Hasta visitar prisioneros constituye un delito en Cuba


Ramón Arbolaez Abreu, residente en Edificio No.2, apto. 15, Reparto José Martí, Santa Clara Villa Clara, nos narra la impedimenta recibida de visitar a su amigo preso.


“El día 4 de noviembre de 2009, me presenté en la prisión Depósito Cuncuní, sita en carretera Central, banda a Placetas, con la intención de visitar a mi amigo Jorge Luis Artiles Montiel, recluido en aquel recinto, pues el “Bebo” como cariñosamente lo llamamos no tiene familiares que lo visiten en la prisión.”


“Como a las doce del día aproximadamente, estando en la prisión, se me acercó el oficial Yunier Monteagudo Reina y me comunicó que estaba detenido, sin ofrecerme una razón que justificase tal detención, me condujo en un auto patrulla a la 4ta. Unidad de la Policía de Santa Clara, ubicada en el barrio de Dovarganes.”


“Estando en la carpeta de dicha Unidad, llamaron por teléfono al oficial de la Seguridad del Estado, Héctor de la Fe Freire, quien después de un pequeño diálogo me informo que por decisión del Teniente Coronel. Vagué, jefe de Enfrentamiento de la Seguridad del Estado, se me prohibía continuar visitando a Jorge Luis en la prisión”.


“Al preguntar en qué se fundaba esta decisión ¿qué delito estaba cometiendo al visitar un recluso? La respuesta fue que Jorge Luis continúa involucrado en actividades contrarrevolucionarias, por lo que no se permitirá sea visitado por personas sin vínculo de consanguinidad.”


“Por más que pienso no comprendo como una persona dentro de una cárcel y bajo estricta vigilancia puede efectuar actividades subversivas ¿Será esto cierto? Bueno, en fin me dejaron detenido como medida preventiva “castigo” por espacio de 24 horas. Antes de liberarme levantaron un acta de advertencia para dejar plasmado que a mi amigo no le puedo visitar y si regreso a una visita ya sé lo que me espera. Nada que hasta visitar prisioneros constituye un delito en Cuba”.


Santa Clara, 29 de diciembre de 2009.


Sucesos narrados por la comunicadora comunitaria Ana Rosa Alfonso Arteaga.

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La Navidad para los cubanos


En este día de celebración cristiana en el mundo, el Partido Cuba Independiente y Democrática (PCID), desea hacer llegar a nuestros compatriotas algunas reflexiones sobre esta especial ocasión.

En nuestra aspiración a vivir en una sociedad en la cual la tolerancia a las ideas y a las formas de vivir de los demás deben ser valores fundamentales, el cristianismo, en su prédica de amor entre los seres humanos y su rechazo a la violencia, tiene vigencia universal.

Para el cristianismo la vida humana no es un accidente cósmico, sino el producto de la creación divina, que dotando de inteligencia y creatividad al ser humano lo alienta al uso de la libertad con el fin de que pueda escoger, por su libre voluntad, la forma de vida que le permita su realización personal y el tipo de contribución que brindará a la sociedad.

Nosotros los cubanos, (hijos de Dios, con derecho a vivir en libertad, sin que nadie se otorgue por la fuerza, la superioridad intelectual y moral para reprimirnos por nuestras convicciones o aspiraciones) por más de medio siglo hemos sido educados y forzados a la idolatría de hombres e ideas, que castigan brutalmente al menor indicio o sospecha del uso del libre albedrío.

En el orden legal y político, el camino a la libertad y al respeto de los derechos humanos es el camino hacia un Estado de Derecho, que alcanzaremos como resultado de un esfuerzo patriótico, pacífico, organizado y constante; pero en el orden espiritual, los cubanos tenemos que liberarnos primero de la prisión mental en que nos han encerrado por tanto tiempo.

Olvidar a Dios en estas circunstancias es una opción para todos nosotros, como es también una opción el recurrir a la oración, para que El, con sus poderes y su misericordia, nos llene de esperanza y nos ayude en nuestra lucha por la libertad.

Por el Partido Cuba Independiente y Democrática (CID)

Roberto Marrero de la Rosa, Presidente

Camagüey, 24 de diciembre de 2009

Patria Pueblo y Libertad
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EL OCASO DEL ALBA

Con cuatro horas de discursos concluyó, el lunes 14 de diciembre, la VII Cumbre del ALBA (Alianza Bolivariana de Nuestra América) en La Habana. El ALBA está compuesta por Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Dominica y Antigua y Barbuda. Fundada hace cuatro años por Fidel Castro y Hugo Chávez, el ALBA ha sido una tribuna de ambos. Su íntima relación personal le ha puesto el sello a este instrumento de agitación política.

El gran ausente fue el anciano dictador de Cuba, del que se proyectó un video con imágenes viejas. Chávez dijo que había visitado a Fidel y que, cuando se despedían, casi se lo trae; pero, aunque con los ojos Fidel le decía que quería, no se montó en el auto (i).

Teniendo en cuenta la obsesión escénica de Castro: ¿Quién o qué evitó que asistiera a la Cumbre del Alba? Chávez dijo que, como Fidel lo calcula todo “científicamente”, no quiso entregarle a él en ese momento - el de la visita - la carta que Chávez leería en la Cumbre. Fidel le dijo que se la enviaría. Chávez aclaró que Fidel no le entregó la carta para que él no se enterara con anticipación de su contenido y eso, según Chávez, fue un cálculo científico de Fidel. Así son las cosas del ALBA, donde la desconfianza entre aliados es una ciencia. (II)

El encuentro fue una repetición de demagogia antimperialista y de la desprestigiada teoría de la explotación de los países ricos contra los pobres; los ricos son ricos porque les roban a los pobres; la pobreza no se debe al mal manejo de sus gobiernos. Ni Raúl Castro ni Hugo Chávez tuvieron la capacidad escénica para convertir el evento en algo atractivo para la prensa internacional, salvo CNN. La Cumbre del ALBA también competía con la XV Conferencia sobre el Cambio Climático en Copenhague y una ola de golpizas y arrestos a disidentes en Cuba, que incluían hasta a las Damas de Blanco.

Los asistentes a esta cumbre tenían poco de qué alegrarse y bastante de qué preocuparse. La popularidad de Hugo Chávez va en decadencia, los petrodólares no alcanzan y el escándalo de los bancos lo salpica. Raúl Castro se refirió en su discurso a la Alianza Bolivariana de Norteamérica en lugar de la Alianza Bolivariana de Nuestra América, –el nuevo nombre del ALBA. ¿Qué tendría en mente? Además, inventó un nuevo tipo de compañía: la “grannacional”, o tal vez trató de decir transnacional y no pudo porque no puede.(III)

La cara de Daniel Ortega parecía reflejar que en la última encuesta el 57% de los nicaragüenses rechaza su labor de gobierno y el 25.8% lo respalda (IV), y la de Patricia Rodas, que fue representando a Manuel Zelaya como Ministra “constitucional”, era pura amargura; el único que dejó entrever alguna tranquilidad fue el boliviano Evo Morales.

Está fresca la herida por el fracaso del ALBA en Honduras. La reelección de Daniel Ortega en Nicaragua es cuestionable. El Salvador no ingresará en el ALBA. Hillary Clinton ha advertido que quienes coquetean con Irán en la región lo harán por su propia cuenta y riesgo. Chávez y Raúl deben estar preocupados por sus elucubraciones contra Colombia, un juego que se sabe cómo empieza pero no cómo termina.

Hace cuatro años, con el precio del petróleo por las nubes, el binomio Chávez/Fidel parecía temerario. Pero el desastroso gobierno de Chávez, sus atropellos contra la democracia en Venezuela y sus extravagancias, insolencias e intromisiones contra otros países han demostrado, sin duda, quién es el heredero de Fidel Castro. Durante este tiempo ha quedado al descubierto el fracaso de medio siglo de estatismo castrista y de represión totalitaria.

El ocaso del ALBA quedó a la vista con su fiasco en Honduras, donde un pueblo pobre prefirió proteger lo poco que tiene antes que embaucarse con cantos de sirena.

El desprestigio de sus dos fundadores fue demostrado el 12 de diciembre de 2009: Según esta última encuesta de Latinbarometro, la popularidad de ambos es la peor en Latinoamérica, de una escala de 1 a 10: Chávez un 3,9 y Fidel un 4 . La VII Cumbre del Alba fue su velorio anticipado y el réquiem político de Fidel Castro. (V)




[i] "Salió a despedirme hasta la puerta, y (cuando) me voy a montar al carro le dije: 'vamos a hacer una cosa, móntate ahí y te llevo'. En los ojos le vi que se montaba", relató el mandatario venezolano. (AFP)

[ii] “Ahora mismo vengo de ver a Fidel que me dijo: ‘Chávez te he hecho una carta’, y le dije dámela, ‘no, te la mando cuando el acto comience’. Él calcula todo científicamente, me dijo: ‘te la enviaré para que no conozcas el texto cuando el acto haya comenzado’ y en efecto me la acaba de enviar y me pidió que yo la leyera y la voy a leer”, dijo. (Fidel me hizo el honor de hacerme hijo suyo, y así me siento, Radio Surco15-12-2009 08:20:52)

[iii] http://www.youtube.com/v/iMUWwgaIddc&hl=en&fs=1 Escuche minutos 2.42 y 6:18 en video a la izquierda de la pagina del blog.

