EL CASTROCHAVISMO: FORTALEZAS Y DEBILIDADES (I I Y FINAL)
El futuro de Cuba y Venezuela quedó sellado hace mucho tiempo con la alianza entre Hugo Chávez y Fidel Castro. Del lado chavista se aportaron los recursos energéticos de Venezuela, su ubicación estratégica y sangre nueva para la causa común.
Del lado castrista la experiencia política, la mano de obra especializada, y la representación histórica de la lucha contra los Estados Unidos, el capitalismo y todo lo que se puede atribuir al “imperialismo”.
Esas eran y son las fortalezas de una alianza, que también tiene sus debilidades:
El aporte castrista
No puede haber rebelde sin causa. La bandera antinorteamericana que el castrismo aportó le sirvió a Hugo Chávez, que no tenía ninguna. Pero el valor de ésta dependerá del grado en que el chavismo satisfaga las aspiraciones de sus simpatizantes. Mientras Chávez reparta suficiente, la temática castrista será popular entre los chavistas.
Hugo Chávez pudo satanizar a la oposición en Venezuela hasta estas pasadas elecciones. El estilo moderado y el mensaje progresista de Henrique Capriles perfiló una oposición que puede ser alternativa para quienes quieran cambiar de bandera en el futuro. Hasta su reconocimiento al perder las elecciones lo hace una opción para un porcentaje de los que no votaron por él.
En resumen, aunque Hugo Chávez triunfó, ya no representa a todos los venezolanos, sino al 55%, y no es la única alternativa de los chapistas, porque Capriles pudo demostrar que no era un ogro reaccionario.
El petróleo
La principal fortaleza del castrochavismo es la riqueza petrolera venezolana, también representa su mayor vulnerabilidad. Si no valoramos esta ventaja podríamos cometer el error de sobreestimar a Hugo Chávez y su aliado castrista.
Los sistemas políticos que tienen que estar en lucha permanente para sostenerse en el poder requieren de muchos recursos. En estos casos aplica la máxima de Napoleón: “Para hacer la guerra hacen falta tres cosas: dinero, dinero y dinero”.
Con precios bajos del petróleo en el mercado mundial ya se estaría escribiendo la historia del castrochavismo.
La URSS fue el mayor productor de petróleo y de gas en el mundo desde su creación en diciembre de 1922 hasta su disolución en 1991. Su supervivencia se debió a su riqueza petrolera.
No fue el ímpetu revolucionario del marxismo-leninismo lo que la convirtió en una potencia mundial.
Sin el petróleo, los grandes errores del comunismo soviético lo habrían llevado al despeñadero décadas antes de su colapso en los años noventa. El petróleo le permitió el desarrollo industrial, militar, nuclear, espacial, y la anexión de satélites. El mantenimiento del parásito castrista en Cuba, y hasta la guerra de Afganistán.
El petróleo también los engañó, porque no les permitió cambiar el rumbo a tiempo. El petróleo no fue suficiente para resolver las contradicciones del sistema y los conflictos internos del imperio soviético.
El petróleo les evitaba las hambrunas, porque con su venta al mundo podían comprar los alimentos que la URSS no producía.
En 1986, un año después de haber llegado al poder Mijail Gorbachov, el exceso de la producción mundial de petróleo y la caída abismal de su precio dio el golpe final y mortal a la URSS.
En el caso de Venezuela y Cuba no es la demagogia chavista, ni el fervor revolucionario, ni la represión castrista, lo que los sostiene a flote, sino es el petróleo.
En Venezuela esa riqueza permite que el régimen tolere, propicie y use la corrupción para mantener la lealtad de su nomenclatura. También para beneficiar a la población con promesas, regalos y servicios sociales. Y como en la URSS, importar los alimentos.
En el caso cubano es lo que evita el colapso de la economía de la isla.
Porque la producción del hidrocarburo ha disminuido en Venezuela, es difícil evitar el deterioro del nivel de vida en Venezuela y en la Isla sin un aumento sustancial. Cada año hay que mantener a más venezolanos y a más cubanos con el mismo petróleo.
China es un caso de estudio. Quizás por no haber sido un exportador de petróleo como lo era la URSS, cuando Deng Xiaoping intentó cambiar el rumbo lo único que tenia disponible era una inmensa fuente de mano de obra barata. Así, el país se convirtió en la fábrica del mundo.
