La Iglesia Católica
en Cuba se enfrentó al castrismo cuando éste abandonó su plataforma
democrática (El Manifiesto del 26 de Julio) y dio inicio a una etapa de
represión en su marcha forzada hacia una
dictadura comunista. En septiembre de
1961, 136 sacerdotes fueron expulsados de Cuba, otros terminaron en prisión. La
juventud católica se opuso activamente y muchos jóvenes murieron fusilados
gritando ¡Viva Cuba libre! ¡Viva Cristo Rey!
Después de aquellos tiempos heroicos de un cristianismo comprometido con
el respeto a los derechos humanos y la libertad, la jerarquía de la Iglesia
llegó a un acomodo con el régimen en que las palabras “oposición y cambio” se
consideraban anatema. Los tiempos
parecen haber cambiado y muy recientemente la Iglesia tomó
otro cauce.
Hace diez meses,
en octubre de 2020, el laico cubano, Leonardo Benito Parma, hizo pública una
carta dirigida a los obispos católicos de Cuba en que les recomendaba que:
“Es el tiempo de abandonar las negociaciones privadas
con el gobierno y salir a dar la cara públicamente en respaldo de los que sí
han tenido el valor de condenar la miseria humana con que vivimos en Cuba. Una carta de nuestros obispos cada diez años
no respalda a un pueblo que necesita apoyo y acompañamiento ahora más que
nunca”… “Para los muchos de los laicos cubanos hoy es una Iglesia de silencios,
que le teme a la palabra oposición y cambio”…”El pueblo cubano en medio de la crisis
política y económica que atraviesa está buscando apoyo y respaldo también en la
Iglesia y hasta el día de hoy solo se ha escuchado un silencio fundado en el
temor de retroceder lo que hemos “avanzado”.
No obstante el
empuje laico y la creciente desesperación de la población en junio de 2021, hace
un mes, la Iglesia Católica cubana ordenó al padre Fernando Gálvez no hacer apariciones
públicas ni escribir sobre la realidad cubana y además le prohibió hacer
cualquier alusión política en sus misas. Gálvez tiene 32 años y es el sacerdote de la
Iglesia de San José de Lugareño, en el municipio Minas, provincia Camagüey. En pasado 6 de abril, tres meses antes de las
protestas del 11 de julio, el padre Alberto Reyes, párroco de Esmeralda en Camagüey
escribió: “Hago saber que a partir de este mes las “Crónicas del Noroeste ya no
podrán ser publicadas”. Las crónicas de Reyes
son denuncias públicas y frontales de la realidad cubana y de los abusos de la tiranía,
escritas con una sinceridad y una fuerza literaria excepcional.
https://youtu.be/yMClNH-VY9w
La página Cuba,
Democracia y Vida informó que: “El padre Jorge Luis Pérez circuló en
octubre una encendida homilía en la cual se habla de libertad religiosa y donde
Pérez llama “tirano” a quien no dimite por el bien de su pueblo. La misma página indica que Jason I. Roblete,
presidente de la organización Alianza por la Libertad Global, declaró que esas
censuras obedecieron a amenazas recibidas por la Conferencia de Obispos Católicos
de Cuba firmadas por Caridad Diego Bello, quien dirige la Oficina de Asuntos
Religiosos, fundada en 1985 y adscrita al Comité Central del Partido Comunista
de Cuba. Roblete solicitó al gobierno de
los Estados Unidos que emitiera sanciones contra esa entidad del gobierno encargada
de someter políticamente a todas las iglesias en Cuba.
El cambio en la política
de la Iglesia Católica representa un peligro a un régimen visiblemente asustado
ante una población que ha tenido la osadía de lanzarse a las calles coreando “Sí
se puede…no tenemos miedo”. “Patria y vida”.
“Libertad…libertad”. Porque, aunque
seis décadas de totalitarismo por parte del estado y de silencio por parte de
la Iglesia han decimado las filas de los católicos en Cuba, su actual rebeldía contra
el régimen representa un importante apoyo político, moral y espiritual para la población,
como señaló en su momento el laico Leonardo Benito Parma. Hecho también
probado por la inmensa popularidad que alcanzó en muy poco tiempo el padre
Alberto Reyes con sus Crónicas del Noroeste y el padre Fernando Gálvez con sus
valientes prédicas. Además, los mil trecientos millones de católicos
del mundo cuentan.
