martes, 23 de julio de 2013

Raúl Castro y un arma nuclear norcoreana para Cuba


 ¿Presidente Obama, a usted no le molesta que mientras conversamos nosotros dos trabajemos?


 El contrabando de armas de Cuba hacia Corea del Norte parecería una decisión inexplicable de ambos regímenes.  Era demasiado el riesgo y muy poca la ganancia para el gobierno cubano, que a todas luces  sería el mayor perdedor.

¿Cómo se les puede haber ocurrido que la presencia de un barco norcoreano en Cuba no iba a provocar una vigilancia satelital estadounidense las 24 horas?

Exploremos una hipótesis y dos razones:

a) Que la aventura ha sido sencillamente una gran estupidez de Raúl Castro y sus asesores.

b) Que a cambio de las armas, componentes y otras ventajas, Corea del Norte  ayudaría a los castristas a hacerse de algún armamento atómico.

Raúl Castro y la contraparte norcoreana  tienen que haber estado seguros de que de ser  descubiertos, Washington no tendría la suficiente testosterona como para penalizarlos seriamente. No dejan de tener la razón.
 
En el 2008, a pesar de que los japoneses se oponían el presidente Bush como parte de una negociación quitó a Corea del Norte de la lista de estados que apoyaban el terrorismo.  En aquellos momentos el precandidato Barack Obama estuvo de acuerdo con el convenio. Como era de esperar los norcoreanos no cumplieron, pero cuando Obama alcanzó la presidencia  los mantuvo fuera de la lista.

Con el contrabando de armas descubierto en Panamá y ante la violación de una resolución de la ONU, la reacción del gobierno norteamericano ha sido tibia. Se han distanciado del asunto aclarando que el gobierno no considera lo sucedido como un problema bilateral entre Washington y La Habana, sino que es algo que corresponde a la ONU.  

Ante esta grave situación el gobierno de Obama insiste en continuar negociando con la tiranía castrista como si nada hubiera pasado.  Esta conducta por parte de los Estados Unidos es un mensaje muy claro a los demás países del mundo, en especial a los latinoamericanos y en particular al gobierno panameño. El castrismo parece gozar de una patente de corso.

Muy diferente fue la conducta del gobierno de los Estados Unidos cuando  el traficante de armas ruso Viktor Bout fue detenido en Tailandia en el 2008.  Bout llego a ese país creyendo que se reuniría con alguien para venderle armas a las FARC colombianas pero en realidad era una trampa que le habían tendido agentes estadounidenses.

Detenido por las autoridades tailandesas y a pesar de la oposición de Rusia, el gobierno de Obama hizo un intenso esfuerzo legal en Tailandia hasta que logró la extradición de Bout a los Estados Unidos.  En el juicio el ciudadano ruso fue condenado a 25 años de prisión que cumple desde el 2011.  Cualquiera diría que la extradición y el juicio debían haber correspondido a Colombia, pero no fue así. Washington alegaba que de llegar las armas a Colombia iban a ser usada contra los norteamericanos en ese país.

Obama sí consideró que las actividades de este traficante de armas eran un problema para los Estados Unidos.  Ahora  a pesar que se ha descubierto un tráfico de material militar cubano de alto poder destructivo, el gobierno en Washington declara que esto no es un problema bilateral entre los Estados Unidos y el suministrador de las armas, Cuba.

Las razones por tan débil respuesta de parte de los Estados Unidos no son motivo de análisis en este comentario, sino cómo en los cálculos castristas no se tuvieron en cuenta las  graves consecuencias resultantes si se descubría el contrabando.

Además de la violación a una resolución de la ONU, la tiranía de Raúl Castro ha sido descubierta mintiendo descaradamente y burlándose de la soberanía de un hermano país latinoamericano.  Por este contrabando el castrismo es hoy reconocido en el mundo como hermano de sangre del régimen más represivo, impopular y condenado del planeta (Corea del Norte).

Ante las evidencias creo que Raúl Castro ha sido un estúpido por partida triple.  Erró al creer que no iba a ser descubierto, erró al no darse cuenta del daño que esto le haría y erró al pensar que podría conseguir algún artefacto nuclear entregado por Corea del Norte y con el cual chantajearía a los Estados Unidos en forma permanente. 

Por descabellada que pueda parecer la hipótesis, ante el desatino demostrado con por Raúl Castro y los norcoreanos es difícil descartar que, en medio de la decrepitud que impera en los hermanos Castro, el senil Fidel no haya insistido con Raúl en que los norcoreanos entregaran lo que él siempre quiso, las armas nucleares que Nikita Khrushchev  retiró de Cuba. 


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