Yankees Come Home, please!

 

Por Marta Menor*
Mayo 30, 2013

Poco a poquito se va aclarando por donde quiere entrarle el agua al coco y todo parece ser que va a ser nada menos y nada más que por el Canal de Panamá.

El artículo de la revista Espacio Laical de la Arquidiócesis de la Habana. “La era Postpanamax: ¿una oportunidad para Cuba? – enlace al final - dice correctamente que en  “la medida en que asciende la complejidad tecnológica del producto, más complicados son los esquemas de coordinación productiva a nivel global”.

La situación económica de Cuba es tan paupérrima que el régimen se está preparando para ofrecer mano de obra barata, tipo China, a su gran enemigo: los Estados Unidos.  Según el artículo, no se trata de volver a servir de base manufacturera hacia los Estados Unidos sino el redescubrimiento del régimen que Cuba no se conocía como la Llave del Caribe por gusto.  Su posición  siempre ha sido el lugar ideal para el comercio con los Estados Unidos dado su entorno geográfico más cercano.

El régimen busca ahora la forma de establecer una estrategia para reconfigurar su diplomacia con el enemigo ofreciéndole una solución a la limitada escala de los nuevos buques porta-contenedores que atravesaran el Canal  a partir del 2015 dado el costo de transportación del lugar de abastecimiento al consumidor es uno de mayor impacto en el precio del producto final.   Todo ello basado en la situación geográfica de Cuba para ser un punto ideal de suministro a la costa del Este y Sureste de los Estados Unidos.  Como si Cuba hubiera sido movida por la revolución y antes estuviera ubicada en el Polo Norte.

El régimen no trata de reconocer el error catastrófico que la revolución  ha causado a Cuba ni admitir errores. No, de ninguna manera.  Solo quiere ser parte del proceso mundial de producción pagando salarios de esclavo al pueblo, tal como los hace en la industria turística, y crear enriquecimiento al régimen.  Para eso quiere ofrecerle a los Yankees servicio del puerto de Mariel no solo para reducir los costos  de transportación sino crear un sitio de distribución hacia las plantas ensambladores en la costa Este de los Estados Unidos como la Toyota en Alabama, Mississippi y West Virginia.

El argumento es que para acondicionar los puertos de la costa del Este de los Estados Unidos para recibir los nuevos buques que atravesaran el Canal a partir del 2015, los Estados Unidos tendrían que hacer grandes inversiones económicas.  El puerto del Mariel, bajo el régimen Castrista, o un gobierno modelo China o Vietnam, serviría  para crear nuevos centros de distribución a bajo costo para los empresarios estadounidenses ya que los centros no tendrían que estar limitados a la costa del Este sino también a la Zona central de los Estados Unidos con su gran producción agrícola.

Nada de esto podría funcionar efectivamente sin una base logística de “centro de carga global”.  O sea lugares de abastecimiento a los distintos mercados de consumo de productos que proviene de Asia hasta la América del Norte.  Un centro de distribución a gran escala a los Estados Unidos y el resto de América que el articulo llama el “Caribbean getway”.  Tal vez por prudencia o falta de conocimiento, el autor no se atreve a llamarlo por su siempre conocido nombre “La Llave del Caribe” y que su importancia geográfica y política es representada en nuestro escudo con  la llave que abre el Golfo de México colocada transversalmente entre el cabo Sable de la Florida y el Catoche de Yucatán.

No todo es color de rosa.  Hay un gran impedimento a todo esto y es la falta de relaciones comerciales entre Cuba y los Estados Unidos  Gran estorbo para que el régimen a través del puerto de Mariel no se aferre al poder por secula seculorum.  Como bien dice Espacio Laical, es un impedimento que tiene Cuba para poder modificar su perfil de inserción internacional. Esa inserción internacional también puede resultar en gran mayor intervención del régimen comunista Castrista en los países de la América Central y del Sur así como el Caribe. El Puerto del Mariel le daría al régimen castrista el poder de extender su mano opresora al resto del continente.

Según el autor, la posibilidad de Cuba de “poder formar parte de un proceso de acumulación del capital sería algo ineditico para Cuba, al menos en los últimos doscientos años” ignorando la privilegiada situación económica de Cuba antes de la revolución castrista.