Es probable que la
tiranía ante el peligro de la presión internacional y sus posibles
consecuencias y con el fin de evitar otra explosión popular quiera acercase a
la Iglesia para utilizarla como una negociadora amable que le permita hacer
algunas concesiones y promesas que no cumpliría, con el fin de mantenerse en el
poder. Esperamos que el patriotismo y la
lección aprendida por la Iglesia Católica no la lleven a tal circunstancia. Los cubanos queremos una Iglesia Católica
como las valientes y patriótica iglesias de Nicaragua y Venezuela.
Con esta
esperanza, los dejo con el mensaje de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Arzobispo
de Santiago de Cuba, el 19 de julio.
Huber Matos
Araluce
San José, Costa
Rica, julio 23 de 2021
Petición por el pueblo de Cuba, santuario de la Virgen
de la Caridad
Padre de la
Caridad, Madre y Patrona de Cuba, Madre de todos los cubanos, hoy venimos a
implorarte Padre por nuestra Patria. En estos días ha habido manifestaciones de
decenas de miles de personas, principalmente jóvenes, pero sobre todo ha habido
un reclamo de que queremos cambios, de que todos tienen derecho a expresarse.
Desean una vida mejor para todos, tener esperanza, que siempre se respete a
cada persona su dignidad y en sus derechos. Que seamos hermanos, que no haya
violencia, que haya cambios porque son necesarios y que toda persona sea
respetada.
Para que nadie
sienta que tiene más derechos que los otros o que tiene la verdad en sus manos.
Cuando unos se quieren poner por encima de otros, cuando no están atendiendo
las opiniones de los demás, porque Cuba no es de un grupo, Cuba es de todos. Y
si vamos a defender algo será el derecho de aquel que siendo pobre y no tiene
poder, sin embargo ese tiene derecho a hablar y a decirte las cosas.
Lamentamos Madre
que estos anhelos de estos miles de jóvenes se hayan visto truncados de manera
violenta, reprimiendo pero también intimidando a todos aquellos que iban
queriendo expresar una voluntad. Te pedimos por todos los jóvenes que estaban
allí, su familias, que cada cubano sobretodo cada joven, porque en la Cuba del
futuro ese joven tenga la esperanza de construir su propio futuro y el futuro
de los demás, a formar una familia, a no tener que marcharse del país para
encontrar un futuro mejor.
Te pedimos por los
jóvenes que están presos ahora y te pedimos que haya misericordia. Te pedimos Madre
también para que a nadie se le ocurra invitar a la violencia, para que a nadie
se le ocurra proclamar la diferencia irreconciliable. A mayor autoridad mayor
responsabilidad, los padres con los hijos, los gobernantes con los súbditos.
Nos duele cuando
adolescentes, jovencitos casi niños uno los ha visto enfrentándose con otros
jóvenes. Te pedimos para que hayan cambios, cambios necesarios, los cambios que
muchos esperamos, los cambios que dan esperanza, los cambios que los obispos
hemos hablado, como le dije en todas nuestras últimas cartas.
Padre, que nadie
levante la mano contra el hermano, que nadie se desaliente. Los que estaban ahí
tenían esperanza, los que estaban ahí tenían miedo de qué
iba a pasar y miedo tenían también los jovencitos que estaban también
militarizados.
Hay que dar
esperanzas, vamos a pedir con Juan Pablo Segundo que Cuba se abra al mundo y
Cuba al mundo, que nadie quiera aplastarnos a nosotros pero ante todo Madre que
los cubanos sepamos respetarnos los unos a los otros, porque si nosotros nos
respetamos entre sí el mundo nos va a respetar.
Quiero pedir por
los padres, los padres quieren lo mejor para sus hijos, los padres quieren
darle a sus hijos la educación según sus criterios y creencias, no quisieran
que nadie más educara a sus hijos sino de la manera que ellos creen que debe
ser. No más ideologías, la ideología que vale es la persona humana, esa persona
hay que respetarla porque es imagen de Dios.
Madre todo esto te
lo ofrecemos como te dije al principio, porque lo tengo en el corazón. La
verdad puede padecer, pero la verdad nunca muere. Ayúdanos a tener la seguridad
porque lo sabemos que tu Hijo siempre nos acompaña y que Tú quieres lo mejor
para todos y para todos los cubanos.