LA PROVIDENCIA DIVINA Y EL ASESINATO DE JUAN WILFREDO SOTO GARCÍA


Por Pbro. Mario Félix Lleonart Barroso
La vida no vale nada
si ignoro que el asesino
cogió por otro camino
y prepara otra celada.
Pablo Milanés.


Cuando analizo retrospectivamente mi relación pastoral con Juan Wilfredo Soto García, descubro que, no potencias internacionales ni campañas mediáticas, pero sí Dios, nunca neutral ante los asuntos humanos, estaba muy interesado en este hombre. Y me estaba preparando a mí para retarme a actuar como el samaritano, ya que a él lo dejarían tirado junto al camino.


Conocí a EL ESTUDIANTE, apodo con el cual me fuera presentado, en marzo del 2010. Orlando Zapata Tamayo acababa de morir el 23 de febrero como consecuencia de ignorarse sus derechos como huelguista. Conmovido por hechos como estos, nada nuevos en Cuba y con antecedentes tan deleznables como la muerte de Pedro Luis Boitel, supe de la Huelga de Hambre y Sed a la que se había arrojado en protesta Guillermo Fariñas. Entendiendo que a Dios no le pasaban desapercibido asuntos como estos, y quemándome espiritualmente el deseo de presentarme en el epicentro de los hechos con el Evangelio que libera, y echando mano de las bienaventuranzas dejadas por Jesús en el Sermón de la Montaña, hice acto de presencia empuñando como poderosas armas la Biblia y la oración.


Juan Wilfredo era uno de los amigos del círculo íntimo de Guillermo Fariñas. No recuerdo haber visitado el hospital y que EL ESTUDIANTE no estuviera presente. Los días en que la sobrevivencia de Guillermo constituyó un auténtico milagro, Juan Wilfredo no se movió de los bajos del hospital, ni de día ni de noche.


Desde la primera ocasión en que EL ESTUDIANTE me escuchó leer la Biblia y orar solicitando a Dios salvación para todas las almas involucradas en el asunto, y reconciliación para todos los cubanos; se me acercó con aquella espontaneidad tan cubana que siempre le caracterizó para darme un abrazo y expresar su más profunda admiración. Desde entonces me trató con la misma fidelidad que dedicaba al Coco, a pesar de ser aquel uno de sus más antiguos amigos de la infancia, con quien jugó básquetbol en el Palacio de los Pioneros, y de haber sido su vecino por alrededor de diecisiete años.


-«Gracias Pastor por venir a acompañarnos y traernos a Dios, eso no lo hace cualquiera»- me halagaba en cada una de mis visitas. Le explicaba que lo que hacía no provenía ni de mi propia bondad ni de mi limitada valentía, sino de Dios, que es quien pone en sus hijos tanto el querer como el hacer, y que, ¡Ay de mí si no lo hacía!


-«Yo soy quien se admira de ti, por tu fidelidad hacía tu amigo, y porque a pesar de tus piernas tan hinchadas no te separas de este hospital.»- le respondía retado por su auténtica amistad, valor humano tan resaltado por la Biblia: «En todo tiempo ama el amigo. Y es como un hermano en tiempo de angustia (Proverbios 17.17)».


Wilfredo no era el único. Evidentemente aquel hombre que languidecía allá arriba en la Terapia Intensiva había sabido cultivar verdaderos amigos dispuestos a dar su vida por él si hubiese sido necesario, y esto en definitiva era lo que él estaba haciendo por más de cincuenta prisioneros, algunos de los cuales ni él mismo conocía personalmente. Pero quiso Dios que de aquel círculo de amigos del Coco fuera Wilfredo precisamente con quien yo hiciese las mejores migas. Enseguida me puse al corriente de sus serias afectaciones de salud: hipertensión, gota, diabetes, y miocardiopatía dilatada. Costaba creer que un hombre tan corpulento y de un espíritu tan fuerte arrastrara todos esos padecimientos, la mayoría de los cuales no eran más que secuelas de sus maltratados períodos de prisión que en sumatoria de tres causas diferentes contabilizaron doce difíciles años, e iniciándose desde sus dieciséis, en 1984, cuando apenas era un estudiante de preuniversitario, de donde se le quedó su entrañable alias de EL ESTUDIANTE. Entonces fue condenado por primera vez a cuatro años de privación de libertad acusado de «Propaganda enemiga», condena que cumplió en la sección de menores de la prisión de Manacas.


Me conmovieron tanto sus padecimientos que además de mi prioridad espiritual sobre su vida -para él en este año fui sencillamente su pastor- hice lo posible por conseguirle algunos medicamentos que necesitaba. Con tal propósito me facilitó un Resumen de Historia Clínica que hice llegar a colegas pastores en el extranjero para que me ayudaran en tal empresa. A pesar de que Juan Wilfredo era santaclareño, y yo taguayabonense, alguna vez me visitó como muestra de su profunda admiración. Siempre me manifestó su deseo de asistir a la iglesia que pastoreo, a pesar de la distancia, pero yo le recomendaba que se acercara a excelentes congregaciones que hay en Santa Clara, lo cual hizo alguna que otra vez. EL ESTUDIANTE llegó a sostener relación con otros pastores cubanos, e incluso extranjeros, omito sus nombres por carecer de sus autorizaciones para hacerlo, pero sé que se encuentran tan conmocionados como yo por esta muerte tan arbitraria.


Cuando el jueves 8 de julio de 2010 el gobierno cubano no tuvo otra alternativa que anunciar en el periódico Granma la liberación de todos los presos que restaban del mítico grupo de los ´75, culminando así la epopeya de Guillermo Fariñas; Wilfredo abandonó el campo de batalla pacífico en que se había convertido el hospital, para volver a ese otro sitio que con su espíritu de pueblo él sentía como suyo: el parque Leoncio Vidal de Santa Clara.


Su condición de expreso político por un lado, y de enfermo por el otro, le obligaban a sobrevivir en esta plaza, insertado en el denominado mercado negro. Por razones de mi trabajo como profesor de instituciones teológicas viajo semanalmente a Santa Clara. Dios permitía que Wilfredo y yo sostuviésemos un encuentro semanal cada miércoles, que a la vez que robustecía nuestra amistad personal, facilitaba mi relación pastoral para con él. Pero ni él ni yo imaginábamos la situación para la que Dios nos estaba preparando.


El día anterior a la golpiza, miércoles 4 de mayo, Juan Wilfredo y yo sostuvimos nuestro acostumbrado encuentro en el parque donde como siempre me puso al tanto de su salud. A pesar de sus padecimientos crónicos se sentía bastante bien y con muchos deseos de luchar, en el sentido de sobrevivencia en que lo entendemos los cubanos. Su mayor preocupación era su mamá que en días anteriores había recibido una cirugía por causa de fractura de cadera. Oramos por ella. Lejos estábamos de imaginar nuestro último encuentro al día siguiente bajo circunstancias embarazosas y precipitadas que nunca olvidaré.


Como cada jueves en los últimos meses, me encontraba acompañando a un enfermo para tratamientos ambulatorios en el Hospital Oncológico de Santa Clara. Esta institución hospitalaria se ubica a mitad de camino entre el centro de la ciudad, donde se encuentra el parque, y el Hospital «Arnaldo Milián», adonde se dirigía Wilfredo poco después de pasadas las once de la mañana.


Quiso la providencia divina que yo, -el pastor de Juan Wilfredo, con quien este había sostenido una relación afectiva significativa durante su último año de vida; que había departido con él justo el día anterior para evidenciar que se sentía bien; que poseía una cuenta en Twitter plenamente activada: @maritovoz, con la posibilidad de publicar en ella los ciento cuarenta caracteres desde el móvil, sin necesidad de acceder directamente a internet; que un día antes había colocado dinero a mi número ya que por más de veinte días permaneció prácticamente en cero- coincidiera en tiempo y espacio con el amigo golpeado, como para sentir la necesidad de denunciar el abuso en aquel tweet publicado a las 11.55 am de ese triste 5 de mayo.


Fue Juan Wilfredo, desde el bici-taxi en que se trasladaba, el primero en divisarme. Como para que confirmara que, a pesar de la violencia y desorden que reinan todavía en este mundo, existe un Dios interesado en nuestros sufrimientos, ya sean físicos o espirituales, hizo detener el bicitaxi para acercárseme como quien encontrara abiertas las puertas mismísimas del cielo.


