“AHORA SÍ GANAMOS LA GUERRA”: HACIA LA CONSOLIDACIÓN DE LAS TIRANÍAS EN CUBA Y EN VENEZUELA


Quisiera dentro de un tiempo, ojalá no muy lejano, que lo que escribo aquí sea un verdadero disparate. Nada desearía más.

Lo veo claramente, Obama no va a perder el tiempo ni la simpatía de la izquierda de los Estados Unidos y de Latinoamérica enfrentando al castro-chavismo en Cuba y/o, en Venezuela.

Los cubanos y los venezolanos demócratas no solo hemos perdido un presidente aliado sino que éste se ha convertido en un amigo de nuestros enemigos. Hasta bromas intercambió con Raúl Castro por teléfono.

No nos debía extrañar, él es un hombre tan pragmático que después de anunciar que los terroristas habían degollado al periodista estadounidense James Foley se fue a pasar un buen rato jugando golf el pasado agosto.

Obama ha logrado una gran victoria entre quienes creen que saben lo que está pasando en Cuba y en su ignorancia de la realidad se alegran de esta componenda.

En la Cumbre de las Américas a celebrarse en Panamá el próximo abril habrá dos ovaciones, una para Barack Obama y otra para Raúl Castro.

La Carta Democrática Interamericana de la OEA, aprobada en 2001, es letra muerta. La OEA y casi la totalidad de los gobiernos representados en esta organización se han convertido en sus enterradores.

Los latinoamericanos demócratas y bien intencionados que hoy se alegran del restablecimiento de relaciones entre la democracia norteamericana y la dictadura castrista no se asusten un día si a sus fronteras llega la nueva ola: “la dictadura de partido único en matrimonio con el capitalismo”.

El anuncio del presidente Obama del restablecimiento de relaciones diplomáticas con el gobierno de Raúl Castro y de toda una serie de medidas de orden político, comercial y diplomático que le acompañan, incluyendo el objetivo expresado por el Presidente de que el embargo se levante, me lleva a la conclusión de que Obama está satisfecho con el hecho de que en Cuba se consolide una dictadura al estilo chino o ruso -o algo parecido- siempre y cuando no mortifique mucho a los Estados Unidos.

No es de extrañar que la dictadura castrista ayude a la CIA y al FBI a darle seguimiento a los elementos terroristas islámicos que están infiltrados en Latinoamérica.

Es pura retórica la argumentación de que el embargo no ha podido lograr un cambio en Cuba y que esta nueva política avanzará la causa de los cubanos demócratas porque el gobierno de los Estados Unidos tendrá más influencia con el régimen cubano.

¿Ha tenido Obama más influencia con Putin después que lo trató como un líder civilizado?  La influencia de Obama entre los dirigentes del mundo está por el suelo. La pequeña Lituania está entrenando por su cuenta, una fuerza para repeler una invasión rusa, antes de que llegue otra pequeña fuerza móvil que la OTAN dice que estará lista dentro de dos años.

Recep Tayyip Erdoğan, presidente de Turquía, por meses se negó a hablar por teléfono con Obama.  Abdalá II de Jordania admitió a Charlie Rose en su programa de entrevistas televisivas que mucha de la violencia que aterroriza el Medio Oriente se pudo haber evitado si los Estados Unidos hubieran tomado a tiempo las medidas que él recomendó. No fue el único que las planteó.

Los cambios en Cuba

Quienes en el mundo piensen, repitan y escriban al compás del todavía fresco entusiasmo porque creen que ahora se abre la verdadera posibilidad de cambios en Cuba están un poco atrasados.

Los cambios en Cuba empezaron hace un montón de años cuando Fidel Castro -no fue Raúl- decidió que no se podría desarrollar la industria turística en Cuba si no era en sociedad con las cadenas hoteleras españolas.

Otros sectores fueron puestos en subasta -por ejemplo la minería- mucho antes que Raúl Castro heredara el poder.

Mientras tanto, las corporaciones manejadas por militares en Cuba acaparaban todo tipo de empresa.

Este cambio hacia el capitalismo obedecía a una decisión: la única manera en que el castrismo se mantendría en el poder era si el capitalismo lo sostenía. Eso lo inventaron en China, en Vietnam y en Rusia hace mucho tiempo.

En Cuba seguirán llevándose a cabo cambios cosméticos para engañar, pero el poder y las libertades fundamentales se quedan dónde están.

Hace más de 20 años que mi padre regresó de una reunión con un alto oficial en el Pentágono. No habían discutido nada especial, el militar quería conocerlo, o quería aprovechar la ocasión para decirle que habían recibido la visita de una representación militar de Cuba de alto nivel.

La comitiva había llegado con una propuesta:

Nosotros en Cuba estamos convencidos de que el régimen no es viable a largo plazo y necesitamos 20 años para el cambio y estamos preparando gente joven para esa transición.

La respuesta de los oficiales del Pentágono fue explicarles que ellos no podían decidir el asunto y que debían tratarlo con el Departamento de Estado.

Así que esto de los cambios no es nada nuevo, hechos a su  manera, no hacia la democracia.

Son cambios para quedarse en el poder, dar un poco de Internet como en China y en Rusia y dar libertades mientras éstas no representen un peligro para la clase dominante.

Asesinar y encarcelar opositores en lugar de fusilarlos y compartir con el capitalismo la explotación de un pueblo privado de libertad y de derechos. ¿Se les parece a China o a Rusia?

Otro argumento absurdo, que ahora se repite, es que ha sido el colapso de la economía venezolana y la posibilidad de que Cuba perdiera la subvención de ese país, lo que ha obligado a la dictadura en Cuba a llegar a un acuerdo con Obama. No lo creo.

