jueves, 2 de mayo de 2019

Venezuela, un día después.




Algún día sabremos los detalles de lo que realmente sucedió detrás del telón el 30 de abril de 2019 en Venezuela.  Esa madrugada un grupo de militares liberó al dirigente Leopoldo López de su “casa por cárcel”  donde cumplía una condena de 15 años.  López y el presidente interino Juan Guaidó, acompañados de ese grupo de militares, se trasladaron a la autopista Francisco Miranda, en las inmediaciones de la base aérea de La Carlota y llamaron al pueblo a respaldar el inicio del fin de la usurpación.  Poco tiempo después el diputado a la Asamblea Nacional por el estado Monagas, José Antonio Mendoza, según publicó El País, informó que el general de división José Adelino Ornella Ferreira era el que comandaba las acciones del levantamiento militar que apoyaba al presidente interino Juan Guaidó. Ornella Ferreira desempeñaba desde el 2017 el cargo de comandante del Segundo Comando y jefe del Estado Mayor Conjunto del Comando Estratégico Operacional. Esto creó una gran expectativa que resultó falsa. Al terminar el día Leopoldo López y su familia se encontraban en una embajada en Caracas mientras Juan Guaidó renovaba el llamado al fin de la usurpación.  ¿Fue un intento fallido debido a la manipulación castrista en Venezuela, fue un levantamiento mal organizado, o una trampa hecha a la oposición? Las especulaciones abundan pero apuntando al devenir, pensemos en Venezuela, un día después.



 ¿Quién ganó y quién perdió?



Parecería que la dictadura logró una victoria temporal pero su imagen se deterioró sustancialmente.  No tuvo que enfrentar un levantamiento militar significativo ni protestas populares masivas.  Por eso pudo sostenerse en el poder con un mínimo de acción represiva contra la población y prácticamente sin ningún conflicto entre unidades militares.  Con sus tropas acuarteladas y afirmando públicamente su lealtad en las diferentes partes del país, el régimen demostró inseguridad.  El repliegue de las tanquetas y de los soldados que salieron de La Carlota a reprimir a los civiles demostró que la tiranía no puede estar segura de su lealtad a la hora de mandarlos a reprimir al pueblo. La carta de renuncia, un día antes del levantamiento, del general de división Manuel Ricardo Cristopher Figuera, director del temible Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), evidencia una ruptura profunda entre los hombres de Maduro.  Después de mencionar los problemas que enfrenta el país el general afirma: “sería irresponsable de mi parte culpar de ello solo al imperio norteamericano…la Patria que una parranda de pillos y bribones están saqueando”.  Las afirmaciones de representantes del gobierno estadounidense y las del general Hugo Carvajal de que, la conspiración incluía a los altos mandos y allegados a Maduro, ha expuesto como nunca su vulnerabilidad y su dependencia del gobierno cubano.  En conclusión, no creo que la narco dictadura haya salido fortalecida de su “victoria” sino lo contrario.  El régimen ya no puede hacer gala de la habitual pedantería triunfalista de antes. Saben que están acorralados y contra el tiempo.



Juan Guaidó y Leopoldo López no tuvieron éxito en el levantamiento pero han demostrado una vez más de que son audaces, dan la cara y se arriesgan junto al pueblo.  Ambos pudieron haber sido detenidos cuando se encontraban bastante vulnerables, en tempranas horas de la mañana, en las cercanías de la base militar La Carlota.  El pueblo no salió masivamente a respaldar un levantamiento militar que mucha gente en Caracas desconocía, incluso horas después de los acontecimientos.  Aunque la gente lamente el fracaso, no se ha dado por vencida.  El pueblo sabe que no hay una unidad monolítica en el régimen, que Maduro estaba escondido y que el apoyo internacional, aunque no se concrete en ayuda militar, está gradualmente debilitando a la dictadura.  Un intento, incluso fallido, era algo impensable hace algún tiempo.  La oposición política venezolana no cesará en su esfuerzo por sacar a Nicolás Maduro del poder.  Ha sobrevivido peores fracasos que éste y siempre se levanta de nuevo.



Quien parece haber perdido más por los sucesos del 30 de abril ha sido el régimen castrista. Venezuela se ha convertido en el campo de batalla entre el gobierno de Trump y la dictadura en la Isla.  Es muy difícil que los Estados Unidos y algunos países latinoamericanos estén dispuestos a permitir la consolidación de una narco dictadura en Venezuela.  El gobierno estadounidense está convencido de que desde La Habana se descarriló el éxito del levantamiento contra Nicolás Maduro. Las amenazas de Donald Trump de castigar económicamente al castrismo si no retira a sus militares de Venezuela y deja de interferir en los asuntos venezolanos, son muestra de que su gobierno no va a pasar por alto la manipulación desde La Habana.  Si Raúl Castro y su grupo pierden Venezuela no solo van a dejar de saquear sus riquezas sino que se van a tener que enfrentar con el gobierno del país más poderoso del planeta.  Apoyar al régimen de Maduro, que es repudiado por el mundo democrático, ha sido la peor operación de relaciones pública del castrismo en toda su historia.  La intervención del castrismo en los eventos del 30 de abril llegó al extremo de que los tuits del general Vladimiro López y el presidente careta de Cuba, Miguel Díaz Canel, resultaron prácticamente idénticos, una increíble chapucería.



Quienes clamen empate en la situación venezolana confunden el caso con un evento deportivo en que el tiempo es limitado.  Con una economía que continúa derrumbándose y sobre la cual cada vez el régimen tiene menos control, con un apoyo del pueblo que no cesa ante las trampas y los reveces, con una solidaridad internacional que una vez parecía algo imposible, la oposición democrática venezolana tomará las riendas del país de una forma o de otra.  Leopoldo López lo dijo una vez: “el que se cansa pierde”.



Huber Matos Araluce

San José, Costa Rica


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