Donde coinciden Raúl Castro y Obama (III) “cuenta propistas y embajadores de la libertad”




Supuestamente convencidos de que la libertad en Cuba depende de la independencia económica de los cuentapropistas y de la influencia de los “embajadores de la libertad” el gobierno de Obama insistiría en que no solo hay que mantener el flujo de divisas a Cuba sino que hay que aumentarlo.


Por tal razón se debe continuar preparando las condiciones para eventualmente facilitar la llegada del turismo estadounidense a Cuba. Por ejemplo autorizando que desde más aeropuertos en los Estados Unidos se pueda viajar directamente a la isla.


De esta forma con los estadounidenses convertidos en embajadores de la libertad y con cientos o miles de millones de dólares entrando a Cuba para promover el trabajo por cuenta propia, Obama podrá demostrarle al mundo, a los estadounidenses y a los votantes cubano americanos que él pudo lograr lo que ningún gobierno anterior alcanzó.


Todo esto es hipotético o hipócrita. Quizás una mezcla de las dos cosas. A fin de cuentas hay ganancia a corto plazo para el gobierno en Washington. Pueden decir que tienen una estrategia de cómo resolver el problema cubano: el cuentapropismo. Sin esto el gobierno de Obama no podría demostrar que ha hecho o hace algo “efectivo” por la libertad en Cuba.


Con una reelección difícil y que se acerca muy rápidamente, seria inconveniente que el gobierno de Obama no tuviera un plan para satisfacer a los miles de votantes cubano americanos que lo respaldaron con su voto en las pasadas elecciones. Muchos de ellos pensando que con la idea de los turistas como embajadores de la libertad, a estas alturas las cosas habrían cambiado en Cuba.


Estamos seguros que parte del estratagema castrista dirigido hacia los Estados Unidos será complementado o reforzado oportunamente con la liberación del ingeniero Allan Gross. En La Habana esta simplemente esperando el momento oportuno para el notición.

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Donde coinciden Raúl Castro y Obama (II)


No hay que dudar de la buena fe del gobierno de Obama, ni de la de los disidentes “pro turismo” en Cuba en Cuba. Creer que cuando los demás piensan diferente a uno son mal intencionados es un mal hábito y una injusticia. Las diferencias se discuten con razones.


Pues bien, en alguna parte se llegó a la conclusión de que, si el turismo estadounidense no pudo ir a Cuba ayudar a desmantelar el castrismo, el cuentapropismo alcanzaría, como acaba de afirmar la Casa Blanca, “la independencia económica del pueblo cubano.”


Parece tener sentido creer que la independencia económica es una condición para el logro de la independencia política. Hay mucha gente que piensa así en el mundo, tantos como los que piensan que esto es simplemente una conjetura que no ha sido históricamente verificada. Por el contrario, hay pueblos donde la gente desde hace muchos años, digamos que siempre, han podido tener negocios, es decir trabajar por cuenta propia y aun viven bajo implacables tiranías.


Si el caso fuera tan persuasivo a favor del cuentapropismo como promotor o semilla de la libertad y la democracia en Cuba, cabría preguntarse ¿cómo es que Raúl Castro no se ha dado cuenta de la trampa que él mismo se ha puesto? ¿Cómo podrá evitar que el trabajo por cuenta propia en lugar de consolidar debilite su régimen y lo lleve a la tumba?


Está claro que Obama y Raúl coinciden en el medio –el cuentapropismo- aunque difieran en los fines. Esto es un poco difícil de entender y de explicar. También puede ser que ninguno de los dos –ni Raúl ni Obama- crean lo que dicen. Quizás el trabajo por cuenta propia es en realidad una estratagema con otros fines. ¿Cuál o cuáles?


Bien podría ser que Raúl Castro, al pregonar que los cubanos podrán trabajar por cuenta propia, esté enviando desde La Habana un mensaje al mundo y especialmente a Washington: “Hemos empezado por el capitalismo pequeño y después viene el capitalismo grande. ¡Ayúdennos a acabar con el comunismo!”.


