POR UNA ESTRATEGIA QUE NOS LLEVE AL FIN LA DICTADURA
Después de las protestas del 11 de julio y de la reciente deserción masiva de la mitad del equipo de pelota cubano en México, que son muestras contundentes del rechazo del pueblo cubano al régimen castrista, es necesario formular una estrategia que nos lleve a deshacernos de la dictadura en Cuba y nos conduzca a la construcción de la democracia. No hacerlo, o no acertar, será un grave error.
La experiencia nos demuestra que debemos evitar el camino de los nicaragüenses, los venezolanos y los birmanos, en cuanto a tratar de derrocar dictaduras por medio de manifestaciones populares. Por muy heroicas que fueron esas protestas, desafiar un aparato represivo armado, entrenado y organizado es una fórmula que igual que en Nicaragua, Venezuela y Birmania, en Cuba también nos conduciría al fracaso.
Un fracaso en Cuba sería una victoria moral para la tiranía con graves implicaciones. Un hecho desmoralizante para la población y la oposición. Además, abriría el camino a negociaciones internacionales que beneficiarían al régimen castrista, dispuesto a ceder en todo lo que le convenga, por el tiempo que quiera, con tal de consolidar su poder y socavar a la oposición.
Los cubanos tuvimos una experiencia con la derrota de Playa Girón que representó para la dictadura una victoria desproporcionada al hecho. La captura en abril de 1961 de alrededor de 1100 exiliados de la Brigada 2506 significó la desmoralización y desarticulación de una oposición interna que tenía la tiranía en jaque.
Como consecuencia, el gobierno castrista, sin armamento moderno y todavía en proceso de organización, consolidó su dictadura y el mito de su invencibilidad ha durado por décadas.
Nuevas manifestaciones pacíficas y los seguros atropellos y crímenes del régimen no van a conmover a Michell Bachelet, la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU, expresidente de Chile y simpatizante de los hermanos Castro.
Los gobiernos que denuncian el “bloqueo” pero callan ante los abusos de la dictadura contra el pueblo insistirán en su indiferencia.
El presidente Biden y el Congreso de Estados Unidos se limitarán a otra condena pública. Los socialistas españoles seguirán siendo cómplices del castrismo y las cadenas hoteleras de España continuarán promoviendo a Cuba como un paraíso turístico.
Creer que la represión a manifestaciones en las calles erosiona la imagen internacional del régimen es ignorar que también desmoraliza, frustra y desgasta al pueblo y a la oposición.
En esta etapa lo que se necesitan son triunfos contra la tiranía. Mucho más importante es que los cubanos comiencen a pintar letreros en las calles de Cuba denunciando al régimen, a que circulen videos del pueblo huyéndole a los gases lacrimógenos, los perros, los golpes y las balas.
Hay que ganar miles de pequeñas victorias individuales, en la oscuridad de la noche, sin aviso ni organización, así se fortalecerá la fe del pueblo en si mismo y su deseo de participar en un cambio.
La sabiduría de la Biblia nos recuerda que la verdad tiene un poder transformador. Recordemos al apóstol Juan versículo 8-31:
“Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
Por esa razón la dictadura acordona calles y borra con urgencia cualquier escrito de denuncia o protesta. Son un llamado a la rebeldía. Nadie informado y con fe acepta pasivamente la esclavitud. Necesitamos que el pueblo tenga fe en sí mismo y en su futuro.
Las manifestaciones del 11 de julio hicieron honor a uno de los consejos estratégicos más sabios de todos los tiempos, Sun Tzu, 500 años antes de Cristo, en sus escritos “Sobre la guerra” advirtió:
“Sé extremadamente sutil, discreto, hasta el punto de no tener forma. Sé completamente misterioso y confidencial, hasta el punto de ser silencioso. De esta manera podrás dirigir el destino de tus adversarios”.
Todos sabemos que el éxito del 11 de julio fue resultado de la sorpresa. Si queremos triunfar contra el enemigo del pueblo cubano nunca le fijemos una fecha de confrontación, ni el lugar ni la forma. Uno es esclavo de lo que habla y dueño de lo que calla.
Huber Matos Araluce
San José, Costa Rica