miércoles, 16 de julio de 2025

LA MISERIA QUE DESTRUYE LA MENTE: EL COSTO PSICOLÓGICO DE LA POBREZA EXTREMA EN LOS RÉGIMENES AUTORITARIOS


Por Huber Matos Araluce, San José, Costa Rica


Introducción

A propósito de la reciente renuncia en Cuba de la Ministra de Trabajo Marta Elena Feitó, como consecuencia de la controversia generada por calificar a personas hurgando en los basureros y familias pidiendo en las calles como “disfrazadas” y “conductas ilegales”, he creído oportuno indagar sobre el origen y las consecuencias en los seres humanos de esas “conductas ilegales” en Cuba y en otros países comunistas.

Su renuncia no es solo un cambio administrativo: revela la crisis de credibilidad del relato comunista en Cuba, donde durante décadas el régimen sostuvo que en la isla no existía pobreza extrema, sino “dificultades temporales” causadas por el embargo. Pero la realidad es imposible de ocultar.

“El hambre no solo vacía el estómago, también desmantela la mente y el espíritu.”


El daño psicológico: la dimensión invisible del hambre

Cuando una persona llega al punto de buscar comida entre desechos, su lucha deja de ser económica para convertirse en psicológica y existencial. La exposición prolongada a la falta de recursos genera estrés tóxico, un estado de alerta permanente que afecta el sistema nervioso, deteriora la memoria y debilita la capacidad de tomar decisiones.

Los psicólogos llaman a esto la “mentalidad de supervivencia”: el cerebro se enfoca únicamente en cómo pasar el día, anulando proyectos a largo plazo. Así surge la pobreza aprendida, la sensación de que ningún esfuerzo vale la pena porque nada cambiará. En este escenario, la gente no solo pierde comida, pierde esperanza.

La humillación es otro factor devastador. Pedir limosna o limpiar parabrisas frente a desconocidos en sociedades que alguna vez prometieron igualdad socialista crea una contradicción psicológica brutal. En Corea del Norte, mendigar se castiga como “conducta antisocial”; en Venezuela, aunque no es delito, es una marca visible de miseria que el régimen intenta ocultar culpando a sanciones externas. El resultado en ambos casos: vergüenza, aislamiento y depresión.


Estrategias extremas: la desesperación que arrasa la moral

Cuando la supervivencia se convierte en el único objetivo, la frontera moral se desvanece:

  • Prostitución por comida: En Corea del Norte, mujeres y adolescentes intercambian favores sexuales por arroz o carbón. En Venezuela, Human Rights Watch documenta explotación sexual en zonas mineras y fronterizas.

  • Riesgo legal: En Corea del Norte, los “kotjebi” (niños mendigos) son enviados a campos de trabajo. En Cuba, se aplica el delito de “peligrosidad social” contra mendigos y vendedores ambulantes.

  • Migración forzada: Más de 8 millones de venezolanos han huido. Desertar de Corea del Norte implica jugarse la vida cruzando la frontera.

  • Adicciones y violencia: Alcohol y drogas se convierten en escapes psicológicos, aumentando la violencia doméstica. En Cuba, el propio gobierno ha reconocido un aumento alarmante del consumo de drogas y alcohol, sobre todo entre jóvenes, lo que confirma el deterioro social.


Comparativa global: cinco países, una misma lógica

  • Corea del Norte: Hambre masiva y represión total. Mendigar es crimen. La hambruna de los 90 dejó secuelas que persisten.

  • Venezuela: Crisis visible y viral. Familias enteras revisando basura en Caracas mientras la élite ostenta lujos.

  • China: Prosperidad oficial, pero millones excluidos por el sistema “hukou”. Mendicidad controlada para no dañar la imagen del “milagro chino”.

  • Rusia: Desigualdad extrema. Mendigos y trabajos informales en grandes ciudades, sobre todo por colapso social en regiones.

  • Cuba: Una mezcla: represión, hambre silenciosa y exposición en redes sociales que desmiente la propaganda.


El patrón común: hipocresía y propaganda

Todos estos regímenes justifican la miseria con el mismo discurso: “enemigos externos” y “bloqueos”. Pero la raíz está en la ineficiencia del sistema y la corrupción endémica. Mientras tanto, la narrativa de igualdad se desploma ante las imágenes de gente comiendo basura.


