¿Por qué Putin hace lo que quiere y no pasa nada?


La respuesta a esta pregunta no es difícil.  Vladimir Putin hace lo que quiere porque los Estados Unidos y Europa lo necesitan.  Para tratar de resolver el problema en Siria y para intentar detener el desarrollo de armamento nuclear en Irán Obama necesita a Putin.  Por lo menos eso fue lo que Obama quiso creerse.  Europa necesita la energía que le compra a Rusia.  La NATO que debía frenar militarmente los avances de Rusia ha sido relegada y como si todo esto no fuera suficiente hay grandes negocios entre Rusia y el mundo capitalista.

La guerra en Siria sigue alargándose y los Estados Unidos dependen de Putin para eliminar el armamento químico de Assad.  Obama no va a arriesgar un conflicto con Putin si eso implica un freno a la destrucción de este tipo de arma en Siria.  El dictador Assad apoyado por Rusia continúa ganándoles el terreno a los rebeldes y Putin ha demostrado otra vez  que toma riesgos porque no tiene que pagar ningún costo importante.   

Con la ayuda de Rusia y de China los Estados Unidos lograron traer a Irán a la mesa de negociaciones porque estos tres países se pusieron de acuerdo para castigar económicamente a Irán. El objetivo de Washington es lograr que Irán acepte frenar el desarrollo de armamento nuclear pero sabe que necesita el respaldo continuo de Putin.  Si Rusia rompe filas la estrategia de Washington colapsa y lo único que le quedaría a los Estados Unidos sería – eventualmente - atrasar el programa militar de Irán con acciones aéreas.  Obama no se va a enemistar con Putin por la anexión de Crimea aunque ésta sea ilegal.

Rusia es el mayor exportador de petróleo del mundo.   En el 2012 Rusia exportó a Europa y a los Estados Unidos un total de 160,000 millones de dólares en petróleo, gas y derivados. La casi totalidad de esa exportaciones fue a Europa.  Es muy difícil creer que estos países se arriesgarían a tomar medidas económicas que aunque perjudicarían a Rusia también perjudicarían  sus economías. Putin lo sabe y aunque reclame públicamente debe sonreír ante las medidas tomadas por Occidente contra un grupo de sus funcionarios.

La economía rusa sigue tan dependiente del petróleo que produce, como lo fue antes la del imperio soviético, pero tiene la ventaja que desde que se desplomó el mundo comunista las inversiones extranjeras y los negocios con el resto del mundo han ido creando una cadena de intereses comunes que no es fácil de cortar sin que se perjudiquen muchos bolsillos. Rusia ya no es una potencia mundial como lo fue antes la URSS, ahora es un país capitalista con un autócrata en el poder que protege a los ricos que lo obedecen y castiga a los que no. 

La NATO –la alianza  que ha tenido el propósito de defender militar y políticamente las democracias europeas- no ha estado a las alturas de sus objetivos porque Occidente creyó que Rusia tomaría un camino civilizado en su relación con Occidente.  Putin se ha aprovechado de esto porque primero fueron Francia y Alemania quienes rechazaron en el 2008  la propuesta de George Bush de garantizarle la seguridad a Ucrania y Georgia y luego Obama pensó que podía entenderse con Putin sin necesidad de demostrar músculo militar.  Putin se desquitó de Occidente ante la pérdida de un gobierno amistoso en Kiev y le arrebató Crimea a Ucrania.  Washington y Europa han hecho el ridículo con las medidas hasta ahora anunciadas.

En conclusión,  la debilidad de NATO; los importantes intereses comerciales de Occidente con Rusia; la dependencia energética de Europa y la dependencia de Washington de Vladimir Putin –Siria e Irán− han convertido a los Estados Unidos y a Europa en rehenes virtuales.  Mientras Europa dependa del petróleo y el gas soviético y los Estados Unidos de Putin no hay mucho que Washington o Europa estén dispuestos o puedan hacer.  Debieron haberse preparado hace muchos años para un escenario como el presente, las señales estaban ahí pero no las quisieron tener en cuenta. 

