan la buenaventura de Fidel. Y si el comandante en jefe dice, se acepta, no se discute. ¿Domesticado el pueblo de Cuba?


Reproducido de La Nación
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Cuba: revolución o compromiso: Fidel es el hijo de Batista (III)


En el capítulo anterior describíamos brevemente a pueblo en el exilio, más de dos millones de cubanos que representan diferentes generaciones. Están vivos aun algunos de los que apoyaron a Batista. Muchos de sus descendientes insisten que sus padres o abuelos fueron los que estuvieron siempre correctos respecto al castrismo.

Algo así como si Fidel justificara a Batista cuando en realidad el golpe de estado de Batista quebró la columna vertebral de la débil democracia cubana y fue la que le brindó la oportunidad a Fidel Castro para que eventualmente secuestrara el poder en Cuba.

Al exilio llegaron en los años sesenta miles de cubanos que habían apoyado a Castro en una u otra forma durante la lucha guerrillera y en sus primeros meses de gobierno en 1959. Fueron bautizados por los batistiano como “fidelistas arrepentidos”.

Después de estos han llegado al exilio cientos de miles de cubanos la mayoría de los cuales estuvieron integrados al proceso de comunización del país. Cada uno participó con diferente nivel de lealtad, complicidad, simulación o disidencia en el proceso “revolucionario”. Salieron de Cuba profundamente frustrados de haber perdido parte de sus vidas en un proyecto que llevo al país a la ruina.

En el exilio también están los que llegaron niños o muy jóvenes. Muchos de ellos han sido exitosos en el mundo cultural, el de negocios o el académico. Sus hijos se sienten cubanos en alguna forma y tienen perspectivas muy particulares sobre el presente y futuro de Cuba. Este grupo ha sido el cimiento sobre el que se desarrolló la “cultura cubanoamericana”.

En el exilio hay gente que está más interesada en su bienestar económico que en participar en nada que tenga que ver con la libertad y la democracia en Cuba. Algunos porque después de tanto tiempo quieren evitar otro desengaño. Otros se aíslan políticamente para evitar sufrimiento. También están los que no creen en otra cosa que en ellos mismos.

Independientes de su procedencia, actividad, indiferencia o propuesta de cómo resolver el problema cubano, la inmensa mayoría de los exiliados y emigrados económicos aman a su nación y la quisieran ver libre.

No podemos pasar por alto los espías e infiltrados por el régimen castrista durante estos cinco décadas. Es una pequeñísima –tal vez algunos cientos- pero influyente minoría debe haber sido ubicada estratégicamente para favorecer a la dictadura.

Estos más de dos millones de cubanos son el exilio, una población heterogénea con un poder económico inmenso y unos recursos humanos formidables. Hasta ahora los cubanoamericanos, es decir los cubanos que viven en Estados Unidos y tienen derecho al voto han logrado un poder político en Washington sustancial. Ellos influyen acerca de cuál debe ser la política de Washington respecto a Cuba.

Por las anteriores consideraciones hablar del exilio cubano como una entidad es un error. Equivocación que se comete con frecuencia por los propios cubanos y que conduce a un sentimiento de impotencia o fracaso colectivo. No se tiene en cuenta la diversidad que hemos mencionado superficialmente.

Tampoco cuando se habla del exilio como una unidad se tiene en cuenta los profundos traumas que ese exilio ha sufrido durante más de medio siglo debido al apoyo formidable que la URSS dio al castrismo durante tres décadas. El posterior respaldo con que Hugo Chávez ha sostenido al régimen castrista por una década.

A todo esto hay que sumar la manipulación del problema cubano por parte de los gobiernos estadounidenses. Los errores de Washington como fue el caso de Playa Girón. Los errores de los dirigentes políticos cubanos exiliados.

La complicidad de muchos gobiernos democráticos con el castrismo, la forma en que el mundo académico y los medios de comunicación internacionales aplaudieron por demasiado tiempo a la dictadura castrista y pasaron por alto sus crímenes y abusos.