Conclusión

El hambre derrumba cuerpos, pero la desesperanza derrumba naciones.
La pobreza extrema no es solo una cifra: es un arma silenciosa que destruye sociedades desde adentro. Mientras los sistemas prioricen el control político sobre la dignidad humana, estas escenas se repetirán, una y otra vez.

ENGLISH VERSION

MISERY THAT DESTROYS THE MIND: THE PSYCHOLOGICAL COST OF EXTREME POVERTY IN AUTHORITARIAN REGIMES

By Huber Matos Araluce, San José, Costa Rica


Introduction

Following the recent resignation in Cuba of Labor Minister Marta Elena Feitó, after she caused controversy by calling people rummaging through garbage and families begging in the streets “disguised” and “illegal behaviors,” I found it timely to investigate the origin and consequences of these so-called “illegal behaviors” in Cuba and other communist countries.

Her resignation is not just an administrative change: it reveals the crisis of credibility of Cuba’s communist narrative, which for decades claimed that there was no extreme poverty on the island, only “temporary difficulties” caused by the embargo. But reality is impossible to hide.

“Hunger not only empties the stomach, it dismantles the mind and spirit.”


The psychological damage: the invisible dimension of hunger

When a person reaches the point of searching for food in garbage, their struggle ceases to be economic and becomes psychological and existential. Science explains: prolonged exposure to lack of resources generates toxic stress, a state of permanent alert that affects the nervous system, deteriorates memory, and impairs decision-making.

Psychologists call this the “survival mindset”: the brain focuses solely on getting through the day, canceling long-term plans. This leads to learned poverty, the feeling that no effort matters because nothing will change. In this scenario, people don’t just lose food—they lose hope.

Humiliation is another devastating factor. Begging or cleaning windshields in societies that once promised socialist equality creates a brutal psychological contradiction. In North Korea, begging is punished as “antisocial behavior”; in Venezuela, while not a crime, it is a visible mark of misery that the regime tries to hide by blaming external sanctions. The result: shame, isolation, and depression.


Extreme strategies: desperation that erodes morality

When survival becomes the only goal, the moral boundary disappears:

  • Prostitution for food: In North Korea, women and teenagers exchange sex for rice or coal. In Venezuela, Human Rights Watch documents sexual exploitation in mining and border areas.

  • Legal risk: In North Korea, “kotjebi” (child beggars) are sent to labor camps. In Cuba, the crime of “social dangerousness” is applied against beggars and street vendors.

  • Forced migration: More than 8 million Venezuelans have fled. Defecting from North Korea means risking death while crossing the border.

  • Addictions and violence: Alcohol and drugs become psychological escapes, increasing domestic violence. In Cuba, the government itself has acknowledged an alarming rise in drug and alcohol consumption, especially among youth, confirming social decay.


Global comparison: five countries, one logic

  • North Korea: Massive hunger and total repression. Begging is a crime. The 1990s famine left lasting scars.

  • Venezuela: Visible and viral crisis. Entire families scavenging trash in Caracas while the elite flaunts luxury.

  • China: Official prosperity, but millions excluded by the “hukou” system. Begging controlled to protect the image of the “Chinese miracle.”

  • Russia: Extreme inequality. Beggars and informal jobs in big cities, especially due to regional social collapse.

  • Cuba: A mixture: repression, silent hunger, and social media exposure that shatters propaganda.


The common pattern: hypocrisy and propaganda

All these regimes justify misery with the same narrative: “external enemies” and “blockades”. But the root cause is system inefficiency and endemic corruption. Meanwhile, the equality myth collapses under images of people eating from garbage.


Conclusion

Hunger destroys bodies, but hopelessness destroys nations.
Extreme poverty is not just a number: it’s a silent weapon that destroys societies from within. As long as systems prioritize political control over human dignity, these scenes will repeat again and again.


Sources

  1. Human Rights Watch – Venezuela: sexual exploitation in mining areas (2024).

  2. UNHCR & UN – Venezuelan migration and food crisis report (2024).

  3. Reuters – Cuba admits rising drug and alcohol use among youth (2024).

  4. ENCOVI 2024 – 82% poverty rate in Venezuela.

  5. HRNK & Daily NK – North Korean defector testimonies.



VERSION FRANÇAISE

LA MISÈRE QUI DÉTRUIT L’ESPRIT : LE COÛT PSYCHOLOGIQUE DE LA PAUVRETÉ EXTRÊME DANS LES RÉGIMES AUTORITAIRES

Par Huber Matos Araluce, San José, Costa Rica


Introduction

À la suite de la récente démission à Cuba de la ministre du Travail Marta Elena Feitó, après avoir provoqué la controverse en qualifiant de “déguisés” et de “comportements illégaux” les personnes fouillant les poubelles et les familles mendiant dans la rue, il m’a semblé opportun d’analyser l’origine et les conséquences de ces “comportements illégaux” à Cuba et dans d’autres pays communistes.

