El mito se derrumba: la responsabilidad histórica del exilio cubano


El multitudinario y patriótico desfile en Miami, seguido por las marchas en Los Ángeles, New York y otras ciudades, trajeron a la superficie una realidad sepultada por años de fracasos y frustraciones: los cubanos del exilio podemos agruparnos alrededor de diferentes banderas políticas y ventilar nuestras diferencias ideológicas como enemigos al parecer irreconciliables; pero cuando el clarín suena, somos un solo pueblo que ama a Cuba y que nunca la ha olvidado.

Pero ¿durará el entusiasmo? ¿Estamos ante un fervor pasajero? ¿Morirá cuando la tiranía no se desmorone ante nuestros ojos, como tantos esperan?

Corremos el peligro de confundir la etapa final del castrismo – que puede durar su tiempo - con un colapso cercano e inevitable. Estamos celebrando la victoria antes de ganar una batalla en la cual la mayoría de los exilados todavía no ha decidido participar.

La tarea no es ni fácil ni corta. Cada cubano exiliado debe evaluar si ya cumplió con quienes luchan en Cuba, o si aprovechará la oportunidad histórica de ayudar a enterrar un régimen enfermo y a sembrar el árbol de la democracia en su lugar.

Cada compatriota se debe preguntar si quiere ser espectador o protagonista. Si va a contribuir con los aplausos desde la gradería o si va a asumir la responsabilidad que le corresponde.

En Cuba hay una oposición que ha mostrado valor y determinación. Es un pequeño ejército de activistas que día a día no saben ni cómo van a alimentar a sus familias. Sin embargo, no descansan y luchan sin recursos.

Ni Orlando Zapata, que murió sin saber el impacto trascendental de su muerte, ni los presos políticos, ni las Damas de Blanco, ni los disidentes se detuvieron a esperar las condiciones ideales para enfrentar al régimen.

No esperaron que el pueblo cubano perdiera el temor, que las organizaciones del exilio o de la isla se unieran, que Washington los ayudara o que España y Latinoamérica dejaran de coquetear con el castrismo. Simplemente dieron un paso adelante.

El exilio debe emularlos. La decisión de participar en este esfuerzo es una cuestión de índole personal: se simpatiza con los que luchan por la democracia o se es indiferente. Si la decisión es la de la solidaridad, hay que actuar.

Ya sea que usted decida apoyar a quienes en la isla organizan el partido Cuba Independiente y Democrática (CID), o bien que escoja alguna otra opción, le invito a que sea selectivo; a que estudie, pregunte y le dé seguimiento a su patrocinio.

El exilio cubano puede influir de una manera determinante en el fin del castrismo y en un auténtico tránsito a la democracia, evitando que una negociación a espaldas del pueblo cubano, le arrebate de nuevo su soberanía.

Estas marchas patrióticas han derrumbado el mito del derrotismo que tanto daño ha causado hasta ahora. Ha comenzado una nueva etapa y solo asumiendo la responsabilidad que nos corresponde, cumpliremos con los que ayer murieron por la libertad, los que hoy se sacrifican por ella y los que mañana y siempre la defenderán. No atrasemos la ayuda a los compatriotas que en Cuba harán buen uso de ella.

Patria, Pueblo y Libertad
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CASADOS CON LA MENTIRA


Al cabo de más de cincuenta años, quedó claro para todos que la tiranía militar totalitaria castrista se abroqueló en la falsedad. Terminaron casados con la mentira y obligados a vivir con ella. La verdad se ocultó en lo profundo del corazón de los cubanos, hasta que un día salió de sus escondites. Hoy esta verdad engrandecida es repetida en voz baja en un eco colectivo de crescendo interminable.

Una de las últimas emisiones del estelar televisivo Mesa Redonda, específicamente la dedicada a las Damas de Blanco, consiguió desnudar, (sin duda razonable alguna) la catadura moral, tanto de realizadores como de participantes.

Enrique Ubieta (la hiena de la Calle del Medio) y Reinaldo Taladrid, descendieron todos los escalones de la infamia. El primero, trató inútilmente de denigrar la memoria de Orlando Zapata Tamayo, el segundo, a las Damas de Blanco.

