LA OFENSIVA ESTRATÉGICA DEL HERMANO EN JEFE
Este artículo trata sobre la estrategia de la élite castrista en su lucha por la supervivencia. Se analiza en dos partes:
1) Se enumeran los problemas que encontró Raúl Castro cuando comenzó a tomar las riendas del poder, a los que se sumaron luego nuevas y agravantes circunstancias.
2) Se hace un bosquejo de la estrategia con la que tratarán de mantener el poder.
Los problemas que encontró Raúl Castro
En una reciente discusión transmitida por Radio Martí sobre la Iglesia en Cuba, el pastor Mario Félix Leonard afirmó desde La Habana que: “El régimen ha acudido a la Iglesia para que ésta lo salve”.
Advirtió que en estas circunstancias, las iglesias tienen que tener mucho cuidado para no convertirse en aliados o cómplices de la tiranía.
Hace algunos años Raúl Castro también se refirió a la gravedad de la situación. Señaló que el régimen bordeaba el abismo. Los comentarios del general le hicieron creer a mucha gente que el nuevo timonel haría cambios sustanciales. No fue así, para frustración de la mayoría del pueblo y de quienes en el exterior lo habían promocionado como una especie de Deng Xiaoping.
Como la parálisis o la lentitud de las reformas es una reacción común de las dictaduras, la falta de acción en Cuba no sorprendería a un conocedor del tema.
Quizás Raúl Castro no se dio cuenta de cuánta expectativa había creado y cuánto daño le hizo su inacción. Fue una oportunidad histórica que no pudo o no supo aprovechar.
Por no tomarse las medidas necesarias se perdió un tiempo valioso.
El caso evoca el episodio entre Mijail Gorbachov y Erich Honecker, el dictador de la Republica Democrática Alemana, el 7 de octubre de 1989, durante la celebración del 40 aniversario de la fundación de la RDA.
Las demostraciones públicas y las renuncias de miembros del partido comunista evidenciaban la crisis en la RDA. Eran pruebas del agotamiento del sistema comunista y del ansia de libertad de los alemanes.
Ante aquella circunstancia Gorbachov le advirtió a Honecker que la vida castigaba a aquellos que no reaccionaban a tiempo. El recalcitrante dictador no prestó atención, y once días después perdió su cargo.
Al asumir parcialmente las funciones que le delegó Fidel Castro y que luego Raúl Castro parece haber consolidado, tuvo que enfrentar problemas como estos:
1) Los recursos de la subvención venezolana, las inversiones extranjeras y los ingresos de la industria turística, la minería más otros rubros, no alcanzaban para amortiguar la ineficiencia del aparato productivo y la inmensa carga del aparato estatal.
Ni la subvención ni la economía nacional podían frenar el deterioro. El crédito externo se había reducido considerablemente. Los aliados políticos como China, Rusia, Irán y el Brasil de Lula no estaban dispuestos a apalancar económicamente al castrismo.
2) A pesar del periodo especial, que se había decretado después del colapso de la URSS, la economía cubana, el Estado y la población seguían acostumbradas a la dependencia, adquirida durante tres décadas de subvención soviética.
3) La corrupción era un cáncer sin cura. En todo el país y en todos los niveles se había entronizado la cultura del robo al Estado. El puesto de trabajo mal pagado era la oportunidad de estar en un lugar donde se podía sustraer algo que se revendía para no pasar hambre. Se robaba individualmente o como parte de un esquema o un grupo.
4) La nomenclatura había perdido la fe en el socialismo y en sus dirigentes. Los mandos medios habían dejado de ser incondicionales. Simulaban pero no creían. Obedecían sin lealtad ni pasión. La corrupción era también práctica común en este mundo.
5) Sin lealtad ni fe en el futuro, el represor era un sádico o un policía preocupado por las consecuencias de sus acciones en un mañana postcastrista. La represión se había transformado en un acto de matonería. Lejos de ser un medio para mantener viva la obediencia, el castigo se había convertido en un acicate al descontento y a la rebeldía.
