Putin olvidó a Tyson: “Todo el mundo tiene un plan hasta que recibe un puñetazo en la boca”
Por Huber Matos Araluce, San José, Costa Rica
Ucrania golpea el talón de Aquiles de Rusia y cambia el equilibrio de la guerra
Estrategia ucraniana y ataque a Ust-Luga
La capacidad actual de Ucrania para poner de rodillas a Rusia no es fruto del azar, sino de una visión estratégica forjada desde los primeros meses de la invasión. Kiev entendió que el peor escenario era un avance lento pero devastador de las tropas rusas en su territorio, combinado con la indecisión de Occidente a la hora de responder directamente contra Moscú. Ante esa perspectiva, los ucranianos concluyeron que, para sobrevivir, tarde o temprano tendrían que golpear dentro de Rusia misma. Esa misma idea fue expresada recientemente por Donald Trump, quien advirtió con claridad: “Ucrania no podrá ganar nunca si no ataca a Rusia”. Hoy esa lógica se confirma: el 24 de agosto, un ataque ucraniano contra el puerto de Ust-Luga interrumpió de inmediato el 17 % del total de las exportaciones rusas de petróleo, demostrando que el sostén económico del Kremlin no es intocable. Con esa capacidad, Zelensky puede arrastrar a Putin a la mesa de negociaciones y, llegado ese momento, será el presidente ucraniano —y no el dictador ruso— quien dicte las condiciones de un alto al fuego, la retirada de las tropas invasoras y el pago de indemnizaciones por la devastación causada.
El talón de Aquiles: los puertos rusos
El verdadero talón de Aquiles de Rusia no está en las trincheras, sino en sus puertos. El grueso de las exportaciones de crudo y derivados se concentra en Primorsk, Novorosíisk, Murmansk, Kozmino y el ya golpeado Ust-Luga, nudos logísticos que sostienen la economía rusa. Hoy, Kiev dispone de la capacidad militar —con drones de largo alcance y misiles adaptados— para golpearlos de manera escalonada, interrumpiendo el flujo comercial y mostrando que Moscú no puede proteger al mismo tiempo todos sus frentes. La vulnerabilidad no es hipotética: si Ucrania incendió Ust-Luga, puede hacerlo también en los demás, y cada interrupción significa menos divisas para financiar la maquinaria de guerra de Putin.
El peso de cada terminal
El corazón de las exportaciones rusas de crudo late en cinco puertos que juntos concentran más del 80 % del petróleo que Moscú coloca en el exterior. Primorsk, en el mar Báltico, maneja alrededor del 30 %, con destino a Europa del Norte y centros de redistribución. Ust-Luga aporta cerca del 15 %, orientado a derivados como nafta y combustible de aviación. En el mar Negro, Novorossiysk concentra aproximadamente el 25 %, vital para abastecer al Mediterráneo, África y Oriente Medio. Hacia el Pacífico, Kozmino canaliza en torno al 10 %, sobre todo a China y otros compradores asiáticos. Finalmente, Murmansk, en el Ártico, gestiona entre el 5–7 %, incluyendo cargamentos que transitan por la ruta polar hacia Asia. La demostración en Ust-Luga deja claro que esas arterias económicas son vulnerables y alcanzables por la nueva capacidad militar ucraniana.
Innovación militar ucraniana
Ante la continua prohibición de Washington de que Ucrania utilice cohetes de largo alcance entregados por Estados Unidos o que emplee directamente asistencia tecnológica y de inteligencia norteamericana para golpear dentro de Rusia, Kiev decidió avanzar con sus propios medios. De esa visión nació una red de ingenieros, universidades y startups capaces de levantar desde cero una industria de drones y misiles nacionales. El 18 de agosto de 2025, la firma Fire Point presentó el cohete de crucero “Flamingo” (FP-5), con un alcance de 3.000 km, una velocidad máxima de 950 km/h y una ojiva de 1.150 kg. Su producción en serie ya ha comenzado y podría alcanzar más de doscientas unidades mensuales a finales de año. Frente a esta realidad, los sistemas antiaéreos rusos S-300 y S-400, diseñados para interceptar aviones y misiles grandes, resultan poco efectivos contra enjambres de drones y misiles subsónicos pesados como el Flamingo. Moscú no puede blindar sus puertos ni su infraestructura energética de manera simultánea. La combinación de innovación local, producción masiva y nuevos misiles redibuja el equilibrio de poder regional.
