DEBE TERMINAR LA IMPUNIDAD DE PUTIN
Durante años Vladimir Putin ha actuado con impunidad en el escenario mundial, utilizando una mezcla de guerra híbrida, desinformación y agresión directa. Las respuestas de Occidente a menudo han sido tímidas, reflejando una reticencia a escalar tensiones con una potencia nuclear. Putin, como lo haría cualquier matón, ha interpretado esas débiles reacciones recurriendo cada vez con más frecuencia a la estrategia de amenazas. Sin embargo, los eventos recientes sugieren que la era de las acciones rusas desenfrenadas podría estar llegando a su fin. El rechazo contundente del presidente de Azerbaiyán ante la media excusa que Putin le expuso por el trágico derribo de una aeronave civil de ese país, marca un posible punto de inflexión.
El incidente: Un catalizador para el cambio
El 25 de diciembre de 2024, un trágico incidente ocurrió cuando un Embraer 190 operado por Azerbaijan Airlines fue derribado en el espacio aéreo ruso, resultando en 38 muertos. Investigaciones preliminares apuntan a una interferencia rusa, incluyendo interrupciones electrónicas y disparos de misiles. En un marcado alejamiento de la deferencia habitual de las repúblicas ex soviéticas, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, condenó públicamente las explicaciones de Moscú como “tontas y deshonestas” y exigió rendición de cuentas, compensación a los familiares de las víctimas y llevar a la justicia a los culpables.
Esta confrontación es significativa. Históricamente, Azerbaiyán, al igual que otras naciones en la órbita de Rusia, ha procedido con cautela para evitar provocar a Moscú. La crítica desenfrenada de Aliyev señala un cambio en el equilibrio de poder y una creciente disposición entre los vecinos de Rusia para desafiar su autoridad.
El declive de la influencia rusa en la región
La guerra en Ucrania ha drenado los recursos militares y económicos de Rusia, dejándola menos capaz de mantener su influencia sobre los territorios ex soviéticos. Esta erosión es evidente en el Cáucaso Sur, donde Azerbaiyán se ha alineado cada vez más con Turquía, aprovechando sus lazos étnicos y estratégicos. Mientras tanto, Armenia, tradicionalmente aliada de Rusia, ha recurrido a Occidente, aislando aún más a Moscú.
La incapacidad de Rusia para prevenir la ofensiva de Azerbaiyán en Nagorno-Karabaj el año pasado, junto con su débil respuesta a la muerte de pacificadores rusos, subraya su poder menguante en la región. La estrategia anterior del Kremlin de jugar con sus vecinos en contra unos de otros está fallando a medida que naciones como Azerbaiyán y Armenia buscan socios alternativos.
Otro golpe significativo a la influencia de Putin es la reciente caída de Bashar al-Assad en Siria, un hecho en el que Turquía desempeñó un papel vital. La retirada de las fuerzas rusas de Siria tras este evento marca una pérdida estratégica para Moscú, ya que sus bases militares en Siria habían sido un punto clave para proyectar su poder en el Mediterráneo y África. Este retroceso subraya cómo el enfoque de Putin en Ucrania está debilitando su capacidad para mantener posiciones clave en otros frentes.
Implicaciones y oportunidades para Occidente
La desafiante postura de Azerbaiyán ofrece una rara oportunidad para que Occidente recalibre su enfoque para contrarrestar la agresión rusa. Esto es lo que podría hacerse:
Apoyar las demandas de Azerbaiyán de rendición de cuentas refuerza el compromiso de Occidente con la soberanía y el derecho internacional.
Un mayor compromiso en el Cáucaso Sur puede ayudar a contrarrestar la influencia rusa y china, fomentando la estabilidad en una región estratégicamente vital.
Dar a Ucrania todo el apoyo que necesite para expulsar al ejército ruso de su territorio.
Exponer las vulnerabilidades de Rusia:
Destacar la influencia menguante de Moscú y su mal manejo de incidentes como el accidente de Azerbaijan Airlines socava la narrativa de fortaleza de Putin.
Amplificar estos momentos mediante diplomacia internacional y medios de comunicación puede erosionar la credibilidad del Kremlin.
Aprovechar el papel de Turquía:
La creciente influencia de Turquía en el Cáucaso Sur, particularmente sus estrechos lazos con Azerbaiyán, presenta tanto desafíos como oportunidades para la OTAN.
Los esfuerzos coordinados con Ankara podrían garantizar que las ambiciones regionales de Turquía se alineen con los intereses más amplios de Occidente.
El contexto más amplio
La postura firme de Azerbaiyán surge en un momento de creciente conciencia global sobre las tácticas agresivas de Putin, incluyendo sabotajes contra infraestructura europea, ciberataques e interferencias políticas. La respuesta históricamente cautelosa de Occidente a tales acciones ha envalentonado a Moscú. Sin embargo, a medida que países como Azerbaiyán toman represalias, la narrativa puede estar cambiando.
La disputa también pone de manifiesto la fragilidad de la posición de Putin. En el ámbito doméstico, su régimen enfrenta un creciente descontento por la prolongada guerra en Ucrania y el estancamiento económico. En el ámbito internacional, el aislamiento de Rusia se profundiza a medida que sus antiguos aliados buscan nuevas asociaciones. El poder menguante del Kremlin subraya la necesidad de una estrategia occidental decidida y unificada para contener su agresión.
¿Un punto de inflexión?
Aunque está por verse si la audaz reacción de Azerbaiyán inspirará movimientos similares en otras naciones, representa una grieta en la fachada de la dominación rusa. Si Occidente aprovecha este momento para reforzar sus alianzas y contrarrestar las acciones de Rusia, podría marcar el comienzo de una nueva era en el orden global, una que comenzaría con la derrota de Putin en Ucrania y se obligue a Rusia a pagar por los daños causados a ese país.
Huber Matos Araluce
San José, Costa Rica
Diciembre 2024