[iv] MANAGUA — El 57% de los nicaragüenses desaprueba la gestión del presidente Daniel Ortega en sus tres años de gobierno, así como considera negativo el desempeño de la oposición, según una encuesta de la firma M&R Consultores publicada por el diario La Prensa este lunes.

Ortega cierra el 2009 con una aprobación del 25,8%, mientras que un 16,9% de los encuestados dijo no tener ninguna opinión sobre su mandato iniciado en 2007, según la encuesta.

[v] El mejor evaluado fue Obama con un 7; seguido de Lula 6,4; el rey Juan Carlos, 5,9; Rodríguez Zapatero, 5,8; la chilena Michelle Bachelet, 5,8; el costarricense Oscar Arias, 5,7; el mexicano Felipe Calderón, 5,7; el colombiano Álvaro Uribe, 5,4; y el uruguayo Tabaré Vázquez, con un 5,3. Con 5 o bajo el 5 están el paraguayo Fernando Lugo y el ecuatoriano Rafael Correa, 5; el boliviano Evo Morales y la argentina Cristina Fernández, 4,8; el peruano Alan García, 4,7, y el nicaragüense Daniel Ortega, 4,3. El ex presidente cubano Fidel Castro fue calificado con un 4 y Chávez con un 3,9.

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Hugo Chávez y la guerra con Colombia

Hugo Chávez planea un enfrentamiento bélico con Colombia antes del año 2012. Como van las cosas quizás sea su única alternativa. Razones tiene: su pérdida de popularidad entre los venezolanos; un precio del petróleo que no alcanza para mantener su política de botarate; su fracaso en Honduras y un aliado iraní que le resta prestigio en lugar de sumárselo.

Todo apunta a que el nivel de descontento en Venezuela continuará creciendo. El panorama no es prometedor para el oficialismo en las elecciones parlamentarias de setiembre del 2010, y menos aun en las presidenciales del 2011. Chávez necesitará una buena excusa para mantenerse en el poder.

Para un aspirante a dictador no hay nada mejor que la amenaza de una guerra o la guerra misma. A Chávez esto le facilitaría aplastar a la oposición democrática y radicalizar a sus seguidores. El escenario ideal es un conflicto armado con Colombia, que en la demagogia chavista es una avanzada del “imperialismo yanqui”. Chávez ya califica las bases militares de Estados Unidos en Colombia como una declaración de guerra contra Venezuela. Ahora la “víctima” tiene que defenderse; está preparándose y esperando.

En el momento apropiado Chávez podrá movilizar políticamente a los venezolanos, dividirlos entre patriotas y traidores. Los patriotas chavistas ya no tendrán que defender los fracasos de la revolución bolivariana; en su lugar se lanzarán a la ofensiva contra los traidores “pitiyanquis”.

Ante un estado de guerra, la celebración de las elecciones quedará condicionada a las conveniencias del autoproclamado hijo de Fidel. Se llevarían a cabo solo si creen que pueden ganarlas, con trampas. Si no, tendrán razones de seguridad nacional para aplazarlas.

A Chávez le bastaría con provocar una escaramuza militar y darle tintes de guerra. No importaría si Venezuela pierde o gana el primer enfrentamiento. El objetivo no es ganar la guerra, sino forzar su reelección, o si no suspender las elecciones venezolanas. No habrá miles de muertos ni de heridos porque la ONU, y por supuesto la OEA, estarán listas para pedir y exigir un cese a las hostilidades. Hasta eso estaría calculado.

Chávez sabe que el ejército colombiano tiene la experiencia combativa y la capacidad militar para darle una zurra, pero siempre puede atribuir su fracaso inicial – y la consiguiente pérdida de vidas venezolanas - al imperialismo yanqui.

Ya Brasil ha planteado una solución para evitar un conflicto fronterizo entre Colombia y Venezuela. Chávez lo ha rechazado porque le cerraría las puertas al espectáculo que prepara.

Los frecuentes y misteriosos viajes de Chávez a Cuba lo delatan. No quiere usar ningún medio de comunicación que pueda ser interceptado por los servicios de inteligencia estadounidenses. El asunto hay que tratarlo personalmente en La Habana, donde los castristas han elaborado los planes militares. Chávez se juega el poder en Venezuela, y la tiranía fideliana el usufructo de las mayores reservas de petróleo de Latinoamérica.

Colombia y los Estados Unidos tienen dos opciones:

a) Una campaña diplomática en el plano internacional para dejar a Chávez al descubierto, sin excusa y sin razones para un conflicto militar.

b) Dejarlo actuar y darle una paliza.

Parecería que la primera opción es más razonable para Colombia y para Washington, pero como en estos asuntos siempre hay factores en juego que no son fáciles de discernir, el tiempo dirá qué pasará con Chávez, sus tanques, sus aviones, sus cohetes y sus aspavientos militares.
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Por qué no se debe levantar el embargo (20) Conclusiones finales (3 de 3)

El capitalismo no es la democracia. El capitalismo es un modelo económico que ha demostrado capacidad para adaptarse a sistemas políticos diametralmente opuestos. Cede ante un Estado de derecho, pero cuando este no existe es implacable en el abuso. Una apertura de la dictadura castrista hacia el capitalismo no garantizará el respeto a los derechos humanos. La única garantía hacia un Estado de derecho en Cuba es una constitución democrática, leyes, instituciones y una cultura de tolerancia. Creer que se puede construir una democracia sin validar como primer paso una constitución, es un autoengaño.

Cuando ha convenido a sus intereses, el castrismo se ha amancebado con el capitalismo. Lo hizo cuando perdió la subvención soviética. Asoció a los empresarios canadienses y españoles a su monopolio económico de la isla. Extenderá los mismos o mayores privilegios al capital estadounidense, ante el peligro de perder la vital subvención chavista. En cuyo caso el capitalismo norteamericano, con sus inmensos recursos, se haría dueño de lo mejor de Cuba en detrimento de los cubanos, limitados en derechos y oportunidades. Este esquema le permitirá a la nomenclatura y a las mafias extranjeras hacerse también dueñas de lo que quede de Cuba. Este escenario es solo posible si Obama levanta el embargo unilateralmente. Una posición firme del gobierno de los Estados Unidos, por el contrario, fortalecerá a la oposición democrática y al sector de la nomenclatura que aspira a un cambio hacia la libertad.

En las circunstancias actuales visualizo estos escenarios:

1) No muy seguros de que Chávez mantenga el poder, pero sin disposición a negociar una transición democrática con los Estados Unidos, los reaccionarios dan a los cubanos en la isla espacios de iniciativa privada con tres propósitos: a) Tratar de frenar el deterioro. b) Aliviar el descontento interno creando expectativas de progreso a mediano y largo plazo c) Mejorar una imagen en el exterior para inducir eventualmente a la administración Obama a un acuerdo en que se levante el embargo sin que el castrismo ceda el monopolio político, pero pareciendo que lo hará. En mi opinión en este plan está Raúl Castro de acuerdo con el gobierno de Zapatero, Lula da Silva, intereses económicos y políticos en España, Brasil y los Estados Unidos, y el Secretario General de la OEA, entre otros. Levantar la prohibición de viajes a los turistas estadounidenses es parte importante de esta estrategia de desmantelar el embargo gradualmente. Si se falla, siempre les quedan alternativas.


2) Ante el hecho o el temor inminente de que Chávez pueda perder el poder en Venezuela, o ante un deterioro inmanejable de la situación interna, y una vez eliminada la influencia de Fidel Castro por muerte natural o por una incapacidad mental total, Raúl Castro reitera su oferta a Obama de discutir “de todo” a cambio del levantamiento del embargo. En este caso, con el respaldo de los Estados Unidos se podría negociar, entre la oposición y la nomenclatura progresista, una transición democrática pacífica y ordenada, en la cual los cubanos en la isla podrán competir por su justa participación el desarrollo del país.


3) Convencidos de que la subvención de Chávez continuará evitando el colapso material del país, los reaccionarios (con o sin Fidel Castro presente) se niegan a negociar con los Estados Unidos, mantienen el control a base de represión, hacen cambios cosméticos pero no implementan una apertura efectiva en el campo económico.