De Ubieta es poco lo que hay que decir. Comenzó su ascenso en los medios oficiales y cada quien trepa o repta como puede.

En relación con Taladrid, digamos que resulta muy difícil encontrar en Cuba a un hombre dispuesto a hablar mal o calumniar a una mujer. Eso no lo haría ni el más envilecido de los segurosos, a fin de cuentas, ellos también son hombres. Están unidos al pueblo que oprimen por valores compartidos y estos son sagrados: a una mujer, ni con el pétalo de una rosa. En fin, Taladrid ya escogió su estilo de ser diferente.

De esta emisión, puede concluirse que logró una combinación muy especial: un trepador y un desalmado. El resto lo conformó el mismo elenco de sinvergüenzas de costumbre.

Este patético desenlace de reunir a un grupo de voceros oficiales para repetir mentiras en las que nadie cree, es sintomático. La tiranía militar totalitaria castrista se casó con la mentira y se obligó a vivir con ella. La buena noticia es que la verdad, una vez despierta, jamás vuelve a dormirse.

Comenzó el conteo regresivo para el régimen. La duración de este, depende de todos los cubanos. De nuestra integridad y de nuestra firmeza.


Editorial de Primavera Digital
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El mito se derrumba


El saldo de las últimas semanas ha sido casi catastrófico para el castrismo. La muerte de Orlando Zapata conmovió al pueblo cubano y al mundo; la huelga de Guillermo Fariñas no permitió que el tema se diluyera; el atropello a las Damas de Blanco alimentó la indignación de millones de personas y sus continuas protestas provocaron admiración.

Con la condena del Parlamento Europeo, el gobierno español ha perdido su capacidad para influenciar sobre el tema cubano en el seno de la Unión Europea. El hecho es irreversible: el castrismo se quedó sin su principal aliado en el viejo continente.

Las repercusiones de la decisión casi unánime del Parlamento Europeo van bastante más allá de quitarle a España su autoridad en este asunto. Es la primera vez que en esa parte del mundo se condena tan fuertemente los desmanes de esa fracasada, arcaica e inflexible tiranía.

Ni el propio Congreso de los Estados Unidos hubiera podido articular una denuncia como la del Parlamento Europeo. Quienes defienden la normalización de las relaciones con la dictadura castrista, como por ejemplo el senador John F. Kerry, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, se hubieran opuesto a una condena así.

Mientras Europa asume la defensa de la democracia en la isla, el gobierno de Obama ha quedado en el limbo por su propia inexperiencia e ingenuidad ante el castrismo, y por haberse dejado ilusionar por los cantos de sirena del gobierno de Zapatero respecto de Cuba.

Las repercusiones de la nueva posición europea fueron reforzadas por las contundentes denuncias del presidente Oscar Arias, sobre la situación de los derechos humanos en Cuba, y por la condena de los socialistas chilenos y el presidente de ese país. México no quiso quedarse fuera y también hizo sus críticas.

Ante las posiciones diáfanas y valientes de europeos y latinoamericanos, las declaraciones de Lula da Silva tratando de justificar la muerte de Orlando Zapata en Cuba fueron tontas y ridículas. El liderazgo moral de Lula en la región quedó maltrecho y su respaldo incondicional a la tiranía castrista ha perdido importancia.

Como si todo esto no fuera suficiente, la preocupación expresada por el Secretario General de la ONU por la muerte de Zapata demuestra cuán serio ha sido el revés para Raúl Castro.

Antes de estos acontecimientos había una actitud hacia la tiranía en Cuba que iba desde la cobardía, la indiferencia y la tolerancia hasta la complicidad. Esto ya no es igual. Incluso la prensa internacional, que reportaba o comentaba sobre Cuba desde esas mismas posiciones, ha dado un giro.

Estamos en presencia del fin de lo quedaba del mito del castrismo en el mundo.

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CARTA DE HUBER MATOS A RAUL CASTRO


Nicolae Ceausescu

San José, Costa Rica, Marzo 16 de 2010

Comandante Raúl Castro: Es probable que a estas alturas no te hayas dado cuenta de las consecuencias del heroísmo de Orlando Zapata. La historia demuestra que la permanencia prolongada en el poder distorsiona la visión de quienes lo detentan.

