domingo, 15 de agosto de 2010

El regreso del hermano mayor y sus consecuencias

La aparición de un Fidel Castro en las actuales circunstancias ha alimentado el argumento de quienes ven un Raúl como promotor de cambios y un hermano mayor que los frena o incluso los entorpece.

Esta hipótesis se utiliza en estos momentos para justificar una supuesta falta de entendimiento entre el régimen castrista y el gobierno de Obama.

La ausencia de ese entendimiento puede perfectamente tener otro origen: que Raúl Castro y su grupo, a pesar de la delicada situación en que se encuentran, todavía no han estado dispuestos a ceder a todas las condiciones exigidas por los Estados Unidos.

O que incluso hayan aceptado esas condiciones para ponerla en efecto en un lapso de tiempo determinado. Mientras Washington puede estar observando con precaución el cumplimiento de las promesas ante de ceder en medidas de las cuales no le sería fácil retroceder.

Otra posibilidad es que el castrismo crea que lo hábil es continuar apostando a Chaves como la fuente de ingreso seguro y al crecimiento del turismo como parte del paquete de salvación. En cuyo caso deben estar muy seguros en La Habana de que en las próximas elecciones parlamentarias en Venezuela ya están organizadas las medidas, incluyendo el fraude, para asegurarse que Hugo Chávez no perderá el control.

Ante todo lo anterior, que es un simple bosquejo de diferentes escenarios no necesariamente excluyentes, el argumento de Fidel Castro como el enemigo de las reformas y Raúl como el propulsor puede ser un razonamiento simplista para tratar de explicar una situación compleja.

Mientras tanto la aparición de Fidel Castro parece haber tenido más consecuencias negativas que positivas para el castrismo. Mientras Fidel estuvo retirado de la actividad política por cuestiones de salud, Raúl era el responsable por su incapacidad de resolver el deterioro generalizado que hay en Cuba.

Ahora, que Fidel “ha regresado con salud”, y aunque insistan oficialmente en que él nada más que se hace cargo de las cuestiones internacionales, tampoco Fidel podrá resolver la precaria situación de la sociedad cubana. Ahora los dos cargan con la responsabilidad del desastre actual. Esto tiene serias consecuencias a corto, mediano y largo plazo.

Simultáneamente, el regreso del hermano mayor disminuye aun más la debilitada imagen de Raúl ante la población y entre los miembros de la nomenclatura. Esto ha sucedido a pesar de presentar al viejo Fidel sin los grados de comandante y de hacer pública, en los momentos de su aparición, la continúa persecución contra el socio favorito de Fidel, el chileno Max Marambio.

También en el plano internacional ya se empiezan a recoger las reacciones negativas de las metidas de pata de Fidel Castro. No ha terminado el mundo de asimilar con incredulidad sus pronósticos de la guerra atómica, su afirmación sobre sabotaje del parte del los Estados Unidos al barco de guerra de Corea del Sur; su afirmación de que el “nacimiento del Universo” sucedió hace 18,000 años, cuando Fidel Castro lanza una estocada a México asegurando que a Andrés López Obrador le robaron su triunfo electoral en el 2006. La reacción del gobierno mexicano ha sido de un rechazo categórico a la intromisión.

Si Raúl y su grupo creyeron que traer o permitirle a Fidel un rol activo podía estimular la vacilante moral de la minoría castrista en el país es probable que hayan tenido la razón. Lo parece es que no previeron las consecuencias negativas de su reactivación política, aunque esta fuera limitada por su salud o por un acuerdo previo, o por una imposición que el aceptó desde hace algún tiempo.

Esto no nos debe sorprender, Raúl y su grupo han demostrado falta de imaginación para enfrentar los problemas del país. Son personas que fueron escogidos, entrenados y acostumbrados a aceptar las decisiones de un hombre que siempre se creyó experto en todo y superior a todos.

Tomaron las riendas del poder en esas condiciones, con el agravante de no haberlo podido ejercerlo nunca, tarea que no es fácil para nadie. Aun peor, han estado queriendo salir adelante con esquemas anacrónicos.

No entienden que Cuba tiene que integrarse al mundo moderno –democrático y capitalista- en los términos de este y no en los de una camisa de fuerza ideológica. Que Cuba debe llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso con los Estados Unidos y con Europa.

Tal vez lo más grave es que no entienden que en la economía de nuestros tiempos el manejo de los recursos humanos es fundamental. Siguen tratando al pueblo cubano sin respeto y con temor. El regreso del sembrador de miedos es el regreso del enterrador.


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