EL PARTIDO SE QUEDA


Los resultados de la reunión del Partido Comunista en Cuba no debieran decepcionar a los demócratas cubanos. Por el contrario, para nuestro beneficio los campos han quedado claramente definidos.

Los miembros de la nomenclatura que albergaban alguna esperanza en que la gerontocracia iniciaría una apertura política deben haberse convencido de que este no será el caso. Raúl y su grupo tienen toda la intención de controlar el poder hasta que mueran y luego dejarlo como herencia a sus familiares e incondicionales.

El pueblo también lo habrá entendido. El Partido se queda con el poder y no piensa compartirlo ni discutirlo con nadie. La comunidad y la prensa internacional, que han estado queriendo ver una transición donde no la hay, tienen ahora menos base para seguir presagiando la próxima novedad política en Cuba.

Ni el actual presidente en Washington, ni el que triunfe en las próximas elecciones, podrá alegar que los turistas, como embajadores de la libertad, van a lograr la democratización de Cuba; ni tampoco los pequeños empresarios financiados desde el exterior. Si levantan el embargo, los dólares van primero a reforzar el aparato de seguridad para que el partido siga mandando por la eternidad. Exactamente como en China.

El país que proponga mejorar las relaciones con el gobierno de Cuba está bien alertado de que, haga lo que haga, en la isla no habrá multipartidismo, sino una dictadura totalitaria. Los empresarios que quieran invertir en Cuba también saben lo que hacen, se convierten en socios directos o indirectos del régimen, y con ello de todas sus tropelías, sean cubanos o extranjeros, aunque digan públicamente que tienen las mejores intenciones.

Esto lo sabia el pueblo cubano mejor que nadie. Por esa razón no le prestó ninguna atención a la reunión del Partido. Quien se haya sorprendido, debe analizar por qué razón albergó esperanzas.

La gerontocracia castrista ha tomado una decisión muy parecida a la que tomó Deng Xiaoping en China en los años ochenta: el comunismo es un fracaso, es cierto, pero no se puede admitir públicamente porque nosotros, el Partido Comunista, nos quedaremos con el poder.

En China decidieron que en lugar del comunismo iban a cohesionar a sus miembros y al pueblo con la temática del nacionalismo. De ahí la reflexión del dictador Castro: La fruta que no cayó y los recientes comentarios anti yanquis de Raúl Castro.

Xiaoping decidió que ante el fracaso económico se invitaría a los capitalistas a reconstruir la economía; así se neutralizaría el descontento del pueblo y la gente eventualmente aplaudirá la sabiduría del partido.

Empezaron a desmantelar todas las barbaridades de Mao evitando criticarlo, como en Cuba están haciendo con las de Fidel Castro. Así lo han hecho desde entonces en China y así pretenden hacerlo en Cuba también.


Continuará…
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Las ideas y el caos

Enrique Krauze

Por Mario Vargas Lloza (29/01/201)

Quienes creen que la historia de América Latina es una obra maestra de la sinrazón, un producto del puro instinto y de la fuerza bruta, deberían leer el reciente libro del historiador mexicano Enrique Krauze, Redentores. Ideas y poder en América Latina (Debate, 2011). Este ambicioso y audaz ensayo quiere mostrar, a través de perfiles biográficos de 12 latinoamericanos de diversa vocación -políticos, revolucionarios, escritores, dictadores- que la evolución de América Latina no es un caos, resultante de las pasiones y los apetitos desbocados, sino una compleja trama movida por ideas y convicciones que, aunque a menudo disimuladas detrás de desplantes, matonerías y retóricas rimbombantes y huecas, le dan a aquella sentido, coherencia y racionalidad.

Como los autores de las dos obras capitales que le sirven de modelo, Russian Thinkers, de Isaiah Berlin, y To the Finland Station, de Edmund Wilson, Enrique Krauze cree firmemente que las ideas hacen siempre la historia y explican todos los grandes hechos -repugnantes o admirables, generosos o mezquinos, liberadores o esclavizantes- que constituyen el devenir de todas las sociedades y naciones.