El Parlamento Europeo, que representa a casi 500 millones de personas, votó mayoritariamente por condenar su muerte, exigir la libertad de los presos políticos y la democratización de Cuba; en realidad esto es una condena para ti, para Fidel y al medio siglo de tiranía.

El sacrificio de Zapata ha reducido aun más esa minoría que el régimen ha mantenido engañada en el mundo. La campaña de mentiras que muchos han querido creer por demasiado tiempo va quedando al descubierto.

Los gobiernos que respaldan a la tiranía, como España y Brasil, son hoy cuestionados por muchos de sus compatriotas y por millones de ciudadanos del mundo democrático. Los gobernantes latinoamericanos que han callado los atropellos de la dictadura en Cuba, han quedado en el ridículo ante la denuncia del presidente Oscar Arias, un líder que ha demostrado tener valor y principios.

Hasta los medios de prensa internacionales, que se han comportado como rehenes de la dictadura en Cuba, en esta oportunidad no han sido tan cautelosos en el manejo de la muerte de Zapata, de la huelga de Guillermo Fariñas y de otros presos políticos en la isla.

Es probable que tú comprendas en algún grado las consecuencias de todo esto. Súmale la silenciosa condena del pueblo cubano y la indignación de la gente en la calle por ese crimen y por la calumnia racista con que ustedes trataron de justificarlo.

Miles de cubanos miembros de las Fuerzas Armadas, del Ministerio del Interior y del gobierno, repudian calladamente la muerte de Zapata y la grosera justificación del gobierno.

El pueblo cubano es el recurso más importante en el proceso de desarrollo económico, cultural y político de la Nueva República. Por no entender eso, todas tus seudoreformas han fracasado y seguirán fracasando.

Sin un Estado de Derecho no habrá un pueblo dispuesto a trabajar con fe, entusiasmo y confianza. Sin un gobierno legítimo, con leyes e instituciones independientes del capricho o de los intereses de quien gobierne, no habrá confianza ni garantías para el progreso de la Cuba del siglo XXI a que tiene derecho la juventud cubana.

No llegarán a Cuba los recursos financieros sin un régimen democrático. Ni los recursos financieros, ni las inversiones necesarias para revertir medio siglo de atraso, abandono, corrupción y despilfarro.

Un cambio sin democracia equivaldría a una piñata donde los privilegiados del poder y el capital extranjero se repartirían el patrimonio de Cuba. Ustedes creen que el pueblo se conformará si le reparten migajas. Piensan que así podrán continuar mandando mientras ellos siguen viviendo como ciudadanos de segunda categoría.

Tú y Fidel traicionaron la revolución democrática por la que luchamos en la Sierra Maestra. Tú y Fidel traicionaron al pueblo cubano y trataron de justificar esa traición con las promesas de la utopía comunista, que resultó un fraude de proporciones históricas.

El 21 de octubre de 1959 le dije a Fidel que el camino que tomaba llevaría a nuestro país al desastre y, por esa razón me hicieron pasar dos décadas en prisión, que viví con orgullo porque fui leal a mi pueblo y a los ideales democráticos de la Revolución.
Una semana después de arrestarme, ustedes asesinaron al Comandante Camilo Cienfuegos.


Tu y Fidel mandaron a miles de compatriotas al pelotón de fusilamiento. Nunca sabremos cuantos cubanos fueron asesinados en secreto, ni cuantos perdieron su vida en el mar en desesperados intentos por alcanzar la libertad. Cientos de miles de ciudadanos han pagado con largas condenas de prisión su amor a la libertad. Todavía hay un presidio político injustificado y brutal. Solamente Dios puede tener una compresión real del daño moral y del sufrimiento causado al pueblo cubano durante medio siglo.

Como si todo esto no fuera suficientemente vergonzoso, ustedes han estado seriamente involucrados en el narcotráfico y el terrorismo internacional.

