La Cuba virtual y la cohesión social



Ha nacido la Cuba virtual, no por eso menos real. La nueva Cuba se fortalece cada día. Además de todas las que hemos descrito, producto de experiencias, traumas, generaciones cronológicas y generaciones culturales, en esta nueva patria miles de personas interactúan libremente.

Hay muchas Cubas. Cada quien la ha pintado como la veía, la quería o le convenía. La que ha existido hasta ahora ha sido la versión del régimen o la Cuba clandestina de los opositores. La prensa internacional ha tenido su versión sintéticamente edulcorada. El mundo académico hizo la caricatura utópica de la suya.

Ninguna como ésta. La nueva Cuba es más democrática, más popular, más autentica. Es el resultado de las nuevas tecnologías. Son las que facilitan la comunicación con frecuencia y economía. No hay barreras, ni distancias ni experiencias que los aparten. El medio digital facilita el flujo de información y propicia el acercamiento.

En Cuba el medio está confinado a una minoría pero su impacto es incontenible y cautivante. No hay presa que lo detenga; la nueva Cuba la desborda. Es intercambio de información, pero sobre todo de emociones. Las emociones son muy importantes.

Esa Cuba virtual contribuye a fortalecer la identidad nacional y el destino común. El resultado es el fortalecimiento de nuestra cohesión social. Factores que propician el deseo y la decisión del cambio. El proceso es revolucionario. Ya ha sucedido en otros países.

Esta revolución es un proceso viral; no hay quien lo detenga. La penetración del medio digital no es una concesión de la tiranía. Esta puede intentar frenarla, pero no puede impedirlo. Tendría que pagar un costo político demasiado alto.

Para tragedia de la dictadura, este fenómeno tecnológico ha coincidido con su rotundo fracaso económico. La tiranía se ha quedado sin credibilidad. La maquinaria del miedo y del engaño ya no funciona como antes.

El panorama es prometedor. La población en la isla intuye que algo está sucediendo. No se atreve a pensar lo que pueda pasar. ¿Habrá llegado la hora de la redención nacional? Tal vez sí, tal vez no. El tiempo que sea será. La tormenta se acerca. Pero no olvidemos que los minutos de la historia no son los nuestros.

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Sé que no voy a regresar a Cuba…

Por Mario Alegre Barrios – El Nuevo Día

22 Septiembre 2011

Si hay otra Cuba, no la vi, solo encontré esta, triste, desesperanzada

Sé que no voy a regresar a Cuba… al menos no mientras las cosas sigan como están. No mientras el Gobierno se sienta con derecho de decidir con quién hablo y con quién no, de decirme lo que debo escribir, lo que debo callar, de advertirme que de esa obediencia depende si me permite o no entrar nuevamente al país.

Los países no están hechos de gobiernos, de congresos ni de funcionarios, sino de gente y fui a Cuba precisamente para ver, para escuchar, para respirar, para sentir a su gente, más allá del discurso oficial cuya retórica de poco más de medio siglo es -por lo que vi, por lo que escuché, por lo que respiré, por lo que sentí- poco menos que el libreto de una tragicomedia que se esfuerza por justificar lo que la realidad hace injustificable.

Desde Pinar del Río a Santa Clara, con La Habana como centro, conocí una Cuba triste, con una melancolía perpetua, una Cuba dominada por la desesperanza y la rabia, agobiada por las estrecheces y la certeza de que las cosas no mejorarán.

Si hay otra Cuba, sinceramente no la vi, no la encontré, a pesar de lo que me gritan algunas buenas conciencias, indignadas porque he escrito, no lo que me contaron, sino lo que vi, lo que escuché, lo que respiré, lo que sentí.

Esos amigos -creo- cuestionan exaltados la ausencia de la voz del Gobierno en los textos de estos días. Les respondo: el Gobierno de Cuba no quiso hablar.

El funcionario del Centro Internacional de Prensa -quien decide qué periodista extranjero entra a Cuba y define cómo debe ejercerse el oficio- jamás concretó el acceso a funcionarios que pudiesen contestar con respuestas específicas a mis preguntas específicas, sin rodeos panfletarios y referencias a discursos de Fidel de la década de los ochenta.

Ni la solicitud de entrevistas a personas tan concretas como Raúl Alarcón ni los cuestionarios que posteriormente se enviaron con preguntas concretas tuvieron frutos.

Cuando al funcionario en cuestión le dije que iba a publicar sin esas respuestas, lo tomó como una amenaza -me dijo- y me retiró su amistad, algo que obviamente nunca existió.

Y escribí. Luego de los primeros artículos, alguien me escribió una larga diatriba en la que, del segundo párrafo, salté al final y su sentido “lamento” por lo que considera una oportunidad perdida de mi parte de hacer “un trabajo de altura”.

Con todo respeto, yo no lo lamento. Ni mis textos ni su lamento. Aquí lo único para lamentar es la tragedia perpetua de la inmensa mayoría de los cubanos, su orfandad de un proyecto coherente de futuro y el silencio de un gobierno que parece no tener respuestas. O quizá sí las tiene, solo que a quienes están con el régimen no les gustan.

En Cuba dejé gente muy querida: Benito, Yale, Vivian, Anita, Reinaldo, Yoani, Guillermo… No sé si los volveré a ver. El tiempo dirá… ni el Gobierno cubano ni yo, solo el tiempo…
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La esperanza, un bien muy escaso en Cuba


Por Mario Alegre Barrios / Enviado Especial / El Nuevo Día / San Juan, Puerto Rico

Nota: Este es el primero de una serie de artículos que documentan el reciente viaje a Cuba realizado por el periodista Mario Alegre Barrios y el fotoperiodista José Ismael Fernández Reyes para tomar el pulso de la realidad actual ese país.

LA HABANA, Cuba - Luego de la renuncia de Fidel Castro a la presidencia por razones de salud, pocas cosas en los últimos años han turbado de manera tan profunda la vida de los cubanos como las reformas económicas iniciadas a principios de este año por órdenes el sucesor del comandante, su hermano Raúl, transformaciones cifradas fundamentalmente en el despido de alrededor de medio millón de trabajadores estatales y su tránsito al empleo por cuenta propia.

Las reformas incluyeron también la considerable reducción de los beneficios en la libreta de abastecimiento mediante la que se distribuían alimentos de manera subsidiada.

Percibido como una medida desesperada para tratar de mantener la estabilidad del régimen mediante la actualización del obsoleto modelo soviético, el ya famoso “cuentapropismo” se inserta accidentadamente como uno de los ejes que definen la narrativa de la realidad cubana contemporánea sin que el Estado haya respondido aún a las cuestiones más elementales que plantea su establecimiento.

La expectante cautela con la que el pueblo recibió el anuncio de la legalización de infinidad de oficios que ya desde mucho antes se ejercían, se ha eclipsado hasta convertirse en otra más de las consumadas frustraciones con las que el cubano promedio da sustancia a una desesperanzada tristeza que parece impregnar su otrora espíritu festivo.

Con una población total de poco más de 11 millones de habitantes y una fuerza laboral de 5 millones cuyo salario mínimo ronda los 300 pesos cubanos al mes (unos $10, el doble para un médico), Cuba vislumbraba que, a partir del cambio de estatus de esas 500 mil personas, de “trabajadores estatales” a “disponibles para el empleo” -como eufemísticamente llama a los despedidos- 200 mil de ellos serían absorbidos por cooperativas que se formarían en empresas operadas por el Estado y 250 mil optarían por otras tantas licencias de trabajo por cuenta propia.