La decisión de un acuerdo con los Estados Unidos obedece al reconocimiento de que aún con la subvención venezolana el castrismo no podía atraer capitales a Cuba porque sin el mercado de los Estados Unidos y el visto bueno de Washington quien invirtiera en la Isla estaba corriendo un riesgo muy grande.

Raúl viene pidiendo este arreglo desde que heredó el poder de su hermano.

Según Obama las conversaciones secretas comenzaron hace 18 meses, pero hace tan solo un año, en el funeral de Nelson Mandela, vimos las fotos casi lastimosas de un Raúl Castro suplicándole a Obama.

Obama por lo visto no había cedido a las peticiones del régimen castrista en ese momento. Hace 18 meses los precios del petróleo estaban muy buenos, no había crisis en Venezuela, donde se robaban los dólares a manos llenas.

Fue la gravedad de Hugo Chávez y su muerte lo que decidió finalmente a La Habana a empezar el juego de las negociaciones con los Estados Unidos, con el propósito de un acomodo que les garantizara el poder en Cuba.

En ese tiempo los precios del petróleo eran muy altos y nadie imaginaba el escenario actual.

Lo que realmente le preocupaba al castrismo era que Nicolás Maduro, su hombre en Caracas, no pudiera mantener el control. Les preocupaba que Estados Unidos aprovechara la oportunidad.  No tenían por qué preocuparse.

También les preocupaba que unos cuantos miles de venezolanos se tiraran a la calle a desafiar el régimen. No sabían lo que podía suceder y temían que alguien en el mundo los apoyara.

Tampoco tenían por qué preocuparse en La Habana, ya que la experiencia demostró que nadie apoyó con fuerza a los jóvenes venezolanos, entre ellos Obama. No se pasó de la retórica. Los gobiernos de Latinoamérica callaron, y con raras excepciones dijeron algo en voz baja.

La dictadura estaba consciente del desastre que se le avecinaba, mucho antes que esta reciente crisis del petróleo.

En diciembre de 2010 Raúl Castro reconoció públicamente:

“O rectificamos o ya se acaba el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos (...) el esfuerzo de generaciones enteras”.

Fue Obama el que no quería llegar a un acuerdo porque le perjudicaría políticamente en los Estados Unidos.

Esperó hasta perder el control del Congreso para hacer lo que Carlos Alberto Montaner ha descrito como algo “que le pedía el cuerpo”.

Obama no es una mala persona, cree que sabe mucho, pero no sabe tanto. Es un incauto y un pusilánime.

No lo digo yo, es la opinión de muchos expertos en los Estados Unidos, entre ellos la de varios de sus Secretarios de Estado, Defensa, y directores de la CIA.

Desconoció los consejos de su ex Secretaria de Estado, y sus dos ex Secretarios de Defensa sobre la necesidad de tener una política diferente en Siria. Y ya han muerto 200,000 seres humanos en ese país, y la cuenta sigue aumentando.

Antes de eso había ignorado el planteamiento estratégico propuesto por Richard Hoolbroke, su embajador especial para Afganistán y Pakistán, el diplomático con más experiencia en el área, que además contaba con todo el apoyo de Hillary Clinton.

Se burló incluso del potencial terrorista de ISIS cuando este grupo empezaba su guerra asesina y miren lo que ha pasado.

Pero no solo se burló de este incipiente grupo terrorista, sino que ignoró las recomendaciones de la Secretaria del Estado Hillary Clinton, del Director de la CIA David Petreaus y del General Martin Dempsey, Jefe del Estado Mayor.

Confió en Vladimir Putin como el que trata como un socio razonable, y le prometió que en su segundo mandato sería más flexible.

Putin, que es un mafioso, se dio cuenta que podía hacer lo que le diera en gana, porque no enfrentaba a un Ronald Reagan, y ahí tienen, muertos y heridos, la anexión de Crimea, y quien sabe cuántas sorpresas terribles más le esperan a Occidente.

Por muchas razones en estos momentos el 67% de la población estadounidense piensa que su país va por mal camino.

El secreto y la mentira

Obama ha aprovechado este diciembre para decir la verdad que ocultaba con mentiras.

Porque hasta ahora había reiterado una y otra vez en público que no habría un arreglo con el régimen castrista hasta que el país se encaminara al respeto de los derechos humanos.

Tampoco nos debe extrañar el uso de la mentira.

A los norteamericanos Obama les prometió, y repitió una y otra vez, que con su plan de servicios de salud -Obamacare- cada persona tendría el derecho a quedarse con el seguro que tenía y con el médico que lo trataba. Resultó lo contrario, y eso lo resiente la mayoría del pueblo americano.

Venezuela y el chavismo

El último alegrón de burro de quienes hoy aplauden la reconciliación de Obama con Raúl Castro es que creen que Raúl Castro ha desconocido a Nicolás Maduro y que el autócrata venezolano ha quedado en el ridículo con su retórica anti-norteamericana.

No amigos, Venezuela es el país con las reservas de petróleo más grandes del mundo y ni los chavistas, ni mucho menos Raúl Castro y la mafia castrista que controla a Venezuela, van a abandonar ese tesoro.

El castro-chavismo es un reptil de varias cabezas. No van a perder el petróleo venezolano; lo van a mantener a sangre y fuego y lo harán contra el pueblo y contra quien en los Estados Unidos o en cualquier parte pretenda ayudar a los venezolanos a recuperar su democracia.

Habrá primero miles de muertos en las calles de Venezuela antes de que Raúl Castro y sus cómplices pierdan el control de esas reservas prodigiosas.

El triunfo castro-chavista ha sido magistral. En los dos años que le quedan a Obama en la Casa Blanca van a tratar de destruir a la oposición democrática venezolana como sea.

No tienen que apurarse tanto, porque los republicanos, aunque controlan el Congreso, se comportarán con mucha cautela si quieren ganar la presidencia en 2016.

