lunes, 31 de enero de 2011

Del Cairo a La Habana: el efecto tunecino (1)


Los acontecimientos en Túnez han desatado una ola de protestas en Yemen y Egipto que todavía están en marcha. Ante este escenario es difícil evitar la visión de una revuelta popular en Cuba. ¿Qué condiciones podrían desatarla? ¿Qué probabilidades tendría de triunfar? ¿Cuál sería la posición de los Estados Unidos? ¿Del resto del mundo?

En ninguno de estos tres países árabes se podían esperar hechos como los de los últimos días. ¿Por qué en Cuba no? De las cuatro dictaduras, la castrista es la que tiene el peor historial de abusos a los derechos humanos. La más desacreditada también.

La pobreza y falta de oportunidades, la represión y las torturas de la policía, la corrupción de los funcionarios públicos y la necesidad de sentirse parte o por lo menos representado por un sistema político, son ingredientes del coctel de descontento en esos tres países. También en Cuba. Pero hay algo más.

La revolución digital rediseña al mundo constantemente. Ningún joven quiere quedarse atrás en una era en la cual el ritmo del progreso tecnológico los afecta inmediata y directamente como nunca antes en la historia de la humanidad. Todos quieren ser parte del progreso.

Las redes sociales han revolucionado la forma tradicional en que las personas se comunican. Nuestras amistades, pasatiempos y oportunidades aparecen segundos después de un “click”, estén en la misma ciudad o, al otro lado del mundo.

En Egipto había 10 millones de usuarios de Internet en el 2009; un año después eran más de 16 millones, el 21% de una población, de 80 millones de habitantes. Esta semana pasada el gobierno dejo a 23 millones de usuarios de Internet sin conexión. El crecimiento de Facebook y Twitter ha sido exponencial.

En el caso cubano, la Internet en la isla es una opción en extremo limitada a una minoría mucho más pequeña que la egipcia. Lo mismo aplica a la telefonía celular. Cuba es el país latinoamericano con menor cobertura celular, incluso menos que Haití. El acceso a Internet es aun más reducido.

En los tres países árabes el impacto de la red de televisión Al Jazeera ha sido determinante en galvanizar aspiraciones, frustraciones y acción. El gobierno egipcio ha expulsado a esa televisora del país. El pueblo cubano no cuenta con nada igual.

Radio Martí es una emisora del gobierno estadounidense. Cuando se creyó que Fidel Castro había fallecido, la política de la emisora fue en extremo cuidadosa, su personal se reunió a su personal y se le advirtió que no debía fomentar el descontento en Cuba.

Hace unas semanas Huber Matos, Angel Defana y Orlando Gutiérrez dejaron de escucharse por Radio Martí. El argumento fue problemas de presupuesto. En el caso de una revuelta en Cuba, Radio Martí puede desalentarla o no darle la cobertura que necesita. Sus transmisiones seguirán las directrices del gobierno de los Estados Unidos.

Una revuelta espontánea de la población es siempre impactante pero no siempre exitosa. El resultado depende de factores y circunstancias muy propias de cada país y de cada momento. Túnez, Yemen, Egipto y Cuba son países con condiciones muy particulares cada uno.

A pesar de las diferencias, como un tsunami el efecto tunecino se ha hecho sentir en todas partes. Hugo Chávez en Venezuela apareció nervioso y consternado por los acontecimientos en Egipto. Cuba no es una excepción.

Independiente de las factores socioeconómicos, del impacto de los medios digitales y de el respaldo decisivo de Al Jazeera no podemos ignorar el factor internacional.

Continuará…

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