-«Esta gente me mató Pastor. Me molieron a tonfasos. Voy al hospital porque no puedo con el dolor que tengo.»- me dijo Juan Wilfredo en un evidente quebrantamiento físico y espiritual. No era el mismo del día anterior, la diferencia la habían hecho aquellos golpes. No albergo la menor duda al respecto y estoy dispuesto a declararlo ante cualquier tribunal que se digne a ofrecer justicia a Juan Wilfredo y que reconozca mi derecho como testigo de referencia de primer orden; de otra manera, qué hacía yo publicando un tweet de aquella índole la misma mañana del crimen, cuando no podía ser capaz de prever las consecuencias tan fatídicas de la impiedad.


El enfermo que me encontraba acompañando escuchó las palabras quejosas de EL ESTUDIANTE. A pesar de sus propias dolencias pudo percibir la urgencia y seriedad de la denuncia que nos estaba haciendo y quedó sumamente impresionado. Nosotros habíamos salido en ese preciso instante a la calle pero no habíamos concluido las gestiones. Me vi impelido entre dos seres humanos que me necesitaban.


-«¡En que situación me has puesto ESTUDIANTE! No te puedo dejar marchar así solo, pero no puedo abandonar a esta persona que acompaño y que depende de mí»- le declaré angustiado.


-«No se preocupe Pastor que yo no lo llamé para que me acompañe. Yo le agradezco con que le avise a alguien que pueda ir a acompañarme. Si puede hágaselo saber al Coco.»- me tranquilizó.


-«Cuenta con eso Wilfredo, sigue rápido para el hospital que yo le aviso al Coco para que le haga saber enseguida a tu familia»- le declaré.


Lo último que recuerdo es aquel bicitaxi y a Juan Wilfredo alejarse de nosotros para siempre. Luego supe en mis pesquisas que el bicitaxero que le conducía es miembro de una de las iglesias de la ciudad pero que hasta el momento no ha podido vencer el miedo y no está dispuesto a realizar declaraciones, como otros muchos testigos. Tengo la esperanza de que este hermano atemorizado, y muchos más, echen fuera el miedo porque como dice la Escritura: «En el amor no hay temor sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en si castigo. De donde el que teme no ha sido perfeccionado en el amor (1 Juan 4.18).»


Después de este inolvidable encuentro con EL ESTUDIANTE volví a las gestiones del enfermo que estaba acompañando y una vez reubicados envié un mensaje al móvil de Guillermo Fariñas cumpliendo el último favor que Juan Wilfredo me pidiera. No satisfecho con mí inevitable decisión de haberle dejado proseguir solo, sentí la profunda necesidad de enviar al menos mi tweet amplificando su denuncia. No sería la primera vez que enviara un tweet denunciando algún abuso. Lamentablemente muchos de estos tweets han caído en el olvido sin que se les conceda la debida importancia. Estamos tan acostumbrados a este tipo de noticias como a los golpes, parecen ser algo tan normal en Cuba como sus palmas reales. Lamentablemente alguien tiene que morir para que el mundo reaccione, y esta vez le tocó a nuestro inolvidable Juan Wilfredo.


Después de enviados los mensajes y confiado en que los médicos, los numerosos amigos y los familiares se encargarían, proseguí en mis obligaciones y rutinas hasta que finalmente confirmé totalmente que lo que Juan Wilfredo me había transmitido no era ningún alarde ni un fingirse la victima. Comprendí que cuando me dijo -«Esta gente me mató Pastor… »-, Juan Wilfredo no se expresaba metafóricamente sino horriblemente de manera literal, aunque mucha gente no le creyera ni quisiera atenderle. La mayor confirmación de que lo que me dijo fue la pura verdad fue su penosa muerte.


Lejos estaba de imaginar que aquel viaje que realizó Juan Wilfredo al Hospital «Arnaldo Milián» había sido infructuoso, y que por ordenes de la Seguridad del Estado, que había llegado primero que él al hospital, el personal médico que le atendió le despachó rápidamente apenas midiéndole la presión. Héctor Duniesky Bermúdez Santana, quien luego fuera apedreado el martes 10 recibiendo una herida en la cabeza, fue a quien correspondió ser testigo de la escena, y tras enfrentar con algunas palabras a la policía política condujo en su auto a Juan Wilfredo hasta su casa. Otros afirman haber visto también a efectivos de la inteligencia cubana en el parque a la hora de los sucesos sosteniendo la terrible hipótesis de que nos encontramos en presencia de un estilo de ejecución.


Tal vez más criminal que la golpiza misma sea el hecho de que quienes debían haber cumplido con su juramento médico prefirieron acatar otras ordenes y no brindaron a Wilfredo la atención que con urgencia necesitaba, ni siquiera le realizaron un ultrasonido. Cuando al día siguiente EL ESTUDIANTE fue conducido nuevamente al hospital por familiares, ya era demasiado tarde, su vientre estaba lleno de líquido, el ácido de su páncreas herido por la golpiza se había desparramado a su alrededor cual una batería averiada carcomiendo al propio páncreas, el hígado y tal vez incluso algo de sus riñones y vejiga. Puede resultar valioso en este sentido la valoración realizada por el doctor Oscar Elías Biscet (+5352769405) quien ha realizado una propuesta muy científica de lo que suele ocurrir cuando un páncreas es dañado por algún efecto externo, como en este caso. De nada valían ya los esfuerzos de la Terapia Intensiva, los daños eran irreversibles, fue como cuando corrieron al final con Orlando Zapata Tamayo, primero al Hospital de Camagüey, después al Hospital Militar del Combinado del Este para llevarlo finalmente a morir al Hospital Almeijeira. La muerte de Juan Wilfredo se había iniciado en conteo regresivo cuando el pueblo uniformado, como ha llamado el general Raúl Castro a la policía, le aporreó con sus tonfas. Y se aceleró cuando tocando desesperado las puertas de una institución de salud publica le enviaron a su casa a morir.


Grosso modo esto es todo lo que tengo que decir respecto a la dramática muerte de Juan Wilfredo Soto García, a quien la providencia divina ha querido rodear de testigos como yo. Otro tema relacionado a este podría ser el suicidio, aquel mismo domingo Día de las Madres en el que sepultamos a Wilfredo, del patrullero Alexis a quien el pueblo santaclareño relaciona con la golpiza a EL ESTUDIANTE. Según se rumora en el vecindario tras dos sospechosas visitas de la Seguridad del Estado al agente, terminó propinándose un disparo. Si resultaran ciertos los extendidos rumores estamos ante un elocuente ejemplo de lo que resulta de que un gobierne incite a su pueblo a la violencia: la familia de un opositor pacífico, y la de un policía, enlutadas ambas para siempre, y no quiero ni pensar en esas madres precisamente respirando la tragedia en un día en que debían estar celebrando.


No me detendré nuevamente -ya lo hice en post anteriores- en la vileza con que el régimen sucedió al crimen en sus tres desesperadas declaraciones en el Granma, manipulando declaraciones, enmascarando hechos, cuestionando mis palabras y las de alrededor de otros treinta testigos dispuestos a declarar, aunque el gobierno no haya mencionado públicamente nuestros nombres. Yo personalmente me siento irrespetado como ciudadano. Al rebatirse mi testimonio considero que además son cuestionadas conmigo también las instituciones religiosas que represento. Si soy un mentiroso deberían juzgarme como tal y expulsarme entonces de ministerios de los que entonces soy indigno de participar. Me siento agraviado por el régimen que sigo afirmado es responsable por la golpiza a Juan Wilfredo y exijo una investigación seria llevada a cabo por instituciones imparciales de carácter internacional. Emplazo una vez más en nombre de Dios al régimen cubano y exijo que se demuestre quién de nosotros dos está mintiendo. Las congregaciones locales y las respectivas comunidades en las que pastoreo, la Asociación Convención Bautista de Cuba Occidental que me reconoce oficialmente como pastor, y los seminarios teológicos donde imparto docencia, necesitan conocer quién es el mentiroso en este caso. Si soy yo, entonces quedo invalidado para continuar ejerciendo; pero si el gobierno, como afirmo, entonces este queda invalidado para seguir gobernando.