Ante tal complejidad, hablar de la unidad del exilio cubano respecto a una acción contra el castrismo, sea esta por la vía de la negociación o incluso del respaldo al enfrentamiento popular contra el régimen es un proyecto difícil y complejo.



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El gran dictador está de cumpleaños



Aunque algunos aduladores con doble moral, para congraciarse o para ocultar su verdadero rostro, hayan preparado una gala para celebrar el 85 cumpleaños de Fidel Castro, el más longevo de los dictadores, no hay que engañarse. Desde que empezó sus estudios en la Universidad de La Habana, Castro se identificó como un caudillo que buscaba poder y no como un luchador por la libertad y la democracia.


Después de atacar el cuartel Moncada, provocando un sanguinario suceso, fue encarcelado y liberado por una amnistía que le permitió ir a México y preparar una expedición para volver a Cuba. Si su lucha contra Fulgencio Batista fue una forma de guerrilla, a ese mismo método de lucha los castristas lo califican hoy de «mercenario» o «terrorista».


Desde que tomó el trono, destruyó casi totalmente la economía de Cuba y dividió a las familias por los cambios bruscos en la política que hizo junto a su hermano Raúl. Estos cambios se caracterizaron por la perdida de valores.

Utilizó y sigue utilizando a turbas de paramilitares para la más bochornosa y degradante de las acciones: desde el maltrato físico y verbal hasta el asesinato y la tortura, o las largas sanciones de privación de libertad.

Otra caraterística que lo identifica es la desinformación masiva y la privación de cualquier forma de prensa libre. Tras delegar el poder en Raúl, todo ha ido a peor: más hambre, más pobreza y mayor descontento en la población.


Ha desencadenado una seria presión y persecución contra cualquiera que esté en contra de su poder. Aunque cumple 85 años, aún se mantiene en el trono el caudillo mayor.

Caridad Caballero
Bloguera y Dama de Blanco

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Cuba: revolución o compromiso: El pueblo (II)



Cuba es en primera instancia su pueblo, la suma de sus vivencias en un entorno geográfico. Cada cubano es una pequeña parte de la nación. Cada uno es también un microcosmos del problema y la solución. Una muestra que llevada al laboratorio nos puede arrojar sus fortalezas y sus debilidades.

Los cubanos somos el producto de nuestra insularidad y nuestra historia. Los cubanos de hoy en día – en buena parte como resultado del último medio siglo de dictadura totalitaria somos varios pueblos que hablamos diferentes lenguas. Nos cuesta entendernos.

Los cubanos son gente inquieta, imaginativa, intensa y emprendedora. Éramos un pueblo romántico y bastante crédulo. El comunismo nos convirtió en gente práctica y desconfiada. Para sobrevivir hemos aprendido a dudar hasta de nuestra sombra.

Adicionalmente, la calamidad que ha sufrido nuestra sociedad durante más de cinco décadas ha aumentado nuestra inclinación a tener siempre la certeza de saber “donde estamos parados”. A tener opiniones muy precisas y contundentes sobre la mayoría de las cosas. Esto nos ayuda a tomar decisiones rápidas y seguras en el plano individual aunque es un impedimento a la hora de ponernos de acuerdo en decisiones colectivas. Somos un pueblo políticamente inmaduro.

En el terreno político es común escuchar o leer con toda autoridad expresiones que son la consecuencia del cubano y de su trauma:

“El problema es la unidad, mientras no haya unidad no hay nada que hacer”. “La culpa la tienen los americanos”. “El problema es el embargo”. “Los americanos lo que tiene que hacer es decir hasta aquí y dejarse de boberías”. “No hay solución porque el pueblo cubano no es el mismo, el de ahora tiene miedo y no hay nada que hacer. “El exilio es reaccionario y no entiende lo que está pasando en Cuba”. Etc.