En otras palabras, no importa lo que se dijo en el VI Congreso y no importa lo que haga la seguridad del estado contra la oposición. Según esta estratagema, la tiranía quiere hacer creer que se ha abierto la puerta en Cuba a la economía de mercado y no se volverá a cerrar. Quieren embaucarnos haciéndonos pensar que este es el camino de la libertad.


Admitamos que una buena parte del mundo se ha creído o ha llegado a esa misma conclusión. Por lo que acaba de declarar la Casa Blanca, el gobierno de Obama piensa igual. No es difícil de entender. A unos porque les conviene creerlo por sus negocios y a otros por su beneficio político.


Parece que el castrismo piensa que puede arriesgarse a autorizar el trabajo por cuenta propia, y que eso no pone en peligro la estabilidad de régimen, sino más bien que lo ayuda a atravesar una difícil circunstancia. Cuando fue necesario Lenin utilizó el truco y le dio resultado. ¿Por qué no a Raúl?


Pero en el caso de la Cuba actual los castristas pueden pensar que las ganancias no están en el aumento de la producción que puedan lograr dos o trescientos mil nuevos trabajadores por cuentapropia. Sino que más bien la ganancia vendrá porque el gobierno de Obama ante esas señales caerá en la trampa y creerá que esa es la vía para acabar con la tiranía en Cuba.


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Donde coinciden Raúl Castro y Obama (I)



Raúl Castro parece haber puesto muchas de sus esperanzas en los trabajadores por cuenta propia en Cuba; Barack Obama también. Como dicen que muchas veces en política la percepción es más importante que la realidad, analicemos al tema a ver adonde nos lleva.

Raúl Castro, como parte de su plan para continuar mandando en Cuba hasta que lo lleven al cementerio, y que su hijo el coronel de seguridad del estado se quede con el poder, ha abierto las puertas a los trabajadores por cuenta propia. Esa acción le ha ganado bastante publicidad en el exterior. Para muchos es un reformista, y escriben y comentan que Cuba ya va por buen camino.

Con el cuentapropismo se resuelven dos problemas a la vez. Pasando un porcentaje de los trabajadores del Estado a actividades por cuenta propia se ahorra y se aumenta la producción. El mundo perfecto. Hasta el dinero para esta iniciativa vendría del exterior. En eso también coincide la dictadura con la Casa Blanca.

Además, como un beneficio importante para el régimen, se le abriría a mucha gente en Cuba otra válvula de escape, además de la emigración a USA. Con el cuentapropismo los inconformes en la Isla no tienen que huir o hacer fila para conseguir una visa que los lleve a Miami. Pueden convertirse en pequeños empresarios. En resumen, saldrían de la penuria con esta oportunidad y un poco de esfuerzo.

En el lado contrario, la Casa Blanca piensa que con los trabajadores por cuenta propia se alcanzará la democracia en Cuba. Un vocero del gobierno de Obama acaba de declarar que impedir el flujo de remesas a la isla:

“daría al traste con los esfuerzos del Presidente por incrementar el contacto entre familias cubanas divididas, socavaría los esfuerzos por la independencia económica del pueblo cubano y el apoyo al sector privado en Cuba, esfuerzos que provienen de las remesas crecientes de familiares”.

Ahora que apareció la formula salvadora del cuentapropismo, el gobierno de Obama ya no pone tanto énfasis en el turismo estadounidense a Cuba. Los turistas serían una especie, y así se dijo oficialmente, de “embajadores de la libertad”. Washington creía que estos embajadores eran el instrumento ideal para gradualmente acabar con la tiranía en Cuba. Fue un magnifico descubrimiento que a mucha gente le encantó. Estoy seguro de que a Raúl Castro entre ellos.

Así los cubanos, al entrar en una especie de “osmosis” ideológica con los turistas “americanos”, se encaminarían, qué coincidencia, por cuenta propia, irremediablemente hacia la libertad. En aquellos tiempos un grupo de cubanos de la disidencia en la Isla apoyaron la iniciativa del turismo estadounidense a Cuba con el mismo entusiasmo y fe que el gobierno de Obama. En aquella ocasión escribimos algo sobre el tema y la iniciativa: Lanzándole un salvavidas a Raúl Castro.