El error de cálculo de Putin
Desde el inicio de la invasión, Putin confió en la lógica clásica de la estrategia militar rusa: el volumen de recursos y el sacrificio ilimitado de hombres decidirían la victoria. Con esa visión lanzó la segunda invasión en febrero de 2022 convencido de que sus tropas llegarían a Kiev en cuestión de días. Fue una muestra de arrogancia estratégica y de falta de visión: creyó que la resistencia ucraniana colapsaría y que Occidente no se atrevería a reaccionar. Sin embargo, lo que obtuvo fue lo que Mike Tyson resumió con crudeza: “Everyone has a plan until they get punched in the mouth” (“Todo el mundo tiene un plan hasta que recibe un puñetazo en la boca”). Ese primer golpe fue la inesperada defensa ucraniana que frustró la caída rápida de Kiev y obligó a Rusia a un desgaste prolongado.
Después, la prolongada cautela occidental pareció darle margen para imponerse en un campo de batalla donde Ucrania tenía “un brazo atado a la espalda” por las limitaciones externas. Pero hoy la situación ha cambiado. Kiev, con su brazo liberado, dispone de la capacidad de golpear en lo más sensible del poder ruso: sus puertos y su economía. Si Putin recibe otro puñetazo, esta vez en forma de ataques sistemáticos a sus arterias energéticas, es posible que no sea él quien se siente a negociar el final de la guerra, sino aquellos que lo sustituyan en Moscú, obligados por la realidad de una derrota estratégica inevitable.
Putin forgot Tyson: “Everyone has a plan until they get punched in the mouth”
By Huber Matos Araluce, San José, Costa Rica
Ukraine strikes Russia’s Achilles’ heel and shifts the balance of the war
Ukrainian strategy and the attack on Ust-Luga
Ukraine’s current ability to bring Russia to its knees is not the result of chance, but of a strategic vision forged in the first months of the invasion. Kyiv understood that the worst scenario would be a slow but devastating advance of Russian troops on its territory, combined with the indecision of the West in directly responding to Moscow. Faced with this prospect, Ukrainians concluded that, in order to survive, sooner or later they would have to strike inside Russia itself. This same idea was recently expressed by Donald Trump, who clearly warned: “Ukraine will never be able to win unless it attacks Russia.” Today that logic is confirmed: on August 24, a Ukrainian attack on the port of Ust-Luga immediately disrupted 17% of Russia’s total oil exports, proving that the Kremlin’s economic lifeline is not untouchable. With that capacity, Zelensky can drag Putin to the negotiating table and, when that time comes, it will be the Ukrainian president —not the Russian dictator— who dictates the conditions of a ceasefire, the withdrawal of invading troops, and compensation for the devastation caused.
Achilles’ heel: the Russian ports
Russia’s true Achilles’ heel is not in the trenches but in its ports. The bulk of crude oil and refined product exports is concentrated in Primorsk, Novorossiysk, Murmansk, Kozmino, and the already-hit Ust-Luga —logistical hubs that sustain the Russian economy. Today Kyiv has the military capability —with long-range drones and adapted missiles— to strike them in sequence, interrupting trade flows and showing that Moscow cannot protect all its fronts simultaneously. The vulnerability is not hypothetical: if Ukraine set Ust-Luga on fire, it can do the same with the others, and each disruption means fewer foreign revenues to finance Putin’s war machine.
The weight of each terminal
The heart of Russia’s crude oil exports beats in five ports that together handle more than 80% of the oil Moscow places abroad. Primorsk, in the Baltic Sea, accounts for around 30%, destined for Northern Europe and redistribution centers. Ust-Luga contributes about 15%, oriented toward refined products such as naphtha and jet fuel. In the Black Sea, Novorossiysk handles approximately 25%, vital for supplying the Mediterranean, Africa, and the Middle East. To the Pacific, Kozmino channels around 10%, mostly to China and other Asian buyers. Finally, Murmansk, in the Arctic, manages between 5–7%, including cargoes transiting the polar route to Asia. The strike at Ust-Luga makes clear that these economic arteries are vulnerable and within reach of Ukraine’s new military capabilities.
Ukrainian military innovation
Faced with Washington’s continuing prohibition on using long-range rockets supplied by the United States or directly employing American technological and intelligence support to strike inside Russia, Kyiv decided to move forward with its own means. From that vision was born a network of engineers, universities, and startups capable of building a domestic industry of drones and missiles from scratch. On August 18, 2025, the firm Fire Point unveiled the cruise missile “Flamingo” (FP-5), with a range of 3,000 km, a maximum speed of 950 km/h, and a warhead of 1,150 kg. Serial production has already begun and could reach more than two hundred units per month by the end of the year. Against this reality, Russian S-300 and S-400 air defense systems, designed to intercept aircraft and large missiles, are largely ineffective against swarms of drones and heavy subsonic missiles like the Flamingo. Moscow cannot shield its ports and its energy infrastructure simultaneously. The combination of local innovation, mass production, and new missiles is redrawing the regional balance of power.
