¿Una nueva era después de la VII Cumbre?
Hay quienes afirman que como resultado de las declaraciones de Barack Obama en la VII Cumbre de las Américas y también por la nueva relación entre su gobierno y el de Raúl Castro en Cuba, ha comenzado una nueva era en las relaciones entre los Estados Unidos y Latinoamérica. Creo que ese optimismo descansa en ilusiones más que en realidades.
En primer lugar lo que diga o lo que quiera hacer Barack Obama a 21 meses de terminar su presidencia difícilmente puede considerarse un reflejo de cómo será la política de los Estados Unidos hacia Latinoamérica después de su partida. Si Obama hubiera actuado así cuando inició su primer periodo presidencial hace seis años y esas declaraciones hubieran estado secundadas por una política congruente, entonces podría concluirse que había comenzado una nueva era entre las dos partes. Hablar de una nueva era por lo que acaba de suceder no tiene ni sentido ni sustento.
En segundo lugar no hay ni en la clase política de los Estados Unidos ni entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata un consenso que apoye lo que se ha interpretado de las declaraciones y acciones del presidente Obama en esta Cumbre. Por el contrario, entre el Partido Republicano y la mayoría de los senadores y representantes del Congreso de los Estados Unidos y el presidente Obama hay una confrontación publica en los temas de política exterior. Este conflicto ha asumido tal nivel de intensidad que sobre las negociaciones entre Irán y el gobierno de Obama el Congreso se dirigió al gobierno iraní advirtiéndole que cualquier acuerdo con el presidente Obama podría ser revertido por los legisladores. Sin haber en ese país una visión bipartidista de la política hacia Latinoamérica y ante la polarización que se vive en los Estados Unidos hablar de una nueva era a partir de esta Cumbre es casi un absurdo.
Tercero, no es Latinoamérica - ni incluso para Obama - un asunto de prioridad para los Estados Unidos. Posiblemente no lo será tampoco para el próximo presidente. Además del complejo reto que representa la estrategia expansionista de Vladimir Putin, los Estados Unidos se están preparando para contener el poder y la agresividad China en Asia. Esta contención implica reforzar alianzas regionales y aumentar inversiones y gastos en seguridad de los cuales los Estados Unidos tendrán que suplir la mayor parte. El conflicto entre los países sunitas e Irán y el peligro de la proliferación atómica en la zona no se van a resolver en poco tiempo. Además, los Estados Unidos y en particular el gobierno de Obama no han podido detener el crecimiento del terrorismo en el mundo.
Si todo esto no fuera suficiente, también está en juego el liderazgo de los Estados Unidos en la economía mundial. El 17 de abril El New York Times publicó La preminencia de los Estados Unidos se percibe disminuyendo en la Reunión Económica Global:
“Cuando los líderes del mundo convergen aquí –en Washington- para la reunión semestral de la que sigue siendo la economía más poderosa del mundo, la preocupación está aumentando de que los Estados Unidos se está retirando del liderazgo económico mundial justo cuando más se necesita”.
Me he limitado a enumerar en forma muy condensada algunos de los retos prioritarios que tienen los Estados Unidos, entre los que no está Latinoamérica; la ausencia de una visión común entre republicanos y demócratas de cuál debe ser su relación con Latinoamérica y el excesivo peso que se le ha dado a las declaraciones de un presidente que en 21 meses dejará de serlo. Incluso antes de la Cumbre, el 5 de abril, en una entrevista con Thomas L. Friedman, Obama había planteado la posibilidad de que su nueva política hacia Cuba no funcionara y que hubiera que cambiarla:
“Cuba es un país pequeño. No es una amenaza a nuestros intereses de seguridad, así que no hay razón para no probar la proposición. Y si resulta que no lleva a mejores resultados, podemos ajustar nuestras políticas”.
Por las consideraciones anteriores no parece haber razones objetivas para creer y muchos menos para afirmar que se ha abierto una nueva era entre los Estados Unidos y Latinoamérica. Más bien un tema a estudiar podría ser si con el fin de la presidencia de Obama a la vista, está o no concluyendo el final de una era entre Washington y Latinoamérica.