Hasta el momento, y desde el punto de vista económico, el cambio en China ha sido un matrimonio exitoso entre el capitalismo y el totalitarismo. Está en duda por cuánto tiempo más esta fórmula podrá sostenerse.
El gigante asiático parecería estar destinado a ser la mayor dictadura que ha conocido la historia de la humanidad y el mayor poder económico sobre el planeta. Sin la cooperación de los Estados Unidos y de Occidente esto habría sido difícil de alcanzar.
Pero China es China. Cuba y Venezuela no pueden compararse. Ni el tiempo ni las condiciones son las mismas, aunque el castrochavismo intentará copiar a China. Algo que la Rusia de Putin no ha podido lograr.
Cuba y Venezuela tienen sus propios problemas, y no les será fácil sobrevivir exclusivamente con el petróleo que comparten.
Más gas y más petróleo
Los Estados Unidos ya compiten con Rusia como los dos mayores productores de gas en el mundo. Los expertos pronostican con seguridad que Estados Unidos logrará la independencia energética, e incluso que será el mayor productor de petróleo del mundo.
Las nuevas tecnologías para el descubrimiento y extracción de gas natural están cambiando la matriz energética mundial.
La preocupación de hace una década por el agotamiento de las reservas petroleras ha desaparecido. Los anuncios de nuevos yacimientos ya no sorprenden a nadie.
Aunque el consumo continuará creciendo, los altos precios de los que depende Venezuela, y en consecuencia Cuba, serán más el producto de las manipulaciones del mercado que de la escasez. En otras palabras, una crisis temporal por una baja en los precios de petróleo no sería un escenario descabellado.
Cuba ha fracasado en sus últimas tres exploraciones petroleras en el Golfo de México y el retiro de la plataforma de exploración Scarabeo 9 es un adiós, por el momento, a sus ambiciones de encontrar el hidrocarburo.
Además, cualquier mejora significativa en la economía cubana estará vinculada a mayor consumo energético. Venezuela tendrá que suplir el petróleo.
La polarización
La oposición venezolana tiene conciencia de la situación política en su país, y ha adquirido un nivel de cohesión que nunca tuvo la disidencia soviética, ni ha podido alcanzar todavía la oposición democrática rusa. En Venezuela aproximadamente un 45% de la población políticamente activa se siente parte de un frente antichavista.
Aunque el descontento de la población china es mucho mayor del que se reconoce, en la China antes y después de Mao no hubo nada igual a la oposición venezolana.
El chavismo está en el proceso de apoderarse de los negocios del empresariado privado venezolano. Un clima de despojo, favoritismo y corrupción no es el más propicio para el fortalecimiento del sector no petrolero de la economía venezolana.
En Cuba no hay una oposición orgánica como la venezolana, pero el descontento de la población es mucho mayor. La corrupción es un mal endémico. La economía del país está en la ruina, y los recursos humanos más valiosos están en función del fugarse al extranjero.
Por todas estas razones, en Cuba no es fácil motivar las inversiones extranjeras en el nivel necesario para iniciar una transformación económica.
Sumando la ausencia de seguridad jurídica a la situación económica mundial, el clima no es propicio para que los empresarios extranjeros se arriesguen en Cuba.
La biología y la mutua dependencia
Hugo Chávez está enfermo; Raúl Castro tiene 81 años, y no tiene buena salud.
La muerte de Chávez podría darle la oportunidad a los chavistas pragmáticos de entender que cargar con la economía castrista puede llegar a tener un costo político peligroso.
La muerte de Raúl Castro puede desatar un periodo de inestabilidad en Cuba que conduzca a una transición, que eventualmente tendrá un impacto importante en Venezuela.
El exilio y los Estados Unidos
La influencia política del grupo de senadores y representantes cubanoamericanos en el Congreso de los Estados Unidos se ha revitalizado en esta pasada elección.
Ted Cruz, otro cubanoamericano acaba de triunfar. Es el primer representante hispano de Texas al Senado de los Estados Unidos. Un personaje con una “oratoria feroz y populista que perfeccionó siendo campeón de debate en Princeton”.