Aunque rigurosamente trabados entre sí, los capítulos del libro son de dimensión y profundidad variada y entre el riquísimo y exhaustivo dedicado a Octavio Paz -un libro dentro del libro, en verdad- y los más breves y someros consagrados, por ejemplo, a José Martí y a Eva Perón, hay diferencias acusadas. Pero todos están escritos con desenvoltura, astucia y felicidad y se leen con la expectativa y la excitación de las mejores novelas. Redentores es una obra clave de nuestros días, una de las empresas intelectuales más audaces concebidas en el ámbito intelectual y político latinoamericano, y, por su rigor y erudición y la originalidad de sus análisis, un aporte valiosísimo para entender la actualidad y las perspectivas inmediatas de ese continente que creíamos de las oportunidades perdidas pero que, según la tesis más polémica de Krauze, ya no lo es más, pues ha entrado por fin, en medio del tumulto que es todavía su fachada, en un rumbo de verdadero progreso.

El optimismo que transpira el libro no peca de ingenuo, está fundado en datos, indicios y razonamientos persuasivos. Debo confesar que, en mi caso, ha servido para derribar desconfianzas y escepticismos que alentaba hacia algunos países, sumidos en problemas que me parecían obstáculos insalvables para que en ellos echaran raíces en un futuro próximo instituciones y costumbres democráticas sobre bases estables. Desde luego, Krauze es muy consciente de la enorme diversidad existente entre la veintena de países de América Latina y de la imposibilidad de que todos ellos progresen al mismo ritmo y de la misma manera. Es también muy lúcido sobre los desafíos mayores para la democratización que representan el narcotráfico y su inmenso poderío económico y el crecimiento desaforado de la delincuencia y la corrupción que en gran parte es su consecuencia. Lo que señala es una tendencia general a la que, unos más rápido y otros con retardo, todos se van sumando, algunos con entusiasmo y lucidez y los demás a regañadientes y hasta sin darse cuenta cabal del proceso modernizador en el que están inmersos.

Según Krauze no es casual que en la América Latina de nuestros días no haya sino una sola dictadura de tipo clásico, la de la Cuba castrista, una semidictadura demagógica y corrupta, la Venezuela de Hugo Chávez, y un par de democracias populistas y secuestradas por caudillos como la Bolivia de Evo Morales y la Nicaragua de Daniel Ortega, en tanto que todos los otros países, no importa cuán imperfectas sean todavía sus instituciones, parecen haber optado de manera resuelta por Estados de derecho basados en la democracia política y economías de mercado. Más importante todavía: el modelo socialista autoritario que en los años sesenta y setenta reclutaba a todas las vanguardias políticas del continente y era el santo y seña de sus juventudes, está hoy prácticamente en ruinas, condenado a una marginalidad que se sigue encogiendo y que alientan apenas grupos y grupúsculos huérfanos de calor popular, en tanto que una nueva izquierda, como la que gobernó en Chile con la Unidad Popular y que gobierna ahora en países como Brasil, Uruguay, El Salvador y Perú, ha dejado atrás sus viejos sueños colectivistas y estatistas y optado por el pragmatismo democrático y de economías abiertas de la social democracia europea.

El camino para llegar hasta aquí -a la modernidad y el realismo políticos- ha sido largo, sangriento, de confusión y delirio ideológicos, sueños utópicos de redención social a través de la violencia, la guerra civil, dictaduras atroces, democracias paralizadas por la ineptitud y la venalidad de sus líderes, burócratas y parlamentarios, y Enrique Krauze lo traza en síntesis brillantes y elocuentes a través de los perfiles biográficos. Por momentos, como en las páginas dedicadas a José Vasconcelos, a Evita Perón, al Che Guevara y al subcomandante Marcos, el libro alcanza vuelos épicos, relata deslumbrantes peripecias aventureras que parecen provenir más de las fantasías locas del realismo mágico que de una realidad documentada. Los repetidos fracasos, las enormes desigualdades económicas y sociales, el sufrimiento que las repetidas desventuras políticas han ido sembrando por todo el continente, poco a poco han ido empujando a las sociedades latinoamericanas hacia el realismo, es decir, hacia los consensos democráticos, el primero, el de coexistir en la diversidad política sin entrematarse, acatando los veredictos electorales, la renovación periódica de los Gobiernos, el respeto a la libertad de expresión y al derecho de crítica, la aceptación de la propiedad, de la empresa privada y del mercado como mecanismos indispensables del desarrollo económico. Todo ello ha ido imponiéndose poco a poco, por la fuerza de las cosas, a través de la evolución de una derecha y una izquierda que, no sin reticencias y traspiés, han ido renunciando a sus viejas obsesiones excluyentes y violentistas, y cambiando de métodos.