Espacio Laical finalmente reconoce lo que Cuba siempre ha sido: “una pequeña economía insular” que necesita el apoyo de los Estados Unidos entre otros mercados. De no haber sido por el delirio de grandeza de Fidel  y el odio desmesurado de los Castros hacia los Estados Unidos, Cuba hubiera continuado su expansión económica  y ahora no tendría que “modificar poderosos intereses económicos y políticos para que Cuba pueda participar en el desarrollo económica global.”

Cincuenta cuatro años de tiranía castrista gritando:  Yankees Go Home! para ahora suplicar…Yankees Come Home, please!
 
*Presidenta de Cultivamos una Rosa Blanca


La era Postpanamax: ¿una oportunidad para Cuba?

Por PEDRO MONREAL GONZÁLEZ

Cuba pudiera estar cerca de una coyuntura favorable para renovar su estrategia de desarrollo y para reconfigurar su diplomaciainternacional. De hecho, lo que parece estar aproximándose es un tipo de oportunidad muy poco frecuente, de las que toman más de unsiglo en aparecer. Se trataría de lo que pudiera denominarse como la era Postpanamax, es decir, la eventual transformación que importantes segmentos del comercio internacional y la organización de la producción mundial experimentarían con la entrada enfuncionamiento del nuevo canal de Panamá,...  leer mas
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La Venezuela de Mario Silva: ENTRE EL VAMPIRISMO Y EL CASTRISMO

 
 
Por Fernando Mires (Polis)

Así como en la historia venezolana ya han sido trazadas líneas que marcan el antes, el durante y el después de Chávez, en el último capítulo deberá ser trazada otra que marque el antes y el después de Mario Silva. No porque el siniestro personaje hubiese sido relevante para la historia de su país, sino porque a partir de la publicación de sus conversaciones con el agente cubano, las que dio a conocer la MUD el 20 de Mayo, el régimen post-chavista deberá enfrentar una crisis cuyas profundidades son difíciles de dimensionar. Tarea más difícil si se considera el hecho de que esa crisis resulta de la combinación de otras tres crisis paralelas.

A la crisis económica que creó Chávez y a la crisis de legitimación producida por un mal escondido fraude electoral, se suma –de acuerdo a las revelaciones de Mario Silva- una crisis de gobernabilidad que amenaza arrastrar a todo el aparato del estado. Eso significa que, de modo independiente a cuanto tiempo dure la agonía del régimen, nos encontramos frente a un típico caso de crisis política terminal.

Para captar el sentido terminal de las crisis, es conveniente situar el momento histórico por el cual atraviesa Venezuela.

Como ha sido señalado en otros textos, el chavismo no solo fue un tipo de gobierno sino, también, un tipo de estado. Eso quiere decir: el chavismo, originariamente un movimiento social con profundas raíces populares, se convirtió durante Chávez en un gobierno autocrático que lentamente fue apoderándose de todos los mecanismos estatales, hasta alcanzar el punto en el cual gobierno y estado llegarían a confundirse en una sola unidad. Dicha transformación fue posible gracias al liderazgo mesiánico del caudillo, única persona que podía unir, al menos simbólicamente, la dimensión popular con la estatal.

De este modo, el poder social, el poder económico (petróleo), el poder judicial, el poder electoral, el poder parlamentario y el poder militar, se articularon de modo vertical con una cúspide en la cual reinaba Chávez, rodeado por una camarilla incondicional a la que pertenecían, entre varios, Maduro y Silva. Por lo mismo, muerto Chávez, no extrañó que en Venezuela hubiera tenido lugar un rápido proceso de desarticulación política inter-estatal. Esto significa que más allá de si hay chavismo sin Chávez, o si el chavismo “era” Chávez, problema central es si el estado chavista podrá sobrevivir sin Chávez. Ahora, después de las declaraciones de Mario Silva, es posible deducir que es más fácil que un auto funcione sin motor a que el estado chavista funcione sin Chávez.

Por supuesto, nada de lo dicho por Mario Silva era un secreto. Todo se sabía. Pero una cosa es saber y otra, certificar. Las declaraciones de Silva son, si así se quiere, la certificación formal de un conocimiento informal.

Que hay una guerra caníbal entre los seguidores de Cabello y los de Maduro; que hay proyectos golpistas; que los agentes cubanos controlan la información, la represión y sectores del propio ejército; que el poder electoral es manipulado desde el gobierno; y que la corrupción carcome a todas las instituciones del estado; todo eso y mucho más se sabía en Venezuela. El "mérito" de Mario Silva reside solo en haber convertido el saber en certeza y la certeza en verdad pública. Sus palabras no son, por tanto, chismes. Por el contrario, son testimonios de alto valor historiográfico.