Los congresistas cubanoamericanos no compraron la idea de los “embajadores de la libertad”, y la bloquearon. Eso si fue y es un bloqueo, y los turistas estadounidenses no pudieron viajar a Cuba, como Obama, Raúl Castro y el grupo de opositores quería. Quizás los estadounidenses viajaron al Oriente Medio y desataron allá la Primavera Árabe; habría que investigar.

Pues del turismo que viajaría a la isla con la antorcha o el virus de la libertad, se pasó a buscar otra idea de cómo resolver el problema de la falta de democracia en Cuba. Raúl Castro lo resolvió con el plan del trabajo por cuenta propia. Así ganó el favor de los estrategas obamistas y castristas. Contradictoriamente, unos a favor de la libertad y otros a favor de la tiranía.

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Cuba: Sin Venezuela (III) ¿el camino de China?


Intentar desarrollar en Cuba el modelo chino presenta obstáculos prácticamente insalvables. Uno de ellos de orden político comercial con los Estados Unidos. El otro relacionado con el potencial comportamiento del pueblo cubano en una transición de ese tipo.


El modelo chino de dictadura de partido y liberalismo económico no propiciará el estrecho vínculo económico que debe tener la isla con los Estados Unidos indispensable para acelerar su despegue. La mayoría del exilio cubano, o una parte muy poderosa de este, no aceptaría ese tipo de relación comercial sin un cambio político fundamental en Cuba.


El régimen castrista ha intentado infructuosamente que Washington acepte un acomodo que le permita a la dictadura sobrevivir a cambio de una apertura parcial hacia el capitalismo.


La insistencia en que se levante el embargo comercial y que se permita a los turistas estadounidenses viajar a la isla ha sido y sigue siendo la punta de lanza de esa estrategia. Con esa fórmula las posibilidades de éxito del castrismo son remotas. Pudieron haberse alcanzado a principios del gobierno de Obama, pero ya no.


Hay otro aspecto de suma importancia a considerar: Los frutos de una transición en Cuba tienen que verse a muy corto plazo para evitar convulsiones políticas. En realidad, el país no tiene tiempo. El pueblo cubano está agotado y sin fe. La juventud quiere huir de la isla. La mayoría de la masa trabajadora es empleada por el Estado y los niveles de productividad son bajísimos, etc. Un cambio, cualquiera que fuera, generaría expectativas irrealizables a corto plazo.


El pueblo tiene una visión muy clara de lo bien que se vive en el exterior, pero no sabe lo duro que hay que trabajar para alcanzar ese nivel. Tampoco se da cuenta que este se ha logrado como resultado del esfuerzo de generaciones. Una transición impuesta en Cuba desde arriba creará expectativas sin compromiso ni responsabilidad de parte de la población.


Esto obliga a que la fórmula de transición debe ser la consecuencia de una decisión del pueblo. Eso solo puede lograrse como el resultado de un proceso electoral transparente durante el cual los cubanos conozcan las opciones y se decidan por una de ellas. Cualquiera que sea el nivel de progreso que se alcance en el tiempo, el pueblo cubano no podrá esquivar la responsabilidad de su decisión.


En el caso de China el Partido Comunista ha podido controlar con represión grandes niveles de descontento. El rápido crecimiento en China lo ha ayudado a amortiguar la insatisfacción de grandes sectores de la población. Además, el orgullo nacionalista ha sido un factor atenuante.


Una democracia puede resistir la frustración en proporción directa al nivel de participación ciudadana en las decisiones públicas. Pero cualquiera que profundice en el fenómeno chino se da cuenta de la gran preocupación que tienen sus propios dirigentes. En 2007 el Primer Ministro, Wen Jiabao, declaró que la economía china era “inestable, desbalanceada, sin coordinación e insostenible”.


Creer que en Cuba durante una transición a la china se va a poder mantener la represión actual o recrudecerla si el proceso no rinde resultados satisfactorios es ilusorio. En China hay un equilibrio frágil pero al fin y al cabo equilibrio entre reformistas y conservadores. En Cuba los conservadores son un grupo de octogenarios desprestigiados, sin capacidad ni apoyo popular.


Raúl y su grupito quieren la permanencia a cualquier costo pero la nomenclatura cubana quiere un cambio sustancial que le permita formar parte de la transición y ser aceptada por el pueblo y la oposición. Una nomenclatura que sabe que si el país no progresa aceleradamente pasará su vejez en la miseria actual o aun peor.