Me ampara la seguridad de creer en un Dios al que la sangre de cualquier victima, desde la antigua historia de Caín y Abel, no pasa inadvertida. Él ama la justicia y la verdad sobremanera. Él promete: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mateo 5.6)». En su nombre estoy levantando mi voz por Juan Wilfredo, esta muerte no quedará impune.
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¿Tiene Cuba salvación?



Cuba: Ayer, hoy y mañana (IV)


El comunismo fracasó en Cuba como en todas partes, pero la variante castrista ha hecho este fracaso mucho más traumático. Más de medio siglo de tiranía ha resultado en una experiencia desgarradora para la población.


Todas las conquistas de más de medio siglo de república pre-castrista fueron satanizadas o destruidas y borradas de la memoria colectiva de los cubanos que nacieron después de 1959. Los “logros” del castrismo en educación, cultura y salud están en la ruina porque fueron subvencionados desde el exterior. Para la brillante joven bloguera Claudia Cadelo, en la Cuba actual: “no hay conciencia social ni sociedad civil.”


Raúl Castro ha confesado que el país se encuentra al borde del abismo. Desde la República Dominicana el analista cubano Haroldo Dilla describe que en Cuba “Lo que hay es una élite política con una base social cada vez más estrecha , que se empecina en ser el único factor de un cambio difuso al que llama “actualización”, que a nadie queda claro para dónde va, ni cómo lo hará…”


En La Habana el economista Arnaldo Ramos Lauzurique señala: “Tratando de salvar al régimen, Raúl Castro y su grupo concibieron lo que ha sido presentado como la “actualización del modelo cubano”, sin tener en cuenta que no existe tal modelo y que por tanto no hay nada que actualizar.”


Salir del atraso y la pobreza que sufre el país es una tarea colosal, pero la ruina psicológica y moral es lo más grave. Los pesimistas creen que por esta razón el país está perdido, que el pueblo no se ha rebelado por su degradación. Es un diagnóstico superficial de un problema complejo y circunstancial. La libertad en Cuba no tiene necesariamente que llegar por una revuelta popular.


Pero ¿habrá un futuro de progreso, justicia y felicidad para Cuba del siglo XXI? Creo que los mejores tiempos de Cuba están por venir. ¿Por qué?
Porque los cubanos son un pueblo excepcional. Ni mejor ni superior, sino simplemente excepcional. Aunque pareciera que nuestra nación ha naufragado, el castrismo es solo una página de nuestro calendario.


La historia de Cuba ha sido una lucha permanente por superar obstáculos que parecían insalvables. España se empecinó a sangre y fuego en mantener su última colonia en América. El costo fue terrible. Cuba celebró su independencia con la economía en ruinas y parte de su población en el cementerio, entre ellos Antonio Maceo y José Martí.


El medio siglo de república, entre 1902 y 1958, fue un constante batallar de las clases vivas de la nación por alcanzar mejor justicia y mayor progreso. En ese periodo el avance económico, social y cultural de Cuba fue asombroso. Había mucho por hacer y la revolución democrática de la Sierra Maestra fue parte de ese proceso, pero Fidel Castro la traicionó. Fue un ladrón que se montó en un tren que venía de muy lejos, lo asaltó y lo descarriló.


Durante cinco décadas de tiranía castrista el heroísmo y el sacrificio de miles de compatriotas son pruebas del amor de los cubanos a su patria y a la libertad. La antorcha ha pasado de una generación a otra. A pesar de sus rivalidades y defectos, fragmentada y sin recursos, la oposición ha resistido. A ésta le sobra el relevo generacional que la dictadura no tiene y además teme.


Al margen de la rígida y desacreditada tiranía existe dentro y fuera de Cuba un intenso debate sobre el presente y el porvenir del país. El pueblo, la nomenclatura y la oposición aspiran al comienzo de una nueva era de progreso, verdadera justicia social y democracia.


El éxito de los dos millones de cubanos que han huido de la isla ha demostrado el potencial de una Cuba en libertad. Los que siguen saliendo y los que en la isla consiguen limitadas patentes de trabajo por cuenta propia demuestran el mismo afán de superación.


Cuando un trabajador cubano gane en un día los $20 dólares que hoy recibe en un mes, el pueblo cubano liberará energías incalculables. Lo mejor de Cuba no está en el ayer, lo mejor de Cuba está por venir.


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Quién es quién en la blogosfera cubana


Respuesta de profesor Ted Henken en entrevista de Luis Manuel García: Yo pregunté a todos los blogueros sobre estas etiquetas de mercenarios, oficialistas, independientes, alternativas, etc., y la mejor respuesta fue la de Reinaldo Escobar:

“La blogosfera alternativa cubana”, me dijo, “se diferencia del resto de la blogosfera cubana en varios aspectos: Uno: Un aspecto material. Quienes estamos dentro de la blogosfera alternativa accedemos a Internet de tres modos: pagándolo a 6 u 8 CUC por hora en los hoteles. Dos: Accediendo a través del servicio que prestan algunas embajadas: la de Holanda, la Oficina de Intereses de EEUU, la de Suecia. Y tres, a través de una conexión más o menos negra o ilegal mediante ciudadanos extranjeros que subalquilan su tiempo. Esa es una diferencia entre la blogosfera alternativa y la que incorrectamente se llama blogosfera oficialista, la cual en su inmensa mayoría accede a Internet por las redes que tienen las instituciones, donde son autorizados a acceder, autorización que no viene nunca del administrador de la red, quien no tiene poder para eso, sino de más arriba. Por eso, cuando una persona se expresa a través de esa blogosfera sabe que todo lo que escribe está siendo controlado, y si dice algo que se sale de lo aceptado, posiblemente se le niegue el acceso, algo que ya ha ocurrido.

Otra diferencia entre ambas blogosferas es el enfoque. Quienes están en la alternativa usan su libertad para hacer cosas prohibidas. Son pocas las personas que usan la libertad para hacer cosas autorizadas. No obstante, en la blogosfera alternativa encuentras a personas con un blog sobre numerología, sobre antropología o crónicas de viajes. No necesariamente la blogosfera alternativa es contestataria, aunque cualquier acción que realice una persona en Cuba que no venga orientada o que no esté debidamente autorizada por las instituciones es, en sí, una acción contestataria. Así se trate de fundar un club de defensores de las salamandras. Eso va a parecer raro. ¿Quién te dio permiso para fundar ese club? ¿Está autorizado por el Ministerio de Ciencia y Protección de la Naturaleza, o por el Ministerio de Agricultura? Porque se sobreentiende que luego esa persona puede pedir fondos para mantener ese club. ¿Qué va a hacer con ese dinero? ¿De dónde viene? ¿Quién te lo dio? Ese es el asunto. En Cuba, cualquier actividad que tenga una implicación social y que no esté autorizada es, por su propia naturaleza, contestataria. Y esa es una diferencia entre la blogosfera alternativa y la otra”.
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CUBA: UNA VISIÓN DESDE EL PRESENTE HACIA EL FUTURO (3)

Cristóbal Colón (Cárdenas, Cuba)


Por María I. Faguaga Iglesias, historiadora y antropóloga, Cubanalisis



7.- En semejante situación de desequilibrio -de creación interna, no importada aún si en aspectos imitada, no inducida por ningún país extranjero ni por fuerzas opositoras internas-, la concertación de fuerzas e incluso la incubación y nacimiento de éstas, mucho más su maduración, no es imposible pero sí en extremo difícil. Las condiciones han sido pensadas y creadas para la anulación de cualquier intento individual de respuesta a la situación creada, de pensamiento independiente y de actuación espontánea; las condiciones han sido dispuestas para la prácticamente imposible articulación de individualidades, para anular toda probabilidad del nacimiento de fuerzas activas y pujantes, batalladoras, capaces de llevar al ruedo contendiente a los detentadores del poder establecido.

De ahí el desconcierto de éstos cuando, pasado el tiempo de la zombización a la que tantos se aprestaran más o menos voluntariamente, desconcertados los zombis voluntarios y ratificados en sus posiciones aquellos que nunca se posesionaran como parte de la patética escenificación vernácula, comienza la conjunción de circunstancias y voluntades, aún si inicialmente de muy pocos, para asumir el elevado y costoso reto y riesgo del desafío al régimen establecido, una vez que éste, malsana pero ignorantemente, ha creído y confiado en su invulnerabilidad.