No obstante, poco o nada se ha sabido de la primera avenida, mientras que la segunda enfrenta abismos que parecen insalvables para los flamantes y no menos atribulados nuevos empresarios.

Fidel es “maravilloso”

En Marianao, en el balcón de una casa de dos plantas segregada en pequeños apartamentos, Isabel N. (muchos se muestran reacios a dar sus apellidos) mira con recelo la cámara de Ismael Fernández (el fotógrafo) mientras acomoda sobre una desnivelada mesa las pocas prendas de ropa íntima femenina que tiene para la venta.

“Me siento muy bien, muy contenta, por la oportunidad que nos ha dado el gobierno de echar palante, porque antes no tenía nada”, dice con una convicción casi marcial.

“Sí, me siento muy optimista con estos cambios.... y admiro mucho a Fidel, ese presidente maravilloso que tenemos”, agrega, ajena a que el comandante dejó ese puesto desde febrero de 2008.

“¿Viajar fuera de Cuba?, no señor para nada, nunca me ha interesado salir del país... ¿Para qué? Aquí estamos muy seguros. ¿Usted no ha visto cómo somos los cubanos? Ahí tiene...”, agrega.

“Son cosas que no encajan...”

Unas calles más adelante, Tony apenas levanta la mirada sobre los espejuelos que sostiene en la punta de la nariz cuando nos escucha llegar a su derruido hogar. Un letrero pintado a mano declara que “Se arreglan prendas”, junto a otro en el que se anuncia que también se venden cd.

“Sí, este es un arte que es muy difícil de realizar”, apunta sin dejar de mirar el aro que intenta enderezar con unas pinzas. “Llevo unos cuatro años en esto... lo aprendí en la calle, mirando a otra gente, preguntando. Tengo otra licencia para tallar madera y hacer esculturas, pero eso tampoco da para nada”.

Se seca el sudor, con la mirada fija en la diminuta prenda.

“Toda mi vida he trabajado por cuenta propia y ahora resulta que el gobierno tiene que darme una licencia para ganarme la vida haciendo lo que sé hacer”, dice con voz pausada. “Pero en fin... esto está empezando ahora y hay cosas que molestan, como lo que hay que pagarle al gobierno aunque no saques ni para comer. Son cosas que no encajan...”.

Bebe un poco de agua, sin mirarnos, como si cayera en cuenta de que verbaliza por primera vez algo que sabe desde hace tiempo.

“Aquí en la casa todo el mundo depende de lo que hago con esto y de lo que hace mi esposa con los discos”, agrega. “A veces sacamos al mes unos 500 pesos cubanos, unos $20. Con eso se hace difícil mantener a la familia, pero es menos malo que trabajar por el salario del estado”.

-¿Y el futuro?, le pregunto.

“Francamente lo veo con pesimismo... no se acaban de crear las estructuras y los mecanismos para que esto funcione y el trabajo por cuenta propia se desarrolle”, explica. “El gobierno no da apoyo alguno, ni siquiera la oportunidad de conseguir, en mi caso, las herramientas más elementales y la materia prima. Esto no tiene nada de próspero... además, yo no tengo permiso para fabricar y vender prendas, sólo puedo reparar... sirve algo para el sustento pero no te saca de la miseria”.

-¿Tienes ilusiones?

“Claro, sí... como todo ser humano. Que la vida sea un poco menos dura, con más espacio para mejorar... que el negocio funcione. Pero vivimos en una crisis muy grande, tanto que, hasta donde me alcanza la vista, no tiene remedio”, sentencia.

A sus pies, un perro de raza indefinida, sale de su modorra y nos observa con sus ojos tristes, como despidiéndonos. Nos marchamos sin que Tony volviese a mirarnos.

Por un CUC...

En El Vedado -otro barrio habanero que a mediados del siglo pasado era de clase media alta- una casa de tamaño poco más que mediano alberga en su jardín frontal a media docena de “cuentapropistas” con un variado inventario: bisutería, ropa, plantas medicinales, revistas, libros, discos compactos...

Ahí, por un CUC -el peso cubano convertible, equivalente a 24 pesos o a cerca de $.90- Maricel Trujillo vende casi cualquier disco que se le solicite. Si no lo tiene, puede apostar a que lo consigue y al día siguiente lo tiene listo.

“Llevo siete años en este negocio, que antes era ilícito, pero que me iba muy bien, porque no tenía que pagar patente ni impuestos”, explica con una media sonrisa. “Cuando me cogían los inspectores, pagaba una multa y al otro día seguía. Así se vivía, pero al cambiar ahora... empezamos más o menos bien, cuando se pagaban 60 pesos mensuales por la licencia. De pronto, sin avisar, la subieron a 250 pesos al mes y apenas me alcanza para pagarla y que me sobre algo”.

Pasa sus dedos por una Biblia que tiene abierta al lado de su mercancía.

“Hay que pedir ayuda allá arriba”, comenta con una mirada al cielo. “Para peor, ahora hay mucha más competencia, tanta que la venta ha bajado un 80 por ciento. Mis ventas no compaginan con lo que tengo que pagarle al estado. La semana pasada apenas gané 90 pesos”.

Con tres hijos adolescentes que dependen de ella, Maricel suspira. “En pocas palabras, antes me daba para vivir, ahora no. A veces no nos alcanza ni para comer, porque le tengo que pagar al estado más de lo que es mi ganancia”.

“Estoy loco por irme...”

Con un “bicitaxi” en el que pasea turistas por La Habana Vieja los siete días de la semana de 8 de la mañana a 11 de la noche, Alejandro -de 20 años- sostiene que “esto está muy malo” y que, pese a haber nacido dentro del sistema, nunca lo ha convencido.

“Que qué es lo más difícil de vivir aquí? la comida, chico, comer, vestir, tener esperanza”, afirma con elocuencia mientras pedalea. “Un día te metes la cuchara en la boca y piensas si mañana lo podrás hacer. Pregúntele a quien quiera aquí y le dirán lo mismo, míster”.

Es mediodía. El sol quema. Gruesas gotas de sudor corren por la frente de Alejandro.

“Míster, me puedo parar a comprar algo de beber... es que el calor está demasiado...”

Nos detenemos. Bebemos...

“Sí, tengo una noviecita aquí, pero también tengo una novia panameña”, continúa al ritmo del pedal. “A la que en verdad quiero es a la de aquí, míster, pero la panameña la tengo para ver si me lleva pa fuera”.

Se pasa la mano por la frente para secar el sudor.

“Estoy loco por irme... a veces sueño con acostarme por la noche a dormir y levantarme al otro día en otro país, se lo juro”, dice con la respiración agitada por el esfuerzo.

“Si la panameña me lleva, luego saco a mi noviecita de aquí pa vivir juntos. De aquí no se puede salir a ningún lado y luego dicen que Cuba es libre y soberano... ¡no jodan, chico! Eso es una mentira... aquí hay muchas mentiras”.

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Una larga conversación con Guillermo Fariñas



Por Mario Alegre Barrios / Enviado Especial / malegre@elnuevodia.com

La Habana – Las instrucciones fueron claras desde el principio: “No debes hablar con ese hijo de puta… no vale la pena que pierdas así tu tiempo”. Quien dice esto es el encargado del Centro Internacional de Prensa de Cuba, en referencia a Guillermo Fariñas, el opositor cuya extensa huelga de hambre del año pasado lo puso al borde de la muerte y desató una enorme presión de la comunidad internacional sobre el gobierno de Raúl Castro.