Tres senadores cubanoamericanos (Bob Menéndez, Marco Rubio y Ted Cruz) más cuatro representantes (Ileana Ros-Lehtinen, Mario Diaz-Balart, Albio Sires y Joe García) comprometidos con la democracia en Cuba, representan un poder político considerable.
La eventual pareja Jeb Bush y Marco Rubio como candidatos republicanos para las próximas elecciones comenzará a gravitar muy pronto en las relaciones entre Washington y la Habana. Cuatro años pasan muy rápido.
En conclusión:
El petróleo ha demostrado ser para muchos países una bendición y una maldición. En el caso que nos concierne, es una fortaleza y una debilidad para el castrochavismo.
Es difícil contemplar un aumento significativo en la producción de petróleo venezolano que pueda ser utilizado para financiar un cambio económico en Cuba y su desarrollo.
No se puede descartar que la subvención venezolana al castrismo pueda llegar a convertirse en un tema álgido para los venezolanos.
Los precios altos en el petróleo, tan importantes para la estabilidad del gobierno de Hugo Chávez, dependen de circunstancias no previsibles, pero por lo menos a corto plazo, el lento crecimiento de la economía mundial, incluyendo la desaceleración de la de China, pudieran provocar una baja temporal en los precios.
Las inmensas reservas descubiertas de gas natural y las nuevas reservas petroleras no son buenas noticias para Venezuela, y en consecuencia tampoco para Cuba.
En el Oriente Medio se demostró que las corrientes políticas prodemocráticas, potenciadas por las nuevas tecnologías, pueden convertirse en un rival poderoso para las dictaduras.
En Cuba el régimen tiene al pueblo en contra, especialmente a la juventud. En Venezuela, un poco más de la mitad de población es chavista, entre ellos un porcentaje por conveniencia más que por convicción.
El escenario político interno tanto en Cuba como en Venezuela no es tan estático como parece. Ni Raúl Castro ni Hugo Chávez están realmente consolidados en el poder. La oposición interna en ambos países es diferente, pero está presente y es significativa. Los exilios de ambos países representan un poder que no puede desconocerse.
La biología conspira contra los dos personajes. Quizás el futuro de Venezuela se decida en Cuba, más que en Caracas.
Del lado castrista la experiencia política, la mano de obra especializada, y la representación histórica de la lucha contra los Estados Unidos, el capitalismo y todo lo que se puede atribuir al “imperialismo”.
Esas eran y son las fortalezas de una alianza, que también tiene sus debilidades:
El aporte castrista
No puede haber rebelde sin causa. La bandera antinorteamericana que el castrismo aportó le sirvió a Hugo Chávez, que no tenía ninguna. Pero el valor de ésta dependerá del grado en que el chavismo satisfaga las aspiraciones de sus simpatizantes. Mientras Chávez reparta suficiente, la temática castrista será popular entre los chavistas.
Hugo Chávez pudo satanizar a la oposición en Venezuela hasta estas pasadas elecciones. El estilo moderado y el mensaje progresista de Henrique Capriles perfiló una oposición que puede ser alternativa para quienes quieran cambiar de bandera en el futuro. Hasta su reconocimiento al perder las elecciones lo hace una opción para un porcentaje de los que no votaron por él.
En resumen, aunque Hugo Chávez triunfó, ya no representa a todos los venezolanos, sino al 55%, y no es la única alternativa de los chapistas, porque Capriles pudo demostrar que no era un ogro reaccionario.
El petróleo
La principal fortaleza del castrochavismo es la riqueza petrolera venezolana, también representa su mayor vulnerabilidad. Si no valoramos esta ventaja podríamos cometer el error de sobreestimar a Hugo Chávez y su aliado castrista.
Los sistemas políticos que tienen que estar en lucha permanente para sostenerse en el poder requieren de muchos recursos. En estos casos aplica la máxima de Napoleón: “Para hacer la guerra hacen falta tres cosas: dinero, dinero y dinero”.
Con precios bajos del petróleo en el mercado mundial ya se estaría escribiendo la historia del castrochavismo.
La URSS fue el mayor productor de petróleo y de gas en el mundo desde su creación en diciembre de 1922 hasta su disolución en 1991. Su supervivencia se debió a su riqueza petrolera.
No fue el ímpetu revolucionario del marxismo-leninismo lo que la convirtió en una potencia mundial.