Cuba está en la ruina material y tú y tu hermano han envejecido en el poder, queriéndole hacer creer a todo el mundo que el desastre es por culpa del “bloqueo” estadounidense. En realidad tú y Fidel despilfarraron los inmensos recursos que la URSS puso a su disposición por treinta años, como también hicieron con los préstamos de la cuantiosa deuda externa que tiene Cuba y los miles de millones de dólares que le han sustraído a Venezuela, con la complicidad del lacayo que tienen allí en el poder.

El heroísmo de Orlando Zapata ha despertado al mundo y ha cautivado al pueblo cubano. La indignación que ha provocado su asesinato es el principio del fin del castrismo. Tú puedes escuchar lo que te ha pedido Juan Juan Almeida, el hijo del comandante Almeida, e irte de Cuba porque eres el responsable principal de esa muerte.

Le vas a ahorrar a nuestro pueblo un sacrificio final y vas a darles la oportunidad de redimirse a los miembros de las Fuerzas Armadas, del Ministerio del Interior y del gobierno que quieren participar en un auténtico cambio de rumbo.

Fidel está fuera de la realidad y todos estamos presenciando su castigo en vida, pero tú puedes evitar correr la suerte de Ceauşescu, porque antes de que el pueblo te alcance, el propio ejército, en lugar de responsabilizarse ante la población con tu fuga, hará justicia contigo; sálvate y salva a tu familia, todavía estás a tiempo.

Huber Matos
Comandante de la Revolución
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ÓSCAR ARIAS: Los presos políticos no existen en las democracias


Quiero sumar mi voz a un coro de indignación que recorre buena parte de nuestra América y del mundo. El pasado 23 de febrero, mientras los líderes latinoamericanos nos encontrábamos reunidos en Cancún, hablando sobre democracia y libertad, murió en La Habana Orlando Zapata Tamayo, opositor del régimen castrista y preso político desde hacía siete años.


Una huelga de hambre de 85 días no fue suficiente para convencer al Gobierno cubano de que era necesario preservar la vida de esta persona, por encima de cualquier diferencia ideológica. 85 días no fueron suficientes para mover a compasión a un régimen que se vanagloria de su solidaridad, pero que en la práctica aplica esa solidaridad únicamente a sus simpatizantes.


Nada podemos hacer ahora para salvar a este disidente, pero podemos aún alzar la voz en nombre de Guillermo Fariñas Hernández, que desde hace 17 días se encuentra en huelga de hambre en Santa Clara, pidiendo la liberación de otros presos políticos cubanos, en particular de aquellos en precario estado de salud.


Sin duda, la huelga de hambre es un arma delicada como herramienta de protesta. Sería riesgoso que cualquier Estado de derecho se viera en la obligación de liberar a sus privados de libertad, si deciden rechazar su alimentación. Pero estos presos no son como los demás, ni Cuba cumple las condiciones de un Estado de derecho. Se trata de presos políticos o de consciencia, que no han cometido otro delito más que oponerse a un régimen, que fueron juzgados por un sistema judicial de independencia cuestionable y que deben sufrir penas excesivas sin haber causado un daño a otras personas.


Los presos políticos no existen en las democracias. En ningún país verdaderamente libre, uno va a prisión por pensar distinto. Cuba puede hacer todos los esfuerzos de oratoria que desee para vender la idea de que es una "democracia especial", pero cada preso político niega en la práctica esa afirmación. Cada preso político es una prueba irrefutable de autoritarismo.


A esto se suma el hecho de que se trata de personas con una salud muy debilitada. Y aquí sí es cierto que no importan las razones por las cuales alguien haya entrado en prisión. Todo Gobierno que respete los derechos humanos, debe al menos mostrar compasión ante el estado de una persona débil, en lugar de llamarla "chantajista".


Siempre he luchado por una transición cubana hacia la democracia. Siempre he luchado porque ese régimen de partido único se convierta en un régimen pluralista, y deje de ser una excepción en el continente americano. Estoy convencido de que en una democracia, si uno no tiene oposición, debe crearla, no perseguirla, reprimirla y condenarla a un infierno carcelario, que es lo que hace el régimen de Raúl Castro.


