La sociedad civil que existe en Cuba y la última novedad
Primavera Digital editorial 204 ueves, 26 de Enero de 2012
En Cuba existe una sociedad civil activa y trabajadora. No hay absolutamente nada que inventar en este sentido. Está compuesta por diversas entidades que prestan servicios públicos en la mayoría de los casos. Desde asociaciones de abogados, hasta economistas que estudian y ofrecen soluciones tanto macroeconómicas como microeconómicas hasta blogueros esforzados en divulgar las nuevas tecnologías de la información y periodistas independientes que tozudos y tenaces informan, a Cuba y desde Cuba, al mundo, entre otros prominentes miembros.
Existe un entramado de organizaciones y activistas poco promocionados que con métodos de menguada eficiencia pero con una entrega total, demandan al gobierno totalitario las parcelas de participación ciudadana que el régimen militar niega de forma sistemática.
El régimen militar volvió a matar y continuará. Se repite el triste episodio en que las autoridades penitenciarías dejan morir a un preso político en huelga de hambre en cumplimiento de órdenes superiores. Wilmar Villar Mendoza murió en protesta por su encarcelamiento que consideró ilegal, ya que el derecho a la libre expresión en las calles de todos los cubanos, tiene que ser respetado por el régimen militar.
Quizás el espíritu de rebeldía aún se resiste a morir en algunos cubanos, pero sin una labor de concientización ciudadana inteligente que borré el consenso creado por los académicos de la represión del Ministerio del Interior, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, no nacionales y del tristemente célebre Departamento Ideológico del partido único, poco podrá hacerse y los mejores cubanos continuarán la ruta del martirio.
Cuando murió Laura Pollán, la Dama de Cuba, pareció que el mundo se acabaría, pero no fue así. Quizás la huelga de hambre que protagonizó el psicólogo y periodista Guillermo Fariñas, hoy galardonado con el premio Sajarov y que felizmente no terminó en tragedia, tuvo mayor resonancia mediática en tierras del exilio que la muerte cierta y trágica de Laura y de los otros. Esperemos que Gloria Estefan cante otra vez, a fin de cuentas, lo sabe hacer y muy bien.
Falta por ver si se repite el guión ya conocido para las muertes recientes de Zapata Tamayo, Wilfredo Soto y Laura Pollán. Ya que el cardenal Ortega selló con saliva divina el asunto de los presos políticos, veremos cómo expone a su Santidad, la triste y última ¿novedad? Un nuevo llamado parece corporizarse: ¡Sinvergüenzas de todos los países, uníos para salvar la revolución de los Castro! Ah, y que cada uno aporte lo que pueda. Sirve desde una misa, otra marcha en Miami o quizás, por qué no, hasta una nueva sociedad civil.
PD
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