Sin el petróleo, los grandes errores del comunismo soviético lo habrían llevado al despeñadero décadas antes de su colapso en los años noventa. El petróleo le permitió el desarrollo industrial, militar, nuclear, espacial, y la anexión de satélites. El mantenimiento del parásito castrista en Cuba, y hasta la guerra de Afganistán.
El petróleo también los engañó, porque no les permitió cambiar el rumbo a tiempo. El petróleo no fue suficiente para resolver las contradicciones del sistema y los conflictos internos del imperio soviético.
El petróleo les evitaba las hambrunas, porque con su venta al mundo podían comprar los alimentos que la URSS no producía.
En 1986, un año después de haber llegado al poder Mijail Gorbachov, el exceso de la producción mundial de petróleo y la caída abismal de su precio dio el golpe final y mortal a la URSS.
En el caso de Venezuela y Cuba no es la demagogia chavista, ni el fervor revolucionario, ni la represión castrista, lo que los sostiene a flote, sino es el petróleo.
En Venezuela esa riqueza permite que el régimen tolere, propicie y use la corrupción para mantener la lealtad de su nomenclatura. También para beneficiar a la población con promesas, regalos y servicios sociales. Y como en la URSS, importar los alimentos.
En el caso cubano es lo que evita el colapso de la economía de la isla.
Porque la producción del hidrocarburo ha disminuido en Venezuela, es difícil evitar el deterioro del nivel de vida en Venezuela y en la Isla sin un aumento sustancial. Cada año hay que mantener a más venezolanos y a más cubanos con el mismo petróleo.
China es un caso de estudio. Quizás por no haber sido un exportador de petróleo como lo era la URSS, cuando Deng Xiaoping intentó cambiar el rumbo lo único que tenia disponible era una inmensa fuente de mano de obra barata. Así, el país se convirtió en la fábrica del mundo.
Hasta el momento, y desde el punto de vista económico, el cambio en China ha sido un matrimonio exitoso entre el capitalismo y el totalitarismo. Está en duda por cuánto tiempo más esta fórmula podrá sostenerse.
El gigante asiático parecería estar destinado a ser la mayor dictadura que ha conocido la historia de la humanidad y el mayor poder económico sobre el planeta. Sin la cooperación de los Estados Unidos y de Occidente esto habría sido difícil de alcanzar.
Pero China es China. Cuba y Venezuela no pueden compararse. Ni el tiempo ni las condiciones son las mismas, aunque el castrochavismo intentará copiar a China. Algo que la Rusia de Putin no ha podido lograr.
Cuba y Venezuela tienen sus propios problemas, y no les será fácil sobrevivir exclusivamente con el petróleo que comparten.
Más gas y más petróleo
Los Estados Unidos ya compiten con Rusia como los dos mayores productores de gas en el mundo. Los expertos pronostican con seguridad que Estados Unidos logrará la independencia energética, e incluso que será el mayor productor de petróleo del mundo.
Las nuevas tecnologías para el descubrimiento y extracción de gas natural están cambiando la matriz energética mundial.
La preocupación de hace una década por el agotamiento de las reservas petroleras ha desaparecido. Los anuncios de nuevos yacimientos ya no sorprenden a nadie.
Aunque el consumo continuará creciendo, los altos precios de los que depende Venezuela, y en consecuencia Cuba, serán más el producto de las manipulaciones del mercado que de la escasez. En otras palabras, una crisis temporal por una baja en los precios de petróleo no sería un escenario descabellado.
Cuba ha fracasado en sus últimas tres exploraciones petroleras en el Golfo de México y el retiro de la plataforma de exploración Scarabeo 9 es un adiós, por el momento, a sus ambiciones de encontrar el hidrocarburo.
Además, cualquier mejora significativa en la economía cubana estará vinculada a mayor consumo energético. Venezuela tendrá que suplir el petróleo.
La polarización
La oposición venezolana tiene conciencia de la situación política en su país, y ha adquirido un nivel de cohesión que nunca tuvo la disidencia soviética, ni ha podido alcanzar todavía la oposición democrática rusa. En Venezuela aproximadamente un 45% de la población políticamente activa se siente parte de un frente antichavista.
