Que se repita que se repita que se repita otra vez la repetida…
El pasado 10 de septiembre el periódico castrista Juventud Rebelde publicó un artículo de José Alejandro Rodríguez: En el cambio está la fuerza. Dos días después en El Nuevo Herald apareció otro de la agencia France Presse: Diario cubano llama a profundizar reformas. En este se repetía el argumento del primero.
Repetir lo que dice la dictadura es una práctica frecuente de los representantes de la prensa extranjera en Cuba. En estos casos actúan como cajas de resonancia de la propaganda oficial.
El título del artículo en su versión cubana es sugestivo de cambio. El de El Nuevo Herald lo es aún más. Invita a pensar de que en Cuba un diario puede “llamar” a reformas. ¿Habrá llegado el Glasnost a la isla y nosotros no nos hemos enterado?
El artículo de Juventud Rebelde dice qué los cambios que ha prometido Raúl Castro no se han materializado porque los frena el burocratismo.
No es esta la primera vez que se esgrime esta excusa. Nos recuerda el pegajoso estribillo mexicano: “Que se repita que se repita que se repita otra vez la repetida, que se repita que se repita…”
Repetir mentiras da resultado. Es la clave de la propaganda demagógica. Confunde a quien lee los titulares nada más. O a quien no conoce del asunto cubano. También al que quiere dárselas de que sabe sin saber mucho o no saber nada.
El burocratismo puede hacer cualquier cosa. Si le pagan o se beneficia acelera los trámites; si se siente perjudicado o ignorado, los frena. El burocratismo opera en cualquier parte del mundo. En las democracias cede ante las demandas, denuncias y cambios. En las dictaduras es casi inamovible.
El articulista de Juventud Rebelde intenta excusar a Raúl Castro con lo que escribió Lenin sobre el tema, pero en realidad tergiversa al viejo dirigente comunista.
Dice así: “No olvidemos que esa deformación inmovilista fue una de las costras que dieron al traste con el socialismo real en latitudes nevadas de la vieja Europa, a despecho de los alertas de los clásicos del marxismo, de su primer gran practicante: Vladimir Ilich Lenin”.
Es lamentable que France Presse o El Nuevo Herald no hayan hecho la distinción histórica. Marx tuvo en cuenta los perjuicios del burocratismo. Lenin, Rosa Luxemburgo y Bujarin, entre otros, también alertaron sobre el tema. El burocratismo usurpaba la revolución proletaria.
Lo que permitió el crecimiento canceroso del burocratismo en el sistema comunista fue la falta de libertades dentro y fuera del círculo revolucionario. Mientras pudieron hacerse críticas entre ellos mismos hubo la posibilidad de corregir algunos errores, no los peores.
Una vez que se impuso la dictadura dentro de de la dictadura, en el gobierno y en el partido, el burocratismo creció como una espuma tóxica. Esta situación había sido prevista por Engels:
"para no perder de nuevo su dominación recién conquistada, la clase obrera tiene que precaverse contra sus propios diputados y funcionarios, declarándolos a todos sin excepción revocables en cualquier momento".
En Cuba el burocratismo nació con el castrismo. Nunca hubo partido comunista ni gobierno, lo que había era una burocracia al servicio del mandamás y mandatodo. Fidel Castro, su fundador, fue también el más incompetente de los burócratas.
El heredero de esa maraña de incondicionales fue otro burócrata, Raúl Castro; quien hace pocos años fue alabado por las agencias noticiosas y periódicos extranjeros como el gran administrador, el pragmático, el reformador. Ha resultado tan incompetente como su hermano mayor.
Si Raúl no puede hacer cambios porque su burocracia no se lo permite, es porque no tiene la capacidad, el carisma y la legitimidad para dirigirla. El problema no es el burocratismo de la burocracia sino el jefe que la heredó. O que lo que ha propuesto es estúpido y no funciona, o no quiere hacer cambios porque tiene miedo. Que se repita que se repita que se repita otra vez la repetida…
0 comentarios:
Publicar un comentario