El Gobierno cubano tiene ahora en sus manos la oportunidad de demostrarle al mundo los primeros signos de esa transición democrática, que desde hace mucho tiempo esperamos. Tiene la oportunidad de demostrar que puede aprender a respetar los derechos humanos, sobre todo los derechos de sus opositores, porque no tiene ningún mérito que respete sólo los derechos de sus partidarios.

Si el Gobierno cubano liberara a sus presos políticos, tendría más autoridad para reclamar respeto a su sistema político y a su forma de hacer las cosas.
Estoy consciente de que al hacer estas afirmaciones me expongo a todo tipo de acusaciones de parte del régimen cubano. Me acusarán de inmiscuirme en asuntos internos, de irrespetar su soberanía y, casi con certeza, de ser un lacayo del imperio. Sin duda, soy un lacayo del imperio: del imperio de la razón, de la compasión y de la libertad. No voy a callarme cuando se vulneran los derechos humanos. No voy a callarme cuando la sola existencia de un régimen como el de Cuba es una afrenta a la democracia. No voy a callarme cuando se pone en jaque la vida de seres humanos, por defender a ultranza una causa ideológica que prescribió hace años. He vivido lo suficiente para saber que no hay nada peor que tener miedo a decir la verdad.
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Una Cuba nueva ha nacido y busca su destino


El castrismo cayó en su propia trampa. No imaginó las repercusiones. Decidió dejar morir a Orlando Zapata después de acorralarlo con condenas y maltratos, y de privarlo de agua durante 18 dieciocho días.

Entonces Guillermo Fariñas, con su protesta solidaria y un lenguaje audaz e inteligente, les hizo frente. Este ex combatiente castrista de la guerra de Angola ha demostrado, entre otras cosas, que a la hora de ventilar trapos sucios él sí puede y la tiranía no.

La maquinaria castrista, atrapada en sus propios embustes, ha reaccionado torpemente.

¿Quiere decir todo esto que estamos ante las puertas del cambio? ¡No! Estamos en el camino de la victoria de la libertad, que es en la misma dirección, pero no en el momento histórico final. Sin embargo hay razones para sentirse optimista.

¿Por qué?


1) Porque la dictadura ha perdido completamente la credibilidad y tiene que recurrir a la represión como único medio para contener el descontento de la inmensa mayoría del pueblo cubano.

2) Porque la tiranía ha perdido lo que ellos llamaron la batalla de ideas. Con todas sus promesas convertidas en fracaso no puede ofrecer a la juventud ni prosperidad ni justicia; por eso eluden hablar del futuro. Insisten en la temática de la agresión imperialista con una generación que no se deja manipular por los argumentos del bloqueo.

3) Porque el fracaso del totalitarismo marxista y de la economía estatizada en el mundo deja a la democracia multipartidista, con economía de mercado, como la única opción atractiva para los nuevos cubanos.

4) Porque para sobrevivir, la tiranía castrista siempre ha dependido de subvenciones y de complicidad. Hoy depende del subsidio chavista como ayer del de la URSS, pero nadie puede garantizar la permanencia de Chávez. Sin éste, la complicidad de gobiernos como los de España y Brasil puede ser transitoria.

5) Porque la condena internacional contra los atropellos del régimen está teniendo una repercusión positiva en el pueblo cubano. Los cómplices internacionales quedan al descubierto cuando un gobierno como el francés protesta por los abusos en Cuba, y cuando el presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek declara que: “No se debe guardar silencio ante la violación de los derechos humanos en Cuba…es muy triste que un joven pierda su vida por querer protestar contra los abusos del gobierno."

Ha pasado medio siglo, muchos patriotas cubanos han quedado en el camino. Pero como el agua de los ríos, la vida en los pueblos se renueva constantemente. Una Cuba nueva ha nacido y busca su destino. Nada la detendrá. Es la Cuba de José Martí, es la Cuba de Orlando Zapata, el albañil que “venció, aún a costa de su vida.”



