Hace apenas dos años, en abril de 2018, que el Doctor Tedros
Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, declaró en la apertura de la III
Convención Internacional de Salud Pública Cuba Salud 2018 que: “No puedo
más que agradecerle a Cuba por el sistema de salud modelo que tiene, que lo hace
situarse entre los mejores del mundo”.
Lo dijo ante Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de los Consejos de
Estado y de Ministros; José Ramón Machado Ventura, segundo secretario del
Comité Central del Partido, y Carissa Etienne, directora de la Organización
Panamericana de la Salud; así como ministros, viceministros y representantes de
más de 50 países.
En ese mismo escenario también declaró que
Cuba había convertido en realidad el sueño de que nadie estuviera exento del
derecho a la salud. Estas fueron sus palabras: “Es una aspiración ambiciosa,
pero si no pensamos en grande seguiremos dejando personas atrás. Los países
como Cuba nos recuerdan que esto no es un sueño para el futuro, sino una
realidad. Y lo han logrado no porque Cuba sea rica, sino porque se lo han
propuesto como un compromiso”. Durante
la apertura del evento, los funcionarios de la OMS y OPS felicitaron al
presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez por su reciente elección, el pasado 19 de
abril.
El sistema de salud de Cuba elogiado por el
director general de la OMS, es muy diferente a la realidad del sistema de salud
de Cuba. Sin embargo, ha sido tanta la propaganda aplaudiendo a ese ficticio
modelo de salud que la mentira ha prevalecido sobre la verdad en el mundo
entero. La OMS, su director, sus
funcionarios y muchos medios de comunicación de países democráticos han hecho
honor a la frase atribuida a Joseph Goebbel, el ministro de propaganda de
Adolfo Hitler: “una mentira repetida mil veces se convierte en una
verdad”. Tal vez el aparato de
propaganda de la dictadura castrista los engañó a todos, o tal vez se querían
dejar engañar por las razones que fueran; hasta por simpatías ideológicas.
Quien se ha querido interesar en saber la
verdad sobre el sistema de salud del castrismo lo ha podido hacer sin muchas
dificultades. Los médicos que han huido de Cuba han dado sus testimonios,
cientos de miles de cubanos, de todas las edades, blancos y negros que han
salido de la Isla, también. Es
ampliamente conocida la falta de higiene en los hospitales de Cuba, que van
desde no tener agua ni buena limpieza hasta obligar a los familiares de los
pacientes a llevar agua y sábanas. La
tragedia de pedir una ambulancia que nunca llega o llega demasiado tarde. La falta de medicinas. Los equipos de diagnóstico que no funcionan
por falta de mantenimiento, etc. Se
pueden atribuir todas estas circunstancias al “bloqueo”, de hecho se hace
aunque no sea cierto. Lo que no se puede
decir es que es un sistema de salud entre los mejores del mundo como afirmó el señor
Tedros Adhanom, director de una institución con mucha credibilidad en el
mundo.
Ahora ante esta situación gravísima por la
pandemia originada en China se acusa al señor Tedros Adhanom de haber cooperado
con la dictadura china en encubrir lo que allí estaba sucediendo, de no alertar
al mundo a tiempo sobre el peligro sino por el contrario darle crédito a las mentiras
con que los funcionarios chinos estaban tratado de ocultar la realidad. Esto me recordó su respaldo al sistema de
salud de Cuba y el apoyo público que en
el día de hoy le ha brindado esa dictadura.
Me pregunto si el director general de la OMS es un incompetente o un
simpatizante de ambos gobiernos. O, ¿qué otra razón puede haber para aplaudir
el desastre de sistema de salud que hay en Cuba y encubrir las mentiras de la
dictadura en China?
Huber Matos Araluce
San José, Costa Rica
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Por más de seis décadas el pueblo cubano ha sido azotado por la pandemia castrista que es una maldición permanente. Ésta ha hecho mucho más daño del que hará la pandemia china y lo seguirá haciendo porque el castrismo es un mal que si no se elimina acabará con nosotros, con nuestros hijos y con sus descendientes.
No hay comida. No se puede mantener el distanciamiento social porque hay que salir a buscar lo que se encuentre. No hay agua en muchos lugares. No hay jabón ni otros productos para la higiene. Las medicinas no se encuentran. No hay limpieza en los hospitales y la basura se acumula en las calles. No hay equipamiento suficiente para atender a los enfermos del virus. No hay transparencia y abunda la mentira. No se sabe realmente el número de muertos ni el de contagiados. Están abiertos todavía los círculos infantiles porque la economía de la dictadura es más importante que la vida del pueblo. Se mantuvieron abiertas las escuelas, los colegios y las universidades cuando en el mundo hacían lo contrario. Se siguió estimulando el turismo cuando los demás países cerraban sus fronteras.
Más de tres generaciones de cubanos perdieron la posibilidad de desarrollar su potencial, solo los que escaparon tuvieron la oportunidad. Uno de los países más prósperos de este continente fue reducido a la pobreza para que el pueblo tuviera que depender de un régimen que lo ha explotado sin piedad.
Nos dejaría espantados un recuento de los muertos durante las pasadas seis décadas, víctimas de la mala alimentación, enfermedades y epidemias, mala praxis, fusilamientos, asesinatos, ahogados en el mar y confinamientos en las prisiones. Solo en la guerra de Angola que duró 15 años, entre 1975-1991, en la que participaron 350.000 cubanos, murieron varios miles, la mayoría por enfermedades y accidentes. Los campos de concentración de la UMAP dejaron 72 muertes por torturas y ejecuciones y 180 suicidios, un total de 252 jóvenes cubanos.
El sufrimiento de familias y personas por esas razones y por la separación del exilio no podrá medirse nunca, ese dolor es inconmensurable. Las alegrías y las memorias perdidas no podrán recuperarse.
El pueblo fue engañado y reprimido para esclavizarlo. En Venezuela estamos viendo en cámara lenta la destrucción del pueblo, su economía, sus costumbres y su alegría por una variante más vulgar de la pandemia castrista.
Cuba es una isla y si fuera también una democracia estaríamos enfrentado la pandemia china con dignidad en lugar de terror y con esperanza, agua, jabón y comida.
Creo que a la hora del balance de las dos pandemias la castrista ha hecho y continuará ha-ciendo mucho, mucho más daño que la importada. La vacuna está dentro de nosotros mismos, hay que empezar por erradicar el temor al castrismo. Ahora es la oportunidad o moriremos todos lentamente y arrodillados.
Huber Matos Araluce
San José, Costa Rica
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