Al desconcierto primero sigue el incremento de la violencia al amparo de la soberbia y de sus controles casi omnímodos. Al incremento desmedido de la violencia continúa la aceleración de descomposición del régimen, más débil mientras mayor violencia desata, más débil y más desacreditado mientras mayor violencia considere que tiene que desatar. Más apabullados, enajenados y desorientados, mientras más violento y desacreditado su accionar, mientras más a la intemperie quede su verdadera esencia.

8.- Contrario a la tesis de que la división clasista desapareció en la Cuba de los gobernantes Castro Ruz, para reaparecer con la crisis de todo tipo acaecida a partir de 1989, ha de mirarse hacia la forzosa y traumática desaparición de la burguesía anterior a 1959, únicamente para ser sustituida por la burguesía creada y por tanto afín y leal a los nuevos gobernantes que le dieron origen.

Lo acontecido a partir de 1989 fue la diversificación de las clases sociales y la visibilización de la burguesía castrosocialista, como la apetencia de muchos cubanos de ostentar los privilegios y nivel de vida de aquella aún si tuvieran que emplear otros métodos. Lo que sí aconteció desde entonces ha sido el incremento pasmoso del deterioro del nivel de vida de muchos cubanos que, sin contar con vías para el acceso a la imprescindible divisa, y con salarios y pensiones siempre magras pero ahora realmente míseras, han ido incrementando el amplio sector que malvive en condiciones de pobreza, muchas veces extrema. Pero pobres siempre hubo en años anteriores, sólo que esa pobreza ni era tan visible, ni se quería ver.

Lo acontecido a partir de 1989 es que la polarización económica que se ha venido suscitando se ha manifestado más crudamente, también, como expresión de asimetría etno-racial, en un país en el cual el gobierno había decretado y asegurado públicamente, hacia dentro y hacia fuera de sus fronteras, el fin de la discriminación racial y, por tanto, de las desigualdades en la distribución de las riquezas por motivo de raza, lo cual había sido una farsa.

Lo acontecido a partir de 1989 es la cada vez mayor nitidez expresada en la marginación con la cual el proyecto nacional castrosocialista intenta el sometimiento de la población negra en general y de la población afrocubana en particular.

Lo acontecido a partir de 1989 es la visibilidad cada vez mayor de la estructuración jerarquizadora, clasista, racista y opresora de la sociedad cubana, estructura impuesta por un gobierno que continúa autodenominándose “revolucionario”, discursivamente enfático de que es esencialmente “de los humildes, por los humildes y para los humildes”, que desde sus inicios ha sido “naturalmente” homofóbico y ha arremetido contra la independencia de creación artística e intelectual, que se ha ido oponiendo cada vez con mayor saña a las nuevas generaciones, y que se ha manifestado consuetudinaria y radicalmente en contra de toda pluralidad. Un gobierno colonialista que, lejos de contribuir a la solución de los problemas nacionales, los ha profundizado e incrementando; que lejos de contribuir a sanar los traumas de la nación en formación que encontrara, los ha profundizado hasta convertirlos en taras; de un gobierno que se ha valido, para su control de toda la sociedad, precisamente de los problemas y de los traumas.

9.- Si hoy, en la Cuba del siglo XXI, tenemos un conflicto que puede ser esencialmente tipificado como nacional, es, precisamente, porque se ha llegado y rebasado el tope de un gobierno profundamente antinacional, colonialista, que llegado el momento de debacle y final de las economías que artificialmente le sostenían, imposibilitado de reconstruir económicamente un país en ruinas, cuya economía se aplicó metódica, concienzuda y rápidamente a destruir, con una población hambreada y malviviente a partir de la extendida corrupción y de la ayuda individual llegada desde el exterior, demostrada ante la sociedad sobre la cual se erigió su incompetencia en todos los ámbitos, con generaciones agotadas por los constantes y casi siempre fracasados esfuerzos y descreídas por sucesivas promesas incumplidas, asfixiada por la rigidez y magnitud de los controles, ahora se coloca claramente en la posición del colonialista castigador, desatando la violencia y aliándose en su categórica traición a la nación con poderes a los que convirtiera en enemigos, como la jerarquía de la Iglesia católico-romana, e intentándolo con jerarcas de las restantes religiones presentes en el abigarrado y cada vez más extenso panorama cultural/religioso isleño. Intento desesperado de recuperar una legitimidad hace mucho tiempo perdida, a la espera de tiempo para prolongar su cosmovisión en el futuro de la Isla, y, mientras, intentar traspasar sus poderes monárquicamente, a la par de extraer todas las riquezas que les sea posible.

Es este un conflicto nacional de lucha por el poder, pero no debería perderse de perspectiva que es un conflicto nacional de lucha de clases, y que es un conflicto nacional de orden etno-racial. Todo ello se mixtura en una nación cuyo natural desenvolvimiento se vio fracturado con la recolonización del país ocurrida en 1959, a manos de los hermanos Castro Ruz; en una nación trunca, a la que no se le ha permitido proseguir con su legítima conformación; es decir, todo esto en una nación que no ha llegado verdaderamente a ser el constructo etno-racial, sociopolítico, cosmovisivo, que por la pluralidad de sus orígenes ha debido ser. Todo ello en una nación a la cual los gobernantes castrosocialistas fracturaron y paralizaron en su imprescindible, natural y legítimo proceso de post-colonización.

10.- No retomar el camino de fortalecimiento y articulación de sus fuerzas vivas, de robustecimiento de su tan debilitado tejido social, le conduciría a la acentuación de sus fracturas, transformándole irremediablemente en “una nación imposible”.[1]

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CUBA: UNA VISIÓN DESDE EL PRESENTE HACIA EL FUTURO (2)


Por María I. Faguaga Iglesias- Cubanalisis

4.- Cualquier proyecto de democratización futura del país, de des-estructuración del opresivo andamiaje que hoy conforma a la sociedad y al Estado en Cuba, cualquier proyección de una subjetividad y de un imaginario que vaya dando cabida a la pluralidad fundadora de la nacionalidad y que se plantee la vivencia de la cubanidad sobre la base del pluralismo, tendría que considerar oportunamente esos elementos básicos tantas veces desechados o descalificados.


No podría tratarse, únicamente, de democratizar. Ningún proyecto puede asentar un nombre ni una definición girando en torno a una abstracción o a un capricho. Por consiguiente, se trata de ir buscando las fórmulas viables para, en la situación real y fácilmente constatable de la caotizada estructura vigente en Cuba, en la debilidad de su tejido social, y en la confusión y no pocas veces aberración que se manifiesta en sus imaginarios, poder llegar a concertar las fuerzas vivas de la nación, posibles dinámicas de faenar en la reestructuración de todo el andamiaje institucional, y hacer posible el tránsito de unas desanimadas fuerzas productivas, semiesclavizadas y/o convertidas en zombi, hacia una estructura en la cual sin que lo fundamental sea su denominación, primen la estimulación del fortalecimiento del tejido social, el dinamismo positivo de las fuerzas de producción y la construcción de un andamiaje institucional efectivo.


Nada de lo cual sería posible de conseguir con la reedición ideológica y funcional del castrismo en la era post-Castro, lo cual los gobernantes evidentemente proyectan para nuestro futuro y ya se dedican a su preparación.


5.- La economía cubana no inició su crisis con el declive y fin del “campo socialista”. Esta es la mentira insaciablemente repetida a fin de intentar que la convirtamos en verdad.


La economía cubana de los últimos 52 años siempre estuvo en crisis, para lo cual le sobraron elementos favorables, propiciadores, estimuladores y aceleradores. El principal no sería el imperialismo estadounidense sino la más abarcadora desorganización y la carencia de un elemental sentido y visión del funcionamiento económico, aparejado al voluntarismo y a la utilización de cualquier recurso en aras de la egoísta consecución del verdadero interés de los gobernantes hermanos: hacerse con el poder, controlarlo monopólicamente, y no cederlo.


Ignorancia, arrogancia, inmoderación derrochadora y carencia de todo tipo de perspectiva histórica, así como una absurda y desmesurada perspectiva de la geopolítica, también se han manifestado a favor de la constante crisis económica cubana.