Obama podrá firmar sanciones simbólicas contra este y aquel chavista, eso no tiene mucha importancia.

Las muestras están a la vista: los estudiantes asesinados y los estudiantes detenidos, la prisión de Leopoldo López, y las acusaciones contra María Corina Machado. Están triturando a la oposición y el mundo calla, y cuando algunos hablan, de palabras no pasan.

Ahora las castro-chavistas tienen luz verde en Venezuela, porque del Presidente de Estados Unidos lo único que escuchará la oposición venezolana serán palabras bonitas.

No importa que el precio del petróleo esté a $60 o baje a $40 dólares el barril.  Comerán menos los venezolanos, aprenderán a no comer, como los cubanos, y no pasará nada, porque la represión se encargará de ellos, y se morirá el que se tenga que morir.

El petróleo y el dinero que necesite el castrismo seguirá llegando a Cuba desde Venezuela, para sostener la maltrecha economía de la Isla mientras los capitalistas extranjeros montan negocios y el turismo estadounidense contribuye con algunos miles de millones de dólares.

Raúl Castro acaba de ser muy claro al respecto aclarando que seguirán

“brindando apoyo frente a los intentos de desestabilizar al Gobierno de Maduro”.

Conclusiones

Acaba de anunciarse ese arreglo entre “Los Estados Unidos y Cuba”, que según los optimistas abre el camino a la democracia en la Isla.

Parece que Raúl Castro no piensa lo mismo. No se ha secado la tinta del convenio, si es que algo se firmó, cuando el General ha dicho:

“Ahora sí ganamos la guerra”.

Es lógico que se sienta eufórico, porque en Cuba y en Venezuela se sienten con luz verde para consolidar a una dictadura de partido único con una economía mixta.

Empresas estatales controladas directamente por el dictador, y la otra parte de las riquezas del país repartidas entre la nueva oligarquía y los capitalistas extranjeros obedientes de las reglas del régimen.

Habrá más cuentapropistas, que entonces serán llamados pequeños empresarios, porque al Estado no le interesará seguir manejando miles de restaurantes y otras pequeñas empresas que le han dado pérdidas por años. Pero todo el mundo tendrá que portarse bien.

Que nadie se equivoque con el cambio que espera, porque Raúl Castro acaba de decir que:

 “…de la misma forma que nunca nos hemos propuesto que los Estados Unidos cambien su sistema político, exigiremos respeto al nuestro”.

Tres días después del firmado el acuerdo, un bote con 29 cubanos, -entre ellos mujeres y niños que huían de la Isla, fue hundido por unidades del régimen a 22 millas de las costas de Matanzas. Y el campesino dirigente del CID en Velasco, Manuel León Martínez, fue amenazado de muerte por un esbirro de la tiranía.

Todo parece viento en popa y a toda vela para el castro-chavismo, pero quizás la providencia, las circunstancias cambiantes, el amor por la libertad de cubanos y venezolanos, lograrán que el triunfalismo de la tiranía castrista y su satélite venezolano naufrague en el intento.

Tenemos que luchar para que la libertad y la democracia triunfen en Cuba y en Venezuela.

Es un reto en que no solo está en juego la libertad de ambos pueblos; en esta guerra que Raúl Castro cree haber ganado se decidirá el futuro de la democracia en América Latina.

Cuando esto suceda, el silencio y la complicidad con que se apoya a estas tiranías serán nada más que otro capítulo cobarde y sucio en la historia de América.

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Huber Matos Araluce acusa a Obama de 'vender' a la oposición cubana a cambio de 'popularidad'


El dirigente de la organización opositora Cuba Independiente y Democrática (CID) Huber Matos Araluce afirmó el viernes que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en un esfuerzo por recuperar popularidad, vendió a la oposición interna en Cuba, informó la agencia Notimex.

La negociación Estados Unidos-Cuba, llevada a cabo durante un año y medio, en ese sentido constituye un error del mandatario estadounidense en materia de política exterior e implicó mentir a la oposición interna cubana, dijo Matos.

Obama no solamente fortaleció al Gobierno cubano sino que hizo lo mismo con el de Venezuela, aliado de la Isla, aseguró Matos Araluce.

"Nos ha vendido por popularidad", denunció Matos, hijo del comandante revolucionario y posterior disidente Huber Matos, que falleció este año y fue fundador de CID.

"Barack Obama lo hizo porque su nivel de popularidad en Estados Unidos es un desastre y porque su nivel de confianza en el mundo es un desastre", aseguró.

"El paso de Obama no ha sido correspondido con un mínimo de garantías del Gobierno de la Isla, en cuanto al camino a la democracia y al respeto a los derechos humanos", señaló Matos.

"El The New York Times, hace una semana, le indicó y le aconsejó que, si llegaba a un acuerdo con Cuba, eso iba a ser un triunfo internacional", agregó el empresario radicado en Costa Rica.

"Lo ha sido, porque toda la izquierda de América Latina lo apoya, porque toda la izquierda americana lo apoya también. Eso es demagogia", indicó.

Matos señaló: "Creo que el presidente Obama ha cometido un error más, en el campo de la política exterior. En el caso cubano, Obama lleva varios años diciendo públicamente que no va a llegarse a un arreglo con el régimen de La Habana, a menos que haya, y se den pasos hacia el respeto a los derechos humanos, en Cuba”.

"Entonces, de un momento a otro, dice que lleva negociando 18 meses, y que ha llegado a este acuerdo, sin mencionar ninguna garantía de posibilidad de democratización del pueblo cubano".

"Lo que ha dicho es de que, con un acercamiento, Estados Unidos va a influenciar en los eventos en Cuba", aunque "no ha podido influenciar en los eventos" en otros países, dijo el dirigente opositor.

"Es decir: es un hombre que, en el campo internacional, ha demostrado que no tiene experiencia, que no sabe tomar decisiones", aseguró.