Desde luego que nada de esto es irreversible. Enrique Krauze no cree que la historia tenga leyes inflexibles a las que los pueblos estén sometidos como los astros a la ley de gravedad, sino que aquella fluctúa, avanza o retrocede y a veces gira sobre sí misma de manera tautológica. Pero las conclusiones de su libro son elocuentes y estimulantes: comparada, no con el ideal, sino con su pasado mediato e inmediato, América Latina ha progresado de manera notable. Si sus economías van creciendo y han resistido mejor la crisis financiera que causa estragos en Estados Unidos y en Europa es porque ahora es más libre que en el pasado y porque la cultura de la libertad ha ido impregnando tanto su realidad política como la social y la económica. Nada indica que en el futuro inmediato esta tendencia vaya a cambiar. Todo lo contrario. Habría que ser ciego porfiado en materias ideológicas para creer que todavía la Cuba totalitaria, donde siguen muriendo los disidentes perseguidos por la policía política, o la Venezuela arruinada y enconada por las malas artes de Hugo Chávez, pudieran ser el modelo hacia el cual se encamina el resto del continente. Es evidente que esos regímenes representan anacronismos en proceso de desintegración -muy lenta, por desgracia- en un contexto en el que lo que se va imponiendo de manera inequívoca es el modelo democrático liberal.

Como soy uno de los 12 protagonistas de Redentores, y Krauze me dedica un generoso ensayo, he tenido dudas hamletianas antes de reseñarlo. Sé de sobra las suspicacias que este artículo puede despertar. Pero lo hago porque, como todavía las ideas que su autor defiende tienen tanta dificultad para ser reconocidas y aceptadas en el medio intelectual latinoamericano -paradójicamente más retrógrado que el político y el económico-, me temo que no tenga la difusión que se merece y sea víctima de la discriminación y censura que aún practica el establishment cultural, controlado por un progresismo de pacotilla. Krauze tiene el coraje de proclamarse un liberal en un medio donde todavía esta parece una mala palabra, asociada a las ideas de explotación y egoísmo capitalista, y otro de los grandes méritos de su ensayo es devolver a aquella su prístino sentido de defensor y amante de la libertad como valor supremo, pero de ninguna manera disociada de la justicia y de la convicción de que ésta, en el dominio social, sólo puede significar la creación de una sociedad donde haya igualdad de oportunidades para todos. En este sentido, tiene muchísima razón cuando sostiene que el liberalismo está más cerca de la socialdemocracia que del conservadurismo, y que, buena parte del proceso de modernización de América Latina se debe a que, sin que nadie lo quisiera ni advirtiera, ambas tendencias se han ido acercando y confundiendo en la realidad, empujando de este modo la civilización y haciendo retroceder la barbarie. Su libro es un hito decisivo en este proceso civilizador.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/ideas/caos/elpepiopi/20120129elpepiopi_12/Tes?print=1
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La sociedad civil que existe en Cuba y la última novedad


Primavera Digital editorial 204 ueves, 26 de Enero de 2012

En Cuba existe una sociedad civil activa y trabajadora. No hay absolutamente nada que inventar en este sentido. Está compuesta por diversas entidades que prestan servicios públicos en la mayoría de los casos. Desde asociaciones de abogados, hasta economistas que estudian y ofrecen soluciones tanto macroeconómicas como microeconómicas hasta blogueros esforzados en divulgar las nuevas tecnologías de la información y periodistas independientes que tozudos y tenaces informan, a Cuba y desde Cuba, al mundo, entre otros prominentes miembros.