Todo ello ha sido posible, en primer lugar, porque el gobierno castrosocialista no pensó la economía en beneficio del desarrollo social. Su mixturada ignorancia, arrogancia y enfermizas ansias de poder, absoluto y eternizable, colocarían la economía, la cultura, la sociedad civil, la institucionalización toda, en beneficio de su poder. Desde esa lógica, una estructura opresiva precisaba de una economía siempre atrofiada que no creara más que momentáneas y adulteradas ilusiones de progreso, pues en la mentalidad colonialista -por supuesto que con una lógica diferenciada de la capitalista- se sojuzga y oprime a partir de las incertidumbres que suscitan la pobreza, las carencias, y no desde la ansiedad que genera el deseo de poseer un mayor nivel de consumo, que se sabe existente y se cree siempre alcanzable.


Es importante tener a la población con carencias materiales para tenerla cotidianamente ocupada, subjetivamente debilitada y moralmente quebrantada. Es ese el quid del sistema de dominación castrista, a lo cual temprana y oportunamente añadiría el desequilibrio y temor ocasionados en la población ante supuestos o reales peligros de intervenciones extranjeras, sabotajes, etc., lo cual le permitiría apretar las clavijas de su sistema de dominación a través de unos aberrantes y totalizadores controles sobre el individuo, anulándole en su accionar ciudadano, deshaciéndole, o no permitiéndole emerger como sujeto social.


No obstante afirmarse y pretender mostrarse lo contrario, las fuerzas productivas han sido constantemente desestimuladas para el progreso, atrofiadas por la artificialidad antifuncional de un mercado de decorado, que no actuaría en beneficio del desarrollo sino del estancamiento y, llegado a un punto, en aras del retroceso. Si en algo prácticamente no caben dudas, es en que la sociedad cubana sobrevivía artificialmente y con el agregado nada despreciable de las impuestas ojerizas, de espaldas al mundo, manipulándose constante y oportunamente -para los objetivos gubernamentales- nuestros defectos de “pueblo nuevo”.


6.- Si bien el proceso de de-culturación -de aplicación consciente o inconsciente por las estructuras de poder, en todos los tiempos- es un instrumento de explotación económica, rápidamente deviene en primordial y muy efectivo instrumento de control político, cuya repercusión es más valiosa en el transcurso de sucesivas generaciones a ese instrumento expuestas. Las escuelas de élites creadas por los jesuitas en las Américas, como sus émulas castristas, se han manifestado contextualmente como piezas del complejo engranaje de-culturador, cuyo objetivo ha sido el adiestramiento de individuos según los códigos y cosmovisiones de los colonizadores circunstanciales.


El fomento planificado de la incomunicación de los cubanos, plagándoles de sospechas, fomentando la intriga y la desconfianza, incitando a la calumnia, la descalificación y el descrédito, exacerbándole un atrofiado “patriotismo” y un pervertido sentido de la lealtad, aunados a los estrictos controles migratorios, la institucionalización de los llamados “expedientes” de los cuales ninguno escapamos, y la normalización de la intromisión en la vida privada, la obligatoriedad a al menos fingir apoyo y participación en el proyecto político impuesto, todo ello, y más, son elementos que han actuado coherentemente en función de transformarnos la Isla en cárcel y a cada uno de los cubanos y cubanas, nacidos antes o después del ’59, con responsabilidad o no con la entronización del proyecto castrista, en prisioneros y carceleros a la par, en esclavos y esclavistas, todos y todas víctimas y victimarios.


Este sistema, macabramente pensado y estructurado, e insidiosamente aplicado, ha sido garante de la sostenibilidad, seguridad y reproducción del régimen castrosocialista. Y, en igual dirección, han funcionado la constante estimulación y alimentación de esperanzas (siempre incumplidas), de los crecientes resentimientos y temores, las planificadas carencias materiales de todo tipo, siendo más sensibles las de alimentos y medicinas, transporte y viviendas, y la desintegración de la familia y de cualquier tipo de red de apoyos extraoficiales sin que se nos propiciara una verdadera red de apoyo oficial.


Paralelamente, el sistema, también pensadamente, ha actuado como el padre “benefactor” que proporciona instrucción (confundida con educación, que en realidad ha destruido), atención sanitaria y espectáculo, a unos ciudadanos a los que no permite actuar como tal sino que les considera y (mal)trata como a hijos malcriados, perezosos y “desagradecidos”.


En igual sentido, es decir, como garante del sistema carcelario ampliado como institución nacional -en el cual quedamos atrapados seamos o no conscientes-, ha actuado la desinformación y la manipulación de la historiografía, entre otras piezas componentes de la maquinaria estructural en la cual quedamos un día atrapados y en la cual permanecemos reprimidos y oprimidos en medio de la parálisis nacional de las que deberían, podrían y querrían expresarse como células dinámicamente positivas en el tejido social nacional.
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CUBA: UNA VISIÓN DESDE EL PRESENTE HACIA EL FUTURO (1)


Por María I. Faguaga Iglesias- Cubanalisis

Cuba 16/5/11

1.- Desde 1989, tras la caída del Muro de Berlín, el proceso de reunificación de la en su momento artificialmente escindida Alemania -división que no obstante su inicial arbitrariedad política, llegó a cuajar en adulterados frutos que trascienden hasta el presente-, el desmantelamiento de la leninistamente colonialista ex-URSS, y el final de aquello que nos decían era el “campo socialista”, numerosas y diversas miradas se tornaron hacia Cuba y su autodeclarado gobierno socialistas de corte marxista-leninista, pretendidamente comunista.


Desde entonces, muchos análisis se han realizado dentro y fuera de sus fronteras -especialmente fuera- sobre la situación cubana y las posibilidades de supervivencia o no del régimen, sobre las posibilidades de accionar independiente de la población, y sobre las capacidades y posibilidades de incidencia política de la oposición interna. Análisis a los que se añadiría la caracterización de lo que se ha dado en denominar “transición hacia una Cuba libre” o “hacia la era post-Castro”, y los intentos de validación de ese post-castrismo.


2.- Quizás, una de las debilidades de muchos de esos análisis radique en concentrar la responsabilidad histórica y moral de la caótica situación del presente cubano, en los desenfrenos, perversiones y degeneraciones de todo tipo efectuados por los gobernantes hermanos Castro Ruz, en éstos. Esa es la proyección que, indirectamente, e incluso no siendo interés de los analistas, libera al castrosocialismo de muy bien pensados y/o empleados recursos encontrados, a su favor, es decir, del uso por ellos de deformaciones existentes en la sociedad cubana mucho antes de la llegada de ambos bufonescos y maquiavélicos gallegos al poder.


3.- Deformaciones estructurales presentes secularmente, procreadoras de deformaciones en las subjetividades individuales y colectivas, que han formado parte consustancial de los imaginarios de la nación y sobre la nación.


Una mezcla fatal de deformación de la estructura económica colonial, que instituyera la nación sobre el desarrollo monopólico productor, con mano de obra siempre simbólicamente pagada y unos derechos civiles siempre fácilmente coartables, con una nacionalidad que se fundara viendo casi con “naturalidad” el caudillismo y la violencia sobre los cuales surgió, facilitarían a los gobernantes Castro Ruz el empleo a su favor de la atrofiada estructura objetiva y de los traumas subjetivos que ésta generaría. Ello les facilitaría la exacerbación del estado policiaco y militarista, desatar el terror, y, a la par, utilizar en su beneficio la de-construcción y anulación de la sociedad civil, la coartación y manipulación de la intelectualidad, la des-estructuración del sindicalismo y la sujeción de la mano de obra en condiciones de semiesclavitud.

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á...
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NO SERÁN LOS EDITORIALES



Por más que el gobierno pretenda atemorizarme con esos estrambóticos editoriales seguiré levantando mi voz por Juan Wilfredo. No seré ni el sacerdote, ni el levita que siguieron de largo cuando encontraron a un hombre golpeado y tirado junto al camino. Tengo el reto de ser el samaritano que se hizo cargo; y aunque ya no pueda curar sus heridas todavía me resuenan sus palabras de aquella mañana del jueves 5 cuando Dios nos hizo coincidir en el tiempo y el espacio, por última vez, para hacerme conocer de su propia voz de la severa golpiza que le habían propinado con tonfas.