En cuanto a la repercusión en Cuba, Matos dijo que "en la Isla, la información que yo tengo es que la oposición se siente defraudada por lo que ha sucedido".

"Porque la oposición, en forma sistemática, en forma respetuosa, y reiterada, le ha estado pidiendo a Obama, que no afloje, porque el régimen está en una situación difícil y va a hacer concesiones a la oposición tarde o temprano".

"Aquí, lo importante es que el régimen hiciera concesiones a la oposición, no al Gobierno de Estados Unidos", enfatizó. "Y hay un punto importante: ya los cubanos estamos cansados de que nos digan cómo tenemos que hacer las cosas".

Dijo que "cualquier presidente latinoamericano, cualquier analista de una universidad, te dice cómo, los cubanos, tenemos que resolver el problema, como si fuéramos un pueblo prehistórico, o si fuéramos 11 millones de individuos que tenemos problemas mentales".

"Los cubanos, sabemos cómo tenemos que resolver el problema, y, si hemos demorado 50 años en resolverlo, eso se debe a una serie de consideraciones que hay que analizar", reflexionó.

Añadió que el pueblo cubano "quiere una democracia, quiere un Estado de Derecho, quiere una Constitución, quiere poder trabajar, y quiere tener libertad, quiere vivir en una democracia", explicó.

"Los jóvenes cubanos saben lo que quieren y saben lo que no quieren: que no los sigan explotando con un sueldo de 17 dólares al mes, algo que saben los cubanos de adentro, y lo sabemos lo cubanos de afuera, y sabemos cómo resolverlo", agregó.

"Obama debería resolver los problemas que tiene en Estados Unidos, antes de meterse en las cosas de Cuba, a espaldas de la oposición, y en contra de la oposición cubana", sugirió.

En ese sentido, Matos indicó que Estados Unidos "se cree que por su poder puede negociar lo que crea, sobre cualquier país, pero tiene que entender que los países tienen derecho a resolver sus problemas".

Aclaró que "los cubanos sí necesitamos solidaridad de los demócratas, de los gobiernos demócratas, de los pueblos que viven una democracia, pero la solidaridad es un cosa y la intromisión es otra".

En opinión de Matos, "hay algo, todavía más grave que todo esto", ya que "yo creo que, lo que ha sucedido, entre Barack Obama y Raúl Castro, consolida al chavismo, en Venezuela. Raúl Castro no está abandonando a Nicolás Maduro, lo acaba de declarar".

Las autoridades cubanas "no van a abandonar a Venezuela, por la sencilla razón de que Venezuela tiene las riquezas petroleras más grandes del mundo, y el gobierno de Raúl Castro, ni los chavistas, van a soltar eso".

A su vez, dijo que en las calles de Venezuela se va a insistir en la represión, en la forma que sea, "los chavistas no dejan el poder aunque el petróleo baje a 30 dólares o a 20 dólares", vaticinó.

En tal contexto, "los venezolanos van a dejar de comer, tendrán que aprender a comer como se come en Cuba, muy mal", indicó

Diario de Cuba 

Patria, Pueblo y Libertad
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OBAMA Y EL RESET NUMERO 2 CON LA DICTADURA


Cuando llegó a la Casa Blanca en 2009,  el primer intento de acercamiento del presidente Barack Obama hacia el castrismo fue un fracaso.

Revisarlo es una tarea obligada, porque en los últimos meses se han intensificados las presiones para que  el mandatario cambie su política hacia un régimen que ha tiranizado a Cuba por más de medio siglo.

Entre estas presiones están las de The New York Times, uno de los más prestigiosos periódicos de los Estados Unidos, que ha dedicado varios editoriales proponiéndole al presidente tal curso de acción.

Según este diario, con una apertura hacia el gobierno en La Habana, Obama tiene ahora la oportunidad de anotarse una victoria internacional.

Quienes la proponen silencian que el primer intento del actual presidente estadounidense fue un fracaso que rayó en el ridículo.

Una iniciativa en el mismo sentido no es recomendable, por varias razones.

El gobierno de los Estados Unidos está lidiando con un panorama internacional en extremo complicado.

Por esta razón, y porque el capital político de Obama en el campo de las relaciones internacionales ha mermado considerablemente, no tiene sentido arriesgarse con una iniciativa conciliatoria en el campo minado de trampas del castrismo.

No sería el primer gobierno de los Estados Unidos que ha fracasado en el intento por desconocer las verdaderas intenciones de la dictadura en la Isla.

Un error de Obama en Cuba disminuiría su influencia en el Partido Demócrata, y dejaría a los Clinton al timón exclusivo de esa organización.

¿Quién puede estar interesado en esto?

Y es que los argumentos a favor de un cambio unilateral de política con el castrismo son tan frágiles, y la visiones de las situación en Latinoamérica y de la realidad cubana tan inexactas, que parecen una fórmula para que Obama se perjudique.

La influencia del gobierno cubano en Latinoamérica ha sido comprada con el petróleo venezolano y con el poder de compras de Venezuela, como es el caso de Colombia.

En las encuestas de simpatía en Latinoamérica el castrismo y el chavismo, simbolizados por Fidel Castro y Hugo Chávez, han ocupado siempre los peores lugares.

En esas encuestas Obama ha  tenido la ventaja sobre todos los políticos latinoamericanos.

Y en cuanto a Cuba, la mayoría de los dirigentes políticos de oposición en la Isla están en contra de un acuerdo entre Estados Unidos y el castrismo que no tenga como prioridad el respeto  a los derechos humanos, o sea, un cambio político en la Isla.

Pero como en una serie de artículos recientes se ha rebatido en forma contundente la posición de The New York Times y de otros, no voy a repetirlos. Recomiendo visitar Capitol Hill Cubans.