“Aquí nadie lo conoce y tampoco a la Yoani esa”, agrega el funcionario. “No vale la pena que pierdas tu tiempo con esa basura”.

La advertencia parece ser parte del protocolo con el que esa entidad sazona la entrega de la visa con la que autoriza a los periodistas extranjeros a ejercer su oficio en la isla.

Ante la obvia inutilidad de argumentar contra un odio tan feroz, el silencio y dos opciones: acatar o desobedecer.

Al día siguiente recuerdo el episodio mientras Ismaelito Fernández -el fotoperiodista- y yo vemos pasar el paisaje en ruta a la ciudad de Santa Clara, a unas 170 millas al este de La Habana, donde Fariñas nos espera para conversar.

El día es gris, con acentos a ratos de olor a tierra mojada que llega desde no muy lejos y nos acompaña hasta la ciudad cuando ya comienza a atardecer. Luego de mucho preguntar, encontramos la casa.

Alto, muy delgado, con el mapa de sus batallas marcado a fuego en el cuerpo, Guillermo nos abraza y camina con nosotros hasta una cercana y maloliente quebrada que hace mucho fue el riachuelo donde se crió. Recuerda retazos de su infancia. Algunos vecinos lo saludan, otros solo miran con recelo.

La conversación continúa en su hogar.

Al día siguiente, muy temprano regresamos a La Habana, donde el señor funcionario del Estado nos espera para ajustar cuentas por haber desobedecido.

Guillermo, luego de 21 años de militancia desde la oposición, ¿cómo evalúa esta trayectoria?, ¿qué reflexión le merece?
Creo que actualmente soy un mejor opositor que cuando comencé en 1989. Como opositor pacífico, como disidente no violento, he madurado paso a paso. He estado preso en infinidad de ocasiones. La prisión me ayudó a madurar, a asumir la responsabilidad como patriota por haber nacido en esta tierra. No se trata de irse y esperar a que esto se desbarate o que otro lo arregle. Hay que meterle el cuerpo… quizá parte de la solución sea la muerte propia.

¿Cuál fue el punto de ruptura con el régimen, luego de haber estado de su parte tanto tiempo y dar ese viraje de 180 grados en sus lealtades?
No creo que haya sido una sola razón. Fueron varios los hechos que se fueron acumulando. Por una parte el asombro. En el 80 era un joven y me reclutaron para llenar las guaguas con toda la gente que llegaba a La Habana por tren para irse del país a través de la embajada de Perú. ¡Yo nunca pensé que tantos y tantos cubanos fuesen capaces de no querer vivir aquí! Eso para mí fue algo muy asombroso.

Ahí comenzó todo…
Sí y luego fue ver los privilegios enormes que había en las casas de los altos dirigentes de la revolución y sus vínculos con narcotraficantes mexicanos y colombianos, que venían a Cuba a jugar gallos con ellos, con los comandantes… Todo esto comenzó a hacerme perder la confianza en la alegada revolución cubana. Asimismo, otro punto de inflexión muy importante fue ser testigo de cómo se portaron las tropas cubanas de lucha antiguerrillera en Angola contra las aldeas indefensas. Los batallones cubanos no eran nazis simplemente porque tenían otro uniforme, pero cometieron un genocidio similar.

¿Cómo fue su experiencia en la Unión Soviética?
Un desengaño inmenso, porque crecí con el credo de que aquella era una sociedad casi perfecta y, en cambio, me encontré con una sociedad enferma, con una enorme tasa de alcoholismo, de drogadicción, de prostitución, de corrupción. Eso también me frustró bastante y me hizo abrazar la Perestroika y la Glasnot, lo que me trajo muchos problemas que culminaron con mi expulsión de la Unión de Jóvenes Comunistas… desde entonces no he dejado de luchar contra el Gobierno cubano.

Ha dicho que se vive un momento coyuntural para la oposición cubana… ¿por qué?
Estamos viviendo la época “post” de la primera derrota del Gobierno cubano, cuando tuvo que ceder a las protestas por el asesinato alevoso en prisión de Orlando Zapata en febrero de 2010. Luego de haber puesto en libertad a 116 presos políticos -de los cuales doce se quedaron- el Gobierno no ha logrado recuperar su credibilidad ante este asesinato. Me parece que desde entonces el escenario de lucha se ha trasladado desde dentro de las prisiones a las calles y las plazas. No por nada Raúl Castro declaró en su discurso del pasado Congreso del Partido Comunista que bajo ningún concepto iba a permitir que las calles y las plazas, que eran de los revolucionarios, fuesen tomadas por los contrarrevolucionarios. El asesinato de Wilfredo Soto García y las palizas a lo largo y ancho de Cuba contra la oposición vienen precisamente de ese temor real de perder lo que, dicen, les pertenece.

¿Es una posibilidad real que la lucha se agudice en las calles?
Aunque hemos ganado en algunos terrenos -ellos ya no combaten en internet, por ejemplo- nos queda tomar de manera no violenta, con mesura, las calles y las plazas, que son de todos los cubanos, y no de los revolucionarios.

¿Habría violencia?
No sé… el pueblo cubano está aterrorizado. Son ya más de cincuenta años de un terror inculcado desde que naces, un terror que te dice de lo que puedes y no puedes hablar, de lo que puedes y no puedes hacer. El Gobierno se quitó la careta paternalista y se ha visto obligado a tomar medidas totalmente neoliberales. Se ha desentendido del pueblo, de los más humildes, y no da libertades económicas ni de autogestión.

¿Y las reformas y los despidos y el trabajo por cuenta propia?
Sí, existe el “cuentapropismo”, pero con unas condiciones que asfixian al que intente vivir de esa manera. Por ejemplo, a los que intentan tener un negocio, el Gobierno les vende a precios de minoristas y no de mayoristas, de manera tal que no hay el menor margen para tener una ganancia. Hay un alto nivel de desempleo y todo esto va contra la credibilidad del Gobierno. Todos los que ejercen el poder saben que es así. Fidel y Raúl están dando paliativos para no tener que aceptar que el sistema fue un fracaso total. Todo lo que quieren es morirse en el poder y después que sea lo que Dios quiera, incluso el holocausto.

¿A qué se enfrenta el Gobierno cubano en este momento?
El Gobierno cubano está en una coyuntura política y también en una crisis económica muy desfavorable, a la espera de lo que ocurra en Venezuela en el 2012. Si Venezuela desaparece como salvavidas energético, Cuba se sumiría en el caos de los apagones y esto se convertiría en una bomba de tiempo. Muchos oficiales represivos cubanos están en Venezuela tratando de infiltrar la oposición para minar sus fuerzas, dividirlas, para que no vayan como un frente único contra Chávez. Otra de las razones por las que a Cuba le interesa que Chávez permanezca en el poder es porque, si cae su revolución bolivariana, se confirmaría una vez más que el llamado socialismo del siglo XXI es un gran engaño. Esto, desde el punto de vista ideológico, también sería catastrófico.

En este momento de lucha, ¿qué tan significativa es la influencia que puede tener la comunidad internacional como un agente catalizador?
La opinión pública internacional es muy valiosa, tanto la de los medios de prensa como la de los parlamentos, los gobiernos y los intelectuales, tanto de derecha como de izquierda. Todos ejercieron una presión muy fuerte sobre el Gobierno cubano, que por eso no me dejó morir a mí durante mi extensa huelga de hambre más reciente. Creo que ahí se demostró la vulnerabilidad del Gobierno cubano ante la opinión pública extranjera. Sin duda, sigo vivo gracias a la presión internacional porque, de otra manera, me hubiesen dejado morir.

