viernes, 15 de julio de 2016

La herencia de Vladimir Padrino López



En Venezuela la supremacía entregada al Ministro de Defensa, sobre todos los demás ministros y el vicepresidente, es una acción desesperada del poder,  es un segundo golpe de estado.  El primero fue en diciembre de 2015, cuando ante el triunfo mayoritario de la oposición a la Asamblea Nacional, el gobierno en forma arbitraria tomó el control total del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) para estar en capacidad de anular las futuras decisiones de la Asamblea.  En ese entonces el Ministro de Defensa Vladimir Padrino López se opuso al uso del ejército para evitar la victoria de la oposición, pero permitió la jugada en la que el TSJ dejaba a la Asamblea a merced de Nicolás Maduro y sus aliados.  

En aquel entonces, según informó el periodista Antonio María Delgado de El Nuevo Herald: “el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, se rehusó a colaborar con las intenciones de Maduro y del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, de desconocer la masiva victoria de la oposición, lo que hubiera gestado un peligroso escenario de violencia… La posibilidad de modificar el resultado fue discutida a inicios de la semana pasada en una reunión sostenida en el Fuerte Tiuna, la principal sede militar de Caracas, en la que participó la máxima cúpula del régimen, el alto mando militar, los organismos de inteligencia y al menos un representante del gobierno cubano…”.  Sin duda, el jefe militar tuvo en el 2015 el respaldo de la oficialidad y de los soldados demostrando un poder de veto decisivo que evitó el uso de la fuerza pero no impidió un golpe de estado que ha sido funesto para el país.

Ahora, ante una circunstancia de mucha mayor gravedad y en buena parte resultado de ese primer golpe de estado, los super poderes dados al Ministro de Defensa demuestran que Maduro y sus aliados cercanos están en crisis terminal. Maduro, lejos de enderezar los entuertos que heredó de Chávez los complicó con los propios, poniendo en peligro los privilegios de los jerarcas, la seguridad de los narco chavistas y las fortunas acumuladas durante 17 años de corrupción. Ahora creen que Padrino López es su tabla de salvación. En otras palabras, es la figura y la posición del Ministro de Defensa las que están en juego.  El chavismo ha aceptado sus términos o ha recurrido a él con la esperanza de mantenerse en el poder, pero son remotas las posibilidades de que un hombre y un ejército puedan enderezar un desastre tan complejo y profundo como en el que se encuentra Venezuela.  El poder embriaga y Padrino López puede creer lo contrario, o puede esperar que el país se hunda más en el caos para tomar las riendas y descartar a sus aliados actuales.

Por Huber Matos Araluce 

Patria, Pueblo y Libertad



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