Sin que el tema se nos convierta en una disertación de sicología nacional por alguien que no está preparado para darla, debemos aclarar que por muchas cosas que dividan a los cubanos hay una pasión que los une: el amor por Cuba. Desde cualquier posición del espectro político y en cualquier lugar donde se encuentre, dentro o fuera de Cuba, el cubano ama a su país con intensidad.

El pueblo en el exilio

El cubano es el resultado de su entorno geográfico y sus vivencias. Hay más de dos millones de personas fuera de Cuba y un poco más de once millones de habitantes en la isla. Pero hay muchos exilios. El cubano que vive en Ecuador es diferente al que vive en Miami y este el que vive en Suecia o en España. De cada lugar ha integrado ideas y hasta formas de comportamiento.

La complejidad aumenta porque al exilio han llegado cubanos de todos los estratos, edades, tonalidades ideológicas y generaciones.

Continuará…

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Cuba: revolución o compromiso (I)

El maleconazo (foto de Karel Poort)


El fracaso económico de la versión castrista del comunismo en Cuba está a la vista. Nadie puede negarlo. Hasta el régimen se ha dedicado a buscar culpables. En todo el mundo ya se acepta que el “paraíso socialista” en Cuba fue una utopía y un timo.

En la isla el pueblo detesta a Raúl Castro porque ha resultado un fraude. El heredero no tuvo los pantalones para afrontar el reto y darle solución. Ante lo que considera un inminente colapso, la oposición dentro y fuera del país se debate en una polémica sobre el camino a seguir: la negociación o la revolución.

La verdad es que no tenemos la posibilidad en estos momentos de proceder por ninguna de las dos avenidas. Si lo decidiéramos, no podemos sentarnos a conversar con un régimen que no quiere negociar con nosotros. Tampoco podemos derrocarlo con una revolución porque en estos momentos no hay las condiciones ni tenemos los medios para hacerla.

Estas circunstancias no invalidan en forma permanente la posibilidad de negociar o la de tomar la vía del enfrentamiento. Simplemente son escenarios hipotéticos. Cuando se analizan estrategias, es aconsejable estudiar el panorama con la mayor objetividad posible. Ahora no, pero pudieran ser opciones reales en algún momento.

El problema cubano es sin duda complejo. Es un sistema de fuerzas, presiones, temores y esperanzas. Lo que pase en Cuba dependerá de actores claramente inidentificables: el pueblo, el régimen, la oposición y la comunidad internacional. Será el resultado de la acción o inacción de cada uno de ellos. Lo que hagan o dejen de hacer influirá en todos los demás y en el resultado final.

El futuro de Cuba dependerá también de lo imprevisible. Del suceso que nadie esperaba. Del hecho aislado o de la cadena de acontecimientos que este puede provocar. El asesinato de Orlando Zapata Tamayo fue un ejemplo. La conducta heroica de un humilde opositor y la estupidez del régimen condujo a una protesta de las Damas de Blanco. Esta pudo haber tenido menor importancia si no es porque el régimen las reprimió y exhibió en televisión el atropello como una especie de escarmiento. Las imágenes indignaron a la gente y a parte de la Nomenclatura. La valiente reacción de Reina Luisa Zapata Tamayo fue clave en esa cadena de acontecimientos.

Que un suceso no esperado pueda convertirse en un factor detonante o propulsor de una crisis nacional nos obliga a incluirlo como una categoría en la ecuación cubana con igual importancia que: 1) el pueblo 2) el régimen 3) la oposición 4) la comunidad internacional

De los cinco factores en juego tratemos de describir al pueblo. El que vive en el exilio y el que está en Cuba.

Continuará…

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El día que La Habana gritó libertad


Por Juan Gonzalez Febles


Desde aquellos momentos, las reformas hicieron sus pininos iniciales. Fue la primera grieta en un muro hasta entonces monolítico. Los antecedentes anduvieron en el hundimiento del remolcador 13 de Marzo. Este remolcador pretendió escapar del infierno y de acuerdo con las más profundas convicciones enraizadas en la cúpula, se decidió su hundimiento por parte del único capaz de impartir semejante y abominable orden. En el mejor estilo colonial, se impuso el escarmiento y 37 víctimas murieron ahogadas en el mar. Entre ellas se contó a 10 menores de edad. El 13 de julio fue un antecedente directo del 5 de agosto.