No descarto fluidez en los escenarios, ni tampoco el eventual hecho imponderable. Tampoco la posibilidad, improbable pero no imposible, de una cadena de acontecimientos que disloque el frágil control que la dictadura mantiene sobre la población, y desemboque en cuestión de horas, días o meses, en una nueva realidad nacional. No estoy refiriéndome a la muerte de Fidel Castro, porque no creo que vaya a desatar tal reacción. Por alguna razón la tiranía ha demostrado un gran temor a las pequeñas y esporádicas manifestaciones públicas de protesta, a las que reprimen inmediatamente. Da la impresión de que creen que se pueden convertir en una protesta de mayores proporciones.


La desaparición de Raúl Castro del escenario político no se puede descartar, por accidente o por enfermedad, puede fugarse al exterior, o ser eliminado en un arreglo entre los generales cubanos y los Estados Unidos como un paso previo a negociaciones.

Hemos analizado el embargo en su contexto histórico y actual, pero especialmente proyectando su efecto en el porvenir. La posibilidad de negociarlo es real; fue el propio Raúl Castro quien planteó una negociación, aunque luego tuviera que retirar su propuesta. No insistir en su oferta inicial seria un absurdo.

El castrismo es una praxis fracasada y el comunismo una ideología sin legitimidad. La población cubana está descontenta y quiere un cambio hacia la democracia. Tiempo más o tiempo menos, el castrismo demagógico y brutal cede por agotamiento y ante nuevas circunstancias, para las que no tiene respuestas. Sin duda, el levantamiento unilateral del embargo estadounidense le daría oxígeno a una dictadura en franca decadencia. Tal acción, lejos de viabilizar la democracia en Cuba, le daría al capital estadounidense la oportunidad de hacer a gran escala lo que ha hecho España en Cuba: en la medida en que al régimen le ha convenido, han monopolizado un sector estratégico de la economía cubana en detrimento del pueblo.

Las transiciones hacia la democracia en los países ex comunistas demuestran que solo dan resultado donde han estado más claras las metas y han sido más transparentes los procedimientos; de lo contrario han servido para la alianza entre burócratas y mafias con capitalistas sin escrúpulos. Por eso, en el contexto del embargo - el tema central de este análisis - hemos insistido en una negociación, y en la prioridad de una constitución democrática que garantice la transición a un Estado de derecho en Cuba.


San José, Costa Rica
Diciembre 7 de 2009
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POR QUE NO SE DEBE LEVANTAR EL EMBARGO (19)


Conclusiones finales (2 de 3)

Uno de los argumentos utilizados por los enemigos del embargo es que se trata de una política equivocada para lograr cambios hacia la libertad en Cuba. Según ellos lo inteligente, lo europeo - el polo opuesto a la falta de imaginación americana – es una estrategia basada en la amistad y el comercio. Esa modalidad, practicada especialmente por España desde los tiempos del dictador Franco hasta los del actual gobierno del Partido Socialista Obrero Español, tampoco logró ningún mejoramiento en el respeto a los derechos humanos en Cuba. Fue y sigue siendo una excusa para justificar negocios multimillonarios en la isla.

Con solo amistad y negocios, no era difícil suponer que se fracasaría en el campo de los derechos humanos. En Cuba se entronizó una dictadura por designio ideológico y decisión personal de Fidel Castro, quien se ha negado a darles libertades a los cubanos porque cree que son incapaces de manejarlas. Por eso en Cuba hay menos teléfonos celulares que en Haití (479,000 vs 3.2 millones) y el acceso a Internet tiene que estar autorizado por el estado, que controla también todos los medios de comunicación. Ninguna política de amistad y comercio iba a cambiar al sistema comunista, el miedo a la libertad del pueblo, ni las obsesiones del dictador.

Se ha abusado del frágil argumento de que, sin el embargo, la tiranía se quedaría sin excusa para sus fracasos y su política represiva. Como si las dictaduras se sostuvieran sobre excusas. Las dictaduras son fábricas de excusas para estimular el odio y justificar la violencia. Hugo Chávez, el hijo político de Fidel Castro, quien tiene como principal socio comercial a los Estados Unidos, es tan enemigo de la democracia venezolana como del “imperialismo yanqui”. Al castrismo le sobrarán siempre excusas para mantenerse en el poder.

Se afirma que, sin el embargo, el pueblo cubano se daría cuenta de que la pobreza en que vive no es culpa de los “americanos”. Es cierto que la propaganda castrista fue efectiva en responsabilizar al embargo de todos los problemas, pero, con el tiempo, cada vez más cubanos han comprendido que este no es el caso. En la última encuesta que se hizo en Cuba, publicada por el “Instituto Republicano” un 75% de los cubanos de la isla dijo que votaría por un sistema democrático si tuviera la oportunidad; y solo el 8% creen que un levantamiento del embargo mejoraría la situación económica.

Esta minoría del 8% contrasta con la inmensa mayoría que piensa que aun sin el embargo su suerte no mejoraría sustancialmente. Mientras la economía siga controlada por el Estado, los ciudadanos saben que siempre serán una especie de esclavos. Además, en un contexto dictatorial el capitalismo explota brutalmente a los trabajadores con el consentimiento oficial. La cadena de Hoteles Meliá le paga a un empleado en Cuba $25 dólares al mes, mientras su contraparte en Costa Rica recibe un sueldo mensual de $800 dólares.

Otro caso: la más importante y “revolucionaria” reforma propuesta por Raúl Castro para resolver la crisis alimentaria en Cuba, es entregar en usufructo las tierras estatales a los campesinos. Pero, sin un título de propiedad, los agricultores están sometidos a un permanente chantaje político y saben que de la noche a la mañana pueden ser despojados por el gobierno de la tierra que les prestaron, perder sus fuentes de ingreso, su forma de vivir y el capital acumulado en mejoras. Consecuencia directa de no tener la protección de un Estado de Derecho.

Hay quienes propugnan el levantamiento unilateral del embargo porque este conduciría al desarrollo del capitalismo en Cuba y a su corolario político: la democracia representativa. Quienes piensan así sustituyen las lecciones de la historia por una quimera. No conocen la preocupante experiencia de las transiciones en los países ex comunistas. Están ignorando la naturaleza de las dictaduras y sus burocracias, el apego a los privilegios y la corrupción, sumadas a los intereses del capitalismo, cuando el entorno le permite desarrollarse en su versión abusiva.

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Honduras y el plan secreto para legitimar a Raúl Castro

Un inesperado acontecimiento político en Honduras trajo a la superficie realidades ocultas y puso en relieve verdades convenientemente pasadas por alto. En Honduras el incipiente imperialismo brasileño sacó sus garras. Hugo Chávez demostró hasta dónde puede llegar. José Miguel Insulza hizo encallar a la OEA. La política latinoamericana mostró su incoherencia y hasta la paloma de Obama perdió algunas plumas. En Honduras naufragó el plan secreto para legitimar a Raúl Castro en Cuba.

Pocos en la región hubieran imaginado que detrás del presidente brasileño había otro personaje esperando su turno. Lula da Silva sorprendió con sus contradicciones. Reclamó con prepotencia el regreso de Zelaya a la presidencia para salvar la democracia en Honduras, mientras llenaba de abrazos y cordialidades a sus entrañables amigos, el dictador de Cuba y su hermano Raúl. Con similar deferencia es aliado de la teocracia iraní, que acaba de robar una elección reconocida como legítima por Lula da Silva. Irán es promotor del terrorismo internacional, su régimen reprimió con brutalidad a quienes protestaron por el robo de la elección y trató con increíble crueldad a quienes fueron arrestados. Lula no está por la democracia en Honduras ni por la tiranía en Cuba o en Irán. Lula está por lo que cree que le conviene a Brasil en su camino a la hegemonía regional. El imperialismo brasileño ya enseñó sus uñas; hispanoamericanos, tomemos nota.

A Hugo Chávez le faltó todo lo que le sobró a Micheletti. El venezolano demostró que con petrodólares no pueden comprarse ni inteligencia ni coraje. Con ambas cosas hay que nacer. La estrategia del castro-chavismo en Honduras fue primitiva, insolente y estúpida.

José Miguel Insulza demostró que no se pude servir a dos amos, el ALBA y la OEA. En una entrevista inmediatamente después de la expulsión de Zelaya, declaró a CNN que sobre el caso de Honduras lo único que podía hacer la OEA era una denuncia moral. Pero inmediatamente después de encontrarse en Managua con el cuate de Hugo Chávez, se lanzó como un miura contra la clase política hondureña. Con amenazas, prepotencia y promesas incumplidas, Insulza ha escrito una triste página en la historia del organismo regional.

Los sucesos en Honduras descarrilaron el plan secreto para legitimar el poder de Raúl Castro en Cuba, en el cual la diplomacia brasileña y la venezolana trabajaron intensamente. El objetivo era que Latinoamérica, con el respaldo del gobierno español, presentara a Obama un frente unido apoyando a Raúl Castro en Cuba, con el argumento de que una transición ya estaba en marcha y que requería de la dirección de Raúl para garantizar la estabilidad del proceso. Presionado por la comunidad internacional, pues España se haría cargo de convencer a la Unión Europea, el presidente estadounidense suspendería incondicionalmente el embargo. Como compensación, el capital estadounidense entraría en Cuba con inversiones que le permitirían una buena tajada de la economía cubana.