Putin’s miscalculation
From the beginning of the invasion, Putin relied on the classical logic of Russian military strategy: sheer volume of resources and unlimited sacrifice would decide victory. With this vision, he launched the second invasion in February 2022 convinced that his troops would reach Kyiv within days. It was a display of strategic arrogance and lack of foresight: he believed Ukrainian resistance would collapse and the West would not dare to react. Yet what he encountered was exactly what Mike Tyson brutally summarized: “Everyone has a plan until they get punched in the mouth.” That first punch was Ukraine’s unexpected defense, which thwarted the rapid fall of Kyiv and forced Russia into a prolonged war of attrition.
Later, the West’s prolonged caution seemed to give him space to impose himself on a battlefield where Ukraine had “one arm tied behind its back” due to external restrictions. But today the situation has changed. Kyiv, with both arms free, has the ability to strike at the most sensitive part of Russian power: its ports and economy. If Putin takes another punch —this time in the form of systematic strikes on his energy arteries— it may not be him who negotiates the end of the war, but those who replace him in Moscow, forced by the reality of an inevitable strategic defeat.
Poutine a oublié Tyson : « Tout le monde a un plan jusqu’à ce qu’il reçoive un coup de poing dans la bouche »
Par Huber Matos Araluce, San José, Costa Rica
L’Ukraine frappe le talon d’Achille de la Russie et change l’équilibre de la guerre
1. Stratégie ukrainienne et attaque contre Ust-Luga
La capacité actuelle de l’Ukraine à mettre la Russie à genoux n’est pas le fruit du hasard, mais d’une vision stratégique forgée dès les premiers mois de l’invasion. Kiev a compris que le pire scénario serait une avancée lente mais dévastatrice des troupes russes sur son territoire, combinée à l’indécision de l’Occident à répondre directement à Moscou. Face à cette perspective, les Ukrainiens ont conclu que, pour survivre, ils devraient tôt ou tard frapper à l’intérieur même de la Russie. Cette même idée a été récemment exprimée par Donald Trump, qui a averti clairement : « L’Ukraine ne pourra jamais gagner si elle n’attaque pas la Russie. » Aujourd’hui, cette logique se confirme : le 24 août, une attaque ukrainienne contre le port d’Ust-Luga a immédiatement interrompu 17 % du total des exportations pétrolières russes, prouvant que le pilier économique du Kremlin n’est pas intouchable. Avec cette capacité, Zelensky peut entraîner Poutine à la table des négociations et, lorsque ce moment viendra, ce sera le président ukrainien —et non le dictateur russe— qui dictera les conditions d’un cessez-le-feu, du retrait des troupes d’invasion et du paiement de réparations pour les destructions causées.
2. Le talon d’Achille : les ports russes
Le véritable talon d’Achille de la Russie ne se trouve pas dans les tranchées mais dans ses ports. L’essentiel des exportations de brut et de produits raffinés est concentré à Primorsk, Novorossiisk, Mourmansk, Kozmino et l’Ust-Luga déjà frappé —des nœuds logistiques qui soutiennent l’économie russe. Aujourd’hui, Kiev dispose de la capacité militaire —avec des drones à longue portée et des missiles adaptés— pour les frapper de façon séquentielle, interrompant les flux commerciaux et montrant que Moscou ne peut pas protéger tous ses fronts à la fois. La vulnérabilité n’est pas hypothétique : si l’Ukraine a incendié Ust-Luga, elle peut en faire autant avec les autres, et chaque interruption signifie moins de devises pour financer la machine de guerre de Poutine.
3. Le poids de chaque terminal
Le cœur des exportations russes de brut bat dans cinq ports qui concentrent ensemble plus de 80 % du pétrole que Moscou expédie à l’étranger. Primorsk, en mer Baltique, gère environ 30 %, destinés à l’Europe du Nord et aux centres de redistribution. Ust-Luga contribue à hauteur de 15 %, orienté vers des produits raffinés tels que le naphta et le carburant pour avions. Dans la mer Noire, Novorossiisk concentre environ 25 %, vital pour approvisionner la Méditerranée, l’Afrique et le Moyen-Orient. Vers le Pacifique, Kozmino canalise environ 10 %, principalement vers la Chine et d’autres acheteurs asiatiques. Enfin, Mourmansk, dans l’Arctique, traite entre 5–7 %, y compris des cargaisons transitant par la route polaire vers l’Asie. La démonstration à Ust-Luga montre clairement que ces artères économiques sont vulnérables et à portée des nouvelles capacités militaires ukrainiennes.