Pero creo que hay  razones detrás de toda esta campaña a favor de un acercamiento con el régimen de La Habana que merecen más atención.

Esta situación me ha hecho recordar dos afirmaciones de mi padre, el Comandante Huber Matos, cuando Raúl Castro asumió el poder en Cuba.

Me dijo: Raúl es un incompetente que no podrá resolver los problemas, y es un cobarde que huirá cuando vea peligro.
    
Las evidencias me hacen creer que Raúl Castro y su equipo, aunque quisieran quedarse en el poder, están preparándose para una eventual huida de Cuba, pero antes de hacerlo tienen que vender todo los activos del país.

Venderlos, pero a buen precio, y esto no se puede hacer sin la cooperación de Barack  Obama.

¿Por qué llamarlo un “reset” con el castrismo?

En 2009 La Casa Blanca planteó el inicio de una nueva relación con Rusia, la llamaron un reset (algo así como borrar el pasado y comenzar de nuevo).

En marzo de 2009 la secretaria de Estado Hillary Clinton regaló al Ministro de Relaciones Exteriores ruso Sergey Lavrov una cajita amarilla con  un botón rojo de “reset” y dijo:

“Me gustaría presentarles un pequeño regalo que representa lo que hemos estado diciendo el Presidente Obama y el Vice Presidente [Joe Biden] y yo, y eso es: 'queremos restablecer nuestra relación y  lo haremos juntos”.

La reacción de un grupo de europeos ante el cándido gesto, entre ellos Lech Walesa,  fue de preocupación.  La revista Time lo resumió  de esta manera:

“En el verano de 2009, dos docenas de estadistas de la Europa Central y Oriental emitieron un llamamiento conjunto para el Presidente Barack Obama diciéndole que no hay que olvidar las lecciones de la historia reciente.

La Casa Blanca  había hecho público su “reset” en las relaciones con Rusia como una pieza central de la política exterior de Obama, y los europeos estaban preocupados de que Estados Unidos estaba dando un visto bueno a Moscú por su invasión de Georgia el verano anterior.

“Hay nerviosismo en nuestras capitales”, le dijeron en una carta abierta a Obama, que fue firmada por los ex dirigentes de nueve estados de la Unión Europea.

“La OTAN hoy parece más débil que cuando nos unimos”, escribieron. Al mismo tiempo, la carta añadía, “Rusia es como una potencia revisionista persiguiendo una agenda del siglo XIX”.

Los resultados de ese “reset” están a la vista:

Después de haber agredido a Georgia, Rusia invadió a Ucrania, se apoderó de Crimea y actualmente los aviones de su fuerza área ingresan desafiantes en espacio aéreo europeo.
  
Los principales países que fueron sometidos por la URSS están alarmados por su seguridad, y la NATO está reforzándose  tardíamente.

Hay duda en las capitales europeas sobre cuál sería la reacción de Estados Unidos si Rusia continúa su política agresiva.

Por mucho que el presidente Obama ha insistido en su disposición a respaldar la integridad territorial de la zona, la duda persiste.

Las consecuencias dentro de Rusia han sido graves. Las aventuras externas de Putin, que no se pueden desligar de la percepción que tuvo de un Obama débil y amigable, lo han transformado de un autócrata corrupto a un héroe nacionalista.

Esto, más la continua represión contra la oposición democrática rusa, a la que el gobierno de Estados Unidos, en su afán de “reset” con el Kremlin, no respaldó, han hecho retroceder y debilitar el movimiento democrático en Rusia de una forma dramática y triste.

Considero que este retroceso democrático en Rusia y el resurgimiento de un nacionalismo, tan absurdo como peligroso, son daños a largo plazo que se pudieron haber evitado.

Por supuesto, otros dirigentes europeos también son responsables junto a Obama de este desenlace.

El primer “reset” de Obama con el castrismo

El primer “reset” de Obama con el castrismo fue otro fracaso para los cubanos y para la democracia latinoamericana, pero no tuvo mucha repercusión. 

Cuba no es muy importante en los círculos políticos estadounidenses, ni en sus medios de comunicación, a menos que se trate de alguna noticia que culpabilice directa o indirectamente a Washington, o que demuestre algún logro real o falso del sistema en la Isla.

Después de instalarse en la Casa Blanca en 2009, Obama, fiel a sus promesas de campaña, eliminó restricciones de los viajes de los cubanos a Cuba y del envío de dinero a la Isla.

Sin dudas, una acción conciliatoria hacia el régimen de La Habana que, con una economía que el propio Raúl Castro caracterizó cercana al abismo, comenzó a recibir cientos de millones de dólares, que a estas alturas ya suman miles de millones de dólares.

La reacción de La Habana a la nueva política de Obama no fue la mejor:

Purgas a funcionarios que no se consideraban incondicionales del raulismo.

El ascenso de Ramiro Valdés, represor por excelencia, miembro de la vieja guardia y jefe del Ministerio del Interior en sus épocas más siniestras.

La ausencia de medidas que respaldaran los cambios implícitos en las críticas de Raúl Castro al sistema.

La eliminación de elementos moderados del régimen, que simbolizaban por su juventud y sus experiencias promesas hacia menos estatismo.

La sistemática negativa del gobierno a comunicarse con la oposición democrática, la insistencia de medidas represivas contra la disidencia y -en una supuesta antesala a la apertura-  hasta la inexplicable persecución de cubanos que recibían señales de televisión vía satélite.

El gobierno cubano  parecía actuar más sincronizadamente con Hugo Chávez y con su retórica anti imperialista.

Se continuaba machacando en el tema del “bloqueo”, con una demagogia que no correspondía con la nueva disposición y acciones de la administración estadounidense.

Finalmente, el 3 de diciembre de 2009 fue arrestado y luego condenado a 15 años de prisión el ciudadano estadounidense, Alan Gross.

