MARIELA SE PONCHÓ TAMBIÉN
Los castristas han fracasado en una jugada pública pre electoral en los Estados Unidos que me han hecho recordar la descripción de Claudia Camelo de que el régimen no es tan brutal como tan bruto.
Cardenal Ortega
Primero llegó el polémico Cardenal Ortega a Harvard. En un acto de soberbia y falta de inteligencia dijo que los cubanos que habían tomado pacíficamente una iglesia en La Habana eran unos delincuentes y gente de bajo nivel intelectual. Su afirmación fue desacreditada en forma categórica.
Como él mismo había pedido a la policía política castrista que los desalojara de la Iglesia, lo que hizo fue magnificar su propia insensibilidad como líder religioso. Ortega cometió también el error de decir que la salida de los presos (deportación) había tenido la aprobación de sus familiares en La Habana. Bertha Soler, la dirigente de las Damas de Blanco, lo refutó en forma contundente.
Acorralado en sus propias mentiras, al Cardenal se le ocurrió citar a Monseñor Agustín Román, nuestro admirado y querido dirigente católico exiliado y recién fallecido en Miami. Cita tan inventada como inapropiada. Dijo que Monseñor Román le aconsejó en su primera visita a Miami que no mencionara la palabra “reconciliación”. Con este comentario el Cardenal quiso hacer ver que para Monseñor Román los católicos cubanos de Miami eran unos intolerantes. En otras palabras, Monseñor Román era un hipócrita con sus fieles. Alguien encontró las palabras del Cardenal Ortega en esa ocasión, resulta que mencionó varias veces la palabra reconciliación y al final de la misa los católicos cubanos exiliados hicieron fila para saludarlo. El director de Radio Martí con toda vehemencia y razón en un editorial transmitido a Cuba caracterizo al Cardenal de “canalla”.
Roberto Veiga
Cardenal Ortega
Primero llegó el polémico Cardenal Ortega a Harvard. En un acto de soberbia y falta de inteligencia dijo que los cubanos que habían tomado pacíficamente una iglesia en La Habana eran unos delincuentes y gente de bajo nivel intelectual. Su afirmación fue desacreditada en forma categórica.
Como él mismo había pedido a la policía política castrista que los desalojara de la Iglesia, lo que hizo fue magnificar su propia insensibilidad como líder religioso. Ortega cometió también el error de decir que la salida de los presos (deportación) había tenido la aprobación de sus familiares en La Habana. Bertha Soler, la dirigente de las Damas de Blanco, lo refutó en forma contundente.
Acorralado en sus propias mentiras, al Cardenal se le ocurrió citar a Monseñor Agustín Román, nuestro admirado y querido dirigente católico exiliado y recién fallecido en Miami. Cita tan inventada como inapropiada. Dijo que Monseñor Román le aconsejó en su primera visita a Miami que no mencionara la palabra “reconciliación”. Con este comentario el Cardenal quiso hacer ver que para Monseñor Román los católicos cubanos de Miami eran unos intolerantes. En otras palabras, Monseñor Román era un hipócrita con sus fieles. Alguien encontró las palabras del Cardenal Ortega en esa ocasión, resulta que mencionó varias veces la palabra reconciliación y al final de la misa los católicos cubanos exiliados hicieron fila para saludarlo. El director de Radio Martí con toda vehemencia y razón en un editorial transmitido a Cuba caracterizo al Cardenal de “canalla”.
Roberto Veiga
Casi en forma simultánea desde La Habana mandaron a otro jugador a los Estados Unidos. Roberto Veiga, de la revista católica Espacio Laical. Veiga dijo en Washington que Raúl Castro estaba legitimado para llevar adelante los cambios en Cuba. Es algo así como decir que Assad y su nueva constitución legitiman al dictador sirio para llevar la paz a su pueblo. Lo que sucede con esta gente es que en Cuba dicen las grandes mentiras y por falta de medios de comunicación libres no se les puede hacer quedar en ridículo ante el pueblo. Por eso creen que en un país democrático pueden hacer lo mismo y no pasa nada. Además, creen que los americanos son estúpidos.
Mariela Castro
Pero faltaba Mariela Castro, la hija del dictador. Mariela se ponchó solita. Se quiso hacer la simpática e inteligente haciéndole propaganda al Presidente Obama. Dijo que votaría por él. Alguien le debía haber aconsejado que eso no se hace. A lo mejor a quien apoyas le perjudica tu respaldo. Además, te hechas en contra a millones de personas –republicanos- que tal vez no te hubieran prestado atención.
Pero eso no fue todo. Mariela Castro dedicó sus más ácidos y denigrantes insultos a los cubanoamericanos. Otra forma poco inteligente de meterse en la política de los Estados Unidos.
Ella dijo que "Ustedes son millones de personas contra una pequeña mafia de personas sin escrúpulos... Estamos luchando por los derechos de los cubanos y los derechos de los estadounidenses".
Los americanos saben lo que es y hace una mafia, y darles lecciones es insultar su inteligencia. Mariela Castro estaba denigrando a ciudadanos de los Estados Unidos, entre ellos a varios congresistas. Se le olvidó que los cubanos son reconocidos por la mayoría de los estadounidenses como gente muy trabajadora e inteligente.
Después de lo que dijo y del escándalo que se armó, Mariela Castro no quiso responder preguntas de los periodistas. Alguien del Departamento de Estado debe haber llamado a la embajada castrista en Washington y recomendar que si la hija de Raúl Castro quería volver alguna vez tenía que medir sus palabras.
Tal ha sido el desastre de esta gira mal planeada y peor ejecutada, que la Revista Espacio Laical ha lanzado una andanada defendiendo al Cardenal Ortega y atacando al exilio y a quien lo critique en Cuba. Y hasta uno de los principales voceros del régimen, Ricardo Alarcón, ha salido a defender al Cardenal. Si alguien tenía duda de lo mucho que estima la dictadura al Cardenal, el “compañero” Alarcón ha aclarado sin ambigüedades la situación.