Ciertamente hubo vandalismo. El pueblo lleno de ira y resentimiento la emprendió contra policías, chivatos y por supuesto, contra la propiedad del estado patrón-usurero. Se dice y esto es muy cierto que la asonada popular del 05/08/94 estuvo encaminada a escapar del país. Que en vez de ir contra las estructuras de poder para arrancar de estas, las libertades de que se carece, la gente prefirió montarse en algo y largarse rumbo norte. Muy cierto. Pero aún así, el hecho marcó un hito y quizás el gobierno extrajo de los sucesos, las enseñanzas y experiencias que aplica en la actualidad. Aunque duela hay que reconocer que quien verdaderamente estudia y se ocupa de cómo prolongar el sufrimiento del pueblo cubano, es su gobierno y hasta el momento, nadie más.

De aquel cinco de agosto surgieron tímidas reformas que se diluyeron inmediatamente que el régimen cubano comenzó a recibir la mesada de Venezuela. Debe reconocerse que antes aprovechó muy bien el auxilio que le llegó de los socialistas españoles de Felipe González, el jefe de estado español, por supuesto de PSOE.

Las protestas populares del cinco de agosto fueron aplastadas con el auxilio de contingentes de jornaleros desclasados traídos desde la zona oriental del país y llegados a la capital para construir obras que nadie ha visto o algunas (muy pocas) erigidas con una pésima calidad constructiva. El caso fue que reprimieron bien y algunos entre los desclasados, fueron recompensados con un permiso para residir con carácter permanente en la capital.

Como sucede en la actualidad con el obeso súper ministro Murillo, el zar emergente en aquellos momentos fue el hoy impresentable Carlos Lage Dávila. Fue el momento para la “dolarización” y el nacimiento de la doble moneda, surgieron las ‘Paladares’. Se procedió a reabrir los mercados libres campesinos y se dijo que la comida del pueblo era una prioridad de la “seguridad nacional”. Siempre en dirección de comprar la incondicionalidad de los ya incondicionales, el zar Lage comenzó a dar autorizaciones para comprar automóviles “en moneda libremente convertible” a una minoría muy minoritaria que reside preferentemente en los municipios Plaza de la Revolución y Playa.

El comandante de la mira telescópica, “los 600 atentados”, la interminable escolta para su seguridad personal y que preconizó como herramientas didácticas de gobierno, el fusilamiento, el escarmiento, las bandas paramilitares y las largas penas de cárcel, maduró su consigna de “calles para revolucionarios”, junto con todo lo demás.

El cinco de agosto de 1994 fue ciertamente el día que La Habana gritó libertad, pero también marcó el recrudecimiento represivo que desembocó en los arrestos de disidentes y periodistas de la Primavera Negra de 2003, el fusilamiento para escarmentar de tres infelices jóvenes negros ese mismo año y los actuales destierros de ex prisioneros, cardenal mediante.

Todo parece indicar que el sucesor designado, en la actualidad tiene preparada su partitura a partir de los mismos temas ya conocidos, con algunas variaciones. Uno se pregunta: ¿Qué pasaría si La Habana de siempre volviera a gritar libertad? ¿Quedará alguien con honor en los cuerpos armados? ¿Habrá alguno que se resista a cargar contra su gente? Son preguntas que uno se hace cuando recuerda aquel día que La Habana gritó libertad.


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LAS VICTIMAS DE LA MENTALIDAD IMPERANTE

EL PBRO. MARIO FÉLIX LLEONART EN LA 102 ASAMBLEA ANUAL DE LA CBCO EL 25 DE MARZO DE 2011 MIENTRAS PRESENTABA UNA MOCIÓN QUE EXPRESABA SU PREOCUPACIÓN POR ACTOS DE REPUDIO


Por Pbro. Mario Félix Lleonart


Al General de Ejército Raúl Castro Ruz:


Las víctimas de la mentalidad imperante, como usted lo ha denominado General en su discurso en el Séptimo Período Ordinario de Sesiones de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, pululan por doquier. Yo soy una de ellas.


