LA CARGA AL MACHETE ESTÁ EN EL EXILIO ( I I )
En la primera parte de este artículo escribí que, oteando el futuro inmediato de Cuba, no me quedaba duda de que el fin del castrismo depende de lo que haga o deje de hacer el exilio cubano, porque los exiliados están en capacidad de descarrilar la transformación hacia un capitalismo al estilo chino, ruso o vietnamita, con el que la clase dominante castrista intenta mantenerse en el poder.
Y un levantamiento popular u otro tipo de acción colectiva en Cuba sería el resultado directo de la percepción que tenga el pueblo cubano del exilio y de la asistencia real que éste pueda brindarle.
Por esta razón, el castrismo, por años, ha dirigido contra el exilio toda la manipulación imaginable, con el fin de saturarlo de pesimismo y paralizarlo. El exilio es el gran peligro para la dictadura, porque es el disparador del cambio.
En esta segunda parte comienzo por lo obvio:
El gobierno de Obama no ha cometido hasta ahora el error de consolidar a la dictadura castrista porque se lo han impedido los congresistas cubanoamericanos en Washington; en otras palabras, se lo ha impedido el exilio cubano.
Sin estos congresistas, a quien Obama respeta, es muy probable que el turismo a Cuba estaría ya sustituyendo el vital ingreso de la subvención venezolana sin la cual el régimen castrista colapsaría.
Además, el levantamiento del embargo sería el próximo objetivo de la alianza procastrista.
No hay mejor muestra del poder del exilio cubano que el hecho de que los exiliados, con su derecho al voto en los Estados Unidos, han elegido un grupo de congresistas cubanoamericanos inteligentes, trabajadores y comprometidos con la libertad de Cuba.
Ellos son los que han impedido que el régimen castrista pueda aprovecharse de la candidez de muchos políticos estadounidenses y enfrentarse a los intereses creados en los Estados Unidos y en otros países.
Esto debe ser razón de orgullo y optimismo para los exiliados cubanos. Son ellos quienes por mucho tiempo han estado ganando la batalla más importante contra el castrismo.
Por todas estas razones, y por el sentido de oportunidad que se presenta, el exilio tiene que potenciar su inmenso y demostrado poder.
Aunque el exilio ha impedido que el actual gobierno en Washington cometa un error que favorezca al castrismo, esto puede cambiar.
Barack Obama puede ser menos propenso a dar un paso sin garantías democráticas en el caso cubano debido a las dificultades que enfrenta en el ámbito internacional.
Pero The New York Times acaba de sugerirle, en reciente editorial, que aproveche las circunstancias y coseche una victoria internacional llegando a un acuerdo con el gobierno cubano.
Académicos y personalidades del partido demócrata, como Hilary Clinton, han insistido en un cambio en la política hacia Cuba.
Si Hilary Clinton alcanza la candidatura demócrata y luego la presidencia, y sigue sus propios consejos, llegaría a un arreglo con el castrismo que condenaría al pueblo cubano a una lucha más larga por la democracia.
No estoy proponiendo una campaña negativa contra Hilary Clinton, pero se puede hacer mucho para convencer a un sector del electorado latino, que votaría por ella, de que normalizar las relaciones con el castrismo es convertir a Cuba en un Vietnam, antidemocrático, abusivo y corrupto.
La señora Clinton seguramente tendrá en cuenta la opinión de los votantes latinoamericanos sobre el tema cubano.
Al mismo tiempo, el exilio debe estar consciente de que Washington no va a permitir fácilmente que el exilio se disponga a determinar ni los presentes ni los futuros acontecimientos en Cuba.
En los dos años y tres meses que le quedan en la presidencia al presidente Barack Obama lo menos que quiere es una convulsión en Cuba que le obligaría a tomar decisiones muy serias.
¿Por qué el exilio es tan decisivo?
Porque los exiliados tienen la libertad, los recursos, la motivación y, sobre todo, las ventajas para ganarle al castrismo en los escenarios donde es más vulnerable. Ya lo ha hecho en Washington.
En más de medio siglo la diferencia no ha sido que el castrismo tuviera la razón y los demócratas cubanos fueran los equivocados.
La diferencia es que la dictadura siempre ha tenido inmensos recursos a disposición y la oposición cubana ha luchado con migajas.
¿Cuáles son los escenarios vulnerables?
Además de un trabajo con los latinos en los Estados Unidos, otro campo de acción son el turismo extranjero a Cuba y el pueblo cubano.
Un proyecto informativo del exilio puede llevar a la industria turística castro-capitalista a la ruina.
No es necesaria una gran reducción del turismo para que los hoteles en Cuba pasen de las ganancias a las pérdidas.
Sin las inversiones extranjeras, sin el turismo estadounidense, sin la eventual subvención venezolana, y con una disminución del turismo extranjero, el único ingreso importante de la dictadura serían las remesas y los viajes de los cubanos a la Isla.
Esa última fuente de ingreso que le quedaría al castrismo es la más vulnerable de todas a la influencia del exilio cubano.
El pueblo cubano en la Isla tiene que saber con toda certeza que centenares de miles de cubanos que viven en los Estados Unidos estarán dispuestos a salir a protestar a la calle si se pretende ayudar al castrismo, o cuando sea necesario respaldarlo en sus demandas y sus acciones.
Esto requiere un trabajo de persuasión política muy bien diseñado y una ejecución profesional. No podemos seguir repitiendo que el pueblo tiene miedo y que lo único que quiere es irse de Cuba. Esto son situaciones circunstanciales.
Hay que apoyar a los cubanos que están enfrentándose en Cuba, hay que asegurarse que los recursos les llegan a ellos directamente y que no son desviados por quienes los reciben. Hay que tener la certeza de que a quien se ayuda es un opositor auténtico.
Conclusión
Si el exilio cubano comprende su verdadero potencial y se levanta por encima de la confusión y las frustraciones con que lo tratan de paralizar, el exilio comenzará la batalla final contra el castrismo.
Por todas estas razones, y por las que falten, la carga al machete está en el exilio, como lo estuvo en los tiempos de José Martí.
Ni la falta de unidad entre los cubanos, ni todos los infiltrados en Miami, ni los medios que nos hacen la guerra, ni el mundo entero, puede impedir que el exilio ponga de rodillas al castrismo.
Entonces el pueblo cubano tendrá la oportunidad y la posibilidad de materializar un cambio en Cuba. Transición en que no habrá sangre en las calles, porque nadie se atreverá a enfrentar a millones de cubanos con fe, determinación y esperanzas de vivir en libertad.