6) La nueva generación de cubanos no tenía vínculos con la de los revolucionarios históricos. Estos eran un grupo pequeño de ancianos privilegiados alejados del pueblo, de sus inquietudes y de sus necesidades. El deseo de escapar del país era el común denominador entre los jóvenes.
Una incipiente sociedad civil prosperaba sin que la tiranía pudiera evitarlo. La oposición democrática era una piedra en el zapato. No se podía liquidar como se deseaba. Hacerlo aumentaría el aislamiento internacional y perjudicaría la imagen de Cuba como destino turístico.
7) El exilio cubano gravitaba cada vez más en la vida de los cubanos en la isla. Amigos, conocidos y familiares vivían mucho mejor en el extranjero. Las remesas, los regalos y sus visitas lo demostraban. Hasta el poder político que habían alcanzado los cubanoamericanos en los Estados Unidos era una muestra de la capacidad del nacional para salir adelante donde hubiera libertad y oportunidades.
Ante este cuadro, Raúl Castro, consciente del gran descontento del pueblo y temeroso de que ante la “esperada” muerte de su hermano la situación se le escapara de las manos, quiso presentarse como un reformador. Sin dudas ganó tiempo entre la expectativa que generó y la desilusión posterior.
Las promesas de Raúl Castro fueron un error garrafal producto de su temor y de su ignorancia. Fidel Castro puede haber sido el freno que impidió que su hermano llegara a un acuerdo con los Estados Unidos y que algunas reformas importantes se llevaran a cabo, pero esto es pura especulación. El hecho es que Raúl Castro trató de aplacar la frustración de la gente declarando que: “Pese a nuestros deseos de arreglar todos los problemas, no podemos gastar más de lo que tenemos”.
Los problemas que surgieron después
1) Hace cuatro años nadie podía imaginarse a un Hugo Chávez con cáncer.
2) La crisis económica mundial era incipiente y no se podía saber cuánto afectaría a los países industrializados de Occidente y el mundo.
3) Desde entonces la Unión Europea ha ido endureciendo su política respecto al régimen. Aunque la Posición Común es una estrategia de espera, no deja de tener su efecto político. Puede convertirse en un verdadero problema para el régimen.
4) No se esperaba que los socialistas españoles perdieran el poder. El gobierno español era el aliado tácito del castrismo en Europa.
5) Ni estaban en el panorama las revueltas del mundo árabe y el impacto que causarían en el mundo a favor de la democracia y en contra de las dictaduras. En la nomenclatura castrista el efecto, aunque desconocido, tiene que haber sido persuasivo. Ni con petróleo, ni con un ejército poderoso, ni siendo aliado de los Estados Unidos, como fue el caso de Mubarak en Egipto, un régimen puede triunfar frente a un pueblo decidido.
6) Tampoco había verdadera evidencia o conciencia del impacto de la revolución digital en un régimen dictatorial, aunque su penetración en un país fuera limitada, como es el caso de Cuba. En China, con una penetración muy extendida, parecía que los controles del gobierno chino en la Internet eran eficaces. Hoy ya esa opinión no es tan válida.
7) Ni había la posibilidad de que el Presidente Obama pudiera perder la reelección. El castrismo perdió la oportunidad de negociar con un gobierno estadounidense que tenía suficiente poder político para llegar a un acuerdo. Hoy, aunque el castrismo quiera negociar, la reelección de Obama no es algo inapelable, y el actual presidente no tiene ya el mismo poder que entonces.
8) El argumento del embargo como la causa de los males de Cuba dejó de ser una excusa eficaz con la que el régimen puede justificarse ante el pueblo y el mundo. En parte porque el propio Raúl Castro dijo que la crisis en Cuba no se le podía atribuir al embargo, en parte porque la población se ha dado cuenta que su bajo nivel de vida no tiene que ver con el embargo.
En la medida en que los factores y circunstancias señalados hacen muy difícil un repunte de la economía cubana actual, el levantamiento del embargo y el turismo estadounidense se han convertido en la tabla de salvación del régimen.