El primer paso consistía en el levantamiento de las sanciones a la dictadura castrista. Así sucedió por decisión unánime de las naciones latinoamericanas en Tegucigalpa a principios de junio. No fue un hecho aislado ni fortuito. Con toda intención, ni uno solo de los presidentes latinoamericanos mencionó la falta de un estado de derecho en Cuba. Con anterioridad presidentes latinoamericanos habían viajado a Cuba a saludar al convaleciente Fidel Castro y a su escogido sucesor Raúl. Persuadida por Brasil, Costa Rica había anunciado su decisión de restablecer relaciones diplomáticas con Cuba tres meses antes. Arias alegó la existencia de nuevas realidades. El Departamento de Estado en Washington no era ajeno ni se opuso a estas maniobras.

El Secretario General fue entrevistado por CNN inmediatamente después de que la OEA levantó las sanciones a la dictadura castrista, abriendo la puerta a un ingreso a la OEA por iniciativa de Raúl, después de la muerte de Fidel. En esa entrevista Insulza anunció eufórico que estaba seguro de que hasta el embargo estadounidense también se levantaría, e insinuó que, en el caso de Cuba, la OEA podría ser flexible en la interpretación de la Carta Democrática. Con toda razón, la Carta Democrática jamás se ha usado para defender la democracia en Venezuela. ¿Por qué aplicarla en Cuba?

Menos de 30 días después, Manuel Zelaya perdía la presidencia y la democracia se pondría inusitadamente de moda en la OEA y en la ONU. La presión de Hugo Chávez a Insulza fue decisiva. Nadie en este continente, ni fuera de él, quiso perder la ocasión de redimirse. Honduras les daba la oportunidad de lavarse el pecado de haber guardado un silencio cómplice, y en otros casos cobarde, ante el estrangulamiento de la democracia en Venezuela.

La consecuencia no calculada fue que, al resaltar la virginidad democrática de cada uno de los enemigos del “golpe de estado”, y al utilizar todo tipo de sanciones contra quienes sacaron a Zelaya del poder, convencidos de que podrían doblegar a Roberto Micheletti y su gobierno, el esquema para colar por la puerta de atrás al nuevo dictador castrista en la OEA se ha convertido en una tarea casi imposible. Después de Honduras y su aislamiento internacional, para ingresar en el organismo regional Raúl Castro tendría que hacer en Cuba elecciones debidamente supervisadas por todos sus miembros, incluyendo los Estados Unidos.

En Honduras ha triunfado el derecho del pueblo a escoger a su gobernante, que era en esta crisis lo prioritario, en lugar de encasquillarse amedrentando y humillando a la mayoría del pueblo y a sus representantes, culpándolos por errores y exigiéndoles acciones que ninguno de los actores internacionales exige a los Castro y a Hugo Chávez, transgresores brutales de los derechos humanos y la democracia en este continente. En Honduras los grandes perdedores han sido la hipocresía y la demagogia latinoamericana, y se descarriló el plan para legitimar el fraude raulista. La OEA ha sufrido una innecesaria pero merecida lección y la paloma de Obama tendrá que aprender a volar menos errática y con menos plumas.
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Reinaldo Escobar y el reto de un hombre: ¡Wir sind das Volk!


Reinaldo Escobar retó al agente de policía política que había agredido a su esposa Yoani Sánchez, el tristemente famoso “Rodney”, a un encuentro no violento en una calle de La Habana. Escobar en realidad estaba desafiando el poder de una burocracia octogenaria.

¿De qué otra forma se puede explicar que, en lugar de Rodney, Escobar encontró a una turba organizada que lo rodeaba gritando a coro: “esta calle es de Fidel…esta calle es de Fidel”? ¿A qué viene esto? Se supone que todas las calles, carreteras, caminos, veredas, atajos, trillos, puertos y aeropuertos de Cuba son de Fidel. Por medio siglo han sido de él y de nadie más. Alguna duda tendrán cuando necesitan ratificarlo con semejante alarde.

Temían que Escobar le robara una calle a Fidel. ¿Qué hacer? ¿Mandar a expertos en karate a dar golpes con varillas de construcción escondidas en periódicos, – otro de los logros de la revolución, porque los anticuados policías de Batista daban palos con garrote? Nada mejor que la chusma castrista advirtiendo a los cubanos: Que no se lo ocurra a nadie robarle una calle a Fidel porque “esta calle es de Fidel, esta calle es de Fidel”.

¿Y se puede robar una calle? Por supuesto, en Cuba se roba de todo. Para mucha gente es la forma de sobrevivir con un sueldo que no llega a 56 centavos de dólar por día, (Menos de $17 dólares mensuales). Se le roba al Estado en sus tiendas, sus gasolineras, sus fábricas, sus granjas avícolas, sus carnicerías, sus comedores, sus cooperativas, sus aduanas y sus puertos. Se roba mucho, se roba poco, pero se roba siempre.

Pero en Cuba el delito más grave es querer robarse una calle. ¿Se puede robar una calle? ¡Sí! En un lugar donde no son del pueblo, porque son de un tirano, también se pueden robar. ¿Y cómo? Existen muchos precedentes, pero citemos uno solo.

El Alemania Oriental, el 4 de setiembre de 1989, los feligreses después de una misa se adueñaron de las calles y del parque de Leipzig. Este hecho se repitió como una epidemia en otras ciudades. A los dos meses el pueblo alemán creyó que era dueño ya no de las calles, sino de su propio destino. Más de medio millón de personas tomaron la Plaza Alexander en Berlín. Cinco días después el fatídico muro desapareció para siempre.

Aquellos sucesos cambiaron el mundo y la gerontocracia castrista no quiere que se repitan en Cuba. Fidel y Raúl no tienen la intención de refugiarse en Chile, como tuvo que hacer su amigo y aliado Erich Honecker, el que perdió las calles en Alemania del Este. Ellos llegaron a la conclusión de que, en el caso de Escobar, era mejor no arriesgarse a perder la primera calle; porque perdiendo una se empezó en Alemania.

Aquello que gritaban en Leipzig: ¡Wir sind das Volk!, resultó mortal para el comunismo y podría convertirse en Cuba en un grito similar: ¡Nosotros somos el pueblo!
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Los turistas americanos en Cuba: “A Paradise under the stars”


Se acaba de celebrar una audiencia, en el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, sobre las restricciones a los turistas estadounidenses para viajar a Cuba. Hubo posiciones a favor y en contra. Quienes están a favor de que se levanten esas restricciones argumentan, entre otras cosas, que nuevos ingresos por turismo – si se pasara de dos a tres millones de visitantes extranjeros por año – ello podría mejorar la situación económica y política de los cubanos. Dejando de lado los temas legales, veamos los económicos.

Estos turistas adicionales podrían representar un ingreso de mil millones de dólares, que divididos entre 11.4 millones de habitantes tocarán a $7.30 dólares mensuales por cubano. No veo cómo el nivel de vida del pueblo pueda mejorar con tal miseria, en el supuesto escenario de que el ingreso se distribuyera equitativamente entre todos los cubanos, que no es ni será el caso. Cada dólar que entra en Cuba va directo las arcas de la dictadura, que después de descontar el 20% entrega una moneda devaluada a los visitantes. Los mil millones de dólares serán de uso discrecional de la tiranía y se repartirán en represión, espionaje, propaganda exterior y prebendas para los cómplices y sus familiares.

Algunos nos quieren presentar como embajadores de la libertad a los turistas de los Estados Unidos. No hablan español y no tienen ninguna cualidad genética para que, por una especie de telepatía u ósmosis espiritual, refuercen en los cubanos el amor por la libertad y la búsqueda de sus derechos. Son como los canadienses, los españoles, los alemanes, los franceses y, en fin, como los millones de turistas que han visitado Cuba por tantos años. Sin duda los estadounidenses son los viajeros más generosos del mundo; quizás a punta de sus propinas alcanzaremos la libertad.

Que el turismo tiene influencia en los países no se puede negar. En Cuba con el turismo masivo se ha desarrollado la industria de la prostitución. Miles de muchachas cubanas que viven en la más absoluta necesidad, sin trabajo, sin poder huir y a veces con hijos que mantener, han encontrado en el turismo una forma de sobrevivir. En la industria de la explotación sexual participan además policías chulos, taxistas informados y empleados alcahuetas de hoteles. Todos deben estar mejorando el inglés. Yes, sir.

Mientras la USRR subvencionó al régimen este fue enemigo del turismo, pero una vez que se terminó la masiva transferencia de riqueza, no le quedó al gobierno otra alternativa que promover el turismo de los exilados a Cuba. Dejaron de insultarlos con epítetos como gusanos y escoria y los bautizaron con el cursi apelativo de “la comunidad cubana en el exterior”. No obstante, se les prohibía a los funcionarios de la dictadura reunirse con sus familiares o amigos turistas.