Sa démission n’est pas un simple changement administratif : elle révèle la crise de crédibilité du discours communiste cubain, qui pendant des décennies a soutenu qu’il n’existait pas de pauvreté extrême sur l’île, mais seulement des “difficultés temporaires” causées par l’embargo. Or la réalité est impossible à cacher.

“La faim ne vide pas seulement l’estomac, elle démantèle l’esprit et l’âme.”


Les dommages psychologiques : la dimension invisible de la faim

Lorsqu’une personne en arrive à chercher de la nourriture dans les déchets, sa lutte cesse d’être économique pour devenir psychologique et existentielle. La science explique : l’exposition prolongée au manque de ressources engendre un stress toxique, un état d’alerte permanent qui affecte le système nerveux, détériore la mémoire et réduit la capacité de décision.

Les psychologues appellent cela “mentalité de survie” : le cerveau se concentre uniquement sur la journée en cours, annulant tout projet à long terme. Cela conduit à la pauvreté apprise, le sentiment qu’aucun effort ne compte puisque rien ne changera. Dans ce scénario, on ne perd pas seulement la nourriture, on perd l’espoir.

L’humiliation est un autre facteur dévastateur. Mendier ou nettoyer des pare-brises dans des sociétés ayant promis l’égalité socialiste crée une contradiction psychologique brutale. En Corée du Nord, mendier est puni comme un “comportement antisocial” ; au Venezuela, bien que ce ne soit pas un crime, c’est une marque visible de misère que le régime tente de cacher en accusant les sanctions externes. Résultat : honte, isolement et dépression.


Stratégies extrêmes : le désespoir qui efface la morale

Quand la survie devient l’unique objectif, la frontière morale disparaît :

  • Prostitution contre nourriture : En Corée du Nord, des femmes et adolescentes échangent des faveurs sexuelles contre du riz ou du charbon. Au Venezuela, Human Rights Watch documente l’exploitation sexuelle dans les zones minières et frontalières.

  • Risque légal : En Corée du Nord, les “kotjebi” (enfants mendiants) sont envoyés en camps de travail. À Cuba, on applique le délit de “dangerosité sociale” aux mendiants et vendeurs ambulants.

  • Migration forcée : Plus de 8 millions de Vénézuéliens ont fui. Déserter la Corée du Nord signifie risquer la mort en franchissant la frontière.

  • Addictions et violence : L’alcool et la drogue deviennent des échappatoires psychologiques, augmentant la violence domestique. À Cuba, le gouvernement a lui-même reconnu une hausse alarmante de la consommation de drogues et d’alcool, surtout chez les jeunes, confirmant la dégradation sociale.


Comparaison globale : cinq pays, une même logique

  • Corée du Nord : Faim massive et répression totale. Mendier est un crime. La famine des années 1990 a laissé des séquelles durables.

  • Venezuela : Crise visible et virale. Des familles entières fouillant les poubelles à Caracas tandis que l’élite affiche son luxe.

  • Chine : Prospérité officielle, mais millions exclus par le système “hukou”. Mendicité contrôlée pour protéger l’image du “miracle chinois”.

  • Russie : Inégalités extrêmes. Mendiants et emplois informels dans les grandes villes, surtout à cause de l’effondrement social régional.

  • Cuba : Un mélange : répression, faim silencieuse et réseaux sociaux qui démentent la propagande.


Conclusion

La faim détruit les corps, mais le désespoir détruit les nations.
La pauvreté extrême n’est pas seulement un chiffre : c’est une arme silencieuse qui détruit les sociétés de l’intérieur. Tant que les systèmes privilégient le contrôle politique sur la dignité humaine, ces scènes se répéteront sans fin.