Pintura de Carlos Verdial http://www.galeriavalanti.com/pages/a_cverdial.html
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EN CUBA SI SE MALTRATA, SE GOLPEA, SE VEJA y SE TORTURA

Dando lectura a la II parte de su reflexión “El último encuentro con Lula” del 1º de Marzo de 2010, pude leer en uno de los párrafos finales “Lula conoce desde hace muchos años que en nuestro país jamás se torturó a nadie, jamás se ordenó el asesinato de un adversario, jamás se mintió al pueblo” Entiendo esto, por la situación generada para el gobierno de Cuba, tras el deceso del Prisionero de Conciencia Orlando Zapata Tamayo, reconocido como tal por Amnistía Internacional.

Yo: Ricardo Santiago Medina Salabarria, de 41 año de edad, vecino de Santo Tomas # 359 (azotea) entre Árbol Seco y Retiro, municipio Centro Habana, sacerdote de profesión, hago pública mi inconformidad y afirmo que EN CUBA SI SE MALTRATA, SE GOLPEA, SE VEJA y SE TORTURA, a los adversarios del gobierno.

El 1º de agosto de 1994 falleció mi tío menor Osvaldo Medina Dulzaide, de 33 años de edad, a consecuencia de una golpiza. Como causa de muerte se certifico “asfixia mecánica” su cuerpo mostraba varios hematomas, este acto fue denunciado por mi el 22 de de Marzo de 2003, tras escuchar el discurso del entonces jefe de la diplomacia cubana Felipe Pérez Roque, en el pleno de la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, el miércoles 16 de marzo, en la que pedía un solo caso de un preso maltratado en las cárceles de Cuba.

En un proceso carente de garantías legales fui arrestado el 22 de julio de 2005 y fui golpeado, de igual forma mi esposa Katia Sonia Martín Véliz y mis dos hijas pequeñas (gemelas) que no alcanzaban los dos años de vida; Estuve 15 meses y 3 días en prisión y nunca fui presentado a ningún tribunal, además de negar todos los recursos presentados por mi defensa.

En mi transitar por estaciones de la policía, Departamento de Investigaciones de 100 y Aldabó, prisión provincial de Pinar del Río y Prisión de Taco-Taco, municipio San Cristóbal, provincia de Pinar del Río, (en el entretiempo del 17 Mayo 06-25 Octubre 06) fui testigo de dos golpizas de las que fuera objeto Orlando Zapata Tamayo, estas golpizas fueron ordenadas por el Mayor Juan Ramón Castillo Sánchez, jefe de la prisión Taco-Taco y tuvo pleno conocimiento de ello el Teniente Coronel Abel Santovenia Po, Director Provincial de Cárceles y Prisiones, en otras dos oportunidades Zapata Tamayo fue encadenado y esposado por más de 12 horas.Yo fui testigo. Por protestar fueron golpeados y encausados 4 presos comunes.

-El 24 de febrero de 2006, por leer un comunicado, fue golpeado el recluso Ariel Hernández Paula, residente en Cabaña, municipio Mariel, a consecuencia de esta golpiza le desprendieron los riñones, a este recluso se le negó la asistencia religiosa en la sala de penados del Hospital Provincial Abel Santamaría el Jefe de la Prisión Provincial de Pinar del Río, Mayor Jesús.

-También doy testimonio de palizas en contra de los Prisioneros de Conciencia Nelson Molinet Espino y Normando Hernández González quien fue arrastrado en presencia de los demás presos comunes, en el mes de abril 2006, Prisión Provincial Pinar del Río, dirigida por el Mayor Jesús. -Mientras el presidente Lula estaba en la habana el 24 de febrero, era golpeada Yoani Sánchez, en la 4ta unidad de la PNR del municipio Cerro, ubicada en Infanta y Amenidad; Samper Jefe de Sección 21 la despidió momentos más tarde con escusas no aceptadas, por estar desteñido desdichadamente también fui testigo presencial.

Con mucho respeto me toca decirle al presidente de Brasil que en Cuba se tortura, se maltrata y se veja a los adversarios políticos. A mi me consta que SI.

