MADURO Y CLAUDIA SHEINBAUM SOSTIENEN A DICTADURA CASTRISTA
El régimen castrista y la economía de la supervivencia: petróleo, intermediación opaca y dinero ilícito
Cuba —la nación, su pueblo y su historia— no es responsable del sistema que hoy la mantiene empobrecida y al borde del colapso. El desastre económico, humanitario y demográfico que vive la isla es consecuencia directa de un régimen autoritario que, durante décadas, ha sustituido la productividad, la legitimidad política y la soberanía económica por la dependencia externa, la represión interna y la opacidad financiera.
La dictadura castrista ha sobrevivido no gracias a reformas reales ni a eficiencia económica, sino mediante un modelo de subsidios políticos, la exportación de servicios de control y represion, y —cada vez con mayor claridad— la utilización indirecta de recursos provenientes del petróleo venezolano sancionado y de flujos financieros ilícitos asociados al narcotráfico.
Venezuela: petróleo para sostener al régimen, no al país
Desde 1999, la alianza entre las dictaduras chavista y castrista no ha beneficiado a los pueblos cubano y venezolano, sino a sus respectivos aparatos de poder. El acuerdo fue explícito y funcional:
El régimen castrista aportaría inteligencia, asesoramiento en control social y estructuras de contrainteligencia.
El régimen venezolano suministraría petróleo altamente subsidiado, durante años en volúmenes que llegaron a superar los 100.000 barriles diarios, un poco más del 70% del consumo nacional en Cuba.
Con el colapso de la producción venezolana, el flujo petrolero se redujo de forma drástica, pero la relación no se rompió; se transformó. El apoyo dejó de basarse exclusivamente en el suministro energético regular y pasó a sostenerse en mecanismos financieros opacos y compensaciones políticas.
Investigaciones judiciales en Estados Unidos y testimonios de exfuncionarios venezolanos han documentado la participación de altos niveles del régimen de Nicolás Maduro en redes de narcotráfico internacional, utilizando estructuras estatales para facilitar rutas, protección y lavado de activos. Parte de esos recursos no se limita al enriquecimiento personal del grupo en el poder: sirve para sostener alianzas estratégicas, entre ellas la que mantiene en pie al régimen castrista.
El razonamiento es difícil de eludir:
La dictadura castrista no paga el petróleo venezolano a precios de mercado.
No dispone de divisas suficientes para hacerlo.
Sin embargo, mantiene una presencia decisiva de inteligencia y seguridad y represión en Venezuela, considerada vital para la supervivencia del régimen chavista.
El papel del régimen castrista como intermediario petrolero
Un aspecto aún poco abordado por la prensa internacional es la función del aparato estatal cubano como intermediario informal en la comercialización del petróleo venezolano sancionado.
Diversas fuentes del sector energético y del ámbito de cumplimiento de sanciones han señalado patrones consistentes:
Cargamentos de crudo venezolano que llegan a Cuba no siempre se destinan íntegramente al consumo interno.
Parte del petróleo es reexportado, mezclado o redistribuido mediante esquemas de difícil trazabilidad.
Se emplean empresas pantalla, cambios de bandera y triangulación logística para diluir el origen del crudo y reducir la exposición a sanciones.
En este entramado, el régimen castrista no actúa como un Estado soberano normal, sino como operador político y logístico:
Facilita la colocación del crudo venezolano en mercados secundarios.
Reduce el impacto práctico de las sanciones internacionales.
Obtiene a cambio combustible, divisas o garantías para la continuidad de su aparato represivo.
Nada de este esquema beneficia al ciudadano cubano común, que sigue enfrentando apagones prolongados, escasez de alimentos, colapso sanitario y deterioro acelerado de los servicios básicos.
México: los envíos del actual gobierno y la falsa solidaridad
A esta ecuación se suman los envíos realizados por el actual gobierno de México, que en los últimos años ha actuado como proveedor energético de emergencia a través de PEMEX, mediante cargamentos de crudo y combustibles enviados a la isla.
El gobierno mexicano ha presentado estas operaciones como un gesto de solidaridad con el pueblo cubano. Sin embargo, en la práctica, estos envíos no se traducen en alivio directo para la población, sino que contribuyen a mantener operativo al aparato estatal de una dictadura que viola de forma sistemática los derechos humanos del pueblo cubano.
No existe evidencia de que este apoyo esté condicionado a mejoras en libertades civiles, liberación de presos políticos o reformas económicas reales. Por el contrario, los envíos energéticos refuerzan la capacidad del régimen para sostener su sistema de control político y represión interna.
Resulta además legítimo plantear —aunque no pueda probarse de manera concluyente— que esta política responde también a una lógica de reciprocidad política. Durante décadas, el castrismo brindó respaldo ideológico, asesoría y apoyo a movimientos y figuras de la izquierda latinoamericana, incluido el entorno político del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Los envíos actuales pueden interpretarse, al menos en parte, como el pago diferido de antiguos favores, más que como un acto genuino de ayuda humanitaria.
Este respaldo, además, es estructuralmente frágil. PEMEX atraviesa una profunda crisis financiera y la política energética hacia la dictadura castrsita genera crecientes costos internos y externos para México. Un cambio de gobierno o una modificación en el contexto internacional podría interrumpir estos envíos de forma abrupta, dejando en evidencia que no constituyen una solución, sino un parche político temporal.
Un régimen que solo sobrevive en la oscuridad
El régimen castrista actual no es viable bajo condiciones de transparencia, legalidad y economía abierta. Su supervivencia depende de:
Petróleo subsidiado o sancionado
Flujos financieros fuera de los sistemas normales
Intermediación opaca en mercados restringidos
Complicidades políticas regionales
Por ello, cualquier interrupción sostenida del petróleo venezolano —y de los mecanismos clandestinos que lo acompañan—, sumada a la interrupción de los envíos de petróleo del actual gobierno de México a la dictadura en la isla, no produciría simplemente una nueva crisis, sino el colapso funcional del régimen, no de Cuba como nación.
Cuba pertenece a todos
los cubanos.
Lo que hoy se desmorona no es el país, sino un sistema de poder que ha
hipotecado su futuro para garantizar su propia supervivencia.
.jpg)

0 comentarios:
Publicar un comentario