Existe un entramado de organizaciones y activistas poco promocionados que con métodos de menguada eficiencia pero con una entrega total, demandan al gobierno totalitario las parcelas de participación ciudadana que el régimen militar niega de forma sistemática.

El régimen militar volvió a matar y continuará. Se repite el triste episodio en que las autoridades penitenciarías dejan morir a un preso político en huelga de hambre en cumplimiento de órdenes superiores. Wilmar Villar Mendoza murió en protesta por su encarcelamiento que consideró ilegal, ya que el derecho a la libre expresión en las calles de todos los cubanos, tiene que ser respetado por el régimen militar.

Quizás el espíritu de rebeldía aún se resiste a morir en algunos cubanos, pero sin una labor de concientización ciudadana inteligente que borré el consenso creado por los académicos de la represión del Ministerio del Interior, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, no nacionales y del tristemente célebre Departamento Ideológico del partido único, poco podrá hacerse y los mejores cubanos continuarán la ruta del martirio.

Cuando murió Laura Pollán, la Dama de Cuba, pareció que el mundo se acabaría, pero no fue así. Quizás la huelga de hambre que protagonizó el psicólogo y periodista Guillermo Fariñas, hoy galardonado con el premio Sajarov y que felizmente no terminó en tragedia, tuvo mayor resonancia mediática en tierras del exilio que la muerte cierta y trágica de Laura y de los otros. Esperemos que Gloria Estefan cante otra vez, a fin de cuentas, lo sabe hacer y muy bien.

Falta por ver si se repite el guión ya conocido para las muertes recientes de Zapata Tamayo, Wilfredo Soto y Laura Pollán. Ya que el cardenal Ortega selló con saliva divina el asunto de los presos políticos, veremos cómo expone a su Santidad, la triste y última ¿novedad? Un nuevo llamado parece corporizarse: ¡Sinvergüenzas de todos los países, uníos para salvar la revolución de los Castro! Ah, y que cada uno aporte lo que pueda. Sirve desde una misa, otra marcha en Miami o quizás, por qué no, hasta una nueva sociedad civil.

PD
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LA TIRANIA DE LOS CASTRO MOSTRARA AL PAPA BENEDITO XVI OTRA DE SUS VICTIMAS: MUERE EL OPOSITOR SANTIAGUERO WILMAN VILLAR MENDOZA

Wilman Villar Mendoza


Por Yusmila Reyna Ferrera

El opositor de Contramaestre de la provincia Santiago de Cuba, Wilman Villar Mendoza de tan solo 31 años de edad murió este jueves 19 de enero de 2012, en el Hospital Clínico Quirúrgico “Juan Bruno Zayas” de esta ciudad, tras cuatro días de diagnóstico de Bronconeumonía reportado de grave y en estado súper crítico, situación derivada de las malas condiciones de las celdas de castigo, sin camisa, expuesto a las bajas temperaturas, que acontecen en este mes de enero en todo el país, unido a las secuelas que trajo aparejado la huelga de hambre que realizara desde el 29 de diciembre de 2011 por considerar injusta su condena de 4 años por resistencia a la policía política ante su detención el 24 de noviembre de ese propio año.

En estos 18 días que transcurrieron de hambruna, aseguró su esposa Maritza Pelegrino Cabrales que no recibió atención médica a tiempo ante los síntomas de enfermedad en la prisión de Aguadores de la Ciudad de Santiago de Cuba, por lo que la misma temía, le ocurriera lo mismo que al padre de Wilman, quien murió hace alrededor de tres años en similares condiciones.

La ahora viuda Maritza Pelegrino, y madre de dos hijos huérfanos en y por su dolor hace responsable a los carceleros de Wilmar y a la Seguridad del Estado de esta provincia por la muerte de su esposo. Y está dispuesta a denunciar esta nueva injusticia del gobierno cubano, ante todo aquel que se una a su voz de condena y se solidarice con su dolor e indigne por esta nueva mancha de sangre de la tiranía castrista. Pueden llamarla al teléfono: 53842338.


yusmilarf@yahoo.com , 53740544


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JAQUE A IRÁN. ¿POR QUÉ AHORA?