4. Innovation militaire ukrainienne
Face à l’interdiction persistante de Washington d’utiliser les roquettes de longue portée fournies par les États-Unis ou de recourir directement au soutien technologique et au renseignement américains pour frapper en Russie, Kiev a décidé d’avancer avec ses propres moyens. De cette vision est née un réseau d’ingénieurs, d’universités et de startups capables de bâtir à partir de zéro une industrie nationale de drones et de missiles. Le 18 août 2025, la firme Fire Point a présenté le missile de croisière « Flamingo » (FP-5), avec une portée de 3 000 km, une vitesse maximale de 950 km/h et une ogive de 1 150 kg. Sa production en série a déjà commencé et pourrait atteindre plus de deux cents unités mensuelles d’ici la fin de l’année. Face à cette réalité, les systèmes de défense aérienne russes S-300 et S-400, conçus pour intercepter des avions et des missiles de grande taille, se révèlent peu efficaces contre des essaims de drones et de missiles subsoniques lourds comme le Flamingo. Moscou ne peut pas protéger simultanément ses ports et son infrastructure énergétique. La combinaison d’innovation locale, de production de masse et de nouveaux missiles redessine l’équilibre régional des forces.
5. L’erreur de calcul de Poutine
Dès le début de l’invasion, Poutine a misé sur la logique classique de la stratégie militaire russe : le volume de ressources et le sacrifice illimité décideraient de la victoire. Avec cette vision, il a lancé la seconde invasion en février 2022, convaincu que ses troupes atteindraient Kiev en quelques jours. Ce fut une démonstration d’arrogance stratégique et d’absence de vision : il pensait que la résistance ukrainienne s’effondrerait et que l’Occident n’oserait pas réagir. Pourtant, il a reçu ce que Mike Tyson a résumé avec brutalité : « Everyone has a plan until they get punched in the mouth » (« Tout le monde a un plan jusqu’à ce qu’il reçoive un coup de poing dans la bouche »). Ce premier coup fut la défense inattendue de l’Ukraine qui a empêché la chute rapide de Kiev et a contraint la Russie à une guerre d’usure prolongée.
Ensuite, la prudence prolongée de l’Occident sembla lui donner l’espace pour s’imposer sur un champ de bataille où l’Ukraine avait « un bras attaché dans le dos » à cause des restrictions externes. Mais aujourd’hui, la situation a changé. Kiev, les deux bras libres, dispose de la capacité de frapper le point le plus sensible du pouvoir russe : ses ports et son économie. Si Poutine reçoit un autre coup, cette fois sous forme d’attaques systématiques contre ses artères énergétiques, il se peut que ce ne soit pas lui qui négocie la fin de la guerre, mais ceux qui le remplaceront à Moscou, forcés par la réalité d’une défaite stratégique inévitable.
Putin dimenticò Tyson: « Tutti hanno un piano finché non ricevono un pugno in bocca »
Di Huber Matos Araluce, San José, Costa Rica
L’Ucraina colpisce il tallone d’Achille della Russia e cambia l’equilibrio della guerra
1. Strategia ucraina e attacco a Ust-Luga
La capacità attuale dell’Ucraina di mettere in ginocchio la Russia non è frutto del caso, ma di una visione strategica forgiata fin dai primi mesi dell’invasione. Kiev capì che lo scenario peggiore sarebbe stato un avanzamento lento ma devastante delle truppe russe sul suo territorio, combinato con l’indecisione dell’Occidente nel rispondere direttamente a Mosca. Di fronte a questa prospettiva, gli ucraini conclusero che, per sopravvivere, prima o poi avrebbero dovuto colpire all’interno della Russia stessa. Questa stessa idea è stata recentemente espressa da Donald Trump, che ha avvertito chiaramente: « L’Ucraina non potrà mai vincere se non attacca la Russia. » Oggi quella logica si conferma: il 24 agosto, un attacco ucraino al porto di Ust-Luga ha interrotto immediatamente il 17% delle esportazioni totali di petrolio russo, dimostrando che il pilastro economico del Cremlino non è intoccabile. Con questa capacità, Zelensky può trascinare Putin al tavolo delle trattative e, quando quel momento arriverà, sarà il presidente ucraino —e non il dittatore russo— a dettare le condizioni di un cessate il fuoco, del ritiro delle truppe d’invasione e del pagamento delle riparazioni per le devastazioni causate.
