Cuba: La marcha de los esclavos
Informaron las agencias de noticias que este primero de mayo desfilaron 800.000 personas en La Habana en respaldo al régimen. En sus reportajes dan la impresión de que la multitud se congregó por su propia voluntad. Con esta sutil falta de objetividad se continúa distorsionando ante el mundo la realidad cubana.
Los cubanos que desfilaron tienen un ingreso promedio de $17 dólares mensuales, equivalente a 55 centavos de dólar al día; mucho menos que el límite de $1 diario, considerado como de extrema pobreza por el Banco Mundial. Por esta razón en la mayoría de los hogares de la isla la alimentación es insuficiente y deficiente.
Como la dictadura compra en los Estados Unidos el 85% de la comida que consumen los cubanos, es poco el alimento que puede adquirirse con 55 centavos de dólar. Además, con este ingreso diario el cubano tiene también que vestirse, pagar transporte, electricidad, etc.
La lógica es tan brutal como real. La única forma en que el sistema puede funcionar es con una mano de obra virtualmente esclava. El gobierno tiene el monopolio del mercado laboral. No hay derecho a huelga y el que proteste pierde su puesto y entra en la ilegalidad.
El estado emplea a cuatro millones de personas. Hay además 800.000 cubanos que trabajan por cuenta propia con un status seudo-legal, sujetos al pago de patentes carísimas, al chantaje policíaco y al riesgo de multas y condenas a prisión.
Con su baja productividad, estos 4.8 millones de cubanos tienen la faraónica tarea de mantener a los otros seis millones y medio de habitantes. Tienen que pagar una de las fuerzas armadas más poderosas de Latinoamérica, y servicios de espionaje y represión que están entre los mejores del mundo. También pagan la educación, los servicios médicos y hospitalarios y los medicamentos, que todo el mundo cree que son gratuitos.
Si el gobernante de Cuba fuera un Pinochet y no un Castro, las denuncias sobre la esclavitud de los cubanos serían permanentes. Nadie dudaría de que los cubanos son presionados a reunirse y marchar a favor del régimen, porque de lo contrario pueden perder el magro ingreso con que sobreviven.
El régimen anunció hace algunas semanas que van a quedar cesantes un millón de trabajadores. Los reportajes sobre la marcha del primero de mayo debieran comentar que entre esos cubanos muchos están en peligro de perder el trabajo; otra razón para tratar de hacer méritos con su presencia. Pero el castrismo ha navegado por medio siglo con una patente de corso y la inercia todavía lo impulsa.
Una rara excepción es el artículo de Iván García para El Nuevo Herald: “Un acto de repudio por dentro”. La prensa internacional que se encuentra en La Habana debía dejar atrás su bochornosa falta de objetividad.
Este primero de mayo, en La Habana, la marcha de los esclavos fue un triste espectáculo. En pleno siglo XXI un pueblo no debía ser humillado ante el silencio del mundo. ¿Cobardes por marchar? Tal vez, pero la cobardía reprochable no es la del que ante la necesidad y la represión se doblega, sino la del que, pudiendo denunciar la esclavitud, se calla o la encubre.
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