Persépolis

Si el régimen teocrático iraní da un paso en falso tratando de cerrar el estrecho de Ormuz, los Estados Unidos han prometido impedirlo. El resultado sería un conflicto militar limitado a favor de los Estados Unidos, o el principio de una guerra que Irán perderá.

La reacción iraní es consecuencia de las nuevas sanciones impuestas por Estados Unidos contra las compras del petróleo de Irán, con el fin de presionar a Teherán para que detengan su refinamiento de material radiactivo.

Si por tres años Obama no ha tomado medidas tan drásticas, a meses de una elección presidencial en los Estados Unidos, la pregunta es válida: ¿por qué ahora?

¿Es porque la crisis en Siria hace a Irán más vulnerable?

¿Es que los judíos le han dado algún tipo de ultimátum a la Casa Blanca?

¿Es que los países árabes han exigido a Obama una actitud más fuerte contra Irán?

¿Es que la actual presión contra Irán está realmente relacionada con la situación de Iraq, aunque parezca que tiene que ver con su proyecto nuclear?

¿O es que a Obama le conviene un conflicto con Irán que le asegure su reelección?

Antecedentes

Desde el triunfo de la revolución islámica en Irán en 1979, Estados Unidos se ha opuesto sistemáticamente al desarrollo de un programa de energía atómica en ese país, alegando que el propósito de Irán es el desarrollo de armas nucleares. Irán ha insistido en que ese no es su objetivo.

Aunque Irán tiene grandes reservas de petróleo y de gas, es razonable que trate de generar electricidad con energía atómica. Esto le permitiría usar sus yacimientos de fuentes no renovables en forma más productiva. Evitaría también la contaminación ambiental resultante del petróleo y del gas.

El desarrollo atómico en Irán tiene una larga historia. Comenzó en 1957, bajo los auspicios de los Estados Unidos, en un programa que se conoció como “Átomos para la Paz”. En 1974 el Shah firmó un acuerdo con Siemens y Framatome (Sociedad Franco Americana de construcciones atómicas) para la fabricación de cuatro reactores que producirían electricidad.

Un año después Siemens inició la construcción de dos de ellos. El trabajo se interrumpió por desinterés de la revolución islámica, en 1979. Un reactor estaba prácticamente terminado, y el otro hasta un 50%. Durante la guerra con Irak los bombardeos iraquíes dañaron estas instalaciones.

En enero de 1979 Framatome había comenzado la construcción de dos reactores, que fue suspendida unilateralmente por la compañía francesa. Los iraníes alegan que por presión de los Estados Unidos.

En 1994 Irán negoció con la empresa rusa Minaton la terminación de uno de los reactores comenzados por Siemens en Bushehr, en el Golfo Pérsico. Además de los problemas de adaptación del equipo ruso a la infraestructura que estaba ya construida, el proyecto tuvo atrasos debido a la resistencia de Irán a aceptar que devolvería a Rusia el residuo del combustible atómico de esta planta.

Este residuo radioactivo puede manipularse para fabricar armas atómicas. El acuerdo entre Irán y Rusia estaba bajo las guías de la Agencia Internacional de Energía Atómica.

En repetidas ocasiones Irán se ha resistido a cumplir sus compromisos internacionales relacionados con la inspección y notificación sobre sus actividades en las instalaciones atómicas. Ha fabricado un número de ellas bajo tierra y en zonas urbanas, aumentando la alarma de Occidente y de sus vecinos.

El reciente anuncio de la Agencia Internacional de Energía Atómica de que Irán está enriqueciendo el material nuclear a niveles de pureza de un 20% parece haber desencadenado la reciente crisis.

Es una evidencia más de que el objetivo de Irán es el desarrollo de bombas atómicas. Pero no es una sorpresa. Las intenciones de la teocracia iraní en este sentido se conocen desde hace muchos años.

