miércoles, 2 de noviembre de 2011

Hillary Clinton: no vamos a irritarlos. Fidel se va, Raúl se queda. (2 de 3)



En el capítulo anterior analizamos las recientes declaraciones de la Secretaria de Estado Hillary Clinton.

El propósito de sus declaraciones era descartar las dudas de que el gobierno de Obama estuviera negociando con la dictadura para lograr la liberación de Alan Gross.

Sin embargo un análisis de las mismas conduce a la conclusión contraria. En primer lugar la Sra. Clinton dijo enfáticamente que Fidel Castro tenía que irse, pero no mencionó a Raúl Castro.

En Cuba hay dos dictadores, independiente de quien manda más o manda menos o si manda uno solo. El silencio sobre Raúl Castro es tan importante como la afirmación de la Secretaria de Estado de que Fidel tiene que irse.

Pero eso no es todo. Cuando comparamos lo que ella dijo ahora con lo que declaró en marzo de 2011 es muy difícil evitar concluir que Washington si ha estado pagando un precio por la liberación de Gross. Un precio altísimo.

Veamos: en marzo de 2011 Hillary Clinton admitió que la política de los Estados Unidos con Cuba estaba condicionada a la situación del contratista estadounidense preso (Alan Gross) en la isla:


" …No queremos tomar ninguna medida o decir algo que pueda socavar las posibilidades de que esta persona pueda volver a casa con su familia''

El pronunciamiento no necesita mucha aclaración. La política exterior de los Estados Unidos respecto al régimen castrista tiene el propósito de no hacer y no decir nada que irrite a la tiranía. Las consecuencias de esta política para los cubanos demócratas son nefastas.

Luego, en las declaraciones hechas este octubre 27 ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes Hillary Clinton es igualmente explícita. En forma precisa indica desde cuando está en pie la nueva política de los Estados Unidos:

“Nuestro principal objetivo en los últimos dos años ha sido asegurarnos la liberación incondicional”.

O sea en los últimos dos años, de los tres que tiene el gobierno de Obama, se decidió que la prioridad no era apoyar a la oposición democrática es su esfuerzo de fomentar un cambio democrático en Cuba, sino lograr la liberación de Alan Gross.

El gobierno de los Estados Unidos está en todo su derecho de decidir cuál es su prioridad respecto a Cuba. Ha dicho cual es su prioridad en el caso cubano: la liberación de Alan Gross. En conformidad con esta política admite que no toma medidas ni dice algo que pueda molestar a la tiranía.

Como hemos visto, la evidencia de que se ha pagado un precio a la tiranía castrista se desprende de las declaraciones de la Sra. Clinton. La decisión puede haber sido un acuerdo sobreentendido, o negociado entre Washington y el régimen en Cuba o una acción unilateral del gobierno de Obama. Puede ser que la tiranía quiera más, o que el compromiso sea más complejo e involucre otros aspectos. No lo sabemos.

El hecho es que la prioridad del gobierno de Obama no es apoyar a quienes luchan por un cambio político en Cuba. Desde hace dos años, ante los desmanes de ese régimen contra el pueblo cubano y la oposición, Washington procede con cautela. No quiere: “tomar ninguna medida o decir algo” que irrite a la dictadura.

Continuará…

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