Cuando el Gobierno cubano incorpora a su discurso sobre los presos políticos el caso de los cinco cubanos presos en Estados Unidos acusados de espionaje, ¿qué reflexión le merece?
El espionaje siempre ha existido, pero todo espía sabe a qué se arriesga. El espionaje es un delito penado en todos los sistemas judiciales del mundo y esos cubanos son espías confesos. Esa es la gran diferencia entre nuestros presos políticos y esos presos. Nuestros hermanos que están en prisión son personas que luchan por la libertad, en su propio país. De entrada, solo por esto los casos no admiten comparación.

¿Qué piensa cuando el Gobierno cubano se monta en los temas de la educación y la salud como testimonios inobjetables del triunfo de la revolución?
Mira, hay un analfabetismo total y un analfabetismo funcional, algo que el Gobierno ha tenido que reconocer. Hasta el año pasado, según admisión de las propias autoridades, había alrededor de seis mil cubanos que habían terminado la universidad, pero que no habían obtenido sus títulos porque no habían aprobado las pruebas de ortografía. Que más del 90 por ciento de la población sepa leer no es argumento suficiente para reclamar que la educación sea un baluarte.

Pero aseveran que ambos derechos son gratuitos para los cubanos…
Eso es falso. El cubano paga la salud pública, paga la seguridad social y paga la educación. A cada cubano que trabaja, todos los meses le descuentan el 33% de su salario y eso se divide en partes iguales para esos renglones. Además, la educación es de pésima calidad y la calidad de los servicios médicos es relativa, porque los pacientes son tratados como de segunda categoría. El estado de las instalaciones hospitalarias es desastroso y la falta de medicamentos es bochornosa. Antes los hospitales hacían la lista de medicamentos que hacían falta, ahora la hacen de los que hay… es más fácil.

¿Qué lectura da a advertencias del Gobierno de que los periodistas extranjeros no debemos hablar con ustedes, con los opositores, con los disidentes, a quienes se refieren en términos bastante despectivos, con el argumento de que nadie en Cuba los conoce?
Ese un ejemplo más de la manera como este Gobierno ha inculcado el odio durante más de medio siglo. No puede haber una controversia política civilizada, porque todo deriva siempre al ataque personal, al insulto, a la violencia verbal y física. Es la intolerancia en su manifestación más pura. Al final, significa que ellos, como funcionarios del Gobierno, tienen un gran miedo a que el virus de la libertad se difunda entre la ciudadanía cubana.

Cuando piensa que ha estado a punto de dar su vida en varias ocasiones por ver libre a su pueblo, ¿cómo ha manejado esa posibilidad de morir e irse con la incertidumbre, sin saber si su muerte habrá servido para algo?
Me pongo en manos de Dios. Él es todopoderoso, somos sus discípulos. Si Dios me ha cuidado tanto hasta ahora es porque tenía un objetivo conmigo. Si no me ido al exilio, es porque Dios tiene un objetivo conmigo como, por ejemplo, unir a la oposición cubana, enseñar a los más jóvenes, agradecer a los más viejos y, sobre todo, tratar de que en esta batalla no perdamos a los patriotas valiosos. Es un orgullo tremendo haber estado a punto de dar la vida pero, cuando veo a los doce presos liberados que se quedaron en Cuba, no puedo menos que sentirme inspirado por su ejemplo, de la misma manera que me sucede cuando veo a los que se fueron y que siguen luchando desde la diáspora.

¿Ha valido la pena todo esto?
Absolutamente, sin la menor duda… Puedo morir en cualquier momento. Tengo varios trombos que se pueden desprender y matarme. Aquí no los pueden operar y el Gobierno no me deja salir para hacerlo. Pero si muero, los demás se quedan y continúan la lucha. Esto no es mío, es de todos y, aunque yo no esté, los demás quedan…

¿Qué virtudes le encuentra a la revolución?
Que, en su momento, se preocupó por los humildes, por el discrimen racial, por el discrimen por sexo. Creo que eso fue bueno, les dio oportunidades de superación a muchas personas que no las tenían. Pero el gran error es que se secuestraron libertades individuales y se convirtió en una revolución tributaria. La revolución dijo “te doy estas oportunidades, a cambio de tus libertades”, y eso es inmoral. Ahí está la mejor parte de la revolución y también su lado más oscuro y retorcido.

¿Por qué usted es como es?
Porque nací en un barrio marginal con una familia maravillosa, con una abuela materna capaz de ser tabaquera por el día y salir a buscar votos por la noche para que fuera senador de la república; con una abuela paterna que me enseñó que siempre había que decir la verdad a cualquier costo; con un abuelo materno que solo sabía dar amor; con un abuelo paterno que me enseñó que había que tener ética por encima de cualquier cosa; con un padre que me inculcó que, por encima de cualquier cosa, está la familia; con una madre que me enseña todos los días lo que es vivir para el resto de los miembros de la familia; con una hermana que vive orgullosa de que yo sea su hermano y viceversa; con una hija que vive orgullosa de parecerse a mí en casi todo; con una hija sobrina que se ofende de manera desmesurada cuando alguien me critica; con una madre de mi hija a la que le agradezco que le haya inculcado ese amor… por eso soy el que soy…

Guillermo, ¿es feliz?
Creo que sí, así sea en una celda, recibiendo una paliza o con la muerte al lado. Soy feliz porque sé que estoy cumpliendo con mi deber patriótico.
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Cuba: Las últimas imágenes del naufragio...


Puerto Rico 18 Septiembre 2011

Por Mario Alegre Barrios / Enviado Especial / El Nuevo Día


La bloguera Yoani Sánchez conversa con El Nuevo Día sobre su país, su épica aventura cibernética y "los estertores" del régimen.

La Habana - Recostado en el muro del malecón frente al Hotel Nacional, el hombre contempla el Atlántico con un cigarrillo entre los labios. Falta poco para el crepúsculo y su sombra inmóvil sobre la acera a ratos se desdibuja con las de la coreografía que a unos pasos improvisan bloguera y fotógrafo.

Sin reparos, ella complace las peticiones al ritmo del obturador de la cámara: con gafas, sin ellas, camina, se detiene, echa de nuevo a andar, gira, se suelta el pelo, desanuda el pañuelo...

Por unos momentos, el hombre del cigarrillo se olvida del mar y nos observa por encima del hombro. Su mirada y la de la mujer se cruzan. Dos segundos más tarde él no tiene duda de que ella acaba de descubrir cuál es su oficio.

“Es un agente de la seguridad del estado –me dice Yoani Sánchez, la cubana que se ha convertido en una de las blogueras más célebres del mundo- pero me tiene sin cuidado... me cansé de esconderme… decidí ser transparente para el gobierno cubano. Ellos tienen sus reglas y yo pongo las mías. Esta es una de ellas: la visibilidad. Por eso estoy aquí, a la luz del día, en el malecón de La Habana, para hablar, sin miedos...”.

Y, sin miedo, conversamos...

¿Cuál es su percepción de la realidad actual de Cuba?
El gobierno cubano ha tratado de disminuir las diferencias sociales visibles, pero lo cierto es que esas diferencias subyacen con un dramatismo que no es evidente para el turista que viene un par de semanas con plan todo incluido. No tienes más que arañar un poco la realidad y te das cuenta… En esta Habana de hoy te puedes encontrar a muchas personas que comen una vez al día...