Cuba es una pequeña isla con un pueblo que ha sido obligado a tener paciencia a base de represión pero que sin ella tendrá muy poca. El modelo chino en Cuba no tiene posibilidad real, aunque los hermanos Castros, sus hijos y demás familiares sueñen con él.

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La cabra tira al monte

Reproducimos un párrafo del artículo recomendado: "La cabra tira al monte" de Abel Germán


"En segundo lugar, porque si bien la descripción de la crisis es correcta, no tiene las mismas raíces que la que afecta a Cuba.

La de España obedece taxativamente a problemas sistémicos mundiales, agravados por una mala política económico-financiera nacional (basada en la construcción y el sector inmobiliario) que, al producir una burbuja, tenía que estallar.

Si tuviéramos que resumir podríamos hacerlo del modo que sigue: La crisis española y del resto del mundo capitalista occidental deriva, en última instancia, de un mal uso de la libertad.

¿Y la de Cuba?

Ésa parte de lo contrario. Es decir, de la falta de libertad. Dicho de otro modo: la crisis cubana es producto de una fatal combinación. Por un lado se mezclan la ineficacia del modelo y por el otro la irresponsabilidad y las pretensiones de un individuo o, si acaso, de una pequeña élite que, obcecada por el inmenso poder acumulado, implantó un régimen policíaco y un sistema económico cuyo clamoroso fracaso, en conjunto, es uno de los más tristes legados del siglo XX".
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Cuba: el síndrome de Benjamin Button


Madrid 09/07/2011

(VICENTE BOTÍN* – El Pais)

A los hermanos Castro y a la nomenclatura cubana les gustaría ser como el protagonista del relato de Francis Scott Fitzgerald, El curioso caso de Benjamin Button, que David Fincher llevó al cine en 2008, con Brad Pitt como protagonista. Es la historia de un hombre que nace con el cuerpo de un anciano y va rejuveneciendo con el paso del tiempo hasta que muere a los 85 años con el aspecto de un bebé.


Los hermanos Castro no se dan cuenta de que su reloj no puede ir hacia atrás, que se detuvo hace tiempo


Las reformas son un lavado de cara, un espejismo en medio del desierto.


La gerontocracia cubana desearía que su reloj biológico fuera como el de Benjamin Button para poder caminar hacia atrás en el tiempo. La cuadrilla de ancianos que gobierna Cuba desde hace más de medio siglo se resiste a aceptar lo inevitable. Su vida y su obra están a punto de fenecer. Pero ellos actúan como si fueran a vivir eternamente, como si su obra fuera a persistir. Viven encerrados en una caverna como la ideada por Platón, cegados por un vano solipsismo que les impide ver la realidad.


Es difícil creer que la revolución cubana va a continuar después de la desaparición física de sus hacedores. Produce estupor ver a Raúl Castro pegar parches con saliva en las velas desplegadas a todo trapo de un barco encallado. Sorprende ver al otrora Líder Máximo bendecir sin rechistar las “reformas” de su hermano que, entre otras cosas, legitiman a los merolicos, los trabajadores por cuenta propia a los que demonizó con acusaciones de “contrarrevolucionarios, bandidos, especuladores y lacra social explotadora”.


Al sanedrín de ancianos que gobierna Cuba ya no les queda ni siquiera la vergüenza de enrocarse en sus “convicciones”. Han dejado de ser lo que dicen que fueron. En 1959, Fidel Castro dijo: “Queremos liberar de dogmas al hombre (…) el problema es que nos dieron a escoger entre un capitalismo que mata de hambre a la gente, y el comunismo, que resuelve el problema económico pero que suprime las libertades tan caras al hombre”. Cincuenta y dos años después no se sabe muy bien en qué quedó aquella elección porque en Cuba no hay libertades y tampoco se ha resuelto el problema económico. Por eso Raúl Castro, en un más difícil todavía, parece inclinarse ahora por una mixtura entre comunismo y capitalismo, es decir que Cuba sea capitalista sin dejar de ser comunista. Como en el juego de Rayuela (se llama Pon, en Cuba), Raúl Castro salta a la pata coja de una casilla a otra para salir del purgatorio y alcanzar el paraíso con cuidado de no caer en el infierno.