Estos exilados no solo hablaban español, hablaban cubano. Visitaban sus pueblos, sus barrios, familias y amigos. ¿Qué lograron? Que la mayoría de la juventud cubana se convenciera de que el paraíso estaba en los Estados Unidos, donde cualquier hijo de vecino en lugar de ganar $17 dólares al mes ganaba el doble o el triple en un día.
Los jóvenes tuvieron entonces dos opciones: luchar por la libertad contra una dictadura que los empobrecía, pero que tenía el apoyo de prácticamente todos los gobiernos del mundo, además de la OEA, la ONU, y la prensa extranjera, para finalmente terminar en la cárcel. O, huir de Cuba hacia el paraíso de los Estados Unidos, donde una ley te da el privilegio especial, por encima de todos demás los habitantes de este planeta, de que si llegas te quedas y al año eres residente legal. Yo quisiera saber quién me puede alegar que eso fue una gran contribución a la lucha por la libertad de Cuba. ¿Beneficios?, claro; y los perjuicios, ¿qué?

Aquí lo que hay es una estrategia para desmantelar el embargo sin condicionarlo a que el castrismo se comprometa a respetar los derechos humanos en Cuba. Están involucrados la dictadura y quienes dentro y fuera del gobierno de Washington quieren un acomodo con la tiranía a cualquier costo. Además de, intereses comerciales - entre estos - los hoteles españoles en Cuba y la industria de viajes estadounidenses. No implico en este plan a quienes inocente o sanamente proponen el turismo americano a Cuba, personas que merecen nuestro respeto por sus esfuerzos por la libertad del pueblo cubano.

Creo oportuno terminar este artículo con una cita de Berta Antúnez Pernet: “Hacerle al régimen, que está en sus últimas, concesiones unilaterales en forma de turismo masivo de Estados Unidos, sólo servirá para aumentar la sangrienta represión contra el pueblo cubano. Esto sería la señal equivocada para los que luchan en la isla y eventualmente serán los que van a prevalecer por encima del decrépito estado totalitario. Por el futuro del pueblo cubano, Estados Unidos debe continuar siendo un pilar de claridad moral”.
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La locura de Pánfilo





Hace años discutiendo espontáneamente sobre la situación en Cuba, en la casa rodante que me servía de oficina, alguien del grupo exclamó: ¿Cuándo caerá Fidel Castro? y Pablo el chofer, se volvió hacia nosotros y nos dijo: “Fidel Castro se va a caer cuando los cubanos se vuelvan locos”. Acababa de escuchar un chispazo de sabiduría popular.

Pánfilo ha vuelto a hablar, lo admito, bajo los efectos del alcohol, es decir sin inhibiciones. Sus declaraciones me hicieron recordar aquella relación entre la libertad y la locura. Estoy seguro que en esta ocasión como en las anteriores, no ha sido el alcohol el único factor que ha motivado a Pánfilo a dejar a los cubanos con la boca abierta. Hay muchos alcohólicos en Cuba que no se arriesgarían a comentar ni en cámara ni fuera de ella algo parecido.

Las declaraciones de Pánfilo y otros actos recientes de admirable rebeldía, no parecen ser hechos aislados. El temor de los cubanos, producto de la represión y el pesimismo, se está debilitando. La tiranía siempre ha tratado de evitar con acoso y la agresión que el miedo ceda, reforzando la idea de que en Cuba la obediencia en la conducta es la tabla de salvación. Es la forma en que una mayoría descontenta pero pasiva, se deja arrastrar como ganado por un grupo de cuatreros uniformados. Al mismo tiempo es evidente que al vigilar con tanta constancia al pueblo, la dictadura parece estar convencida de que detrás de la fachada de ese hato obediente hay una manada salvaje.

Pocos pueden negar que de vez en cuando, hay que ser un poco loco, o un poco audaz, o un soñador, para tratar de alcanzar algo que con un comportamiento tímido no se puede lograr. Los exilados también tenemos que rebelarnos contra dos enemigos de la libertad de Cuba: el pesimismo y el triunfalismo. El pesimismo que nos inhibe y permite acomodarnos, mientras el triunfalismo nos hace creer que con entusiasmo pero sin participación concreta, contribuimos a la lucha de nuestros hermanos cubanos.

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El Partido Cuba Independiente y Democrática y el caso de Yoani Sánchez

A una ciudadana cubana a quien se le otorgó el más prestigioso reconocimiento periodístico del mundo, se le negó en octubre pasado la salida del país. Yoani Sánchez viajaría a New York para recibir el premio María Moors Cabot, de la Universidad de Columbia. No le dieron ninguna justificación tras impedirle el derecho a compartir ese honor con los periodistas Anthony DePalma del New York Times, Christopher Hawley de USA Today y el brasileño Merval Pereira. Parece que lo que en el mundo se reconoce como talento, en Cuba es motivo de castigo. Aun peor, negarle a un ciudadano a viajar adonde quiera, es admitir que en Cuba los cubanos son propiedad del estado.

Se pone en duda el nivel educativo y la cultura de nuestro país cuando a Yoani Sánchez se le penaliza de tal forma por sus ideas. Muchos males pueden pasar a una nación que castiga la individualidad. Los siglos han demostrado que quienes retaron la manera de pensar establecida, fueron los que hicieron avanzar el progreso intelectual y científico de la humanidad.

Si las autoridades no están de acuerdo con los planteamientos de Yoani Sánchez, pueden retarla con civilidad en el campo de las ideas. Tienen que darle la oportunidad para que las exponga libremente, sin temor y sin coacción. Que tenga en los medios de comunicación del país los mismos derechos de quien la adverse. De lo contrario, queda en evidencia el temor de quien usa la superioridad de la fuerza y amordaza a Yoani para no tener que enfrentarla públicamente en el cuadrilátero de la razón.

Pero en su caso no han bastado los impedimentos de salida ni el silenciar sus ideas en los medios de comunicación; ahora se ha pasado a la agresión física. Le dieron puñetazos a esta compatriota, para obligarla con golpes y empujones a entrar en un automóvil a la fuerza y así evitar que fuera adonde ella quería en su propia ciudad. Estamos ante hechos que nadie, hombre o mujer, marxista o demócrata pueden dejar de denunciar.

Por las anteriores razones y en nombre del Partido Cuba Independiente y Democrática, sus miembros y simpatizantes en Cuba, quiero hacer pública nuestra vergüenza como cubanos y nuestro absoluto rechazo a este hecho cobarde y condenable.

Roberto Marrero La Rosa

Presidente Partido Pro Cuba Independiente y Democrática

Camagüey, Cuba
Noviembre 16 de 2009
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Por qué no se debe levantar el embargo (18) Conclusiones Finales (1 de 3)


En los capítulos anteriores hemos analizado uno de los temas más polémicos del último medio siglo de la historia de Cuba: el embargo estadounidense contra el régimen castrista. Uno a uno han ido quedando sin sustento los mitos y falsedades con que se ataca esta política y se han perfilado con más claridad las circunstancias, los actores y sus verdaderos intereses.

En el caso del embargo, como con cualquier tema que exija objetividad, hay que ser riguroso, tener información sólida y marginar los prejuicios. Condiciones difíciles de cumplir entre aquellos que abordan con simplismo o con pasión la problemática cubana. Es bastante común, a la hora de hacer diagnósticos y dar recetas de cómo resolverla, escuchar a “expertos” en el embargo repetir la propaganda que oyeron o leyeron, o una opinión que desconoce la complejidad del asunto.

También se argumenta contra el embargo desde actitudes anti-estadounidenses; en estos casos solo sirve para demostrar, no el error o el acierto de esta política, sino las garras o la estupidez de los Estados Unidos. El embargo ha sido un festín para quienes en el mundo desprecian a los Estados Unidos.

Empezamos esta serie refutando el mito de que el embargo es un designio de Washington contra el castrismo. En realidad esta política se ha mantenido desde 1962 por la voluntad y presión de los cubanos del exilio. Equivocados o no. Por algo el entonces candidato Barack Obama fue a Miami y le aseguró al exilio que el embargo no se levantaría hasta que en Cuba no se liberara a los presos políticos y se respetara los derechos humanos.

El embargo - en conclusión - es un asunto entre cubanos. Por un lado los exilados que han presionado a Washington para que mantenga el embargo, y por otro los castristas que lo manipulan y denuncian como una agresión “imperialista” contra el pueblo cubano. En todo caso sería una agresión de los cubanos exilados contra la dictadura de la isla, aunque también se argumenta, demagógicamente, que es una agresión de los cubanos del exilio contra los cubanos de adentro.