Aunque el descontento de la población china es mucho mayor del que se reconoce, en la China antes y después de Mao no hubo nada igual a la oposición venezolana.
El chavismo está en el proceso de apoderarse de los negocios del empresariado privado venezolano. Un clima de despojo, favoritismo y corrupción no es el más propicio para el fortalecimiento del sector no petrolero de la economía venezolana.
En Cuba no hay una oposición orgánica como la venezolana, pero el descontento de la población es mucho mayor. La corrupción es un mal endémico. La economía del país está en la ruina, y los recursos humanos más valiosos están en función del fugarse al extranjero.
Por todas estas razones, en Cuba no es fácil motivar las inversiones extranjeras en el nivel necesario para iniciar una transformación económica.
Sumando la ausencia de seguridad jurídica a la situación económica mundial, el clima no es propicio para que los empresarios extranjeros se arriesguen en Cuba.
La biología y la mutua dependencia
Hugo Chávez está enfermo; Raúl Castro tiene 81 años, y no tiene buena salud.
La muerte de Chávez podría darle la oportunidad a los chavistas pragmáticos de entender que cargar con la economía castrista puede llegar a tener un costo político peligroso.
La muerte de Raúl Castro puede desatar un periodo de inestabilidad en Cuba que conduzca a una transición, que eventualmente tendrá un impacto importante en Venezuela.
El exilio y los Estados Unidos
La influencia política del grupo de senadores y representantes cubanoamericanos en el Congreso de los Estados Unidos se ha revitalizado en esta pasada elección.
Ted Cruz, otro cubanoamericano acaba de triunfar. Es el primer representante hispano de Texas al Senado de los Estados Unidos. Un personaje con una “oratoria feroz y populista que perfeccionó siendo campeón de debate en Princeton”.
Tres senadores cubanoamericanos (Bob Menéndez, Marco Rubio y Ted Cruz) más cuatro representantes (Ileana Ros-Lehtinen, Mario Diaz-Balart, Albio Sires y Joe García) comprometidos con la democracia en Cuba, representan un poder político considerable.
La eventual pareja Jeb Bush y Marco Rubio como candidatos republicanos para las próximas elecciones comenzará a gravitar muy pronto en las relaciones entre Washington y la Habana. Cuatro años pasan muy rápido.
En conclusión:
El petróleo ha demostrado ser para muchos países una bendición y una maldición. En el caso que nos concierne, es una fortaleza y una debilidad para el castrochavismo.
Es difícil contemplar un aumento significativo en la producción de petróleo venezolano que pueda ser utilizado para financiar un cambio económico en Cuba y su desarrollo.
No se puede descartar que la subvención venezolana al castrismo pueda llegar a convertirse en un tema álgido para los venezolanos.
Los precios altos en el petróleo, tan importantes para la estabilidad del gobierno de Hugo Chávez, dependen de circunstancias no previsibles, pero por lo menos a corto plazo, el lento crecimiento de la economía mundial, incluyendo la desaceleración de la de China, pudieran provocar una baja temporal en los precios.
Las inmensas reservas descubiertas de gas natural y las nuevas reservas petroleras no son buenas noticias para Venezuela, y en consecuencia tampoco para Cuba.
En el Oriente Medio se demostró que las corrientes políticas prodemocráticas, potenciadas por las nuevas tecnologías, pueden convertirse en un rival poderoso para las dictaduras.
En Cuba el régimen tiene al pueblo en contra, especialmente a la juventud. En Venezuela, un poco más de la mitad de población es chavista, entre ellos un porcentaje por conveniencia más que por convicción.
El escenario político interno tanto en Cuba como en Venezuela no es tan estático como parece. Ni Raúl Castro ni Hugo Chávez están realmente consolidados en el poder. La oposición interna en ambos países es diferente, pero está presente y es significativa. Los exilios de ambos países representan un poder que no puede desconocerse.
La biología conspira contra los dos personajes. Quizás el futuro de Venezuela se decida en Cuba, más que en Caracas.
Visitenos en | cubacid.org |
Desde Cuba | cubacid.blogspot.com |
Ultimo Congreso | elultimocongreso.lavozdelcid.com |
Patria Pueblo y Libertad | patriapuebloylibertad.blogspot.com |
Huber Matos | comandantehubermatos.blogspot.com |
Siguenos en: |