Gross había estado llevando a Cuba equipo digital, financiado por un proyecto del gobierno de los Estados Unidos, para que la pequeña comunidad judía de La Habana pudiera romper el monopolio informativo.

La falta de una actitud conciliatoria de parte del régimen castrista se mantuvo en secreto hasta que el 25 de octubre de 2009, el periódico español El País reveló la verdadera situación de las relaciones entre el gobierno de Obama y el de Raúl Castro:

El País informó que Barack Obama le había pedido al Presidente José Luis Rodríguez, durante su visita a la Casa Blanca, que le mandara este mensaje a Raúl:

“Decidle a Raúl que si él no da pasos tampoco yo podré darlos”.

Según El País, Obama insistió en el tema de los pasos:

“Nosotros estamos dando pasos, pero si ellos no dan pasos también, será muy difícil que podamos continuar”.

En el mismo artículo se cita a Obama pidiéndole a Rodríguez Zapatero:

“Que les diga a las autoridades cubanas que comprendemos que no se pueden cambiar las cosas de la noche a la mañana, pero que, pasados unos años, cuando se mire hacia atrás, debe quedar claro que éste fue el momento en el que empezaron los cambios”.

La política de tomarlo con calma

No habían pasado dos meses desde que Obama le había pedido a Rodríguez Zapatero intervenir con Raúl Castro a ver si continuaban dando “pasos”, cuando Arturo Valenzuela, Secretario de Estado Adjunto para Latinoamérica, le declaró a EFE, y el Nuevo Herald publicó, que:

“El Gobierno de EEUU se está tomando con “calma” el acercamiento y el diálogo que inició la Administración del presidente Barack Obama con Cuba, porque no busca un ‘‘cambio súbito” en este momento en sus relaciones con La Habana…Washington pretende “tomar el pulso a la situación” en Cuba para “ver cómo salir adelante”… “Lo que estamos viendo de cara al futuro es cómo seguir avanzando” en los temas de interés común para EEUU y Cuba, agregó el alto funcionario… Sin embargo, recalcó que se trata de “algo que nos estamos tomando en estos momentos con calma”… “No es una cosa en que se está buscando un cambio súbito en este momento. Estamos avanzando”, subrayó el diplomático”.

Al buen entendedor pocas palabras: las peticiones de Obama a Raúl Castro a través del presidente del gobierno español Rodríguez Zapatero habían fracasado.

Lo curioso y sorprendente es que pareciera que la Casa Blanca se quedó en el limbo ante la negativa castrista, es decir, sin estrategia.

Por lo menos eso se desprende de las declaraciones de Arturo Valenzuela cuando dijo: “algo que nos estamos tomando en estos momentos con calma”.

Lo más grave de esta situación es que ya la Casa Blanca había unido  esfuerzos con el gobierno español para desmantelar la política de la Posición Común de la Unión Europea.

Impulsada en 1996 por el ex presidente del Gobierno español José María Aznar, la “Posición Común” de la UE condicionaba la normalización de relaciones con Cuba a los avances que debía dar el régimen comunista hacia la democracia, la liberación de todos los presos políticos, y la mejora de los derechos humanos.

En otras palabras, sin ninguna garantía de que habría cambios democratizadores en Cuba en correspondencia a un acomodo con los Estados Unidos, ya el gobierno de Obama estaba trabajando con el gobierno español para neutralizar y desmantelar la Posición Común europea.

La prueba irrefutable de esta situación la expuso francamente el 28 de octubre de 2009 el embajador de España en Costa Rica, Arturo Reig, en un revelador artículo en el periódico La Nación: “Nueva Política hacia Cuba”, donde dice:

“Por cuanto antecede y a la vista del callejón sin salida a que han conducido dichas políticas de la UE y de los EE. UU., había que preguntarse si valía la pena persistir en ellas y tanto la actual Administración Estadounidense como España se han planteado si no había llegado el momento de establecer una auténtica interlocución con el régimen cubano para intentar que el ya mencionado proceso de reforma, pacífico, ordenado y negociado entre todos los cubanos, pueda iniciarse, contando con la ayuda y el apoyo de la comunidad internacional y, en particular, con los EE. UU., la OEA y la UE, y dentro de esta última, con el país que todos los europeos reconocen como el que tiene el mejor conocimiento de la situación en Cuba; es decir, España”.

Es realmente insólito que el presidente Obama y su equipo en el Departamento de Estado no hayan tenido la precaución de esperar por una reacción positiva del régimen castrista antes de comenzar a debilitar la Posición Común.

A menos que haya sido la insistencia de Hillary Clinton, entonces Secretaria de Estado,  quien le dio luz verde a tal acción en conjunto con el gobierno español  y el presidente Obama, no se hubiera comprendido todo lo que esto implicaba.

El hecho es que habían puesto en marcha un “reset” a lo Putin, es decir, una estrategia que asumía una reacción positiva de la dictadura, y no tenían lista una política alterna si la acción fracasaba.

Por esa razón cuando fracasó el acercamiento, no tenían otra salida que decir que “lo estaban tomando con calma”.

Las consecuencias

Los resultados del primer “reset” de Obama con el régimen de La Habana han sido favorables para el castrismo, que se ha beneficiado de miles de millones de dólares de remesas, más los ingresos por los viajes de los cubanos a la Isla.

La oposición democrática en la Isla perdió misteriosamente a dos de sus más respetados dirigentes: Laura Pollán y Oswaldo Payá, mientras la represión ha continuado implacable, y la violación de los derechos humanos sigue siendo sistemática.

La asistencia del gobierno estadounidense a los programas de apoyo a la oposición democrática se paralizó por un tiempo, y ha sido de sumas minúsculas comparadas con la asistencia a la lucha por la democracia en otros países.