En su libro Rayuela, Julio Cortázar propone al lector una búsqueda a través del caos. Y eso es lo que parece estar haciendo Raúl Castro. Después de destruir Cuba junto con su hermano, se postula ahora como arquitecto para reconstruir el país. Elemperador cubano sueña con la Domus Aúrea, la Casa de Oro que Nerón edificó sobre las cenizas de la Roma que ordenó incendiar. Las “reformas” que ha puesto en marcha son un lavado de cara, un espejismo en medio del desierto para hacer creer que el sistema puede reformarse desde dentro.


Si damos la vuelta al famoso anatema de Fidel Castro: “Dentro de la revolución todo; contra la revolución, nada”, podría decirse: “Contra la revolución, todo; dentro de la revolución, nada”. A partir de esta premisa ¿se puede encarar el futuro de Cuba? Hay muchas variables en juego. No se puede trazar una línea divisoria entre los que miran al pasado y los que lo hacen al futuro. Dentro del régimen hay fuerzas contrapuestas entre los duros y los pragmáticos; fuera de él, la sopa de letras que forman el insilio y el exilio, hacen muy difícil un frente común contra la dictadura. Sin embargo, todos esperan el hecho biológico, la desaparición física de los hermanos Castro.


La monarquía cubana no tiene un heredero como en Corea del Norte o Siria. La revolución devoró a sus propios hijos y no queda nadie con el carisma suficiente como para aglutinar a las distintas “familias” que controlan el país. La lucha por el poder puede ser despiadada como lo fue en la URSS tras la caída del comunismo. No será por ideología sino por dinero. Como dicen los gánsteres de la película El Padrino, de Francis Ford Coppola, “no es nada personal, solo son negocios”.


En el caso de que la nomenclatura resuelva la disputa a la rusa, quizá también como en Rusia alumbren a un aprendiz de brujo que quiera “blanquear” la revolución con un partido similar a Rusia Unida, de Vladímir Putin. Si a Enrique IV de Francia, París bien le valió una misa, el Putin cubano y su camarilla no tendrían inconveniente en someterse al veredicto de las urnas teniendo como tienen todos los resortes del poder en sus manos. Hay muchos intereses en juego y harán lo imposible por mantener el control sobre los recursos económicos del país.


Los partidos democráticos y sus líderes, desconocidos por el pueblo cubano, tendrán que decidir si quieren participar en un juego desigual con rivales experimentados y con las cartas marcadas o, por el contrario, se inclinarán por un borrón y cuenta nueva. Hay grupos radicales que rechazan todo contacto con la dictadura, pero otros preconizan un diálogo con los “reformistas” para negociar una transición pacífica a la democracia. El modelo español es una referencia para ellos. También, la Concertación de Partidos por la Democracia chilena, que aglutinó a los principales sectores de la oposición a Augusto Pinochet y derrotó al candidato de la dictadura en las elecciones presidenciales de 1989.


Es muy difícil especular sobre lo que va a pasar en Cuba. La tarea que se ha propuesto Raúl Castro para “actualizar” el modelo y garantizar la “irreversibilidad” del socialismo, es una quimera tan fantástica como el monstruo imaginario de la mitología griega que tenía tres cabezas, una de león, otra de cabra y otra de dragón que salía de su cola. Raúl Castro no echa fuego por la boca, pero sus palabras son cenizas. Lo que arde en Cuba son los rescoldos de una hoguera apagada imposible de avivar.


Los babalawos, los sacerdotes de la santería cubana utilizan un complejo sistema de adivinación para que el orisha o dios Orula les revele el futuro. En ninguna de sus predicciones aparece Benjamin Button, un hombre que nació con el cuerpo de un anciano y va rejuveneciendo con el paso del tiempo hasta que muere a los 85 años con el aspecto de un bebé. Pero los hermanos Castro sueñan con parecerse a Benjamin Button. No quieren darse cuenta de que su reloj no puede ir hacia atrás. Su reloj se detuvo hace mucho tiempo.