¿Cómo asume el ciudadano común y corriente este libreto?
Con estoicismo…. La miseria está tan metida, tan inoculada, que la gente ni siquiera sabe que es pobre... El hecho de comer una vez al día es una práctica nacional, sobre todo para las personas mayores. Paradójicamente las personas que tienen más de 60 años, que fueron los principales sostenes del sistema, los que dejaron su juventud en construir los pilares del régimen, son los que peor están económicamente, salvo pocas excepciones de personas muy bien situadas en la cúpula estatal...

¿No te has cansado de las entrevistas, luego del “boom” de tu blog, de responder una y otra vez las mismas preguntas? ¿Cómo asumes esa responsabilidad?
Cuando comencé con mi blog “Generacion Y” en abril del 2007, el objetivo era muy claro: terapia personal. Fue un exorcismo para sacar los demonios que había cargado durante demasiado tiempo y para poner fin al silencio, a la apatía, a la simulación. Con el tiempo surgió la responsabilidad con cada cosa que decía y esto es ahora lo que prima en mí. Me siento responsable de mantener esta ventana informativa, alternativa, clandestina por momentos…

¿Cómo mantienes el empuje ante la presión que te impone el gobierno cubano?
Mira, ante esa responsabilidad no hay fatiga posible. Cuando eso se asoma, pienso que esto es lo que puedo y debo hacer, de la misma manera que otros han dado sus vidas o se han consumido en las cárceles. A mí me ha tocado luchar con la palabra y lo haré hasta el fin de mis días, aquí, en Cuba. Lo he dicho muchas veces y lo repito: yo no quiero irme de mi país, yo quiero quedarme porque éste es mi país. Estoy haciendo todo lo posible para que mis nietos puedan gritar y decir lo que se les antoje en cualquier esquina de La Habana, así de sencillo...

Todo esto parte de una noción de esperanza...
Soy optimista a largo plazo y pesimista a corto plazo. Sé que vienen tiempos muy difíciles para este país, sobre todo para el sector crítico, contestatario. Los finales de los sistemas son siempre así, como los estertores de un moribundo...

¿Cómo te incorporas al mundo cibernético en el marco de todas las limitaciones que en ese sentido hay en Cuba?
Soy filóloga graduada en el 2000, especializada en literatura latinoamericana contemporánea, pero desde desde muy pequeña he tenido fascinación por los circuitos, por los cables eléctricos, por las lucesitas. A los 17 años construí mi primera computadora con piezas conseguidas en el mercado negro, un “Frankenstein” que funcionaba y con ella hice mi primer periódico en el colegio. Desde entonces no me he vuelto a separar del mouse y la pantalla.

Pero…
Bueno, de ahí parte todo. Cuando abrí mi blog ya conocía el esqueleto del proceso. En resumen, confluyeron en mí esas dos afinidades, tecnología y palabra... En el 2002 emigré a Suiza por una decisión personal, no soportaba más la situación en Cuba y allá tuve mi primer encuentro con el internet. Al volver a Cuba en el 2004 empecé desde cero y en diciembre de ese año estaba ya fundando una pequeña revista digital, con un grupo de amigos, entre ellos Reynaldo, llamada Consenso... Hasta que en abril de 2007 nació Generación Y, como respuesta a mi deseo de zafarme de ataduras, de un editor, de un jefe de redacción.

¿Cuándo es que te das cuenta de lo que representa el blog, de su dimensión, de su influencia?
Bueno, en verdad, disfrutaba la invisibilidad. Al inicio, escribir el blog era como lanzar una botella al mar... No tenía la menor idea de que alguien pudiera leerlo. Era sólo una necesidad. Lo sacaba o me moría. Empezó como una página muy rústica. En aquellos días los cubanos no podía siquiera entrar a los hoteles a alquilar una habitación. Las pocas conexiones de internet que había en los hoteles eran solo para turistas. Amparada en mi físico y hablando un poco en ingles y un poco en alemán, me hacía pasar como turista, para colocar textos. A finales del 2007 me empezaron a recocer. Reuters emitió un pequeño cable y luego el Wall Street Journal sacó un artículo bastante extenso sobre la revolución de los blogs en Cuba. Entonces Generación Y comenzó a ser más conocido…

Pero de eso al éxito que ha tenido….
Bueno, luego de eso, la torpeza infinita del régimen cubano: en marzo del 2008, y hasta febrero pasado, censuraron en la Isla el portal desdecuba.com, donde no sólo estaba mi blog sino los de otros blogeros cubanos. Pocas cosas son tan atractivas como lo prohibido... No obstante, creo que la gente se acerco a mí no sólo porque satanizaron el blog, sino también por mi forma de decir las cosas… humana, ciudadana, sin violencia verbal, sin venganza, sin rencores.. Además, se trata de un blog hecho por una generación que hasta entonces se había pronunciado muy poco, formada por personas entre 25 y 40 años, sin presencia social, cívica o política...

¿Cómo subes tus blogs?
Durante tres años tueve que ingeniármelas. Los enviaba por e-mail, a amigos y comentaristas. Me conectaba desde algún hotel una vez cada 15 días y cosas así... Ahora escribo 4 o 5 textos en casa, me conecto una vez a la semana y los envío. Esto es parte de las nuevas reglas de juego: la visibilidad como protección. Antes te metian en un hueco, ahora, gracias a la tecnología, la visibilidad nos protege un poco. Te presionan, pero no quieren dejar rastros. En Twitter tengo más de 160 mil seguidores, ese es mi escudo. Tuiteo por SMS a través de un número en el Reino Unido..

¿Cómo percibes el efecto que tu blog y tu actividad en Twitter tienen en Cuba y en el exterior?
A través de mi blog y mis tuiteos percibo de manera contundente lo que es la solidaridad ciudadana, el empuje de los proyectos que nacen del pueblo. Esto es lo que el Gobierno no comprende. Ellos creen que detrás de mí y de toda la blogosfera cubana están la CIA, el Pentágono... El Gobierno cubano no puede concebir que el pueblo, ese al que tanto el régimen menciona, pueda unirse para buscar su libertad...

¿Cómo explicas la longevidad del régimen castrista?
Sin duda en Cuan existe un grupo que cree que sin duda este es el mejor de los regímenes posibles. ¿Qué porcentaje de la población es ese, no se sabe con certeza. Es muy difícil tener estadísticas en un país donde no hay encuestadoras confiables. Pero digamos que hay un 10% de personas que creen realmente en el sistema, que están al lado de los que gobiernan. Hay un 10% en el otro extremo, que cree que esto hay que desmontarlo por completo, En medio, un 80% que se mueve en una dirección o en otra según sople el viento porque el oportunismo ha calado muy hondo en el país. Si mañana Raúl Castro dice que va a aumentar los salarios en 40 pesos cubanos, ese 80% está con el 10% que aplaude; si pasado mañana, Castro dice que el café ya no va a venir puro, sino mezclado con garbanzo, ese 80% se pasa al otro lado...

¿Cómo el Gobierno justifica la falta de libertades en Cuba?
Con la posibilidad de una agresión extranjera a través de alguno de esos canales de libertad. Ellos creen que lo que ha ocurrido en Cuba durante el último medio siglo parte de la voluntad popular y no de la imposición. Estoy segura que ahora mismo ellos están muy arrepentidos de haber abierto la tecnología móvil a la ciudadanía cubana. Se trata de una herramienta de un valor incalculable. No soy solamente yo quien tuitea: cada semana formo a no menos de siete tuiteros. Esto es algo viral crece de manera exponencial.