En grandes rasgos hemos enumerado como a los problemas que había cuando Raúl Castro alcanzó el poder se han sumado otros.
Tenía razón Gorbachov: la vida castiga a aquellos que no atienden sus problemas a tiempo.
La ofensiva del Hermano en Jefe
Ante una crisis que ha ido complicándose con el tiempo, la gerontocracia castrista ha reaccionado con una incapacidad propia del deterioro de sus neuronas y la disminución de la testosterona que acompaña a la ancianidad.
La élite castrista ha tratado de justificar su incapacidad alegando que las medidas tienen que tomarse gradualmente. El argumento sería razonable si hubieran conducido gradualmente a un mejoramiento de la situación, pero este no ha sido el caso.
Si querían permanecer en el poder tenían que renovar la legitimación que tuvo la revolución hace medio siglo. Esto implicaba hacer una revolución en la revolución. O más bien una revolución ante el fracaso de medio siglo de castrismo.
Por falta de verdadero liderazgo no lo han hecho. Purgaron a quien pudo haberlo intentado. Perdieron la oportunidad de haberse ganado la amnistía ante la historia y el pueblo.
Si Chávez no estuviera en peligro la élite castrista podía darse el lujo de seguir entreteniéndose en espera del viaje al cementerio. Posiblemente lo hará si logra mantener en Venezuela un gobierno que los siga subvencionado. Pero los problemas se acumulan y aumentan.
Hoy por hoy, necesitan con urgencia asegurarse un ingreso adicional de tres a cinco mil millones de dólares que le permitan comprar el petróleo en el mercado internacional o en Venezuela si el chavismo pierde el poder.
Pero independiente de la emergencia causada por la situación en Venezuela, la única posibilidad de supervivencia del castrismo está en el capitalismo. El capitalismo a su manera.
Esteban Lazo, el principal “ideólogo” de la dictadura, acaba de anunciar que dentro de cinco años el 50% de la economía cubana estará en manos privadas. Es una charlatanería, pero tiene un propósito.
Haciéndose eco de Lazo, Roberto Veiga, director de la Revista Laical, declaró en Nueva York que “Cuba podría ser un país maravilloso en cinco años, pero se requiere un modelo político inclusivo y ajustes económicos difíciles”. Otro “bluff” también con su intención.
Veiga agregó que Cuba debe sufrir aun cuando las políticas sociales sean lo más sensatas y equilibradas posibles, porque los reajustes económicos serían traumáticos.
El empresario cubano Carlos Saladrigas, famoso por la advertencia al exilio de que hay que montarse en el tren, también se refirió recientemente en un programa de Radio Martí a los sufrimientos que tendría que pasar la población en el proceso de cambio.
Es como si los tres hubieran salido de la misma reunión y cada uno dio su versión de lo que allí explicaron.
La conclusión obligada que se desprende de estas declaraciones es que la conversión al capitalismo es urgente. Ni los Estados Unidos ni ningún otro país la tiene que estimular ni aplaudir. Los cambios se harán por la necesidad de la supervivencia de la élite castrista.
Transformar la economía cubana para que un 50% quede en manos privadas requiere una ejecución diestra, drástica y siniestra.
Esto no tiene que ver nada con un cambio político. Lo que se haga se hará para salvar y consolidar a la dictadura. Asunto aclarado públicamente por el Vicepresidente Murillo durante la estancia del Papa Benedicto XVI en Cuba: “no va haber una reforma política”. La actualización del modelo sólo comprende el campo económico.
La conversión al capitalismo del 50% de la economía cubana requiere de algunas garantías para los empresarios. Garantías para sus inversiones y para sus ganancias.
Esa transformación que anuncia Esteban Lazo no se va a alcanzar con la economía de timbiriche representada por los cuentapropistas. Al régimen no le interesa que la población alcance algún nivel significativo de libertad económica.