* Vicente Botin, excorresponsal de TVE en Cuba, es autor de Los funerales de Castro y Raúl Castro: La pulga que cabalgó al tigre.
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Cuba: Sin Venezuela ¿el camino de China? (II)

China: 9,596,960 kilometros cuadrados


El futuro de Cuba hoy depende de si Hugo Chávez se muere o sobrevive. Si muere dependerá entonces de si quien lo sustituye en Caracas va a seguir sosteniendo al régimen castrista en el poder. La tiranía en la isla parece tener prevista una alternativa. Si es el modelo chino están equivocados. Estas son algunas de las razones:


Desde hace más de tres décadas la estrategia de China a partir del liderazgo de Deng Xiaoping fue abrir las puertas al capitalismo a un paso acelerado sin que el Partido Comunista cediera el control del poder. La estrategia castrista pretende tomar el mismo camino en cámara lenta, sin comprender que el contexto histórico y geopolítico de Cuba es completamente diferente.


China era y es muy importante para el mundo capitalista. Cuba no lo es. Guangzhou, la tercera ciudad de China tiene 12 millones de los 1300 millones de habitantes de China. En toda la isla de Cuba viven un poco más de 11 millones de personas.


Hace tres décadas China despertó un gran interés en el mundo capitalista. Entonces con una población de 1200 millones de habitantes, con un extenso territorio y una posición estratégica privilegiada se podía abrir un inmenso mercado. China dentro de la economía de mercado podía transformar el mapa comercial del mundo. Lo ha logrado.


Cuba, ni comunista ni capitalista, tiene ni tendrá remotamente esa importancia. Nuestro país puede seguir en la miseria por otro medio siglo o prosperar bajo una democracia sin que esto represente ninguna ventaja o desventaja estratégica de importancia para ninguna otra nación.


El error de Raúl Castro y su grupito ha sido creer que la Cuba que ellos controlan es algo así como el ombligo de Latinoamérica o del mundo. Los castristas parecen no haberse dado cuenta de que la guerra fría ya es historia. En su subconsciente siguen creyendo tener el apoyo de una potencia como lo tuvieron por tres décadas de la URSS. Los Migs soviéticos en Cuba debían estar en un museo y sus tanques también.


Por esa prepotencia los castristas perdieron la oportunidad que les Obama les brindó. Sin conocerlos, el presidente estadounidense al principio de su gobierno les tendió la mano casi incondicionalmente. Lo rechazaron. Ahora el Presidente está ante una difícil reelección y no le queda tiempo ni capital político para arriesgarlo con Raúl Castro.


Ya no es la URSS la que los sostiene en el poder en Cuba sino la subvención venezolana, pero Caracas no es Moscú. Venezuela es un país en permanente agitación y, aunque Chávez no muera, nadie sabe hacia adonde va.


La verdadera importancia de Cuba para los Estados Unidos no se debe a sus once millones de habitantes ni a sus 114,000 kilómetros cuadrados, se debe al exilio cubano. El poder político y económico de los exiliados cubanos en los Estados Unidos se toma en cuenta en la compleja aritmética política de ese país. Además, los cubanoamericanos han establecido extensas relaciones en los Estados Unidos durante medio siglo.


La importancia de la relación es a la inversa. Los Estados Unidos son sumamente importantes para Cuba. El despegue económico de la isla dependerá totalmente de su acceso al mercado de los Estados Unidos. En consecuencia son los Estados Unidos los que pueden condicionar esa relación de acuerdo con el respeto a los derechos humanos en Cuba.


El interés esporádico del mundo actual está principalmente relacionado con lo que puede pasar en la pintoresca isla de Cuba. Un país que está en la quiebra después de que por medio siglo el régimen se pasó alardeando de sus éxitos y al mundo le pareció bien creérselos.


La China tendrá a Taiwan y Cuba tendrá a Miami, hasta ahí las coincidencias. El castrismo en Cuba como el comunismo en Corea del Norte son anacronismos en un mundo que está al mismo tiempo diseñando y construyendo un nuevo Renacimiento cinco siglos después de aquel que transformó a la humanidad.


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Cuba: sín Venezuela ¿el camino de China?



Aunque el futuro de Chávez es todavía incierto y el de la continuidad de la subvención venezolana también, la tiranía castrista no puede evitar afrontar la posibilidad real de que la permanente transfusión venezolana pueda llegar a su fin en algún momento.

