Human Rights Watch y el futuro de Cuba
En el artículo “Cuba—A Way Forward” publicado en The New York Review of Books, Nik Steinberg y Daniel Wilkinson describen violaciones de los derechos humanos en Cuba, como resultado de una investigación furtiva realizada en la isla. Es una descripción que detalla las humillaciones, persecuciones y castigos que viven los cubanos, propias de un régimen totalitario. Ambos merecen un sincero aplauso.Ante esa inaceptable realidad, ellos proponen la formación de una coalición de gobiernos que exija la liberación de los presos políticos, y que imponga penalidades a los dirigentes castristas si esto no se logra.
Como primer paso para alcanzar esa coalición plantean que los Estados Unidos eliminen el embargo comercial. Considero que la renuncia a políticas unilaterales debe ser parte de las negociaciones para formar esa coalición. Estados Unidos renunciaría al embargo y, como contrapartida, otros gobiernos democráticos renunciarían al apoyo, abierto o encubierto, que brindan a la tiranía castrista.
Steinberg y Wilkinson señalan que: “La nueva coalición le presentaría al gobierno cubano una alternativa: liberen sus presos políticos o serán sancionados. Diferente del actual embargo de los Estados Unidos, esas sanciones estarían dirigidas a los lideres cubanos -negándoles visas para viajar y congelándoles sus activos en el exterior, por ejemplo- sin perjudicar a la población cubana”.
Pero a quienes mandan en Cuba – Fidel y Raúl Castro, y un grupito de colaboradores octogenarios – quizás no les preocupe que les nieguen visas para viajar a algunos países, siempre que puedan visitar a otros como España, Brasil, Venezuela, Irán, etc., ni tengan temor por sus activos, que pueden estar bien protegidos en esos mismos o en otros lugares.
Además, por justa y deseable que sea la liberación de los 200 presos políticos que hay en Cuba, esto no lograría un cambio de sistema. Muy probablemente esos mismos presos regresarían pronto a las cárceles, bajo falsas acusaciones de delitos comunes. En la isla quedaría una población sin derechos, una oposición democrática a merced de la represión y miles de presos que han sido condenados por actividades que son legales en cualquier democracia.
Los articulistas concluyen que: “Idealmente solo este ultimátum debe ser suficiente para que el gobierno libere los presos. Pero si no lo hace, el nuevo enfoque hacia Cuba- multilateral, dirigido, y enfocado sobre los derechos humanos - en lugar de hacia un cambio de régimen - transformaría fundamentalmente la dinámica internacional que por mucho tiempo ha ayudado a los Castro a sofocar la disidencia.”
Un esfuerzo “dirigido, y enfocado sobre los derechos humanos -en lugar de hacia un cambio de régimen“, conlleva una contradicción implícita. El sistema actual -autodefinido como una dictadura del proletariado - solo puede sobrevivir practicando la violación de los derechos humanos. Si se le va a penalizar para que los respete, se le está obligando a un cambio de régimen, que es lo que los articulistas señalan como el error de los Estados Unidos.
Es un contrasentido exigirle a un sistema totalitario que respete los derechos humanos. Oscar Arias, ex-presidente de Costa Rica y premio Nobel de la Paz, fue muy preciso al denunciar recientemente la existencia de presos políticos en Cuba: “en una democracia no hay presos políticos”.
Un esfuerzo multilateral debe contemplar los escenarios posibles y determinar no solo las penalidades, sino también las acciones de apoyo a la oposición, que conduzcan al establecimiento de un Estado Derecho en la isla. El gobierno de Obama tuvo la experiencia de tender la mano al régimen castrista esperando una puerta abierta y en su lugar recibió un portazo, opción que ni él ni su Departamento de Estado habían previsto.
La proposición de los representantes de Human Rights Watch debe ser tomada en su esencia básica: la necesidad de que se constituya una coalición de países que haga un esfuerzo multilateral hasta que en Cuba se respeten los derechos humanos.
Esa coalición es una obligación moral de las democracias del mundo. Esta puede hacer posible una transición pacífica hacia la democracia y evitar que la desesperación y las necesidades del pueblo se canalicen violentamente. Esa coalición es una deuda a pagar de parte de todos aquellos pueblos y gobiernos, de naciones democráticas - incluyendo los Estados Unidos - que por décadas, con sus políticas fracasadas, su complacencia, su turismo, su comercio y su financiamiento han ayudado a apuntalar medio siglo de tiranía en Cuba.
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