¿Cómo ha sido la experiencia “evangelizadora” con Twitter?
Inmensamente gratificante. Yo les digo a mis estudiantes “nárrate en Twitter porque si no te narras tú, te va a narrar el poder”. Cuando el poder te narra, te narra mal, Este es el credo que trato de inculcarles a mis estudiantes. Los estimulo para se expresen de esa manera, no solo como denuncia, sino también para mostrar el lado hermoso de la sociedad cubana, su parte crítica. El Gobierno dice que somos “asalariados del imperio”, cuando en realidad solo somos personas que queremos lo mejor para nuestro país.

¿Cuánto tiempo más antes de que las cosas cambien?
Es muy difícil decirlo con precisión, pero ese día llegará más temprano que tarde. Lo que pasa ahora en Cuba me recuerda mucho el título de una película: “Últimas imágenes del naufragio”… estamos viviendo las últimas imágenes del naufragio de régimen de Fidel y Raúl Castro. Como en todo naufragio, hay quienes ven el espejismo de la tierra y creen que se puede arreglar lo que ha sido un desastre por cincuenta años y hay también quienes sabemos que hay que remar para llegar a tierra, yo soy de los remeros. La tierra está lejos, pero si remamos, llegaremos...

¿Es posible rescatar logros del régimen?
Los logros y fracasos del sistema son parte de una larga discusión. Hay quienes vienen buscando el equilibrio, el punto medio, cuando eso no siempre existe. Yo uso mucho la metáfora del pájaro y el alpiste. Dicen que hay alpiste pero… ¿el alpiste justifica la jaula? La supuesta educación gratuita, la supuesta medicina gratuita, no son tan gratuitas nada… A mí no me enseñé a leer el sistema, sino mis maestros, muchos de ellos en contra de ese sistema que se ha llevado los sueños de mucha gente...

Las reformas recientes anunciadas por el Gobierno, como las que atañen al empleo por cuenta propia y la liberalización de la propiedad, ¿son reales, tienen algún efecto?
El discurso oficial de las supuestas mejorías se resquebraja por muchas razones, entre ellas el evidente deterioro estructural. Ellos aluden a la educación y a la salud como si estuviéramos en los 80, cuando el subsidio soviético soportaba de alguna manera esos argumentos. Pero en sus cuentas actuales no toman en cuenta que el salario de los cubanos está subvalorado. ¿Cuánto necesita un cubano para tomarse una cerveza? Dos días completos de trabajo y cuatro para comprar una botella de aceite para cocinar.

¿Qué otros cambios debería hacer el Gobierno para impedir el colapso?
Estamos en un país obligado por la realidad a hacer cambios profundos y a cierta velocidad. El Gobierno sabe que si hace los cambios, le puede costar el poder, y si no los hace, también. Este es el dilema más grande que tiene el gobierno. Ellos quieren hacer cambios que los mantengan en el poder, pero esos cambios no son suficientes para satisfacer los apetitos de cambio que tiene la gente... Todo esto parte de un pecado original del Gobierno: no haber sido electo, así de simple. Cualquier cosa que quieran enmendar es imposible. En este matrimonio la esposa -el pueblo- ha sido violada. Todo está torcido desde el inicio.

¿Y la relación con Estados Unidos?
El Gobierno de Cuba dice que quiere ser tratado como un igual por el del Estados Unidos, como condición fundamental para sentarse a negociar, mientras que Washington pretende tratar a Cuba como el FBI trata a un secuestrador en un colegio de niños. A La Habana esto le parece humillante, pero lo cierto es que el Gobierno de Cuba no podrá reclamar ser tratado con dignidad mientras él no trate de la misma manera a sus ciudadanos.

¿Qué opinión te merece el papel de Hugo Chávez en este ajedrez?
Nefasto. En los 90 hubo un momento en el que parecía que un cambio de fondo era posible en Cuba, hasta que apareció Chávez y regresó una vuelta de tuerca al centralismo, simplemente porque desde Caracas comenzó a llegar petróleo. El gobierno de Hugo Chávez fue para los Castro como el Viagra para un envejeciente. El sistema estaba acabado, impotente, hasta que apareció este hombre como la píldora milagrosa.

¿Y el futuro de esa relación?
La potencial derrota de Chávez en las próximas elecciones ha hecho que el gobierno cubano trate de ponerse las pilas y haya intentado estas reformas. No obstante, pienso que esa influencia ha menguado porque el poder económico de Chávez ha disminuido. Por otra parte, parecería que Raul Castro no se lleva muy bien con Chávez, quien fue mas una apuesta de Fidel, no de Raúl.

¿Y la influencia de Fidel en la Cuba de hoy?
A él prácticamente no lo menciono. Entró a mi pasado… mi futuro, el futuro de Cuba, no incluye a Fidel.

¿Cómo es tu relación con dios?
De maravilla. Para mí, dios es informático. Está detrás de una computadora… y tengo su email.
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Mientras OZT agonizaba



En enero de 2010 el preso político Orlando Zapata Tamayo se encontraba en su segundo mes de huelga de hambre. La tiranía le había suspendido el agua con el propósito de conducirlo a la muerte. Su madre y la oposición denunciaban la situación con desesperación. Ante tan grave circunstancia era difícil entender por qué Washington reaccionaba con tanta moderación

Ahora se ha conocido que en esos precisos momentos el gobierno de Barak Obama negociaba con la tiranía castrista un trato para administrar en conjunto una clínica en Haití. Ante la muerte premeditada del mártir cubano a finales de febrero Washington reaccionó con similar moderación.

Dos meses antes, en diciembre de 2009 la dictadura había arrestado al ingeniero estadounidense Alan Gross en La Habana. A pesar de esto, las negociaciones para el proyecto en Haití habían continuado. La información fue revelada por el periodista Damien Cave en un artículo publicado en The New York Times y en El Nuevo Herald el 15 y el 17 de septiembre de 2011.

Damien Cave señala que a pesar del arresto de Gross en diciembre de 2009 las relaciones entre el régimen castrista y el gobierno de Obama en enero de 2010 seguían siendo bastante buenas. Dice así:

“De hecho, las relaciones seguían siendo suficientemente buenas un mes más tarde para sentar las bases de lo que algunos funcionarios ven ahora como una oportunidad perdida: una clínica médica administrada de manera conjunta en Haití… Según funcionarios y ex funcionarios estadounidenses, las discusiones progresaron con suavidad a lo largo de varios meses y casi estaban completas cuando surgieron viejas susceptibilidades”.

En realidad, quien parece haber sido el obstáculo principal para materializar el acuerdo fue la dictadura. Los Castro no se dieron cuenta que el beneficio del acuerdo habría sido mayor que el perjuicio.

La alianza con Washington les hubiera servido para demostrarle al pueblo cubano que, independiente del descontento popular que había en la isla, el régimen era su representante legítimo ante los Estados Unidos. Similar mensaje habría recibido el mundo entero. El acuerdo habría representado un duro golpe a la credibilidad de
la oposición democrática en la isla.

Obama parece haber estado convencido de que un convenio con el gobierno castrista para administrar en conjunto una clínica en Haití sería considerado un éxito de su nueva política exterior. Una prueba irrefutable de que el uso de la diplomacia de confrontación que habían puesto en práctica todos los presidentes estadounidenses anteriores era un error.