Más aún, como si fuera un Max Weber tropical, Mario Silva ha aportado a los estudiosos del periodo con categorías politológicas irrenunciables. Una es la de “vampiros” (ladrones). La otra, por deducción, es "castrismo". Efectivamente, si después de las palabras de Silva tuviéramos que destacar la contradicción principal que sufre la “nomenklatura” post-chavista, esa sería la de vampiristas versus castristas. Eso significa a su vez que en estos momentos el botín del estado está siendo disputado entre dos "partidos" formados bajo el amparo del presidente muerto.

Las grietas en la cúspide del poder son signo de crisis, las que pueden ser parciales o totales. El problema es que las grietas mostradas por Silva no son, como es usual, entre conservadores y reformistas; tampoco entre revolucionarios y reaccionarios, y mucho menos entre "buenos" y "malos". Se trata -es el drama venezolano- de grietas que separan a dos mafias: una, la vampirista, dedicada al robo de dineros que pertenecen al pueblo (la de Diosdado, según Silva) y otra, a entregar la soberanía nacional a una dictadura militar extranjera (mafia a la que pertenece el mismo Silva). La oposición democrática -ese es un problema- no tiene en este caso donde elegir, ninguna esperanza de dialogo, ninguna posibilidad de alianza táctica con alguna fracción del bloque dominante. Porque, digámoslo de una vez, elegir entre esas dos mafias sería igual a elegir entre la peste y el cólera. Acerca de cual es la peste y cual es el cólera es un tema que queda a la imaginación del lector.

Lo dicho no descarta la posibilidad de que frente a la crisis total, aparezca alguna vez dentro del post-chavismo una tercera fracción a la que podríamos llamar provisoriamente, “romántica”, es decir, una que intente recuperar las –supuestas o reales- tradiciones originarias del movimiento. Si uno lee con atención algunos artículos de la revista Aporrea, será posible percibir que esa fracción se encuentra en condición latente, aunque hasta el momento no ha adquirido presencia orgánica. Es, por lo tanto, solo una posibilidad entre varias.

La situación se vuelve más problemática si se tiene en cuenta que ambos "partidos", el vampirista y el castrista, aunque algunos de sus representantes se detesten entre sí, no pueden separarse sin el riesgo de perderlo todo. Ese "todo" es el propio estado. Razón por la cual no es probable que a muy corto plazo tenga lugar una implosión de tipo físico-política. Por el contrario, tales regímenes terminan sólo cuando son -permítaseme la expresión- "implosionados" desde fuera del poder establecido; así ocurrió al menos con las dictaduras comunistas de Europa del Este.

La rebelión democrática y pacífica que comienza a cristalizar en las asambleas multitudinarias convocadas por Capriles, podría ser, entre otras, una de las fuerzas "implosionadoras" de Venezuela.

Más problemática es la posibilidad de colapso inter-estatal si se tiene en cuenta que las líneas divisorias que marcan las grietas entre ambos "partidos" son a veces muy difusas. Hay, efectivamente, castristas vampiros y vampiros castristas. O para decirlo con otra de las "categorías" surgidas de la experiencia venezolana: ambas fracciones están "enchufadas" al aparato del Estado. Unas, conectadas al enchufe político-ideológico (la de Maduro). Otras, al económico (la de Cabello). No faltan tampoco -destaca Mario Silva- quienes están conectados a los dos enchufes a la vez (cita como ejemplo a José Vicente Rangel).

Todos los señalados son -reiteramos- signos que muestran la existencia de una crisis de carácter terminal del estado chavista. Cuan larga será, nadie lo puede saber pues entre nigromancia y política hay ciertas diferencias. Tampoco es posible excluir, como adelanta el gran teórico Mario Silva, la posibilidad de una salida golpista. Si ella será con Maduro o sin Maduro, tampoco lo sabemos. Sin embargo, toda Venezuela sabe que las tropas que sacó Maduro a las calles para combatir a la delincuencia, asustan a todos, menos a la delincuencia.

Cuando hay crisis económica, crisis de legitimación, crisis de gobernabilidad, y si a ello se suma, una corrupción que alcanza los más altos niveles, las condiciones están dadas para una alternativa anti-política, y esa alternativa –experiencia sufrida por muchos países latinoamericanos- es, casi siempre, militar.