Como hemos señalado, desde 1979 Estados Unidos se ha opuesto al desarrollo de un programa nuclear en Irán. En enero de ese año, la revolución islámica obligó a huir al Sha Mohammad Reza Pahlevi, un aliado cercano de los Estados Unidos, que resultó el último soberano de una monarquía de 2,500 años de existencia. Había llegado al poder en 1941, tras la abdicación de su padre.

En 1953 el entonces primer ministro iraní, Mohammed Mossadegh, democráticamente elegido, fue derribado por un golpe de estado organizado por la CIA norteamericana y el MI-6 inglés, a causa de sus medidas de reformas sociales, pero fundamentalmente por la nacionalización del petróleo, que los ingleses controlaban desde 1913. En 1997 el presidente norteamericano Bill Clinton prácticamente se disculpó por ese golpe de estado.

Pero el conflicto con Irán no se limita a los Estados Unidos y a Israel. En 1979 el líder iraní, el Ayatola Khomeini, de la secta chiíta del Islam, le declaró la guerra verbal a las monarquías y a los gobiernos islámico-sunitas árabes. Esto exacerbó el conflicto religioso en la zona, e intensificó la desconfianza histórica de los países árabes hacia Irán.

El pueblo iraní es indoeuropeo (*). Apareció en escena 500 años antes de Cristo. El rey Ciro el Grande unificó a Persia. Los árabes, de origen semita, empezaron a hacer su historia más de diez siglos después, con Mohamed, quien nació en el año 570 de la era cristiana. En el siglo séptimo dominaron a los persas, y diseminaron el Islam y el alfabeto árabe.

Para los estados árabes, un Irán con armamento atómico es un problema de supervivencia. Durante la guerra entre Irán e Irak (1980-88), con excepción de Siria, los países árabes apoyaron financieramente a Irak contra Irán. Siria respaldó a Irán, por su enemistad hacia Saddam Hussein y por conveniencias económicas. Siria es el único aliado árabe de Irán en la zona.

El peligro del régimen teocrático iraní no se limita a su potencial armamento atómico, ni a sus amenazas contra los países árabes, Israel y los Estados Unidos. Irán es el principal estado promotor del terrorismo en el mundo. Utiliza a los grupos terroristas que apoya para que estos hagan los trabajos sucios en los que no quiere aparecer directamente involucrado.

Irán no tiene que lanzar un ataque atómico contra ningún estado. Esto podría provocar un contraataque similar. Irán puede suministrarle material radioactivo a las organizaciones terroristas, y estas se encargarían de crear el caos. Pero mientras desarrolla su capacidad atómica, Irán se ha hecho sentir por medio del terrorismo convencional.

En octubre de 2011, Estados Unidos descubrió una conspiración iraní para asesinar al Embajador de Arabia Saudita en Washington. En 1992, una bomba contra la embajada israelí en Argentina resultó en 29 muertos y 242 heridos. En 1994, un ataque contra la Asociación Mutual Israelita Argentina provocó 85 muertos y cientos de heridos. En ambos casos hubo evidencia de la participación del régimen iraní.

El apoyo a las organizaciones terroristas palestinas Hamas y a la Jijad Islámica, así como al grupo terrorista libanés Hezbollah, es un hecho reconocido. En la Irak post Hussein el gobierno iraní ha apoyado los atentados terroristas contra las tropas estadounidenses, y ha estimulando la violencia sectaria en Irak.

Estados Unidos, Israel y otros países han hecho esfuerzos contra Irán para detenerle su desarrollo de armamento atómico, hasta ahora con pocos resultados. Muchas de las medidas tomadas representan castigos en el orden financiero. Han habido sabotajes, y varios científicos iraníes han sido asesinados.

Además del régimen sirio, los aliados de Irán han sido China y Rusia, que se han opuesto a sanciones contra ese país. La India y el presidente Lula también han apoyado a Irán. Lula lo hizo incluso después de que ese régimen ahogó con represión las protestas contra el fraude electoral del 2009. La nueva presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se ha distanciado del gobierno iraní.