VERSIONE ITALIANA

LA MISERIA CHE DISTRUGGE LA MENTE: IL COSTO PSICOLOGICO DELLA POVERTÀ ESTREMA NEI REGIMI AUTORITARI

Di Huber Matos Araluce, San José, Costa Rica


Introduzione

A seguito delle recenti dimissioni a Cuba della Ministra del Lavoro Marta Elena Feitó, dopo aver suscitato polemiche definendo le persone che rovistano tra i rifiuti e le famiglie che chiedono l’elemosina “travestite” e “comportamenti illegali”, ho ritenuto opportuno indagare l’origine e le conseguenze di tali “comportamenti illegali” a Cuba e in altri Paesi comunisti.

Le sue dimissioni non sono solo un cambiamento amministrativo: rivelano la crisi di credibilità del discorso comunista a Cuba, che per decenni ha sostenuto che sull’isola non esistesse povertà estrema, ma solo “difficoltà temporanee” causate dall’embargo. Ma la realtà è impossibile da nascondere.

“La fame non svuota solo lo stomaco, ma smantella la mente e lo spirito.”


Il danno psicologico: la dimensione invisibile della fame

Quando una persona arriva al punto di cercare cibo tra i rifiuti, la sua lotta smette di essere economica e diventa psicologica ed esistenziale. La scienza spiega: l’esposizione prolungata alla mancanza di risorse genera stress tossico, uno stato di allerta permanente che colpisce il sistema nervoso, deteriora la memoria e indebolisce la capacità decisionale.

Gli psicologi lo chiamano “mentalità di sopravvivenza”: il cervello si concentra esclusivamente sul passare la giornata, annullando i progetti a lungo termine. Da qui nasce la povertà appresa, la sensazione che nessuno sforzo valga la pena perché nulla cambierà. In questo scenario, non si perde solo il cibo, ma anche la speranza.

L’umiliazione è un altro fattore devastante. Chiedere l’elemosina o pulire parabrezza in società che avevano promesso uguaglianza socialista crea una contraddizione psicologica brutale. In Corea del Nord, mendicare è punito come “comportamento antisociale”; in Venezuela, pur non essendo un reato, è un marchio visibile di miseria che il regime tenta di nascondere incolpando le sanzioni esterne. Risultato: vergogna, isolamento e depressione.


Strategie estreme: la disperazione che abbatte la morale

Quando la sopravvivenza diventa l’unico obiettivo, il confine morale svanisce:

  • Prostituzione per cibo: In Corea del Nord, donne e adolescenti scambiano favori sessuali per riso o carbone. In Venezuela, Human Rights Watch documenta sfruttamento sessuale nelle aree minerarie e di frontiera.

  • Rischio legale: In Corea del Nord, i “kotjebi” (bambini mendicanti) vengono inviati nei campi di lavoro. A Cuba, si applica il reato di “pericolosità sociale” contro mendicanti e venditori ambulanti.

  • Migrazione forzata: Oltre 8 milioni di venezuelani sono fuggiti. Disertare dalla Corea del Nord significa rischiare la vita attraversando il confine.

  • Dipendenze e violenza: Alcol e droghe diventano vie di fuga psicologica, aumentando la violenza domestica. A Cuba, lo stesso governo ha riconosciuto un aumento allarmante del consumo di droghe e alcol, soprattutto tra i giovani, segno evidente del deterioramento sociale.


Confronto globale: cinque Paesi, una stessa logica

  • Corea del Nord: Fame massiccia e repressione totale. Mendicare è un crimine. La carestia degli anni ’90 ha lasciato cicatrici durature.

  • Venezuela: Crisi visibile e virale. Intere famiglie che rovistano tra i rifiuti a Caracas mentre l’élite ostenta lusso.

  • Cina: Prosperità ufficiale, ma milioni esclusi dal sistema “hukou”. Mendicità controllata per proteggere l’immagine del “miracolo cinese”.

  • Russia: Disuguaglianza estrema. Mendicanti e lavori informali nelle grandi città, soprattutto a causa del collasso sociale regionale.

  • Cuba: Un mix: repressione, fame silenziosa ed esposizione sui social che smentisce la propaganda.


Conclusione

La fame abbatte i corpi, ma la disperazione abbatte le nazioni.
La povertà estrema non è solo un numero: è un’arma silenziosa che distrugge le società dall’interno. Finché i sistemi daranno priorità al controllo politico sulla dignità umana, queste scene si ripeteranno all’infinito.


 

 


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