El régimen planea atraer empresas transnacionales, a las cuales no les preocupa en absoluto la libertad ni los derechos de nadie. Éstas aceptarán el régimen político actual o uno parecido a cambio de algunas garantías, por ejemplo:
1) Los salarios en la isla seguirán siendo lo suficientemente bajos como para que sea más atractivo invertir en Cuba que en cualquier otro país donde exista estabilidad social y garantías legales. A los hoteleros españoles les ha ido muy bien en Cuba pagando salarios muy inferiores a los que pagan en México, Costa Rica o en cualquier otro país democrático.
2) El régimen facilitará las inversiones obviando exigencias ambientales y derechos laborales. Los privilegios y obligaciones se negociarán directamente con una entidad estatal en forma expedita. Las mordidas serán eliminadas en lo posible. Nada más que muerde el estado.
3) El gobierno castrista hará lo necesario para que se materialice el levantamiento del embargo y de esta forma que estas empresas puedan tener acceso al mercado de los Estados Unidos.
Las dos primeras condiciones se pueden garantizar. La dificultad está en el levantamiento del embargo. Asunto fundamental, porque el desarrollo de la economía cubana sin una relación normal con los Estados Unidos es muy difícil.
Para lograr el levantamiento del embargo el régimen necesita que Washington deje de poner como condición una transición democrática tradicional. Que es la que exige el exilio cubano.
La alternativa consiste en plantear que esa transición será el resultado del desarrollo del capitalismo en Cuba. Hace algún tiempo algunos exiliados se entusiasmaron con ese esquema (el cuentapropismo), hasta que se dieron cuenta que las cosas no eran tan atractivas como parecían.
Ahora se insistirá en que el desarrollo del capitalismo en Cuba es el camino para alcanzar la democracia. Este argumento es una negación de la experiencia histórica, como han demostrado los economistas Daron Acemoglu y James Robinson en su exhaustivo estudio de la relación entre el progreso económico y las libertades políticas. Pero esto es tema para otra ocasión.
¿Cómo lograrlo?
El régimen ha lanzado una ofensiva para neutralizar y dividir al exilio cubano y a sus representantes políticos en Washington. Quieren arrinconarlos ante el pueblo estadounidense.
Para eso esperan tener como aliados a la prensa de izquierda de los Estados Unidos, a la Iglesia Católica de los Estados Unidos, a congresistas en Washington, a instituciones de estudio, y a una minoría muy pequeña del exilio cubano.
El propósito es lograr que el exilio sea visualizado como gente recalcitrante que se niega a la reconciliación nacional y a los cambios ofrecidos y puestos en marcha por el gobierno cubano.
El comentario del Cardenal Ortega de cómo el Monseñor Agustín Román le había advertido de que no usara la palabra reconciliación en Miami es una muestra de hacia donde va dirigida la campaña de desprestigio.
Parte de esta estrategia es estimular el apetito de los empresarios cubanos, con negocios y condiciones en Cuba que los hagan romper con la posición tradicional del exilio. Invitarlos a que se monten en el tren de Saladrigas.
Para muchos capitalistas será una tentación ir a Cuba a pagar sueldos de hambre y a adueñarse a bajo precio de una buena parte del patrimonio nacional.
En todo esto la Iglesia Católica cubana tiene un papel muy importante, tanto dentro como fuera de Cuba. No es la facilitadora de un dialogo entre la oposición y el gobierno. La Iglesia decidirá quién es oposición legítima y quienes son delincuentes. En realidad la Iglesia es la que ocupará el lugar de la oposición, desplazando a los legítimos opositores. La Iglesia y la oposición oficial negociarán las concesiones con la dictadura.
Así, a grandes rasgos, visualizo la estrategia de la elite castrista para salir de su aprieto y no perder el poder en Cuba.
Hay un aspecto de todo este asunto que es el problema de la sucesión castrista.
¿Cómo lograr que el gobierno de los Estados Unidos acepte una sucesión castrista? Una posibilidad puede ser con el argumento de que ya los Castro no gobiernan y se están realizando cambios económicos fundamentales.