¿Qué hacer?

¿Debe Cuba tomar el camino de China?

Una respuesta afirmativa no implica suponer que el actual gobierno de Cuba tiene la capacidad para tomar ese camino con éxito. Tampoco que es el mejor camino hacia el progreso del pueblo cubano.

Deng Xiaoping, el arquitecto de la transformación en China, desde muy joven demostró un liderazgo excepcional. Durante toda su vida Raúl Castro, el heredero de la dictadura en Cuba, ha demostrado exactamente lo contrario.

La pregunta y la respuesta tendríamos que plantearla en el plano hipotético, en el cual Cuba tendría un liderazgo con la voluntad y la capacidad para realizar un cambio que: 1) en el menor tiempo posible evite el impacto del fin de la subvención venezolana y 2) en el menor tiempo posible eleve en forma sustancial el nivel de vida de sus ciudadanos.

Si este fuera el caso, como finalmente puede serlo en Cuba, la primera pregunta a responder es si el fenomenal desarrollo económico de China fue una excepción o no. No lo fue. Antes que China, Japón salió de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial para llegar a convertirse en una potencia económica mundial sin necesidad de sacrificar las libertades de sus ciudadanos.

Otros países como Taiwan, Malasia, Singapur y Korea del Sur, partiendo de economías muy pobres, han llegado a convertirse en protagonistas sobresalientes en la economía globalizada.

En cualquiera de estos países los niveles de ingreso per cápita son superiores a los de China continental. En cualquiera de estas naciones el respeto a los derechos humanos es superior al de China.

Ante esta evidencia, el camino chino no parece el ideal. También veremos que no es el más consecuente con la realidad geopolítica de la Cuba actual. Pero antes de tratar este último tema, analicemos otras consideraciones que merecen tenerse en cuenta.

El primer paso a la economía de mercado en China comenzó en 1978 sin un plan estratégico. Mucho se ha hablado y se ha escrito sobre la revolución agrícola en China, pero esto fue una respuesta inmediata a la hambruna de ese año.

Es cierto que las decisiones a favor del cambio por parte del Onceavo Congreso del Partido Comunista Chino en 1978 fueron precedidas de algunas medidas liberalizadoras, pero el plan maestro que se asume ha sido una conclusión posterior y no un punto de partida.

Cuba no tiene por qué improvisar en el terreno agrícola como lo hizo China. Por el contrario, el desarrollo económico de Cuba debe ser el resultado de un plan estratégico a largo plazo. Este debe considerar la realidad nacional y los retos y oportunidades de la globalización.

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Secreto insostenible



Hugo Chávez se debate hoy entre la vida y la muerte, sometido al drama que define y agobia la existencia de todo ser humano. Así debió reconocerlo finalmente el presidente venezolano, el jueves pasado, al cabo de casi tres semanas de internamiento en un hospital habanero. Chávez se vio obligado a confesar en público sus males en un corto discurso difundido por la televisión, debido al fracaso de los intentos desplegados por los manejadores de imagen para ocultar su cáncer. Estos esfuerzos, lejos de mantener en secreto la gravedad del padecimiento, más bien alentaron toda suerte de especulaciones.


El desenlace era de anticipar pues en la era actual de las comunicaciones mundiales se torna prácticamente imposible mantener ocultas las dolencias que agobian a una figura tan polémica y prominente. Cabe señalar, asimismo, que el secreto impuesto sobre la enfermedad del presidente venezolano remite al estilo autocrático del estalinismo soviético, inspirador de regímenes como el de Cuba y, en alguna medida, el de Venezuela. Los altibajos de la salud del jefe máximo y de figuras prominentes del régimen se mantienen fuera de los ojos del público. El propósito fundamental es preservar incólumes la imagen de superioridad y, sobre todo, el mito de la invencibilidad del líder.