No obstante, el hecho de que se den condiciones para el cumplimiento de una alternativa no significa necesariamente que ésta deberá cumplirse. Menos todavía si se tiene en cuenta que en Venezuela existe una oposición mayoritaria, con alta capacidad de organización y con un liderazgo conquistado a punta de difíciles batallas políticas. O dicho en otras palabras: en Venezuela tiene lugar, como diría Gramsci, una lucha entre dominación y hegemonía. El estado-gobierno ejerce dominación, pero carece de hegemonía. La oposición, a su vez, carece de dominación, pero ya ha obtenido la hegemonía. Esta es, al fin, la conclusión principal que se desprende de las revelaciones de Mario Silva.




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Carta a mis amigos en Venezuela: que pais más loco el de ustedes



Carta a mis amigos en Venezuela

Lunes, 15 de Abril de 2013

Amigos:

Qué país más loco el de ustedes: Un movimiento popular 'gana' las elecciones, y nadie celebra. Maduro da un discurso, supuestamente de triunfo, y la multitud de chavistas ni siquiera aplaude. Capriles es decretado perdedor, pero se comporta como ganador. Como escribe Juan Andrés Ravell, el creador de La Isla Presidencial: "No salgo del asombro, nunca pensé que la oposición tendría un líder y el chavismo no..." Parece el mundo al revés. Uno pierde acreditándose un triunfo en las elecciones. El otro gana perdiéndolas...

Este resultado 50:49, proclamado por la autoridad electoral, es probablemente el resultado ideal para Henrique Capriles. Incluso mejor que ganar. No tiene que gobernar a una Venezuela ingobernable y en serios problemas económicos, sociales y de inseguridad; puede asumir el rol de líder incuestionable de una oposición consolidada que representa la mitad del país. Tiene que asumir el gobierno un Maduro debilitado, cuestionado en su propio campo. Tiene que manejar la crisis (del chavismo y del país) el hombre que heredó de Chávez una sólida ventaja electoral sobre Capriles de 8 puntos - y la perdió en un mes. Es más, en el momento emocional crítico de la muerte del presidente-comandante, las encuestas le daban al heredero entronizado por el moribundo una ventaja de más de 20 puntos sobre Capriles. Esta es el capital que le dejó el líder a Maduro y que hizo agua en un sólo mes.

Entiendo que ustedes están frustrados: Llegaron tan cerca del deseado momento de cambiar el país - y otra vez la historia les pide paciencia... Pero imagínense que el resultado hubiera sido al revés: 50:49 a favor de Capriles. ¿Cómo iba a gobernar Capriles contra una oposición que controla casi toda la institucionalidad del país: todos menos 3 gobernaciones, la Asamblea Nacional, la Corte Suprema, la Fiscalía...? Y lidiando con la profunda crisis financiera y social creada por la megalomanía de Chávez, el financiamiento a Cuba (Bolivia, Nicaragua, el FMLN...), por el desmontaje de la estructura productiva del país, por la corrupción...

Lo más probable es que, como no lo iban a dejar gobernar y buscar soluciones, el gobierno de Capriles hubiera ido a las elecciones de diputados en 2015 con las manos vacías. Lo más probable es que el chavismo se hubiera consolidado en el rol de oposición con capacidad de veto, y que se hubiera desecho del perdedor Maduro. Ahora están condenados a aguantarlo...

Ahora le toca a Maduro cuidarse de las conspiraciones de palacio y al mismo tiempo administrar la crisis. Si la oposición actúa tan unida e inteligente como en esta coyuntura de la muerte de Chávez, podrá arrebatarle el control parlamentario en 2015. Esto profundizaría la fragilidad con que de todas formas nació el gobierno de Maduro.

Lo que ahora necesitan ustedes es paciencia. Obviamente tienen que insistir en una auditoria y un recuento total de los votos. Tienen que denunciar todas las irregularidades y abusos del poder estatal durante la campaña y el día electoral. Pero tengan claro: Al final del día Maduro quedará en el poder. Pero no necesariamente por 6 años. Ustedes tienen una constitución que permite que a los 3 años el pueblo revoque el mandato de un mal gobernante.

A raíz de este triunfo pírrico del chavismo, lo más probable es que la oposición y el liderazgo de Capriles se van a fortalecer, y que al mismo tiempo el chavismo y el liderazgo de Maduro se va a continuar debilitando.
A esto, me imagino, se refirió Henrique Capriles en su primer discurso postelectoral cuando dijo: "Nicolás, el tuyo es un gobiernos mientras tanto..."

Saludos les manda desde San Salvador Paolo Lüers


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