Ricardo Santiago Medina Salabarría
Ex prisionero político
Miembro del Ejecutivo Nacional del Partido Cuba Independiente y Democrática Secretario de Presos Políticos 2 de Marzo 2010
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En Cuba se vive a orillas de la muerte

Huber Matos Comandante de la revolución cubana; exprisionero político 07:56 a.m. 03/03/2010

Es el 14 de febrero de 1969; estoy preso desde hace casi diez años por haber denunciado los designios antidemocráticos de Fidel Castro. Ahora me tienen en la prisión de La Cabaña en La Habana. Es de madrugada y me acabo de llevar una impresión muy desagradable: mientras me lavaba la boca vi una sombra colgando. Me acerco: es el cuerpo del compañero Rafael Domínguez Socorro. Se ha suicidado, su cadáver todavía está caliente. Llamo a los compañeros, pero ya no se puede hacer nada. Domínguez había perdido la razón en prisión y dos compañeros lo cuidaban.

He comenzado mi segunda huelga de hambre. Nerín Sánchez, Tony Lamas y yo decidimos apoyar la protesta de nuestros compañeros. Hace solo veinte días los tres acabábamos de terminar otra huelga de hambre. En la decisión de entrar a una huelga de hambre, de la cual no se sabe si se saldrá vivo, pueden entrar en juego muchos factores, pero el fundamental es la necesidad de reafirmar el respeto a sí mismo como ser humano.

En circunstancias abrumadoramente humillantes, física y moralmente inaceptables, es el espíritu de supervivencia de la dignidad el que toma la decisión de ir a la huelga de hambre.

En las mazmorras y los calabozos donde por medio siglo los Castro han encerrado a quienes nos hemos atrevido a desafiarlos, los vínculos con la vida son tenues. Se reducen a una mísera alimentación, un poco de luz ocasional, a veces contactos esporádicos y vigilados con la familia. Lo demás es odio, desprecio y maltrato. Uno vive arrinconado en el refugio que le ofrecen sus valores morales y su espíritu. Lo único que la garra del régimen no puede alcanzar.

Pero la vida del preso político, en Cuba, es solamente una versión intensificada de la que viven los demás cubanos. Cuba es hoy una inmensa cárcel, controlada a base de miedo y opresión. De lo contrario, no se explicaría que miles de compatriotas decidan jugarse la vida en balsas precarias e improvisadas para tratar de salir. Salir hacia lo que sea, aun sabiendo que hay muchas posibilidades de no llegar vivos a ninguna parte. El hambre de libertad de los seres humanos es tan fuerte y temeraria como la dignidad.

Más que una protesta. Pero en la huelga de hambre del preso político hay mucho más que una protesta. Hay un doble desafío: a uno mismo y a los opresores. El desafío a uno mismo es evidente: ¿podré aguantar? ¿Cuánto? ¿Estoy verdaderamente decidido a morir de hambre si es necesario?

El opresor tiene varias opciones, desde ceder pronto a las exigencias del preso para tratar de tapar el asunto, hasta convertir su acción en una larga tortura, ejemplarizante para los demás, o bien, en última instancia, simplemente dejar morir al prisionero. A mí no me dejaron morir esa vez porque mi compañero de huelga, Tony Lamas, decidió renunciar a ella para ir a gritar por los pasillos de prisión: “están asesinando a Huber”.

Al régimen le preocuparon las posibles repercusiones de hacerse responsable de la muerte de un comandante de la revolución. Orlando Zapata, un albañil negro, poco conocido dentro o fuera de Cuba, les pareció sin importancia.

Que el sacrificio de Zapata se agigante, que afecte decisivamente al moribundo régimen, depende de todos nosotros, los que quedamos vivos. El mundo se ha acostumbrado a tolerar esa llaga en el costado de la dignidad humana que es el régimen dictatorial y totalitario de los Castro.

Tal vez esta muerte actúe como un revulsivo, como una sacudida sobre la conciencia moral de las naciones.

Si los Gobiernos no reaccionan como deben, entonces que lo hagan los pueblos, levantando su dedo acusador contra gobernantes que prefieren ignorar los principios que dicen defender, con tal de seguir haciendo negocios con un régimen manchado de sangre e ignominia.

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iódico La Nación, marzo 4 2010 San José Costa Rica

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