Cuando asistí a una escuela por primera vez con solo cinco años de edad no estaba preparado psicológicamente para enfrentarme en mi primera semana de clases a aquel maestro quien con tono autoritario y amenazador preguntó quién era religioso en el aula. Esa fue la bienvenida que recibí de su sistema educacional. El maestro no era excepción sino la regla de aquellos aborrecibles tiempos, su nombre es lo de menos en medio de tanto exceso. Allí me inicié en esta guerra que usted y su gente comenzaron. Aquella fue la ocasión en que negué como el apóstol Pedro pues le confieso avergonzado que no tuve valor para levantar mi mano al descubrir que yo era el único que ya con esa edad me consideraba cristiano dada la profunda educación de mi hogar y de mi iglesia bautista en los primeros pasos de mi infancia. Era 1980. Fue tal el trauma que extraje lecciones para el resto de mi vida y por eso mi blog Cubano Confesante y el @maritovoz en twitter. Me propuse nunca más negar mi fe cristiana y esa experiencia inicial en una lista de segregaciones in crescendo hasta hoy, me preparó para el resto de mi vida. Allí está mi expediente de primaria manchado a pesar de mis buenos resultados por el simple hecho de pertenecer al mismo tipo de iglesia en que se congregó Frank País. Allá quedó la marginación que sentí en secundaria por negárseme la posibilidad de ser Abanderado del 2000 no obstante todos mis éxitos académicos.


Hoy debo soportar como pastor, a pesar de reiteradas quejas (17 de septiembre de 2009, 6 de diciembre de 2010) desoídas por el Comité Municipal en Camajuaní del Partido Comunista de Cuba (PCC), que personas como la directora de la secundaria de mi localidad, a pesar de ser testigo constante de las injusticias que contra mí se realizaron, ya que fue una de mis compañeras de grupo en toda la primaria y secundaria, participe de una campaña que pretende conseguir la inasistencia a nuestra iglesia de los estudiantes de su plantel y de sus padres, de lo cual poseo abundantes testimonios; quiero pensar que fue lo que aprendió y que no es capaz de generar ningún tipo nuevo de mentalidad para poder escapar de la imperante, ella, por cierto, sí fue Abanderada del 2000, parece que aprendió muy bien qué tipo de personas se abanderaban en nuestra sociedad y cuáles se segregaban.


Gracias a que ya habíamos pasado 1991 pude estudiar en la Universidad pero la única vez que intenté trabajar para el Estado, en el DIVET (Camajuaní), fui desechado al no pasar la investigación que se me advirtió cuando asistí a entrevista y el puesto fue ocupado por un técnico medio poseedor de un carné de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) lo cual me colocaba en desventaja, evidentemente la prioridad no era académica ni profesional sino política, como lo ha sido cada arista de nuestra hastiada sociedad.


Ya siendo pastor mi esposa y yo realizamos el intento de colaborar como profesores en la Universidad Central «Marta Abreu» de las Villas para la carrera de Ciencias de la Información de la cual habíamos sido egresados en La Habana y que recién se había insertado allí, ella aspiraba a realizarlo a tiempo completo y yo en carácter de adjunto. Por supuesto, dada la mentalidad imperante que usted ahora reconoce, la negativa fue pasmosa y a pesar de necesitarse profesores, por lo de la novedad de la carrera, sutilmente fuimos rechazados.


En la última de mis detenciones (25 de junio pasado) uno de mis captores me preguntaba que cómo era que yo había llegado a mis actuales posiciones tan críticas. Creo que parafraseando a Bécquer la respuesta pudo haber comenzado con: ¿Y tú me lo preguntas? El responsable eres tú. Usando la propia terminología suya General, fue su propia gente la que me fabricó y no el llevado y traído imperialismo, que ahora como usted atinadamente reconoce no constituye el peor enemigo de su sistema. La cara que siempre he tenido de su Revolución es la de un puñado de gánsteres, salvo contadas excepciones, que en mi pueblo han hecho y desecho con la excusa de ser comunistas y revolucionarios.