Es inadmisible que para intentar limpiarse de esta muerte el gobierno cubano conjure las guerras de Iraq y Afganistán, las prisiones de Abu Ghraib y la Base Naval de Guantánamo, y miles de problemas más. Que se cometan crímenes alrededor del mundo no justifica que también se admitan en Cuba. La diferencia está que la muerte con la que me rocé fue con la de mi amigo Juan Wilfredo. Él me consideraba su pastor y no tenía por qué engañarme, independientemente de que más que sus palabras me hablaron sus expresiones de dolor como le hablaron a treinta testigos referenciales que como yo están dispuestos a declarar, sin mencionar a quienes no lo están porque sienten un miedo que no juzgo.


Lo más alarmante es que la golpiza a EL ESTUDIANTE no constituye un hecho aislado. Todas las semanas son reportados casos de golpeaduras y actos de repudio. Yo mismo estuve condenando hechos de violencia que tenían lugar en el Reparto Río Verde en La Habana contra Sara Martha Fonseca Quevedo al mismo tiempo que se celebraba el VI Congreso del Partido cuyo Informe Central, en su penúltimo párrafo, constituyó por cierto un incentivo para ello. La diferencia fue que Sara Martha no murió de dichos golpes, al menos no por secuelas inmediatas, porque nadie podría calcular los traumas infringidos con repercusiones más lentas. Si ella hubiese muerto el gobierno habría tratado también de sacudir su responsabilidad y habría invocado otra muerte natural, y es que no hay nada más natural que morir como consecuencia de los golpes.

No soy partidario de que nadie venga a bombardear La Habana, como tampoco lo soy de que nadie golpee a un hombre impunemente como lo hicieron con Juan Wilfredo reventándole su páncreas. Respecto al diferendo Cuba-EE.UU siempre he sido partidario de que los problemas de los cubanos tenemos que resolverlos los cubanos. Y este es uno de esos problemas donde por obra y gracia de la Providencia, y no de una campaña internacional que pretenda fabricar ningún pretexto, me encuentro involucrado. Solo me gustaría recordar que las palabras que refiero no las dije tras la horrenda muerte de Juan Wilfredo, sino aquella misma mañana de la golpiza, como puede constatarse en internet por cualquiera que revise mi cuenta en Twitter: @maritovoz.


Yo no fui el único ministro religioso en mantener una relación cercana con Wilfredo. Y no hablo solo de pastores cubanos. EL ESTUDIANTE formaba parte ya del paisaje urbano del parque Vidal de Santa Clara y destacados ministros evangélicos internacionales, a su paso por la ciudad, llegaron también a conocerle y a establecer una relación cordial con él. No mencionaré sus nombres pues no tengo permiso para hacerlo, pero desde lejos conozco de su estado de conmoción. Desde la distancia y también desde cerca estoy recibiendo múltiples muestras de preocupación y de credibilidad a mis palabras. No me siento solo.


Considero que el gobierno cubano, siempre reticente a abrir sus puertas a investigaciones internacionales, podría en este caso tan lamentable -si realmente se siente tan seguro de su inocencia- ofrecer la posibilidad a alguna comisión especializada y neutra que lo corrobore. Pero no serán las amenazadoras editoriales, ni las condenas a medio mundo, quienes me atemoricen a mí, ni las que consigan demostrar la limpieza de un gobierno desesperado; bien dice el dicho popular: «Dime de que alardeas y te diré de qué careces». Entre tanto, este cura de aldea seguirá repitiendo, con todo el poder que le confieren la justicia y la verdad, que la sangre de Wilfredo, como cualquier vida arrancada a la fuerza de este mundo, clama a Dios desde la tierra.



Pbro. Mario Félix Lleonart Barroso
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Obama se mudó a Miami

Las recientes declaraciones del presidente Barak Obama sobre los cambios que tendrían que hacerse Cuba para que su gobierno normalice las relaciones con el castrista son lógicas. Prueban que Obama ya está en campaña electoral. Es el mensaje que él cree que quieren oír los votantes cubanoamericanos.


¿Y que propone Obama?: esperar

¿Por qué?: porque a él le conviene.


Obama tiene la actitud de la “Calendas griegas”, la espera eterna. Ha declarado que: “Para que tengamos el tipo de relaciones normales que tenemos con otros países debemos ver cambios significativos de parte del gobierno cubano y no hemos visto eso hasta ahora”… “Le daría la bienvenida a un cambio real de parte del gobierno de Cuba”.


Pasará el tiempo de aquí hasta la reelección y Obama seguirá esperando por la decisión de Raúl Castro, como lo ha hecho desde que llegó a la Casa Blanca. Si Raúl hace reformas bien y si no las hace hay que tener paciencia. Esperar es menos riesgoso que ayudar a los que luchan para que las cosas pasen.


Obama no quiere conflictos con Raúl Castro en este periodo preelectoral en los Estados Unidos. No le convienen disturbios entre el pueblo cubano y la tiranía. Si el pueblo cubano se tira a las calles, puede haber muertos y heridos. Si Obama no los apoya como hizo en Egipto o en Libia, le costará muchos votos en la Florida. Un estado muy importante en las elecciones presidenciales.


Si en el caso de una revuelta en Cuba Obama apoya al pueblo tendría que estar dispuesto a tomar una acción. Esto le costaría votos entre los estadounidenses que no quieren que su país se involucre en ningún otro conflicto. Además, tendría que enfrentar las acusaciones de Hugo Chávez, Ortega, Evo, Cristina, Lula y quien sabe quien más en Latinoamérica.


No podemos olvidar que la tiranía castrista tiene a un rehén estadounidense, el Ingeniero Alan Gross. Una ficha que la dictadura puede usar para obligar a Obama y a su gobierno a portarse bien o para otras cosas.


Por todas estas razones en los próximos 18 meses, lo que el gobierno de Obama quiere en Cuba es paz. Hará todo lo necesario para que así sea. Los Estados Unidos no van a ayudar a ningún grupo cubano que pueda crear una situación explosiva en Cuba. Ningún grupo o todos los grupos, unidos o divididos, tendrán ayuda verdadera. Quizás apoye a quien se comprometa a no crear problemas y de esa forma parezca que hace lo que no quiere hacer y no está haciendo.


Pero no esperemos que se le permita a Carlos Alberto Montaner y a Huber Matos tener un programa en Radio Martí desde el cual le hablen al pueblo cubano y lo hagan sentir que tiene futuro si reclama sus derechos. Eso no pasará.


Obama no es indiferente a los sufrimientos del pueblo cubano y a las necesidades de la oposición. Es un presidente estadounidense en periodo de reelección. Los cubanoamericanos tienen la palabra. La palabra y el voto. Hay que valorar su mensaje con sus acciones pasadas y lo que ahora propone.
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Cuba: Ayer, hoy y mañana (III) “madre…piensa que nacen entre espinas flores”


Podemos resumir la historia de la lucha de los cubanos demócratas contra el castrismo con un refrán chocante pero certero. Los cubanos han sido el “mono amarrado contra el tigre suelto”. El resultado de esta situación durante medio siglo de tiranía totalitaria ha sido sicológicamente devastador.


Primero los golpeó Fidel Castro con la traición a los ideales democráticos de la revolución cubana, apoyándose en todo el respaldo del imperio soviético. El objetivo inmediato del comunismo castrista fue destruir la sociedad civil. Esta se había ido forjando por varias generaciones de cubanos idealistas guiados por el pensamiento de José Martí. La temática de la guerra de clases sustituyó la Cuba de “con todos y para el bien de todos”. El plan se llevó a cabo al tambor de la propaganda, del odio, de los fusilamientos, de la prisión y del éxodo.


En esa primera etapa del conflicto (en 1961) una mini invasión de cubanos demócratas fue enviada a Cuba por los Estados Unidos y abandonada a su suerte en una playa de la costa sur. Como consecuencia de aquel fracaso la oposición democrática dentro y fuera de la isla quedó desmoralizada y desorganizada. Los Estados Unidos le dieron a la tiranía una victoria que consolidó su poder en Cuba. Los fidelistas quisieron creerse que habían derrotado al poder del imperialismo yanqui.