2. Il tallone d’Achille: i porti russi
Il vero tallone d’Achille della Russia non si trova nelle trincee, ma nei suoi porti. La maggior parte delle esportazioni di greggio e di prodotti raffinati è concentrata a Primorsk, Novorossiysk, Murmansk, Kozmino e l’Ust-Luga già colpito —nodi logistici che sostengono l’economia russa. Oggi Kiev dispone della capacità militare —con droni a lungo raggio e missili adattati— per colpirli in modo graduale, interrompendo i flussi commerciali e mostrando che Mosca non può proteggere tutti i suoi fronti contemporaneamente. La vulnerabilità non è ipotetica: se l’Ucraina ha incendiato Ust-Luga, può fare lo stesso anche con gli altri, e ogni interruzione significa meno valuta estera per finanziare la macchina bellica di Putin.
3. Il peso di ciascun terminale
Il cuore delle esportazioni russe di greggio pulsa in cinque porti che insieme gestiscono più dell’80% del petrolio che Mosca esporta all’estero. Primorsk, nel Mar Baltico, rappresenta circa il 30%, diretto all’Europa settentrionale e ai centri di redistribuzione. Ust-Luga contribuisce con circa il 15%, orientato ai prodotti raffinati come nafta e carburante per aerei. Nel Mar Nero, Novorossiysk concentra circa il 25%, vitale per rifornire il Mediterraneo, l’Africa e il Medio Oriente. Verso il Pacifico, Kozmino canalizza circa il 10%, soprattutto verso la Cina e altri acquirenti asiatici. Infine, Murmansk, nell’Artico, gestisce tra il 5–7%, comprese le spedizioni che transitano attraverso la rotta polare verso l’Asia. La dimostrazione a Ust-Luga chiarisce che queste arterie economiche sono vulnerabili e raggiungibili dalle nuove capacità militari ucraine.
4. Innovazione militare ucraina
Di fronte al divieto continuo di Washington di utilizzare missili a lungo raggio forniti dagli Stati Uniti o di impiegare direttamente il sostegno tecnologico e d’intelligence americano per colpire all’interno della Russia, Kiev ha deciso di andare avanti con i propri mezzi. Da questa visione è nata una rete di ingegneri, università e startup capaci di costruire da zero un’industria nazionale di droni e missili. Il 18 agosto 2025, l’azienda Fire Point ha presentato il missile da crociera « Flamingo » (FP-5), con una gittata di 3.000 km, una velocità massima di 950 km/h e una testata di 1.150 kg. La produzione in serie è già iniziata e potrebbe raggiungere più di duecento unità al mese entro la fine dell’anno. Di fronte a questa realtà, i sistemi di difesa aerea russi S-300 e S-400, progettati per intercettare aerei e missili di grandi dimensioni, risultano poco efficaci contro sciami di droni e missili subsonici pesanti come il Flamingo. Mosca non può blindare contemporaneamente i suoi porti e la sua infrastruttura energetica. La combinazione di innovazione locale, produzione di massa e nuovi missili ridisegna l’equilibrio di potere regionale.
5. L’errore di calcolo di Putin
Fin dall’inizio dell’invasione, Putin si è affidato alla logica classica della strategia militare russa: il volume di risorse e il sacrificio illimitato avrebbero deciso la vittoria. Con questa visione lanciò la seconda invasione nel febbraio 2022, convinto che le sue truppe sarebbero arrivate a Kiev in pochi giorni. Fu una dimostrazione di arroganza strategica e di mancanza di visione: credeva che la resistenza ucraina sarebbe crollata e che l’Occidente non avrebbe osato reagire. Tuttavia, ciò che ottenne fu ciò che Mike Tyson riassunse brutalmente: « Everyone has a plan until they get punched in the mouth » (« Tutti hanno un piano finché non ricevono un pugno in bocca »). Quel primo colpo fu la difesa inaspettata dell’Ucraina, che impedì la rapida caduta di Kiev e costrinse la Russia a una guerra di logoramento prolungata.
In seguito, la prolungata cautela dell’Occidente sembrò dargli spazio per imporsi su un campo di battaglia in cui l’Ucraina aveva « un braccio legato dietro la schiena » a causa delle restrizioni esterne. Ma oggi la situazione è cambiata. Kiev, con entrambe le braccia libere, dispone della capacità di colpire il punto più sensibile del potere russo: i suoi porti e la sua economia. Se Putin riceve un altro colpo, questa volta sotto forma di attacchi sistematici alle sue arterie energetiche, è possibile che non sia lui a negoziare la fine della guerra, ma coloro che lo sostituiranno a Mosca, costretti dalla realtà di una sconfitta strategica inevitabile.
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