Jamás he excluido a nadie para la asistencia o membresía de la iglesia, no pocos miembros de su Partido Único y de la UJC han sido objeto amoroso de mi pastorado, y me gozo en ello, pero ahora me encuentro con el fenómeno de que algunos de ellos están amenazados o en proceso de ser expulsados de estas organizaciones por su pertenencia a nuestra iglesia, aún cuando se pretenda realizarlo enmascaradamente, como en el caso de las represalias a la mujer a la que usted hace referencia en su discurso. Otros están decidiendo, de propia voluntad, abandonar nuestra congregación, no porque allí se hayan sentido irrespetados, sino para evitar posibles represalias contra ellos, conscientes de la mentalidad imperante que prefieren evadir en vez de enfrentar.


Hoy el aire de nuestra comunidad está caldeado por causa de personeros que dicen representarlo a usted. Con el mayor descaro visitan las casas de miembros de la iglesia para exhortarles a que no asistan más o tratan de reclutarles como colaboradores para que me vigilen y sigan cada paso. No escatiman para ello ningún tipo de manipulación, chantaje o amenaza. Pisotean la Carta Magna cual si fuera un trapo y se comportan con impunidad que lamentablemente muchos le llegan a creer.


Concuerdo con usted en que son portadores de conceptos obsoletos, por demás contrarios a la legalidad, todavía enraizados en la mentalidad de no pocos dirigentes en todos los niveles. Ellos constantemente cometen flagrantes violaciones de nuestros derechos ciudadanos refrendados en la Constitución de la República y antes aún en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Puede ser como usted dice que sus actitudes estén basadas en una mentalidad arcaica, alimentada por la simulación y el oportunismo, pero con todo respeto General, ha esperado demasiado tiempo para revisar toda esta visión estrecha y excluyente de que están permeados ciertos sectores de la sociedad cubana.


Pero oiga bien General, no me malinterprete, cuando pienso en cada uno de esos supuestos mandatados no les miro con rencor ni suponga que me dirijo a usted para que ejecute su amenaza hecha pública de comenzar a llevarlos a los tribunales ya que como usted ha reconocido por fin todos los cubanos, sin excepción, somos iguales ante la ley. Sepa que estoy dispuesto un día a sentarme a celebrar con ellos, como manifestó Martí respecto a los españoles en su magistral Manifiesto de Montecristi, el día en que los cambios en esta nación dejen de ser reformas cosméticas como las que usted propone y les facilite a ellos un cambio de actitud; el día que se deje de barrer bajo la alfombra y se construya de veras la patria con la que sonó el Maestro, con todos y para el bien de todos.


Con todo respeto General, no conseguirá nada aleccionando a personeros que no están haciendo sino lo que ustedes durante décadas les enseñaron y ordenaron. Humillando ahora a sus sabuesos no conseguirá nada. Si de veras quiere que desaparezca esa mentalidad imperante comience reconociendo su propia responsabilidad como cúpula gobernante en generarla. El reconocimiento de lo que usted llama errores tiene que comenzar por ustedes, hasta ahora impunes e intocables, a pesar de que supongo que usted y su hermano se estén incluyendo en esa frase suya de que todos los cubanos, sin excepción, somos iguales ante la ley.


