La maquinaria de fraude no tenía confianza en Maduro
Que a Enrique Capriles le robaran las elecciones en Venezuela era de esperar. El sábado 13 de abril Karel Becerra escribió un artículo: Aunque se roben las elecciones mañana gana la oposición en Venezuela. No podía ser de otra manera. Becerra señalaba lo que nunca se debió perder de vista:
“Mañana hay elecciones en Venezuela pero no son elecciones democráticas. No es Enrique Capriles contra otro candidato, es Capriles contra dos dictaduras, la de Cuba y la de Venezuela. Capriles triunfaría si hubiera tenido igualdad de exposición en la presa, la radio, la televisión y sin contara con similares recursos económicos. Capriles tendría posibilidades con unas fuerzas armadas, un poder judicial y un organismo electoral independientes. Esta no es la situación”.
Las sorpresas venían por otro lado. Una de ellas, y ha sido por partida doble, es el aumento impresionante de votos que Capriles logró en esta elección comparado con las anteriores en las que perdió frente a Hugo Chávez. Votos que por su cantidad similar indican que casi 700,000 pro chavistas o más se pasaron a la filas de la oposición democrática.
Era de conocimiento público que la brecha entre Capriles y Maduro se iba haciendo cada día más pequeña a favor del primero. Lo que no se sabía era que era la cantidad de ex chavistas que se estaban pasando a las filas del dirigente demócrata opositor.
El domingo por la noche el partido de Capriles tenía los datos de las mesas de votación y sabía que ellos y no Maduro, habían ganado las elecciones. Temprano esa noche Mijail Bonito, Secretario de Relaciones Internacionales del CID para Latinoamérica, informó confidencialmente que Capriles había ganando el voto popular por un estimado del 4 por ciento.
La otra sorpresa vino del lado castrochavista del proceso. No fue el fraude sino su chabacanería. Fraude lo hubo siempre, el más grave de todo era el institucionalizado: Capriles contra el estado venezolano y la maquinaria castrista. El fraude chabacano al que nos referimos es el que los obligó a evitar el conteo de votos.
Es el fraude que se podría descubrir al hacer el conteo auditado de voto por voto. Esa verificación arrojaría el número de votantes falsos o repetidos que el chavismo incluyó a su favor. La auditoría demostraría fácilmente que los resultados de un número de mesas de votación fueron manipulados para favorecer a Maduro. Al contarse los “papelitos” contra esos informes y los registros de votantes se demostraría el engaño.
Las consecuencias de exponer este fraude ante el mundo habrían sido desastrosas. Cientos de miles de chavistas dejarían de serlo y eventualmente se pasarían a las filas de la oposición. Las elecciones tendrían que ser anulada. O no les quedaría otra alternativa que consolidar el golpe de estado que acaban de llevar a cabo.
La deserción chavista sorprendió también a la maquinaria de fraude montada por castristas y chavistas para asegurarse el poder en Venezuela. Un conteo de votos los arriesgaría a que se descubriera la variedad y magnitud del fraude.
Todo indica que este grupo secreto no tenía suficiente confianza en Maduro para tenerlo al tanto de los detalles y por eso él cometió del error de prometer el conteo. Luego obligaron a Maduro a retractarse haciéndolo quedar en ridículo ante Venezuela y el mundo.
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