El gobierno castrista no ha tenido que pagar ningún precio en su preponderante papel de guiar el aniquilamiento de la democracia en Venezuela.

Su complicidad con un estado terrorista como Corea del Norte quedó ampliamente expuesta con el contrabando ilegal de armas que fueron confiscadas en Panamá, sin absolutamente ninguna consecuencia real.

Los cambios en Cuba

El fracaso de los cambios económicos en Cuba no es solamente una prueba de la incompetencia de quienes tienen el poder en la Isla.

Fueron políticas anunciadas con otro propósito verdadero:

El de simular una apertura que le permitiera a la clase dominante repartirse los activos del país bajo la simulación de una apertura económica.

La muerte de Hugo Chávez y el peligro de perder la subvención venezolana cambió los planes, y ha obligado al régimen a un esfuerzo desesperado por acercarse al gobierno de los Estados Unidos.

Todos los demás supuestos beneficios de viajes al exterior y una flexibilización del aparato económico estatal son parte del despliegue de  trucos.

Sirven para confundir y darle argumentos al periodismo incauto en el exterior, a los políticos e intelectuales comprometidos históricamente con el castrismo, y para estimular a los grandes manipuladores de inversiones, y a los pequeños también.

La campaña anti embargo y pro acercamiento se lleva a cabo por diferentes grupos con diferentes motivaciones, pero de lograrse el objetivo, será uno solo:

Un acomodo con Estados Unidos le aliviará al castrismo la grave crisis que se vive en Cuba en estos momentos, dándole la oportunidad de mantenerse en el poder.

No solo le ingresarán más recursos por la llegada del turismo estadounidense a Cuba. Lo más importante es que garantizará una revaloración de activos cubanos en el mercado internacional.

Esto podría facilitar que la familia Castro venda a extranjeros esos activos y amase una fortuna de proporciones incalculables, para disfrutarlas en el exilio.

La familia Castro multiplicará su fortuna en el exterior sin preocuparse demasiado si el chavismo colapsa y la ausencia de la subvención venezolana provoca la caída del régimen.

De hecho, casi toda esa familia o vive o viaja con frecuencia al exterior.

Hay poderosos intereses que conscientes de que están en juego ganancias por miles de millones de dólares  generan  presión detrás  de bambalinas  para que Obama intente un segundo reset con el castrismo.

Copio una información de Cinco Días, el diario español dedicado a temas económicos. Saquen ustedes sus propias conclusiones (el subrayado es mío).

Occidental Hoteles sale de Cuba

A finales de año dejará de gestionar cuatro establecimientos en el país

L.S. MADRID 29-10-2014 19:33

Occidental Hotels & Resorts no renovará los contratos de gestión de sus cuatro establecimientos en Cuba, que vencían a finales de año, lo que supone la salida de Cuba de la cadena controlada por BBVA y Partler 2006, la sociedad patrimonialista de Amancio Ortega, según han confirmado fuentes del sector.

La decisión se habría adoptado al tratarse de unos contratos que vencían a finales de año y que de renovarse tendrían una duración de otros cinco años, lo que podría impedir a la cadena operaciones futuras. Se trata de los hoteles Occidental Miramar y Occidental Montehabana, situados en La Habana, y de los complejos turísticos Allegro Varadero y Allegro Club Cayo Guillermo, este último incorporado a principios de este año, según Efe.

Fuentes del sector han asegurado además que la salida de Cuba tendría un impacto escaso en la cuenta de resultados del grupo, dado que apenas suponen un 1% del Ebitda. [Nota de Cubanálisis: Ebitda es un acrónimo del indicador financiero Earnings before Interest, Taxes, Depreciation, and Amortization, en español beneficio antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones].

Los actuales propietarios de la cadena hotelera, BBVA y Amancio Ortega, mantienen sus planes de salir de Occidental Hoteles, en la que entraron en 2007 por unos 700 millones. El proceso de venta, controlado por Morgan Stanley, sigue su curso después de recibir el interés de varios grupos, como la cadena española Barceló, la firma estadounidense Marriott, la mexicana Posadas, Host Hotels y Playa, en consorcio con Hyatt, y los fondos KSL Capital Partners -asesorado por Iberostar- y Caribbean Property Group junto con Perella.

La decisión de salir de Cuba podría facilitar el interés de grupos inversores de Estados Unidos, dado que la legislación estadounidense les prohíbe tener intereses en la isla. A partir de 2015 Occidental Hoteles gestionará 15 hoteles en siete países tras la salida de Cuba y de que en diciembre de 2013 decidiera no renovar el contrato del hotel Miguel Ángel de Madrid.

Conclusión

Obama puede caer en una trampa si se deja llevar por los consejos de quienes tienen otras agendas, que no son ni sus aciertos en política exterior ni mucho menos el respeto a los derechos humanos en Cuba.

El presidente tiene las evidencias en sus manos, son sus propias experiencias con Rusia y con el régimen castrista. El precio de ignorarlas será muy alto para los cubanos demócratas, y también para él.

Por Huber Matos Araluce, Cubanalisis

Patria, Pueblo y Libertad

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LA CARGA AL MACHETE ESTÁ EN EL EXILIO ( I I )



En la primera parte de este artículo escribí que, oteando el futuro inmediato de Cuba, no me quedaba duda de que el fin del castrismo depende de lo que haga o deje de hacer el exilio cubano, porque los exiliados están en capacidad de descarrilar la transformación hacia un capitalismo al estilo chino, ruso o vietnamita, con el que la clase dominante castrista intenta mantenerse en el poder.

Y un levantamiento popular u otro tipo de acción colectiva en Cuba sería el resultado directo de la percepción que tenga el pueblo cubano del exilio y de la asistencia real que éste pueda brindarle.
  