Durante su campaña presidencial Obama había planteado que la estrategia correcta a la hora de entenderse con una dictadura anti estadounidense era el diálogo. Concretamente en los casos de Irán y Cuba.

En el caso de Orlando Zapata Tamayo no podemos afirmar que una actitud enérgica de Washington le habría salvado la vida, pero es muy probable que hubiera sido así. El interés de un popular presidente de los Estados Unidos por la vida de un preso político en huelga de hambre habría provocado múltiples presiones al régimen castrista desde muchas capitales del mundo. Por ejemplo, el gobierno de Rodríguez Zapatero habría aprovechando la oportunidad para demostrarle su amistad a Obama.

Durante la campaña presidencial Obama había ido a Miami a pedirles a los cubanoamericanos su voto.
Estaba obligado con una comunidad para la cual la vida de Orlando Zapata Tamayo era muy importante. El presidente volverá a Miami antes de las elecciones del próximo año.

Los hechos con Irán y con Cuba han demostrado que la hipótesis del dialogo con las dictaduras era ingenua. Orlando Zapata Tamayo fue asesinado y el Ingeniero Alan Gross es un rehén condenado a 15 años de prisión.
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Que se repita que se repita que se repita otra vez la repetida…



El pasado 10 de septiembre el periódico castrista Juventud Rebelde publicó un artículo de José Alejandro Rodríguez: En el cambio está la fuerza. Dos días después en El Nuevo Herald apareció otro de la agencia France Presse: Diario cubano llama a profundizar reformas. En este se repetía el argumento del primero.

Repetir lo que dice la dictadura es una práctica frecuente de los representantes de la prensa extranjera en Cuba. En estos casos actúan como cajas de resonancia de la propaganda oficial.

El título del artículo en su versión cubana es sugestivo de cambio. El de El Nuevo Herald lo es aún más. Invita a pensar de que en Cuba un diario puede “llamar” a reformas. ¿Habrá llegado el Glasnost a la isla y nosotros no nos hemos enterado?

El artículo de Juventud Rebelde dice qué los cambios que ha prometido Raúl Castro no se han materializado porque los frena el burocratismo.

No es esta la primera vez que se esgrime esta excusa. Nos recuerda el pegajoso estribillo mexicano: “Que se repita que se repita que se repita otra vez la repetida, que se repita que se repita…”

Repetir mentiras da resultado. Es la clave de la propaganda demagógica. Confunde a quien lee los titulares nada más. O a quien no conoce del asunto cubano. También al que quiere dárselas de que sabe sin saber mucho o no saber nada.

El burocratismo puede hacer cualquier cosa. Si le pagan o se beneficia acelera los trámites; si se siente perjudicado o ignorado, los frena. El burocratismo opera en cualquier parte del mundo. En las democracias cede ante las demandas, denuncias y cambios. En las dictaduras es casi inamovible.

El articulista de Juventud Rebelde intenta excusar a Raúl Castro con lo que escribió Lenin sobre el tema, pero en realidad tergiversa al viejo dirigente comunista.

Dice así: “No olvidemos que esa deformación inmovilista fue una de las costras que dieron al traste con el socialismo real en latitudes nevadas de la vieja Europa, a despecho de los alertas de los clásicos del marxismo, de su primer gran practicante: Vladimir Ilich Lenin”.

Es lamentable que France Presse o El Nuevo Herald no hayan hecho la distinción histórica. Marx tuvo en cuenta los perjuicios del burocratismo. Lenin, Rosa Luxemburgo y Bujarin, entre otros, también alertaron sobre el tema. El burocratismo usurpaba la revolución proletaria.

Lo que permitió el crecimiento canceroso del burocratismo en el sistema comunista fue la falta de libertades dentro y fuera del círculo revolucionario. Mientras pudieron hacerse críticas entre ellos mismos hubo la posibilidad de corregir algunos errores, no los peores.

Una vez que se impuso la dictadura dentro de de la dictadura, en el gobierno y en el partido, el burocratismo creció como una espuma tóxica. Esta situación había sido prevista por Engels:

"para no perder de nuevo su dominación recién conquistada, la clase obrera tiene que precaverse contra sus propios diputados y funcionarios, declarándolos a todos sin excepción revocables en cualquier momento".

En Cuba el burocratismo nació con el castrismo. Nunca hubo partido comunista ni gobierno, lo que había era una burocracia al servicio del mandamás y mandatodo. Fidel Castro, su fundador, fue también el más incompetente de los burócratas.

El heredero de esa maraña de incondicionales fue otro burócrata, Raúl Castro; quien hace pocos años fue alabado por las agencias noticiosas y periódicos extranjeros como el gran administrador, el pragmático, el reformador. Ha resultado tan incompetente como su hermano mayor.

Si Raúl no puede hacer cambios porque su burocracia no se lo permite, es porque no tiene la capacidad, el carisma y la legitimidad para dirigirla. El problema no es el burocratismo de la burocracia sino el jefe que la heredó. O que lo que ha propuesto es estúpido y no funciona, o no quiere hacer cambios porque tiene miedo. Que se repita que se repita que se repita otra vez la repetida…
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CUBA: La crisis de identidad


EL CAMINO DE LA REVOLUCIÓN O EL DEL COMPROMISO V


En los capítulos anteriores hemos analizado algunos de los factores cuya dinámica propia y el efecto que tengan unos sobre otros determinarán el curso de los acontecimientos en Cuba.

Comentamos las circunstancias de una gerontocracia agotada por su incompetencia y su senilidad que no puede manejar las difíciles circunstancias que afronta. Una nomenclatura arrinconada ante el fracaso; la complicidad con los atropellos del régimen y la necesidad de redimirse. Un exilio complejo, poderoso y fragmentado. Hemos insistido en tratar de comprender al cubano en su contexto multigeneracional y multicultural.

Los cubanos colectivamente atravesamos lo que pudiéramos definir como una crisis de identidad. Esta analogía de un fenómeno propio de la juventud nos puede servir de ayuda y, si alguien se lo propusiera, hasta de hipótesis. El individuo en su adolescencia pasa por una crisis psicosocial. Si logra superarla, alcanza un nivel superior de confianza en sí mismo que le permite entre otras cosas actuar con mayor seguridad.

El pueblo cubano ha estado sometido a fuerzas desintegradoras de su voluntad colectiva. Está convencido de que no puede controlar su presente y ni soñar con un futuro. No saben si son de aquí o de allá. Quieren huir de lo que se supone es “su” tierra pero que no les pertenece. Los que emigran no dejan de añorar a Cuba, esa patria lejana y cercana, prohibida o perdida.

Cuba era una república muy joven, con solo medio siglo de independencia. En esa etapa de pubertad institucional y cultural, fue víctima de un régimen totalitario completamente ajeno a sus valores e idiosincrasia. Un sistema que se impuso con fanatismo y terror.

Reconocer toda esta problemática, no nos convierte en fatalistas. El cubano sigue siendo intenso, alegre y creativo. Lo que llamamos una crisis de identidad colectiva todavía sin superar ha anulado su capacidad de una respuesta política efectiva.

Generalizar es fácil y cómodo, pero casi siempre conduce al error. Cada cubano es un mundo. Las generalizaciones son necesarias para describir a grandes rasgos lo que no pudiera hacerse de otra forma.

¿En qué consiste esa crisis? Cada uno la percibe y la experimenta de forma diferente, pero el resultado es una frágil o inexistente cohesión social, que no es lo mismo que falta de unidad. Esta última es una consecuencia de la primera.