 
Artículo de Patria Pueblo y Libertad


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Obama…quizás



La Presidencia de los Estados Unidos es un trabajo difícil.  No hay título universitario o inteligencia que garantice el éxito. O se tiene experiencia o se aprende de crisis en crisis. Cuando Obama termine su segundo y último periodo en la Casa Blanca habrá tenido el suficiente fogueo para llegar a ser un excelente Presidente, pero entonces será muy tarde. 

Una muestra del aprendizaje del actual mandatario es la crisis en Ucrania donde  las tropas rusas han invadido a Crimea y amenazan el resto de Ucrania.  Obama llegó a la Casa Blanca creyendo que él podía tener una relación de alto nivel y de buena comunicación con Vladimir Putin.  Presunción que este ex coronel de la KGB soviética  parece haber interpretado como debilidad de carácter del Presidente.

Putin no se habría atrevido a ordenar esa operación si el Presidente hubiera sido un Teddy Roosevelt o un Ronald Reagan.  A ninguno de los dos lo habría intimidado la matonería del autócrata ruso a pesar de que los Estados Unidos eran entonces una nación con mucho menos poderío económico y militar que hoy.  Ambos sabían que el temor y la prudencia excesiva   provoca  el abuso y  la violencia de parte de los enemigos de la libertad. 

Con Ronald Reagan o Teddy Roosevelt en la Casa Blanca los octogenarios hermanos Castro no se habrían arriesgado a  tomar de rehén a un ingeniero estadounidense –Alan Gross– y condenarlo injustamente a 15 años prisión con el fin de chantajear a Washington. Tampoco habrían tolerado que oficiales de las fuerzas armadas y de los servicios de inteligencia cubanos ayudaran a los chavistas a dominar Venezuela aniquilando su democracia.  Venezuela es la cabeza de playa de la invasión antidemocrática en  toda Latinoamérica.

Obama no es cobarde, está aprendiendo su trabajo y el caso de Venezuela le ofrece una oportunidad de poner en práctica lo aprendido hasta el momento.  En primer lugar tiene que hacerle saber a los gobiernos latinoamericanos que los Estados Unidos tiene intereses en Latinoamérica  a los que no va a renunciar y que por principio y por conveniencia van a defender la democracia en Venezuela sin ambigüedades. 

Las recientes declaraciones del Secretario de Estados John Kerry parecerían apuntar en esa dirección.  Ha dicho que − los Estados Unidos estaría dispuesto a sancionar al gobierno venezolano - pero que prefieren evitarlo para no perjudicar la delicada situación económica en ese país.   El problema es que es un mensaje que puede ser interpretado como una decisión en cualquier dirección.  Mientras tanto el aparato de represión castrochavista no descansa un minuto en su propósito de desarticular brutalmente las protestas de los venezolanos.

El gobierno estadounidense no debe dejar en manos de los gobernantes de la región el freno a los atropellos de lo que queda de  democracia en Venezuela y debe hacérselos saber claramente.  La mayoría de los gobernantes latinoamericanos  participaron recientemente en Cuba en una reunión de la CELAC en la que demostraron que no tienen interés ni voluntad en defender la democracia de ningún país de la región.  La mayoría acaba de descartar la solicitud de discutir
en el seno de la OEA la violación en Venezuela de la Carta Democrática Interamericana.
 
Obama  tiene dos opciones: Una, parecer que hace y en definitiva no hacer nada para salvar a la oposición democrática venezolana. Dos, poner en práctica sus experiencias y usar la influencia en el mundo y los recursos de su poderosa nación para asegurarse que esa democracia sobreviva en una nación donde demócratas y chavistas puedan contar con medios de información libre, donde tengan garantizados el respeto a sus derechos y estén libres de intromisión extranjera, específicamente la castrista.

Obama no ha podido lograr la paz en Afganistan, Iraq, Siria y Libia. No pudo salvar la democracia en Egipto, ni alcanzar un entendimiento entre palestinos y judíos.  El problema nuclear iraní parece escapársele de las manos y sus relaciones con Rusia empeoran con el tiempo.  Quizás Venezuela y Cuba, que son problemas mucho más sencillos, le permitan al presidente estadounidense ser recordado como el hombre que salvó la democracia en Venezuela,  devolvió al pueblo cubano su libertad y salvó al continente de un futuro incierto y peligroso.  Quizás.


Artículo de Patria Pueblo y Libertad
 

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