CASADOS CON LA MENTIRA
Al cabo de más de cincuenta años, quedó claro para todos que la tiranía militar totalitaria castrista se abroqueló en la falsedad. Terminaron casados con la mentira y obligados a vivir con ella. La verdad se ocultó en lo profundo del corazón de los cubanos, hasta que un día salió de sus escondites. Hoy esta verdad engrandecida es repetida en voz baja en un eco colectivo de crescendo interminable.
Una de las últimas emisiones del estelar televisivo Mesa Redonda, específicamente la dedicada a las Damas de Blanco, consiguió desnudar, (sin duda razonable alguna) la catadura moral, tanto de realizadores como de participantes.
Enrique Ubieta (la hiena de la Calle del Medio) y Reinaldo Taladrid, descendieron todos los escalones de la infamia. El primero, trató inútilmente de denigrar la memoria de Orlando Zapata Tamayo, el segundo, a las Damas de Blanco.
De Ubieta es poco lo que hay que decir. Comenzó su ascenso en los medios oficiales y cada quien trepa o repta como puede.
En relación con Taladrid, digamos que resulta muy difícil encontrar en Cuba a un hombre dispuesto a hablar mal o calumniar a una mujer. Eso no lo haría ni el más envilecido de los segurosos, a fin de cuentas, ellos también son hombres. Están unidos al pueblo que oprimen por valores compartidos y estos son sagrados: a una mujer, ni con el pétalo de una rosa. En fin, Taladrid ya escogió su estilo de ser diferente.
De esta emisión, puede concluirse que logró una combinación muy especial: un trepador y un desalmado. El resto lo conformó el mismo elenco de sinvergüenzas de costumbre.
Este patético desenlace de reunir a un grupo de voceros oficiales para repetir mentiras en las que nadie cree, es sintomático. La tiranía militar totalitaria castrista se casó con la mentira y se obligó a vivir con ella. La buena noticia es que la verdad, una vez despierta, jamás vuelve a dormirse.
Comenzó el conteo regresivo para el régimen. La duración de este, depende de todos los cubanos. De nuestra integridad y de nuestra firmeza.
Editorial de Primavera Digital
3 comentarios:
Huber, en una ocasión, hace ya algunos años, en mi casa por razones de algún cumpleaños un grupo de trovadores amigos se reunió para hacer una descarga. Todos disfrutábamos de las guitarras y canciones antológicas cubanas, cuando apareció un personaje con dos chicas más. No me había percatado de los advenedizos hasta que escuché zuzurros indagando por quién los había invitado. Uno de los tres personajes era ese tal Taladrid. Debo decirte que en aquel tiempo este tipo era como un apestado, nadie quería ser amigo por lo que noté, hasta se escuchó el calificativo de "chivatón". No se esta limaña como se pueda sentir. Pienso que él está comprometido hasta el cuello con los asesinos y no le quede de otra que continuar revolviéndose en el lodo.
26 de marzo de 2010, 18:54Huber, te pido disculpas a tí y a tus lectores porque cuando escribí el anterior comentario cometí un error ortográfico, escribí Zuzurro envés de "susurro" , discúlpenme el descuido.
6 de abril de 2010, 6:05Lori, hemos pasado demasiado tiempo en contacto con otros idiomas y yo a veces escribo cosas asi. Ademas vivimos bajo el control de un cronometro, como si fueramos maquinas en una fabrica.
6 de abril de 2010, 6:12Publicar un comentario