sábado, 14 de julio de 2012

Del ombligo del mundo al fin de la historia (Cuba en el siglo XXI)


En el capítulo anterior comentamos sobre la importancia desmedida que los cubanos damos a nuestros problemas.  Pareciera que somos  el ombligo del mundo.

En buena parte esto se debe a que durante las tres décadas en que nuestro pa
ís fue un instrumento del Kremlin,  la propaganda sobre Fidel Castro y el paraíso comunista en Cuba fue aceptada casi sin cuestionamiento en Occidente.  Además, el conflicto entre los Estados Unidos y el castrismo fue útil  para un sector de latinoamericanos y de europeos que necesitaban recriminar  a  los “yanquis”.  También el tema brindó la oportunidad a muchos politólogos,  intelectuales y periodistas a que disertaron sobre la magia de Fidel y la  liturgia del socialismo cubano. 
 
Nunca una dictadura ha sido tan defendida como el castrismo.  Todos inflaban el globo porque les convenía, hasta que el globo explotó. Quedan rezagos y rezagados, pero en general el asunto está pasado de moda.
 
Nuestra isla ya era conocida antes de toda esta soberana tomadura de pelo que se llama la revolución cubana.  Cuba tuvo el privilegio de tener en José Martí a un hombre de talla universal.   Otros cubanos menos conocidos  en el mundo contribuyeron con heroísmo, creatividad y originalidad a forjar nuestra identidad,  nuestra historia y un progreso relativo nada despreciable. 

Pero no fuimos y no somos el ombligo del mundo. Necesitamos una buena dosis de realismo y entusiasmo para sacar a nuestro país del atolladero en que se encuentra y ayudar a la juventud cubana a que se lance a conquistar un futuro mejor.

El tiempo apremia, ya nos encontramos en el comienzo de la segunda década de un nuevo siglo, que no es un siglo cualquiera.  Es el siglo en que se está forjando una nueva civilización. 

Con tal propósito debemos afinar nuestra percepción para actuar con una visión muy clara del momento en que vivimos y lo que está por venir. 

Preguntémonos:

¿Ha sucedido algo perturbador en el mundo que tengamos que tener en cuenta?

Sin dudas:  el desplome de la URSS, la supremacía de los Estados Unidos, el extremismo islámico, la Revolución Digital,  la Primavera Árabe y la crisis económica mundial.

¿La URSS?  ¿Pero acaso eso no es  historia?

Aunque parezca lejano, el desplome soviético continúa gravitando sobre los acontecimientos actuales.  Sus consecuencias no han concluido y en este siglo las seguiremos viviendo.

Cuando en 1989 Francis Fukuyama escribió su ensayo sobre el fin de la historia,  quizá no estaba tan equivocado como después se pensó.

Su argumento radicó en que el fracaso de la URSS invalidaba las predicciones del marxismo sobre la inevitabilidad del comunismo. 

En realidad la historia no había concluido con el triunfo de la democracia liberal sobre el marxismo-leninismo.  Se había iniciado una etapa aun más compleja que nadie pudo imaginar.

¿Qué sucedió?

Que al desaparecer el comunismo la práctica de la democracia liberal y del capitalismo pasarían a la picota.  La ideología vencedora tuvo un corto reinado sin cuestionamientos.

¿Cuán verdadera es la representatividad en el pluripartidismo democrático y cuán justo es el capitalismo en la democracia?

El debate es de suma importancia porque de sus respuestas nacerán las proposiciones que guiar
án los pasos de las sociedades de hoy.

Para muchos demócratas la versión norteamericana de la democracia y del capitalismo no parece tan auténtica ni tan justa como se pensaba; la versión europea podría ser insostenible a largo plazo. 

El aparato estatal no resuelve ni prevé problemas fundamentales.  La mayoría de los políticos pierden la confianza del electorado.

En nuestras sociedades la violencia se ha vuelto un mal endémico y el consumo de drogas y la infelicidad no corresponden con el ideal que debía ser el resultado de la democracia y del capitalismo. 

No es que se exija que el ideal de la democracia deba ser la realidad democrática, sino que hay demasiado espacio entre el uno y la otra.  Hay que acortar la distancia y esto puede implicar cambios importantes en el modelo tal y como lo vivimos hoy en día.

Parejo a estos grandes problemas el mundo ha cambiado y sigue haciéndolo a una velocidad desafiante.

Continuará…Hacia una nueva definición de la sociedad, el capitalismo y la democracia (Cuba en el siglo XXI)



Capítulo anterior: Cuba en el siglo XXI  (el síndrome del ombligo del mundo)

3 comentarios:

Lighthouse Publisher Press y El Faro Trimestral dijo...

Publicado Via Satelite World 24/7 News PipeLine

14 de julio de 2012, 17:31
Anónimo dijo...

No solo creimos ser el ombligo del mundo sino peor aun, una generacion sostuvo que era poseedora de la verdad plena y viro sus espaldas al quehacer diario de aquellos que quedaron en Cuba sin conceder merito o virtud personal a quienes quedaron atrapados en la mentira castrista. No se reconoce por ejemplo, que en Giron hubo cubanos que se inmolaron defendiendo no el comunismo sino a la patria frente a lo que creian era una invasion de EE UU, no corrieron y le dieron un manotazo a la CIA que estaba convencida de que se repetiria Guatemala. Solo se reconoce por muchos, virtud en los invasores En Giron comenzo el paradigma vencedores-vencidos que tanta ventaja politica le ha dado al castrismo durante cincuenta anos. Como hacer que los hijos de aquellos que se enfrentaron destruyan el paradigma y nos convirtamos todos en vencedores logrando la reunificacion de la familia y la transicion de Cuba a un orden democratico, es la tarea.

15 de julio de 2012, 6:42
Sex Shop dijo...

Muy buenooooo!!!!!!!!!!!!

30 de agosto de 2012, 6:28

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