Los Castro podría parecer que se retiran del poder pasándolo a una nueva generación de sus incondicionales: oficiales de las fuerzas armadas y del Ministerio del Interior que les garantizarían a los dos hermanos y a los “históricos” y a sus familiares seguridad, privilegios y el manejo del poder detrás de bambalinas, a cambio de que se puedan enriquecer como socios de los empresarios extranjeros o dueños de empresas estatales que han sido privatizadas.
Lejos de ser una idea descabellada, la primera vez que la escuché fue aproximadamente hace un poco mas de 15 años, cuando un alto militar estadounidense le relató a mi padre una visita hecha por militares cubanos al Pentágono. Pidieron 20 años para hacer una transición en Cuba aceptable para los Estados Unidos. Esta consistiría en pasarles el poder a los oficiales jóvenes que estaban preparando para esa eventualidad.
El estadounidense le comentó a mi padre que la respuesta a la delegación de cubanos había sido que esos asuntos tenían que tratarlos en la Casa Blanca o en el Departamento de Estado.
Hace una semana un ex oficial del las Fuerzas Armadas cubanas que se encuentra en el exilio, me alertó sobre la misma posibilidad, advirtiéndome que los Castro podían escoger esa vía.
Como este amigo tiene ya a su favor conmigo un buen porcentaje de aciertos me dediqué a otear el horizonte, y me encontré el artículo del profesor Alexis Jardines ¿A quiénes beneficiarían los cambios? en el que dice:
“El contraste con la situación cubana resulta revelador: en medio de la degradación de la economía socialista no se ha producido la renovación de la élite. Hemos saltado directamente a la supervivencia de la casta gobernante, correspondiente a la fase de transición, mientras nos mantenemos en la fase anterior: la degradación. La junta militar octogenaria que gobierna en Cuba evitó con éxito la necesidad de renovación. Esto significa que aún no se ha salido de la etapa de degradación de la economía y que -considerando el factor biológico- la fase de transición podría ser abrupta. Sin embargo, cabe también la posibilidad de una acelerada renovación de cuadros a fin de contar con el capital humano necesario para encarar la transición desde el poder”… “En mi opinión, es esta la salida por la que ha apostado el Gobierno cubano. El 17 de Octubre del 2011, por ejemplo, tuvo lugar la apertura estratégica (el término es del propio Miguel Díaz-Canel) de la Escuela Superior de Cuadros del Estado y del Gobierno. ¿Qué se estudia allí? Gestión empresarial, Administración pública y Dirección”.
En conclusión, como toda élite explotadora, el pequeño grupo que controla a Cuba tiene toda la intención de mantenerse en el poder. Temen perder sus privilegios y temen a la justicia. Desde hace muchos años están convencidos de que el socialismo era un fracaso pero se han negado a hacer cambios fundamentales, razón por la cual ha empeorado la situación. A los problemas que enfrentaba el régimen se han sumado otros que agravan la situación.
Para evitar el empeoramiento de la economía el único camino que les queda es atraer inversiones capitalistas. Mientras el embargo estadounidense se mantenga será muy difícil el desarrollo de una economía capitalista en Cuba aliada con la dictadura. Ante esta situación y la posibilidad de la pérdida de la subvención venezolana, el régimen ha puesto en marcha una estrategia desesperada para tratar de que se levanten las restricciones a los ciudadanos estadounidenses para que puedan viajar de turistas a Cuba y para que eventualmente se levante el embargo.
Las posibilidades de que esta estrategia sea exitosa dependerán en buena parte del actual gobierno estadounidense. Dependerá de las elecciones en los Estados Unidos, y de la presión del exilio cubano y sus aliados en ese país. Hasta ahora el viaje del Cardenal Ortega a los Estados Unidos y la de su lugarteniente Roberto Veiga no han tenido un impacto positivo. Pero es muy temprano todavía vaticinar nada, ya que puede haber cartas escondidas que salgan a relucir.