Cuba en el limbo y el error de Obama (3)
La política de tomarla con calma
No han pasado dos meses desde que Obama le pidió a Rodríguez Zapatero intervenir con Raúl Castro a ver si continuaban dando “pasos”, cuando Arturo Valenzuela, Secretario de Estado Adjunto para Latinoamérica, parece interpretar que hubo una respuesta negativa.
EFE y El Nuevo Herald informan el 11 de diciembre de 2009 que Valenzuela ha declarado:
El Gobierno de EEUU se está tomando con "calma'' el acercamiento y el diálogo que inició la Administración del presidente Barack Obama con Cuba, porque no busca un ‘‘cambio súbito'' en este momento en sus relaciones con La Habana…Washington pretende "tomar el pulso a la situación'' en Cuba para "ver cómo salir adelante''…''Lo que estamos viendo de cara al futuro es cómo seguir avanzando'' en los temas de interés común para EEUU y Cuba, agregó el alto funcionario… Sin embargo, recalcó que se trata de "algo que nos estamos tomando en estos momentos con calma''…''No es una cosa en que se está buscando un cambio súbito en este momento. Estamos avanzando'', subrayó el diplomático.
Así que el acercamiento y el diálogo que inició la Administración Obama hacia el castrismo hace un año ahora hay que tomarlos con “calma” porque Washington en estos momentos no busca un cambio súbito en La Habana.
Valenzuela, igual que Obama en sus comentarios a Zapatero, parece sugerir que en algún momento sí se buscó un cambio súbito, pero por alguna negativa o por un acuerdo con la tiranía se modificó el objetivo.
¿Cuánto dura un cambio que no es súbito? ¿Cuál es el plazo? ¿Cuándo y con cuál criterio se decidió las características del cambio y cómo llegar a alcanzarlo? ¿Le ha aceptado Washington a Raúl el plazo de 20 años que pidió hace años una misión de militares castristas? ¿Se harán públicos los términos en una segunda administración Obama? Son muchas las preguntas sin respuesta.
Señalemos diferentes posibilidades:
1) Se reacciona ante el fracaso de un año de intentos estadounidenses, sin respuesta positiva por parte del castrismo y sin querer aceptar el fracaso de la política de “pasos y conciliación”. Entonces se inventa o se acepta el argumento de la imposibilidad del cambio súbito y se recurre a la figura de la toma del pulso, porque no hay idea de cómo proceder. No se quiere hacer un esfuerzo por pasar a una política más dinámica, por temor a parecerse a la que pusieron en práctica gobiernos republicanos y demócratas antes de la llegada de Obama a la Casa Blanca. En resumen, dejemos a Cuba en el limbo.
2) O se ha llegado a la conclusión de que, por el momento, es mejor no hacer nada en el asunto cubano. Hay que dejar pasar el tiempo hasta que se gane la reelección y entonces, al no necesitar ya los votos del exilio cubano, se puede levantar el embargo unilateralmente, sin condicionarlo al respeto a los derechos humanos en Cuba, y llegar a un acuerdo con la tiranía que facilite las inversiones estadounidenses en la isla.
3) Washington se lavaría las manos dejando en otros (la comunidad internacional) la responsabilidad de lo que pase con Cuba. Como declaró Valenzuela, el asunto es: “cómo seguir avanzando en los temas de interés común para EEUU y Cuba”. Que no son necesariamente los temas de interés del pueblo cubano, sino los temas de interés común entre un gobierno estadounidense que ha demostrado su pragmatismo e inexperiencia, y una tiranía en Cuba que ha demostrado su resistencia a cambios que la alejen del poder y de sus privilegios.
Un acuerdo entre Obama y Zapatero podría diluir en el seno de la “comunidad internacional” el papel de los Estados Unidos en Cuba. Algo parecido a lo que trató de hacer en Honduras cuando, en lugar de ejercer su liderazgo y condenar las violaciones a los Constitución de ambas partes, estuvo de acuerdo hasta con Hugo Chávez en exigir una restitución de Zelaya, objetivo que era un absurdo político, aunque una popular posición demagógica.
Continuará…
0 comentarios:
Publicar un comentario