Una vez desprovisto el embargo del designio “imperialista”, era necesario aclarar otro mito tan persistente como equívoco: que el embargo era un fracaso porque no había logrado el derrumbe del castrismo. Para los cubanos exilados el embargo nunca fue el instrumento que derrotaría al castrismo. Pensar así habría sido una ilusión tonta, porque todos sabíamos que la URSS sostenía a la dictadura en Cuba con una subvención de muchos miles de millones de dólares anuales, más una sustancial asistencia militar. Eso no se lo trae abajo un embargo comercial.

Una vez que se desplomó la URSS tampoco los cubanos exilados creyeron que el embargo era la bala de plata. Hace quince años, en una brillante exposición, el dirigente cubano José Antonio Font señaló que el fin del régimen en Cuba se acercaría con el deterioro físico de Castro, el agotamiento del sistema y la educación de la oposición en la isla. Recomendó que se mantuviera el embargo para evitar que la dictadura se oxigenara con el turismo norteamericano y con otras fuentes de ingresos desde los Estados Unidos.

Otro mito, repetido hasta convertirse en axioma, ha sido que el embargo es la causa del fracaso económico en la isla. En realidad toda economía estatizada ha sumido al pueblo en la pobreza. Cuba es nada más que otro ejemplo, acentuado por las decisiones políticas y económicas del faraón isleño. Para un régimen que ha recibido más de un millón de dólares de subvención por cada kilómetro cuadrado de extensión territorial, además de cuantiosas inversiones extranjeras en las últimas décadas, y que además comercia con todo el mundo, incluidos en la práctica los Estados Unidos, el nivel de pobreza que padecen los cubanos es impresionante.

Otro mito, hoy día, es el de la negativa de los Estados Unidos de vender medicinas a Cuba. Cuando esa prohibición existió, al régimen castrista le sobraban recursos para comprar medicinas a mejor precio en otras partes del mundo, como afirmó el presidente Jimmy Carter y el propio Fidel Castro confirmó. Desde el año 2000 esa prohibición fue eliminada, pero aun se sigue esgrimiendo el argumento como arma de propaganda, aunque en el 2007 Estados Unidos fuera el mayor proveedor de comida y ayuda humanitaria a Cuba y lo sigue siendo hasta el día de hoy.

Finalmente, toda la comida que la dictadura castrista compra en los Estados Unidos se paga con los dólares que mandan a la isla, como remesas, los exilados cubanos; estos dólares el estado cubano los monopoliza con una tasa de cambio arbitraria e injusta.

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Por qué no se debe levantar el embargo (17)

¿Qué quieren Raúl Castro y sus socios?

Raúl es un hombre astuto que ha vivido bajo la sombra de su hermano. Esto se debe en parte a diferencias obvias entre ambos personajes. Fidel siempre lo ha humillado como a pocas personas en su círculo de poder. El alcoholismo de Raúl tampoco es un secreto, a veces evidente en su comportamiento público.

Él y sus socios están conscientes de que han heredado un país convertido en un verdadero desastre. La cúpula gobernante se compone de personas que se acercan a los 80 años de edad. Del liderazgo original ya han muerto varios; algunos escogieron el suicidio. Para los que quedan, un cambio de cualquier tipo es difícil de asimilar. Han acumulado bastante dinero… tienen desde cotos de caza privados a la usanza soviética, hasta inversiones en el extranjero.

Esta vieja nomenclatura sabe que Estados Unidos es el único país que puede garantizarles la permanencia en el poder. Es el país de donde pueden llegar los cuantiosos recursos que necesita con urgencia la economía cubana. Solo el turismo estadounidense representaría un ingreso de miles de millones de dólares. También el acceso al mercado norteamericano es una condición para atraer inversionistas extranjeros.

¿Qué le ha ofrecido el grupo raulista a Estados Unidos? Cambios, cambios hacia el capitalismo. Si es necesario, repartir a Cuba en pedazos y entregársela a los empresarios norteamericanos. Los castristas argumentan que los inversionistas estadounidenses necesitarán en Cuba un gobierno que mantenga el orden como lo hacen los ex comunistas en China.

Tentar a los estadounidenses con las virtudes del capitalismo es muy fácil. La mayoría de ellos están convencidos de que el capitalismo es la madre de todas las virtudes, especialmente del poderío del que viven orgullosos. Se olvidan de que su país alcanzó ese nivel porque el dinamismo de su pueblo, y la riqueza de las tierras que colonizaron, se desarrollaron dentro de un estado de derecho excepcionalmente práctico y moderno. Las obligaciones y garantías de su constitución, sus instituciones y sus leyes, les permitieron dejar atrás al resto de un mundo destruido dos veces en el mismo siglo por guerras mundiales.

Junto con esa creencia de que el capitalismo lo resuelve todo, hay grandes intereses en los Estados Unidos que presionan para hacer negocios en Cuba. A Cuba hay que hacerla nueva. Hay que fabricar carreteras, acueductos, puertos, centros comerciales, cientos de miles de viviendas, hoteles, el 90% de la vías férreas necesitan reemplazos, etc. Está el negocio potencial del petróleo de aguas profundas. Más la industria azucarera y la posibilidad de fabricar etanol en cantidades exportables. Estos intereses estadounidenses han visto como los españoles monopolizan la industria turística de Cuba, mientras ellos se quedaban fuera. Y como los canadienses se han apoderado de una buena parte de la minería cubana.

Para el grupo castrista la única forma de camuflar las riquezas que han hecho al amparo del poder es en un sistema sin transparencia, en el que nadie tenga que rendir cuentas. Así sucedió en Rusia y en China. Los viejos comunistas aliados a la mafia y a los nuevos barones del capitalismo, en nombre del cambio se apoderaron de riquezas naturales y de las grandes empresas. No fue un cambio hacia la democracia sino hacia lo peor del capitalismo.

Ese es el tipo de cambio que quieren los castristas. Una especie de China caribeña. La democracia dicen, vendrá después, hay que tener paciencia, llegará con el tiempo.

Es un escenario ideal para capitalistas estadounidenses: Cuba, un país sin sindicatos, con sueldos miserables, sin huelgas, sin leyes ambientales que respetar. Una pequeña China a 90 millas. Son un pueblo inteligente que gana un promedio de $17 dólares mensuales y que tal vez por el doble se entusiasme. Un país con funcionarios corruptos y complacientes, sin una oposición política problemática y sin una prensa independiente que investigue y denuncie.

Raúl y su grupo tienen su hoja de ruta trazada, le han hecho ofertas secretas a la administración Obama y mientras tanto, hasta donde puedan, seguirán con Chávez. Para todo esto preparan un timo colosal al pueblo cubano.

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El odio y la violencia en Cuba


Si hubieran permitido a Yoani Sánchez participar en la manifestación a la que se dirigía, la noticia del evento ya se habría diluido entre las oleadas de información que sin cesar, se desplazan en el mundo digital. Pero la dictadura castrista le teme tanto, que tenían que impedirle a golpes que llegara a las calles G y 23 a unirse con otros 200 jóvenes cubanos en una manifestación por el “amor” y a clamar por “no más violencia”.

¿Es un delito apoyar el amor en Cuba? Sí lo es.

El amor es el antídoto del odio.

¿Es ilegal en Cuba manifestarse contra la violencia? También es cierto.

No puede haber dictadura sin odios, ni tiranía sin violencia.

En Cuba el castrismo sembró una cultura de odio que ha alimentado durante medio siglo. Odio de unos cubanos contra otros, “de los buenos contra los malos”, de los que “tienen la razón contra los que no la tienen”. Sin odios no hubieran perdido la vida tantos cubanos en el paredón, ni habrían padecido prisión o exilio cientos de miles, millones, por su amor a la libertad.

El odio sirve para justificar los comités de vigilancia y la prisión por razones políticas. Sin odios no se les pueden dar golpizas en la calle a ciudadanos que no han violado la ley, ni representan un peligro a otras personas.

¿Es un delito pedir: “no más violencia”?

¿En una dictadura? Por supuesto.

Se puede pedir no más violencia en Costa Rica y Oscar Arias no se sentiría ofendido. Si lo hacen en México, serían las bandas de narcotraficantes las aludidas. Pero decir “no más violencia” en Cuba es negarle el oxigeno a la tiranía. La violencia estimula al esbirro y aplaca el temor del dictador. Las tiranías sobreviven por la violencia, física o sicológica, refinada o brutal, siempre sistemática.

Con su cobarde acción contra Yoani Sánchez y su valiente acompañante, la tiranía ha aumentado el caudal de simpatía y solidaridad que ella ha ganado en el mundo. Es una muestra de que el castrismo sigue siendo el mismo, que no hay un cambio auténtico, que se aferra al poder con insolencia, dispuesto a proteger sus privilegios sin respetar los derechos humanos. Creen que con zarpazos, sumados a la indiferencia o la complicidad de la ONU y de la OEA, podrán detener a una generación que quiere ser dueña de su destino y que tiene valor para defenderlo.
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Por qué no se debe levantar el embargo (16)

Raul Castro y sus interés en negociar con los Estados Unidos

El deseo de Raúl Castro de negociar con los Estados Unidos precede el triunfo de Obama. Raúl había aconsejado públicamente a la administración Bush que le convenía llegar a un acuerdo con el gobierno cubano con Fidel en vida. A quien en realidad le convenía era a Raúl que, consciente que sería el heredero de su hermano, quería recibir un poder consolidado por un compromiso con Washington antes de la desaparición de Fidel. Así evitaría tener que ser él quien lo negociara desde una posición débil, como resultado de un ilegítimo traspaso del poder del anciano mayor al anciano menor.