Luego, durante cinco décadas, la falta de solidaridad de las naciones democráticas, más la favorable actitud hacia el castrismo de la prensa internacional y de buena parte de la intelectualidad mundial, debilitaron sin tregua la moral de los demócratas cubanos. Cuando algún grupo de cubanos demócratas logró apoyo de algún país, Washington lo toleró mientras no se le fuera de control en su influencia en los acontecimientos en Cuba. Fue el caso del CID.


Los que siguieron al castrismo en su proyecto marxista-leninista también terminaron frustrados. Ante los fracasos del sistema fueron poco a poco apartándose con amargura. Habían perdido lo mejor de sus vidas luchando por un espejismo inalcanzable. En el proceso habían atropellado a muchos de sus compatriotas. Su vieja militancia castrista los hacía sentir en un callejón sin salida. La dictadura se encargó de alimentar ese miedo.


Mientras tanto, la nueva generación de cubanos crecía distante de un sistema político que no le daba oportunidades ni espacios. Este sector de la población se mantuvo alejado de la oposición. El precio de involucrarse en ella se pagaba con represión. Además, no veían ninguna posibilidad tangible de victoria. El “hombre nuevo” de la revolución fue un producto apolítico, sin ilusiones de futuro en su país. Para ellos Cuba es un cementerio. Si no huyes, te entierran en él.


Este coctel de factores negativos contribuyó a que un pueblo trabajador, alegre y confiado, que ama su patria y su historia, perdiera la fe en su destino. La esperanza quedó en las manos de una minoría de demócratas de la oposición en la isla y en el exilio.


A la dictadura no le fue mejor. El pueblo aceptaba el yugo y la propaganda, marchaba en los desfiles y agitaba banderitas, pero no trabajaba. Su sueño era huir del paraíso socialista. Mientras tanto participaba, como los miembros de la nomenclatura, en la repartición de los bienes del Estado y de la subvención extranjera que era el verdadero motor del sistema.


Hace algunos años para Cuba todo parecía perdido. Entonces el escenario político castrista comenzó a cambiar y un rayo de esperanza apareció.


José Martí tenía razón cuando muy joven, desde presidio, consolaba a su madre escribiéndole: “madre…piensa que nacen entre espinas flores”.


Continuará…


Mírame, madre, y por tu amor no llores:
Si esclavo de mi edad y mis doctrinas,
Tu mártir corazón llené de espinas,
Piensa que nacen entre espinas flores.

José Martí

Presidio, 28 de agosto de 1870
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Cuba: Ayer, hoy y mañana (II)

A fin de entender la relación entre los exiliados y los Estados Unidos, y para comprender la historia de la oposición democrática cubana, hay que tener en cuenta la disparidad de recursos que ésta ha tenido en su lucha contra la tiranía castrista.

En el conflicto de la Guerra Fría escenificado en Cuba, la parte castrista recibió todos los recursos imaginables y necesarios de la URSS para prevalecer sobre la otra. Desde el principio hasta nuestros días, los cubanos demócratas han recibido de los Estados Unidos una ayuda mínima; en la mayor parte de los casos controlada o condicionada por Washington.

La famosa invasión de Playa Girón de 1961, que el régimen celebra como una gran victoria contra el "imperialismo", no fue otra cosa que un proyecto pésimamente planeado y mal ejecutado por el gobierno de los Estados Unidos. Casi mil quinientos cubanos exiliados fueron enviados a Cuba y abandonados sin el apoyo aéreo adecuado y sin la logística necesaria. El clandestinaje anticastrista que operaba organizadamente en Cuba no fue notificado con anticipación al desembarco. En esas condiciones, la resistencia que opusieron los expedicionarios fue insuficiente para evitar el fracaso militar.

Las consecuencias políticas de ese desastre fueron gravísimas. La victoria consolidó a la tiranía. Más de cien mil cubanos en la isla, considerados por la policía política como activistas de la oposición, fueron arrestados en cuestión de horas. La resistencia interna quedó desmoralizada. La oposición nunca pudo recuperarse de lo que interpretó como una traición de los Estados Unidos.

Esa no fue la única acción controlada por los Estados Unidos que terminó favoreciendo a la tiranía. Después del fracaso de Bahía de Cochinos, el gobierno de Kennedy autorizó a la CIA a llevar a cabo una serie de acciones en un plan conocido como “Operation Moongoose”. Uno de sus fantasiosos proyectos implicó contratar a la mafia estadounidense para eliminar a Castro. El régimen castrista aprovechó cada una de las acciones o presuntas acciones de este plan para hacer propaganda.

Los guerrilleros anticastristas del Escambray, que entre 1960 y 1966 convirtieron esa zona montañosa en un bastión casi inexpugnable contra la dictadura, tampoco fueron ayudados por el gobierno de los Estados Unidos. Todos fueron aniquilados.

La crisis de los misiles en 1961 entre la URSS y los Estados Unidos fue negociada a favor de Washington con el retiro de los cohetes de Cuba. Como parte del acuerdo, los rusos condicionaron a los Estados Unidos a nunca permitir una acción armada de los cubanos contra la tiranía. Quienes pensamos que esto era parte de la mitología del exilio hemos tenido que reconsiderar nuestro escepticismo sobre tal acuerdo. [i]

La Voz del CID, un proyecto de persuasión política que alcanzó un éxito sin precedentes durante diez años de transmisión ininterrumpida desde un país latinoamericano, fue clausurada por presión del gobierno de los Estados Unidos, a pesar de que tenía el respaldo de más de un gobierno latinoamericano. El proyecto de TeleCID, que hizo pruebas exitosas de transmisión de televisión a Cuba usando una técnica de propagación superior a la de TV Martí, recibió de parte de los Estados Unidos todo tipo de amenazas de prisión, multa y deportación, a pesar de que operaba en aguas internacionales. (Ver: El fracaso de TV Martí)

Radio Martí y TV Martí son proyectos que dirige directamente el gobierno de los Estados Unidos. Una de las regulaciones inexplicables que tienen es que ningún líder exiliado puede tener un programa en sus transmisiones. La mayor parte de la pequeña ayuda que Washington dedica al asunto cubano no llega a Cuba por regulaciones de uno u otro tipo.

Mientras Hugo Chávez subvenciona anualmente al castrismo con miles de millones de petrodólares, Washington ha retenido 20 millones de ayuda para la democratización de Cuba. En solo las primeras semanas del conflicto en Libia los Estados Unidos gastaron varios cientos de millones de dólares.

Este tipo de conducta se ha repetido durante medio siglo. Los fracasos los ha tenido que pagar moral y políticamente la oposición democrática. Esto ha contribuido en forma significativa al pesimismo de los cubanos.

Desde que los cubanos cuentan en las elecciones en los Estados Unidos, la política de los gobiernos en Washington es de hacer lo suficiente como para neutralizar o conseguir esos votos, sin que esa acción pueda llegar a irritar al castrismo.

Continuará…



[i] Comentario de la embajadora de los Estados Unidos en la ONU Jean Kirkpatrick al autor: “-Te voy a decir algo que debe quedar entre los dos: Lo de Cuba no es fácil y tú tienes un camino muy largo por delante, no lo olvides. Hay documentos en Washington relacionados con Cuba que a mí no me permiten leer, están en una caja de seguridad. Esto me preocupa y me disgusta.” http://patriapuebloylibertad.blogspot.com/2009/08/el-fracaso-de-tv-marti-capitulo-final.html

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Cuba: Ayer, hoy y mañana (I)

José Martí

En el Parque Central en La Habana En el Central Park de New York


La lucha de los cubanos por la democracia se transformó en una larga contienda. De un lado los demócratas, del otro los enemigos de la libertad y algunos ilusos e ingenuos que los apoyaron. Los unos contra los otros por más de medio siglo. Hoy es un hecho olvidado que al principio de esta pugna los cubanos demócratas estaban seguros de que la victoria estaba a la vuelta de la esquina. La oposición en 1960 creía con certeza indiscutible que los Estados Unidos no iban a permitir una Cuba comunista a 90 millas de sus costas.

Desde el principio a los cubanos nos ha costado trabajo concebir nuestros esfuerzos en un marco estratégico propio. Siempre ha predominado la dependencia de los Estados Unidos, la visión del momento, el análisis del presente. En las actuales circunstancias continuamos con la misma tendencia. No es que los cubanos seamos la excepción entre los pueblos. La falta de una visión a largo plazo es muy común.