Con todo respeto -quiero que sepa que yo también oro a Dios por el perdón de sus pecados y para que vivamos en nuestra Patria quieta y reposadamente- sus personeros también han sido víctimas de esa mentalidad imperante que ahora usted ataca tratando de cambiar un estado de opinión internacional muy desfavorable a su sistema obtuso. El verdadero error de ellos ha sido obedecerles ciegamente. Con todo respeto General, esa mentalidad imperante, ese pensamiento único que nos ha cercenado como nación en estas más de cinco décadas no es otra que la que ustedes propiciaron. No divague más y comience aceptando su propia responsabilidad.
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Donde coinciden Raúl Castro y Obama (Final)



Raúl Castro y su pequeño grupo creen que con la participación de algunas empresas multinacionales la economía cubana podrá recuperarse. Para justificar la futura entrega de parte de la economía a los extranjeros, el régimen anunció a los cubanos la posibilidad del trabajo por cuenta propia.


Ha sido un buen truco publicitario. No excluyen los “reformadores castristas” la esperanza de que el pequeño sector de nuevos cuentapropistas alivie un poco el desempleo y que con el pago de impuestos también ayuden a mantener la dictadura en pie.


El régimen no teme a los trabajadores por cuenta propia porque deben de haber llegado a la conclusión que desde hace muchos años hay miles de campesinos en Cuba que de hecho son cuentapropistas. Estos no han causado ningún trastorno en el terreno político. Pensarán que si su número se duplica o triplica no tendrían por qué representar un peligro.


También la propuesta del trabajo por cuenta propia le sirvió a la tiranía para hacer creer que las cosas en Cuba iban a cambiar. Creyeron que esto aliviaría el descontento popular. Era una forma de ganar tiempo. Como se ha procedido en forma improvisada y torpe, el proyecto cuentapropista ha aumentado el descontento que se trató de evitar.


Pero el régimen cree que la inversión extranjera en renglones estratégicos, como el azúcar, es lo que puede empezar a cambiar la situación. Tienen experiencia en este campo.


A la dictadura y al empresariado español no les ha ido mal en la explotación de la industria turística en la isla. En la explotación del níquel –también con socios extranjeros- no les ha ido mejor por los bajos precios de este mineral en el mercado mundial. El escenario pudiera cambiar con una explotación petrolera exitosa en aguas profundas. Esto pudiera convertirse en un salvavidas temporal para la dictadura, pero requiere tiempo, grandes inversiones y suerte.


En Cuba el giro hacia el capitalismo –sin libertades políticas- es evidente. Brasil está financiando la remodelación del Puerto de Mariel con 800 millones de dólares. Y la administración de este puerto ya ha sido adjudicada a una empresa privada de Singapur. Brasil no se habría lanzado a esa aventura si los hermanos Castro no hubieran convencido a Lula de que poco a poco ellos tomarían el rumbo del capitalismo.


El régimen le debe de haber presentado la idea al gobierno de Obama de que empezando con el cuentapropismo, el castrismo procedería con la privatización de empresas de mayor envergadura.


Como hay mucha gente que cree que el capitalismo es la medicina de todos los males, incluso el de la falta de libertad, no debe haber sido difícil lograr que algunos estadounidenses quisieran adoptar el plan de supervivencia de la tiranía como una estrategia para llevar la democracia a Cuba.


No es que descartemos la consecuencia política del fracaso o el éxito de los nuevos trabajadores por cuenta propia. Eso es un tema a estudiar. Ni que rechacemos que se apoye desde el exterior esa iniciativa. Lo que no se puede hacer es convertir la estratagema del régimen para mantenerse en el poder en la estrategia de Washington para lograr el cambio democrático en Cuba.


Nos puede pasar con el famoso cuentapropismo en Cuba lo que ha sucedido con la inyección por el gobierno de los Estados Unidos de miles de millones de dólares en la economía estadounidense. El gobierno de Obama creyó que eso resolvería el problema del desempleo. No resultó así. La dinámica del problema era más compleja de lo que se diagnosticó.


Raúl Castro sabe que el cuentapropismo no resuelve la situación de la economía cubana. El gobierno de Obama también. Cada uno lo está usando para su conveniencia. Raúl para tratar de engañar a los “americanos”, al mundo y a muchos cubanos. Algunos en el gobierno de Obama quieren hacerles creer a los cubanos que tiene una fórmula para llevar la democracia a Cuba.




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