Irán continúa con su programa. Puede hacerlo, es una nación que tiene ingresos de 85,000 millones anuales por sus ventas de petróleo.

¿Por qué ahora?

El presidente Obama, desde su campaña por la nominación del Partido Demócrata en el 2007, insistió en su derecho como presidente en conversar con el régimen iraní con el fin de mejorar las relaciones con ese país.

Ese año Obama reconoció que un Irán nuclear representaba un peligro para los Estados Unidos, para la región y para Israel. Declaró que esto podría desatar una carrera armamentista en la zona. Apoyó sanciones con el propósito de evitar que Irán desarrollara armas nucleares, y no descartó la opción militar para evitarlo.

Sin embargo, en el 2007 también dijo que sería un error que Estados Unidos iniciara un conflicto armado contra Irán, y criticó al presidente Bush por su política agresiva contra el régimen iraní. Entre Bush y Obama había una visión completamente diferente sobre este asunto.

En Nowruz del 2008, el primer día del año nuevo persa, el presidente Bush apoyó el deseo del la gente valiente de Irán a vivir en una sociedad libre. En el Nowruz del 2009, el presidente Obama apeló a que la “República Islámica de Irán ocupara su lugar correcto entre la comunidad de naciones”.

Ya en la Casa Blanca, el presidente Obama no apoyó a los iraníes que en el 2009 protestaban en las calles por el fraude electoral que ratificó a Mahmud Ahmadineyad como el hombre fuerte de la teocracia iraní. Una postura bastante diferente a la que tomó en el caso de las protestas de la Primavera Árabe en Egipto y en Libia.

Las recientes medidas tomadas por Obama penalizando a las instituciones en el mundo que hagan negocios de mediación en los contratos de petróleo iraní representan un cambio sustancial de su postura. Además, el gobierno de Obama está tratando de que varias naciones, para las cuales el comercio con los Estados Unidos es importante, dejen de comprar el petróleo de Irán o disminuyan su compra.

Sin duda, es una política agresiva de parte de los Estados Unidos, que tiene el apoyo de la Unión Europea. Esto puede provocar una reacción violenta de Irán. El gobierno iraní ya ha amenazado con cerrar el estrecho de Ormuz, lo que representa un bloqueo a 16 millones de barriles de petróleo diario que lo atraviesan. Una fuerza conjunta de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Canadá, Australia y los países árabes del Golfo, dirigida por un almirante norteamericano, protegen ese flujo.

Es probable que Obama haya llegado a la conclusión de que su posición suave respecto al régimen iraní haya estado equivocada. Que la experiencia le haya demostrado que tiene que dar pasos más arriesgados para evitar ataques preventivos de Israel a Irán. También es posible que la guerra civil en Siria le haya hecho ver que este es un momento oportuno para presionar a Teherán.

También puede ser que, inseguro ante su reelección, el presidente Obama no quiera arriesgarse a enfrentar el voto y la influencia judía en los Estados Unidos. Apoyo que tuvo en la campaña que lo llevó a la Casa Blanca, y con el que no puede contar en estos momentos.

El gobierno de Irán puede contestar militarmente, a lo que Estados Unidos respondería en forma limitada, pero fulminante. En este caso, Estados Unidos no tendría que usar tropas terrestres. Estados Unidos tiene un poder militar muchas veces más efectivo que el que tenía cuando los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001.

Si la motivación de Obama es puramente electoral, y no tiene realmente la intención de eliminar el programa de desarrollo de armas nucleares en Irán, le bastará una victoria militar limitada a corto plazo. Con esto, el pueblo estadounidense podría apoyar y reelegir a su presidente, aunque la tasa de desempleo no sea la mejor.

Si el régimen iraní cede en alguna forma, y le brinda una victoria política, también es ganancia para Obama, aunque el desarrollo de armamento atómico continúe secretamente, como ha sido hasta ahora.

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(*) los términos “indo-europeo” y “semita” se utilizan aquí en su sentido lingüístico, no étnico.
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