Nuestra visión parcializada es consecuencia de la cercanía geográfica y la influencia histórica de los Estados Unidos. Muchas veces hemos confundido nuestros intereses con los de nuestro vecino del norte. Nos hemos sentido traicionados o frustrados cuando Washington no ha procedido como quisiéramos. Hemos puesto demasiada confianza en un país que tiene sus propias prioridades, a veces en conflicto con las nuestras. Hemos sido incondicionales de una nación que cuando lo ha creído oportuno nos ha dado la espalda en busca de su conveniencia.


Esa afinidad con los Estados Unidos ha tenido también aspectos positivos. Nos permitió llegar a alcanzar en ese país una influencia considerable. El exilio cubano hoy es el factor más importante en la formulación de la política de Washington hacia Cuba. Poder nada despreciable. Sin la presión de los cubanos que viven en Estados Unidos habría sido más fácil para la dictadura castrista lograr mayor apoyo que el que ha tenido de las democracias occidentales.


Como resultado de nuestra influencia, Washington ha insistido en que solo con un cambio político en la isla son posibles relaciones normales con Cuba. De alguna forma la influencia de los cubanos en Washington ha logrado que la Posición Común de la Unión Europea reemplazara una política anterior amistosa y tolerante con la dictadura castrista.


En este asunto no podemos desconocer la firme solidaridad de países europeos que regresaron a la libertad después del colapso de la URSS. El hecho es que con el tiempo los Estados Unidos y la Unión Europea han ido acercándose hacia una visión menos diferenciada de cómo tratar a la tiranía en Cuba.


La ascendencia de los cubanos en la política estadounidense no fue el resultado de un plan sino de un proceso de asimilación. En la medida en que los cubanos fueron adquiriendo la nacionalidad estadounidense y sus hijos llegaron a la mayoría de edad, el asunto cubano en los Estados Unidos se fue cubanizando. Con anterioridad a este fenómeno Washington manejó la cuestión cubana de acuerdo solo con sus intereses. Los cubanos exiliados fueron peones de la Guerra Fría.


Conforme los exiliados comenzaron a tener poder político propio ya no fue la CIA la que controló sus esfuerzos en la lucha contra el castrismo. Fueron los exilados quienes comenzaron a influir la política y en las actividades de Washington respecto a Cuba.


Continuará…





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La Cuba de Raúl (Editorial de La Nacion Costa Rica)


La Cuba de Fidel Castro devino décadas atrás en una tierra de arcanos. Como sucedía en la extinta URSS, los designios de la cúpula gobernante habría que descifrarlos mediante la interpretación de algunos signos externos, súbitamente transformados en clave de hechos trascendentales. El orden en que los supremos del régimen caminan, se sientan o se congregan en los actos públicos, sobre todo en funerales, origina una amplia gama de especulaciones sobre la suerte de tal o cual personaje, e inclusive de los virajes de la política exterior. Adivinar se convirtió en una pseudociencia: kremlinología, que en el presente caso llamaríamos castrología. Desde luego, este fenómeno obedece a que el secretismo ha constituido un elemento fundamental de los sistemas políticos totalitarios, Cuba incluida.


Con ese trasfondo, y precedido de una intensa ola de especulaciones, el Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba se inauguró en La Habana el 16 de abril último. Por ser el partido el epicentro de la autoridad máxima (al menos en teoría), algunos medios internacionales, haciéndose eco de rumores sibilinos de oficiales anónimos de la isla, anunciaron que el cónclave de la nomenclatura habanera tenía el propósito de acordar cambios dramáticos, entre ellos, la elevación de líderes jóvenes a las cumbres del poder y la adopción de libertades económicas y políticas inéditas. Nada menos que la defunción del totalitarismo y el inicio de una era libertaria serían el balance inédito y hasta prodigioso del Sexto Congreso.


Lamentablemente, quienes creyeron esas portentosas profecías se llevaron un amargo chasco. Al fin de cuentas, no ha sido la primera ni la última vez que los dirigentes comunistas nos decepcionan. La mentira, el doble sentido y las poses circenses son parte del manual del castrismo, del totalitarismo en guayabera que hace mofa de los valores compartidos –a pesar del comunismo– por el martirizado pueblo cubano.


Un análisis visual de ciertas escenas del Congreso, transmitidas al exterior, permitió medir en algo lo ocurrido en la magna cita. La ya decaída figura del líder máximo y dueño del régimen, Fidel Castro, proyectó la imagen cierta del estrato mandante. La aparición en el podio del delfín y ya sucesor formal de Fidel, Raúl Castro, a sus 80 años de edad, difícilmente podía entusiasmar el ambiente. El anuncio de una renovación de los cuadros dirigentes para brindar oportunidades a la vibrante juventud castrista, causó posiblemente hilaridad –inexpresiva, desde luego– entre los asistentes, cuando los escogidos para los más altos cargos del Partido y el Gobierno salieron a la superficie: José Machado Ventura, el dócil aliado de Raúl, con 80 años, y Ramiro Valdés, otro incondicional de los hermanos Castro que ya lleva sobre sus espaldas 79 años de vida. ¡Juventud, divino tesoro!


Conexo al tema de la juventud, una novedosa norma para establecer un término de cinco años en el desempeño de los cargos, prorrogable por una sola vez, obligó al cálculo de diez años adicionales para Raúl, José y Ramiro, que acaban de estrenar nuevos títulos. Sin duda el plazo es holgado para los tres octogenarios. Oportunamente se conocerá el elenco más amplio impuesto a dedo por la jerarquía del régimen, pero desde ya apostamos a que predominarán las edades avanzadas, pues la incondicionalidad apreciada por los jefes se consigue solo con los años. Debido a este rasgo intrínseco, los mandos medios y altos configuran una gerontocracia que prefiere la ancianidad y margina a la juventud. El ucase en favor de los jóvenes se quedó de esta forma en el papel, sin posibilidades reales de renovar la jefatura del Partido.


En cuanto a los milagros económicos prometidos, de nuevo Raúl habló del despido de 500.000 empleados estatales al cual se ha referido en ocasiones previas. Raúl aduce que sin ese recorte no podría balancear las cifras presupuestarias. Para tal fin, en esta oportunidad aumentó en forma simbólica y poco significativa el número de posibles empleos independientes. Nos preguntamos cuántos barberos, saloneros en los paladares y ocupaciones similares se necesitan en una economía imposibilitada de crecer debido a la camisa de fuerza estatista del sistema imperante. Con el 80% de la fuerza de trabajo prendida a la ubre del Estado, el medio millón de cesados se muestra minúsculo, un grandilocuente despido y un gesto vacuo, sin duda dirigido a la exportación, es decir, para los ojos y oídos de líderes occidentales vulnerables a esos trucos. Con todo, muy pocos podrían imaginar que Raúl es un Deng Xiaoping redivivo.


Sin embargo, todos estos desmanes podrían quizás eclipsarse si en la Cuba de Raúl se empezara a respetar realmente los derechos humanos. Pero nada de esto se perfila en el orden raulista. Todo lo contrario, las libertades fundamentales siguen siendo un sueño de opio, y el ser humano continúa encadenado a la praxis de servir de mercancía para atraer apoyos financieros y políticos del odiado orden capitalista. La medida de expulsar presos políticos a Europa, de hecho un destierro, resultó ser el precio pagado para aflojar la ansiada renovación del apoyo económico europeo, una treta que dichosamente no fructificó. Así lo intentó –sin éxito– Moratinos, el miope canciller español empeñado en reabrir el portón de la comunidad europea al régimen castrista. De rebote, este mecanismo quizás podía persuadir a algunos congresistas del imperio yanqui para permitir exportaciones de alimentos gringos a la Isla mediante créditos que La Habana jamás consideraría honrar. Vana ilusión.


Este sombrío panorama nos lleva a concluir que Raúl permanece comprometido a preservar a toda costa el sistema imperante, con todas sus lacras, frenos represivos y agobiantes barreras a la creatividad individual. Bien señaló un agudo observador europeo que las reformas anunciadas constituían un engaño y una manera de mantener en cámara de oxígeno al orden existente.


A eso, un retoque de maquillaje, se reduce el flamante ejercicio publicitario del Sexto Congreso. La nueva Cuba de Raúl continúa siendo la misma Cuba de Fidel.
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