Muchas fueron las torpezas de los publicistas cubanos y venezolanos que suelen resguardar la figura política de Chávez. El más reciente ejemplo fue el patético show televisivo mudo de Hugo y Fidel, ambos en ropajes deportivos y sumidos en la lectura profunda de Granma, el martes último. El episodio, sin embargo, naufragó el jueves siguiente en virtud del anuncio aplazando el superespectáculo internacional programado para el 5 y 6 de julio, en la isla Margarita, donde Chávez pensaba coronarse fundando una OEA sin Estados Unidos, con ocasión del bicentenario de la independencia venezolana. El resbalón fue mayúsculo y determinó la confesión pública de Chávez esa misma noche.


Con todo, el síntoma más grave de la crisis causada por la ausencia de Chávez son las grietas de autoridad visibles en las declaraciones y gestos públicos de algunos aspirantes a la jefatura suprema del Estado bolivariano, cuyo número se multiplica cada hora. El más notorio ha sido Adán Chávez, hermano de Hugo y su cercano asesor, además de importante vínculo con el aparato cubano, quien en una asamblea de empleados estatales proclamó la necesidad de una “lucha armada”, si fuera del caso, para preservar la revolución. La declaración se interpretó ampliamente como un llamado a las armas si el vacío presidencial llega a poner en riesgo al régimen. Asimismo, fue percibido como el prólogo a una encarnación venezolana de Raúl, el hermano confiable del monarca enfermo.


Otra facción que hace olas es la del vicepresidente Elías Jaua, a quien Chávez expresamente privó de las facultades presidenciales durante su ausencia. Jaua lidera una corriente chavista radical y dogmática muy cercana a Cuba pero adversada por los militares. Agreguemos una vertiente importante que aglutina a Diosdado Cabello, dirigente del Partido Socialista Unido de Venezuela, con los generales Henry Rangel Silva, Hugo Carvajal y Ramón Rodríguez Chacín, triunviros que rigen los negocios más cuestionados del régimen y son figuras muy populares en las Fuerzas Armadas.


Un informe de Stratfor, respetado consorcio consultor de inteligencia y seguridad, destaca que Alí Rodríguez, expresidente de la empresa petrolera estatal PDVSA y miembro destacado del régimen, junto con Rafael Ramírez, actual jerarca de PDVSA y ministro de Energía, han venido operando de manera autónoma, convirtiéndose en figuras sumamente poderosas, que inquietan a Chávez. Finalmente, las milicias bolivarianas, un ejército paralelo que responde directamente al mandatario, serían centrales en una disputa por la presidencia.

Desde luego, un choque de tendencias en busca del poder perfilaría un desenlace poco democrático y un franco retroceso para las aspiraciones del pueblo venezolano. Con todo, es una eventualidad que, si bien por ahora es teórica, fácilmente podría tornarse cercana y real en la medida en que la enfermedad de Hugo Chávez se agrave.


En dicha coyuntura, no es dable ignorar el factor Cuba. Hay legiones de cubanos por Venezuela entera, en toda la escala de los centros de poder del Estado. Su ubicuidad en los mandos de las Fuerzas Armadas y la Policía, y jefatura absoluta del aparato de seguridad, testimonia el avanzado fenómeno de la “cubanización” venezolana. El mismo hecho de que Chávez se encuentre en Cuba en sus presentes circunstancias, habla mucho del tipo de relación que se ha creado con la Isla.

Agreguemos los múltiples problemas por resolver en el país, que demandarían una mano firme en el timón: inflación galopante, inseguridad ciudadana conexa a una espiral de criminalidad, una rebelión carcelaria que el Ejército no logra desarmar, los apagones en aumento, las demandas impostergables de infraestructura y la modernización de PDVSA, y un cúmulo de tareas que engrosan la categoría de temas pendientes.


Sin lugar a dudas, el futuro de Venezuela bajo Chávez se muestra tortuoso, despótico e inestable. Solamente un pacto patriótico para acometer los cambios y transformaciones que conduzcan a una democracia genuina y moderna, rescatarían al país de su actual estancamiento chavista. Una nota final de advertencia: cualquier nuevo liderazgo que espere para sus planes el respaldo financiero del petróleo, mejor que no se engañe. Chávez, a fin de financiar sus aventuras internacionales, incluyendo la manutención global de Cuba, ha enajenado las reservas petrolíferas por los próximos cien años. Y esto sí que es un drama.


(EDITORIAL – La Nación Costa Rica) (San José 02/07/2011)


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