La falta de cohesión no es una característica permanente de una sociedad. Depende de factores y circunstancias sobre los que hemos comentado en los artículos anteriores. Si analizamos el fenómeno cubano con este prisma, la realidad se aclara. Aparecen contrastes importantes y podemos notar su dinámica. Hay cambios.

La dictadura ha luchado en forma permanente contra esa cohesión. Una sociedad de buenos y villanos es más fácil de controlar. El régimen ha dirigido la manipulación contra sus enemigos “contrarrevolucionarios” y contra los seguidores “revolucionarios”. Entre estos el que duda o no obedece es un traidor. Nadie escapa. Todos los cubanos – desconfiando unos de otros - difícilmente se pueden poner de acuerdo en nada.

Continuará…
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La tiranía y el gobierno español: amor con amor se paga


Estos cariños que empiezan
Con suave calma, que luego
Respeto y tiempo alimentan,
Y son del cuerpo sostén,…
¿Cómo es posible que mueran
Si uno en el otro se apoyan
Y con dos vidas alientan?

“Amor con amor se paga”. José Martí 1875


Tres miembros de ETA (la organización terrorista vasca), Elena Barcena Argüelles, Francisco Pérez Lekue y José Ignacio Etxarte Urbieta, vivían en Cuba y huyeron de la isla de sus sueños a Venezuela. Cuando el primero de septiembre desembarcaron del velero que según ellos los había llevado a la libertad, fueron capturados por las tropas de Hugo Chávez. Su gobierno prometió entregarlos de regreso a Cuba. ¿Inexplicable? No.

Por medio siglo el castrismo ha convertido a Cuba en el refugio, centro de entrenamiento y avituallamiento del terrorismo internacional. Pero los terroristas también son monedas de cambio. Sirven para negociarlos con otros gobiernos. Con España, por ejemplo.

Un cable de la agencia de noticias EFE fechado el pasado tres de a septiembre en Madrid informó que:

“La ministra española de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, ha destacado el sábado en Sopot, Polonia, la cooperación entre España y Cuba en el control de los miembros de ETA que se encuentran en la isla, lo que ha permitido, dijo, la detención de los tres etarras.
“Desde hace mucho tiempo tenemos un conocimiento perfecto y exacto de cómo está la situación de miembros de ETA en el exterior”
Según Jiménez, la cooperación con el gobierno cubano en este ámbito “es muy estrecha”, como prueba el hecho de que fue La Habana quien informó de la fuga de Barcena Argüelles, Pérez Lekue y Etxarte Urbieta”.

Según la canciller española, Cuba le sirve a España de una especie de cárcel de los terroristas de la ETA que se refugiaron en la isla sin saber que habían caído en el calabozo. No sabemos cuánto España le paga a la tiranía castrista por este servicio tan importante; el precio debe ser sustancial.

Por esta relación tan íntima es que cuatro días después, cuando la dictadura suspendió las credenciales al reportero del periódico español “El País” en La Habana, Mauricio Vincent, la reacción de la misma funcionaria española fue moderada. Ella declaró:

“Es una decisión ‘injusta’ y ‘criticable desde el punto de vista del derecho a la información’, dice la canciller Trinidad Jiménez…
calificó este miércoles de “gran error” la decisión de las autoridades cubanas de retirar la credencial de prensa al corresponsal en la Isla del diario español El País. “…consideró que se trata de una decisión “injusta” con Vincent y, “criticable desde el punto de vista del derecho a la información”, reportó EFE.”

Mauricio Vincent no es el único representante de la prensa internacional sujeto al chantaje del régimen. En los últimos días de agosto el gobierno castrista rechazó la designación del periodista Juan Castro Olivera como jefe de redacción de la sede de la Agence France Presse (AFP) en Cuba.

En realidad lo que está sucediendo en Cuba es mucho más lamentable que la violación al derecho de la información. Lo verdaderamente grave es que en los últimos meses la represión en Cuba ha llegado a niveles tan abusivos que la prensa extranjera en La Habana, si los calla, compromete su credibilidad. La canciller española no condena con firmeza esos atropellos contra el pueblo cubano porque entre su gobierno y el castrismo la cooperación “es muy estrecha”, haciendo honor al viejo proverbio, “amor con amor se paga”.

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La nomenclatura disidente: de Đilas a Gorvachev


Una parte del exilio cubano cree que Pablo Milanés es un enemigo y ni él ni los de su clase merecen tregua.

Otros creemos que, como Milanés, hay muchos cubanos que apoyaron a la dictadura pero ya no quieren defenderla. Son parte de una nomenclatura disidente que tiene la obligación moral de ayudar a mandar al castrismo al cementerio.

Esto no haría de Pablo Milanés un patriota como el cubano que fusilaron por combatir la tiranía o el que pasó una buena parte de su vida en la cárcel por luchar por la libertad. A Milanés se le puede atacar por su pasado pero se le debe reconocer lo que haga y diga en contra del castrismo.

Laura Pollán ha reaccionado en forma inteligente: “Pablo Milanés siempre ha sido muy diferente del resto de los artistas cubanos. A pesar de que canta aquí, en Cuba …siempre ha mantenido una actitud diferente y le agradecemos que haya pedido el cese de la represión a las Damas de Blanco”.

Lo históricamente cierto es que los comunistas que han cuestionado al comunismo lo han debilitado. Muchos de ellos convertidos en disidentes fueron claves en la desintegración del imperialismo soviético.

Uno de los primeros comunistas disidentes fue el yugoeslavo Milovan Đilas. Siendo vicepresidente de un gobierno comunista llegó a la conclusión de que el comunismo era una farsa. Denunció la invasión soviética de Hungría en 1956 y escribió La Nueva Clase un libro en el que denunció a la clase privilegiada creada por el comunismo.

Otro comunista famoso fue el físico nuclear Andrei Sajarov, científico importante en el desarrollo del poderío nuclear soviético. A Sajarov lo entristeció la muerte de Stalin. Él pensaba “que en los tiempo de grandes crisis históricas las brutalidades eran inevitables”. A pesar de que luego repudió los excesos de Stalin, Sajarov siguió siendo comunista. Explicó que le tomó: “muchos años entender y sentir la especulación, el engaño y la falta de relación con la realidad que había en” el comunismo. Sajarov había ganado el premio Lenin y el premio Stalin. Fue uno de los más famosos defensores de los derechos humanos en el mundo comunista y por esta razón gan
ó el premio Nobel de la Paz en 1975.

El más importante de todos los disidentes comunistas fue Mijail Gorbachev, Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética desde 1985 hasta 1989 y presidente ejecutivo de la Unión Soviética de 1989 a 1991. Gorvachev quería hacer del comunismo un sistema más eficiente y más democrático. Las reformas que propuso demostraron que el comunismo había fracasado. Los intransigentes del partido le declararon la guerra. Intentaron darle un golpe de estado que no triunfo gracias a otro comunista, Boris Yeltsin. La URRS se desintegró gracias a las iniciativas de Gorvachev y las acciones de Yeltsin.

En Cuba hay una nomenclatura disidente que se ha dado cuenta de que el castrismo ha sido un fraude. Esa disidencia quiere cambios importantes. Raúl y la gerontocracia les temen porque son enemigos que tienen adentro, como lo fueron del dogmatismo marxista-leninista en su tiempo Đilas, Sajarov y Gorvachev.

Que Milanés denuncie los atropellos a las Damas de Blanco debilita al castrismo y que se queje de que no publican sus declaraciones en Cuba lo daña también.

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