El asunto no se quedó en el plano de las declaraciones públicas. Los castristas hicieron un bizarro intento de negociación y enviaron una delegación de militares cubanos a conversar con militares estadounidenses. Viajaron incognito de Cuba a Washington y fueron recibidos amablemente en el Pentágono. Expresaron que en Cuba el alto mando había llegado a la conclusión de que era necesario un cambio de rumbo al sistema. Necesitaban un plazo de 20 años y otras condiciones. Los militares estadounidenses se quedaron estupefactos. Les dijeron a los militares cubanos que ellos no eran la dependencia del gobierno para poder discutir una propuesta así. Se habían equivocado de oficina.

En Cuba saben que para desembarazarse del estatismo económico, las negociaciones con los Estados Unidos son inevitables. Los socios comerciales de Cuba en el mundo democrático, España y Canadá por ejemplo, no se arriesgarían a hacer las cuantiosas inversiones que necesita la economía de la isla para iniciar un despegue capitalista, como por ejemplo el de China. España y Canadá han hecho buenos negocios con la dictadura, pero no han tenido siempre las mejores experiencias en Cuba. Recientemente Moratinos viajó a La Habana a pedir que se inicie al pago de 450 millones de dólares que el gobierno cubano les ha retenido a empresarios españoles. Canadá no ha sido inmune a similares experiencias.

China ha sido cuidadosa con sus inversiones en la isla. Prefiere dar préstamos sabiendo que, tarde o temprano, algún gobierno cubano le pagará. México mantiene su distancia y Lula, a pesar de su admiración por Fidel Castro y su amistad con Raúl, no puede obligar a los empresarios brasileños a hacer grandes inversiones en Cuba. El fracaso del castrismo es reconocido incluso entre sus socios del socialismo del siglo XXI. Hasta Rafael Correa, el presidente ecuatoriano aliado de Hugo Chávez, recientemente declaró que en Cuba hay que hacer cambios.

Si el panorama interno y externo no es favorable para el castrismo, hay un escenario que les quita el sueño. Dentro de 36 meses habrá elecciones presidenciales en Venezuela. La popularidad decreciente de Hugo Chávez es difícil de revertir. Chávez puede radicalizar el proceso y liquidar lo que queda de democracia en Venezuela, pero aun así, los castristas no pueden confiar en forma indefinida con el subsidio venezolano.

Esta subvención es lo que ha evitado que una economía en quiebra entre en una etapa crítica. Si esto llega a suceder, el descontento reprimido por décadas difícilmente podrá contenerse.

La transición del estatismo a la economía de mercado no es una asignatura nueva. Existe experiencia documentada de los éxitos y fracasos de los países que fueron dominados por los comunistas. Raúl Castro y su pequeño grupo saben que necesitan el financiamiento, el capital y el mercado estadounidense para evitar el ruinoso desenlace que tienen por delante. Independientemente de las poses de teatro de que están dispuestos a conversar con los Estados Unidos de igual a igual, fue Raúl Castro quien ofreció negociar de todo con Obama: “presos políticos, libertad de prensa y derechos humanos.”

Continuara…

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Por qué no se debe levantar el embargo (15)

¿Que sería justo para los cubanos?

La economía estatizada ha fracasado dondequiera que se ha intentado. La experiencia del castrismo en Cuba es una prueba más. El camino del desarrollo económico es la economía de mercado. Por otra parte, el cambio del estatismo a la propiedad privada no garantiza por sí mismo la democracia, como tantos ciegamente creen. La historia muestra muchos matrimonios entre criminales dictaduras y el capitalismo.

En un país empobrecido por el totalitarismo comunista, el grupo que no quiere renunciar al poder tiene la alternativa de atraer la inversión extranjera, controlar la nacional privilegiando a los incondicionales, y evitar el desarrollo de un verdadero estado de derecho (Rusia, China).

Por el contrario, en los países ex comunistas donde ha habido una autentica transición hacia la libertad, se ha priorizado el desarrollo de un estado de derecho. Se ha legalizado la propiedad privada y se ha fomentado la inversión nacional y extranjera (Hungría, Polonia, la República Checa).

En un cambio hacia una economía de mercado en Cuba, los cubanos que viven en la isla deben tener la posibilidad de participar en igualdad de condiciones en el desarrollo del país. Si no es así, el capital foráneo tendrá la ventaja para apoderarse de los activos más valiosos y de los mejores negocios.

Cuba se convertiría en una neo-colonia de los Estados Unidos, China y España, con un porcentaje considerable de su economía en manos de los comunistas reciclados y de los cómplices de Hugo Chávez.

Para evitar este escenario, desde el inicio del cambio los cubanos deben tener acceso a un mercado de financiamiento que les permita competir por los méritos de sus proyectos y no por su incondicionalidad política. Es obvio que estas condiciones solo pueden materializarse en el contexto de un estado de derecho. Por esto el cambio en Cuba debe ser hacia la democracia, la única que puede evitar el escamoteo del patrimonio nacional.

El actual gobierno de Cuba, sin ningún pudor, ha favorecido al capitalismo extranjero con el que se ha asociado. Las compañías españolas, canadienses etc., han estado protegidas por una legislación que las privilegia, mientras que niega a los cubanos iguales oportunidades. Los extranjeros en Cuba han ido acaparando cuanto espacio económico la dictadura les ha facilitado. El levantamiento incondicional del embargo intensificaría esa situación hasta dejar a Cuba en manos de un capitalismo cómplice del régimen.

La ausencia de una prensa libre, de partidos políticos, de un sistema judicial independiente y de legisladores que respondan a la población, es el paraíso del atropello y la corrupción. Por eso un cambio en Cuba no debe priorizar el capitalismo, sino la democracia.

El presidente Dimitri A. Medvedev, se quejó recientemente del atraso económico de Rusia y resaltó la necesidad de que la democracia y los derechos humanos fueran protegidos, y de que el país escogiera regularmente nuevos líderes en elecciones libres.

Los cubanos no merecen seguir el camino de Rusia o de China. Quienes se deslumbran por el progreso económico de China cierran los ojos a que es lugar del mundo donde se cometen más violaciones a los derechos humanos. Es un país donde los disidentes son sistemáticamente perseguidos e ignorados. Donde los trabadores no tienen derechos y los campesinos son expulsados de sus tierras, cuando un desarrollador privado las necesita para construir viviendas de lujo. Es un país de juicios sin garantías procesales.

Un levantamiento del embargo que no se condicione al establecimiento de un estado derecho en Cuba, consagrado en una constitución democrática, en leyes e instituciones, le dará la luz verde a la actual tiranía para que, en una subasta disfrazada de transición hacia la libertad, remate el patrimonio nacional al mejor postor extranjero.

Continuará…

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Por qué no se debe levantar el embargo (14)



El embargo y los intereses creados

La dictadura castrista y el gobierno de los Estados Unidos negocian el futuro de un pueblo que ninguno de ellos representa. ¿Quiénes más tienen intereses?

El pueblo cubano. En varias encuestas hechas en Cuba, aun bajo el temor de la represión, los cubanos han afirmado mayoritariamente que quieren vivir en democracia.

Las empresas estadounidenses, que lo único que les interesa de Cuba es hacer dinero. Prefieren a un Raúl Castro reformista que a un presidente elegido por el pueblo. Quieren tener más ventajas que los cubanos a la hora de comprar negocios; todo lo que puedan al menor precio posible: tierras, hoteles, fábricas, etc. Una transición hacia la democracia los limitaría. En una sucesión castrista hacia el capitalismo, son el tigre suelto contra un pueblo amarrado.

El empresariado europeo está en la misma situación; hasta ahora se ha aprovechado de que en Cuba sólo los extranjeros pueden tener negocios. Le ha sido fácil comprar funcionarios y pagar sueldos miserables. No se preocupan por sindicatos, huelgas o reclamos laborales. Prefieren una evolución muy lenta para mantener sus privilegios actuales. No quieren competencia, ni tener que rendir cuentas por su asociación con la tiranía.

La izquierda estadounidense, que ha defendido al castrismo durante medio siglo. Lo exonera de todos los abusos. Sigue culpando al embargo por las desgracias del pueblo cubano y quisiera que le dieran al régimen la oportunidad de una transición, aunque fuese a un capitalismo como el chino.

La administración de Obama, que quisiera complacer el apetito de los empresarios estadounidenses y las simpatías procastristas de la izquierda americana. Todo eso sin ofender al exilio cubano y sin parecer que están dándole oxígeno a la dictadura castrista.