Por esta razón, el castrismo, por años, ha dirigido contra el exilio toda la manipulación imaginable, con el fin de saturarlo de pesimismo y paralizarlo. El exilio es el gran peligro para la dictadura, porque es el disparador del cambio.

En esta segunda parte comienzo por lo obvio:

El gobierno de Obama no ha cometido hasta ahora el error de consolidar a la dictadura castrista porque se lo han impedido los congresistas cubanoamericanos en Washington; en otras palabras, se lo ha impedido el exilio cubano.

Sin estos congresistas, a quien Obama respeta, es muy probable que el turismo a Cuba estaría ya sustituyendo el vital ingreso de la subvención venezolana sin la cual el régimen castrista colapsaría.

Además, el levantamiento del embargo sería el próximo objetivo de la alianza procastrista.

No hay mejor muestra del poder del exilio cubano que el hecho de que los exiliados, con su derecho al voto en los Estados Unidos, han elegido un grupo de congresistas cubanoamericanos inteligentes, trabajadores y comprometidos con la libertad de Cuba.

Ellos son los que han impedido que el régimen castrista pueda aprovecharse de la candidez de muchos políticos estadounidenses y enfrentarse a los intereses creados en los Estados Unidos y en otros países.

Esto debe ser razón de orgullo y optimismo para los exiliados cubanos. Son ellos quienes por mucho tiempo han estado ganando la batalla más importante contra el castrismo.

Por todas estas razones, y por el sentido de oportunidad que se presenta, el exilio tiene que potenciar su inmenso y demostrado poder.

Aunque el exilio ha impedido que el actual gobierno en Washington cometa un error que favorezca al castrismo, esto puede cambiar.

Barack Obama puede ser menos propenso a dar un paso sin garantías democráticas en el caso cubano debido a las dificultades que enfrenta en el ámbito internacional.

Pero The New York Times acaba de sugerirle, en reciente editorial, que aproveche las circunstancias y coseche una victoria internacional llegando a un acuerdo con el gobierno cubano.

Académicos y personalidades del partido demócrata, como Hilary Clinton, han insistido en un cambio en la política hacia Cuba.

Si Hilary Clinton alcanza la candidatura demócrata y luego la presidencia, y sigue sus propios consejos, llegaría a un arreglo con el castrismo que condenaría al pueblo cubano  a una lucha más larga por la democracia.

No estoy proponiendo una campaña negativa contra Hilary Clinton, pero se puede hacer mucho para convencer a un sector del electorado latino, que votaría por ella, de que normalizar las relaciones con el castrismo es convertir a Cuba en un Vietnam, antidemocrático, abusivo y corrupto.

La señora Clinton seguramente tendrá en cuenta la opinión de los votantes latinoamericanos sobre el tema cubano.

Al mismo tiempo, el exilio debe estar consciente de que Washington no va a permitir fácilmente que el exilio se disponga a determinar ni los presentes ni los futuros acontecimientos en Cuba.

En los dos años y tres meses que le quedan en la presidencia al presidente Barack Obama lo menos que quiere es una convulsión en Cuba que le obligaría a tomar decisiones muy serias.

¿Por qué el exilio es tan decisivo?

Porque los exiliados tienen la libertad, los recursos, la motivación y, sobre todo, las ventajas para ganarle al castrismo en los escenarios donde es más vulnerable. Ya lo ha hecho en Washington.

En más de medio siglo la diferencia no ha sido que el castrismo tuviera la razón y los demócratas cubanos fueran los equivocados.

La diferencia es que la dictadura siempre ha tenido inmensos recursos a disposición y la oposición cubana ha luchado con migajas.

¿Cuáles son los escenarios vulnerables?

Además de un trabajo con los latinos en los Estados Unidos, otro campo de acción son el turismo extranjero a Cuba y el pueblo cubano.

Un proyecto informativo del exilio puede llevar a la industria turística castro-capitalista a la ruina.

No es necesaria una gran reducción del turismo para que los hoteles en Cuba pasen de las ganancias a las pérdidas.

Sin las inversiones extranjeras, sin el turismo estadounidense, sin la eventual subvención venezolana, y con una disminución del turismo extranjero, el único ingreso importante de la dictadura serían las remesas y los viajes de los cubanos a la Isla.

Esa última fuente de ingreso que le quedaría al castrismo es la más vulnerable de todas a la influencia del exilio cubano.

El pueblo cubano en la Isla tiene que saber con toda certeza que centenares de miles de cubanos que viven en los Estados Unidos estarán dispuestos a salir a protestar a la calle si se pretende ayudar al castrismo, o cuando sea necesario respaldarlo en sus demandas y sus acciones.

Esto requiere un trabajo de persuasión política muy bien diseñado y una ejecución profesional. No podemos seguir repitiendo que el pueblo tiene miedo y que lo único que quiere es irse de Cuba. Esto son situaciones circunstanciales.

Hay que apoyar a los cubanos que están enfrentándose en Cuba, hay que asegurarse que los recursos les llegan a ellos directamente y que no son desviados por quienes los reciben. Hay que tener la certeza de que a quien se ayuda es un opositor auténtico.

Conclusión

Si el exilio cubano comprende su verdadero potencial y se levanta por encima de la confusión y las frustraciones con que lo tratan de paralizar, el exilio comenzará la batalla final contra el castrismo.

Por todas estas razones, y por las que falten, la carga al machete está en el exilio, como lo estuvo en los tiempos de José Martí.

Ni la falta de unidad entre los cubanos, ni todos los infiltrados en Miami, ni los medios que nos hacen la guerra, ni el mundo entero, puede impedir que el exilio ponga de rodillas al castrismo.

Entonces el pueblo cubano tendrá la oportunidad y la posibilidad de materializar un cambio en Cuba. Transición en que no habrá sangre en las calles, porque nadie se atreverá a enfrentar a millones de cubanos con fe, determinación y esperanzas de vivir en libertad.

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