Los gobiernos latinoamericanos que, reunidos en Honduras en junio de 2009, apoyaron el levantamiento de las sanciones impuestas al castrismo en la OEA. Un primer paso para abrirle la puerta a una dictadura que no ha demostrado ningún interés por respetar los derechos humanos. En esa ocasión, ni un solo presidente fue capaz de mencionar el derecho del pueblo cubano a vivir en democracia. Pero a los 30 días todos se unieron para expulsar a Honduras de la OEA y reclamar el regreso de la democracia. Un cambio democrático en Cuba seria embarazoso para los presidentes que hasta hoy profesan admiración y amistad a Fidel y a Raúl Castro.

Para Hugo Chávez el desmantelamiento del castrismo sería el principio del fin de su proyecto autocrático en Venezuela. Su gobierno no escatima recursos en mantener la dictadura en Cuba y seguramente trata de influenciar en las negociaciones sobre el embargo.

La izquierda demagógica latinoamericana, que sigue creyendo en los logros de la revolución, sin querer aceptar que se pagaron con el subsidio soviético. Logros que han ido desapareciendo en la medida en que la dictadura no les encuentra nuevas fuentes de financiamiento. Y la otra izquierda, la que todavía admira a Fidel Castro porque se le plantó a los americanos. No parece importarles que esto le costara la libertad al pueblo cubano, ni que lo hundiera en la pobreza, ni que lo convirtiera en presa fácil de mezquinos intereses.

Es evidente que contra la democracia en Cuba conspiran muchos intereses. Un acomodo con la sucesión raulista beneficia a los capitalistas estadounidenses y a los europeos, sería más que aceptable para la mayoría de los gobiernos latinoamericanos y para las izquierdas en todos los continentes.

El panorama podría parecer abrumador contra las aspiraciones democráticas de los cubanos. Pero ninguno de los grupos que apoya una sucesión castrista en Cuba está dispuesto a financiarla con los recursos que necesita. Quien puede contribuir a asegurar la vida del castrismo es Barack Obama.

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Obama y el pasito tun tun

Al canciller español Moratinos le encantaba aquello del diálogo entre Cuba y España, que según él cada vez se profundizaba más. En algún momento se habrá dado cuenta de que, de tanto repetir el término, había dado el paso de lo sublime a lo ridículo. Entonces cambió de vocablo y en lugar de la profundidad del diálogo comenzó con el tema de la intensidad de las relaciones entre Cuba y España. ¿Será ahora más sublime o más ridículo? Quién sabe.

El problema ahora es de pasos, y lo peor es que no son los de Moratinos sino los de Obama. Según la agencia EFE, en un artículo del diario español El País del pasado domingo, se informa que Barack Obama le pidió al Presidente José Luis Rodríguez, durante su reciente visita a la Casa Blanca, que le mandara este mensaje a Raúl: “Decidle a Raúl que si él no da pasos tampoco yo podré darlos‘‘. Y según El País Obama insistió en el tema de los pasos: "Nosotros estamos dando pasos, pero si ellos no dan pasos también, será muy difícil que podamos continuar''.

Esto se está pareciendo a una política de pasitos - pasito pallá, pasito pacá - y de pasito a pasito terminarán bailando el Pasito Tun Tun de la Billo’s Caracas Boys. Sabemos que a los Obama les encanta la música. Los dos le llevaban el ritmo muy bien a Gloria Estefan el día de la celebración del 12 de Octubre en la Casa Blanca. Los pasos y pasitos dan la impresión de ser una estrategia de apariencias.

En el mismo artículo se cita a Obama pidiéndole a Rodríguez Zapatero: "Que les diga a las autoridades cubanas que comprendemos que no se puede cambiar las cosas de la noche a la mañana, pero que, pasados unos años, cuando se mire hacia atrás, debe quedar claro que éste fue el momento en el que empezaron los cambios'' ¿Está más interesado Obama en lo que otros dirán, que en lo que él logró?

Fue Obama quien dijo que el embargo se levantaría cuando en Cuba se respetaran los derechos humanos y se soltara a los presos políticos; esto se alcanza con una política definida de apoyo a los demócratas cubanos y con una política igualmente precisa hacia la dictadura. Esto de “ya yo di pasos, ahora den pasos ustedes” parece improvisación, la que nos puede conducir por veredas traicioneras.

Lo que publica “El País” debe ser cierto, aunque resulta extraño porque Obama no necesita mandar recados, que se filtran tan fácilmente a la prensa. La Casa Blanca tiene una permanente comunicación con la dictadura castrista; hace poco la administración estadounidense brindó una recepción en La Habana a un nutrido grupo de funcionarios cubanos del área de la “cultura.” Seguro que no se invitaron por telepatía. Ni creemos que por ese medio se analizaron las repercusiones públicas del evento.

Más enigmático nos resulta todo esto, cuando en el Congreso un nutrido grupo de legisladores demócratas está apoyando el fin de las restricciones a los turistas estadounidenses para que viajen a Cuba, lo que representa un ingreso salvador de miles de millones de dólares para una dictadura en la quiebra. Hasta ahora la Casa Blanca inexplicablemente no se ha pronunciado sobre los viajes de los turistas americanos a Cuba, asunto tan vital para la supervivencia de la dictadura.

Es decir, parece que Obama no se inclina pallá ni pacá. ¿Qué clase de política es ésta, si el propósito es promover la democracia en Cuba? ¿Habrá que aconsejarle al presidente algo de la letra?: “….cuando vayas a bailar, no te olvides de marcar lo que siempre te enseñé…. pasito tun tun…”
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Por qué no se debe levantar el embargo (13)


Negociar el levantamiento del embargo con Castro ha sido imposible, porque solo hubiera estado dispuesto a negociar la rendición incondicional de los Estados Unidos a todas sus exigencias y condiciones. En la dialéctica totalitaria, el contrario no es un opositor político al que se le gana espacio, sino un enemigo. Los enemigos se combaten para destruirlos. Así de sencillo.

El deterioro de la vida de la población precedió por muchos años a la enfermedad de Castro y su decadencia mental. Hace tiempo el pueblo sabe que no puede vestirse, curarse o alimentarse con promesas incumplidas. Cada vez más, los cubanos comprenden que el embargo no es la razón de sus desgracias. El pueblo responsabiliza a Fidel con el fracaso, lo sabe y lo sufre. Los cubanos están al tanto de que Raúl es alcohólico y de que no lo respetan ni en las altas instancias del régimen. Carlos Lage (ex vicepresidente) y Felipe Pérez Roque (ex ministro de relaciones exteriores) fueron removidos de sus cargos hace unos meses por burlarse de la incompetencia de los Castro. El pueblo no es ajeno a los privilegios con que viven las familias de Fidel, Raúl y los principales generales.

El hermano heredero y sus asociados viven con temor de que el colapso de la URSS pueda repetirse en Venezuela. Según “The Economist” Cuba está en la quiebra, a pesar de los miles de millones de dólares de subsidio venezolano. Sin Chávez la economía colapsaría, y el pueblo podría salir a las calles a exigir ropa, transporte, vivienda, medicina y comida. Una vez en la calle, los más decididos pueden toman el control de las cosas. Si la dictadura saca a la policía política vestida de civil a dar golpes – con varillas de construcción dentro de periódicos - o manda los tanques, el desenlace es imprevisible.

Como en Cuba no hay raulistas, sino un grupo en el poder atemorizado y sin capacidad para resolver la crisis, la oferta pública de Raúl Castro, de hablar de todo con Obama, no se puede tomar a la ligera. Después de medio siglo de “triunfo socialista” y lucha contra la democracia (a la que llamaban pluriporquería), han llegado a la conclusión de que tienen que tomar otra vereda, otro camino u otro atajo.

Conscientes de la magnitud de los problemas, los castristas pueden intentar hacer cambios para quedarse en el poder, mimetizando el sistema con eso que ha definido el politólogo Fernando Mires como una “hibridrocracia.” Algo más complejo y peligroso que una dictadura con disfraz de democracia. O tal vez los herederos intenten quedarse en el poder, pero si la situación se complica, quieran parecer desde ahora dando pasos hacia una transición democrática de la que reclamarían autoría.

Cuando vamos a comenzar una negociación cualquiera, preguntémonos: ¿se nos ocurriría, como primer paso, cederle incondicionalmente a la otra parte lo que quiere? Si así lo hiciéramos seríamos incautos. Lo indicado y lo usual es plantear lo que queremos y de ahí en adelante negociar asegurándonos de no ceder en lo fundamental.

Creo que la negociación entre la administración de Barak Obama y la dictadura castrista ha comenzado, aunque las partes lo oculten y lo nieguen. Y no es una negociación en la que participa el pueblo cubano.

¿Qué querrán Raúl Castro y sus socios, qué querrá Washington?

¿Lo mejor para el pueblo cubano? Lo dudo, de ambas partes.

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