martes, 7 de febrero de 2012

EL PARTIDO SE QUEDA: CHINA Y LA URSS

Puyi-----------------Nicolas II

El colapso del comunismo en China y en la URSS fue inevitable. El colectivismo fracasó y al final tanto Moscú como Pekín tuvieron que abrazarse al capitalismo.

En China el Partido Comunista se quedó con el poder; en la URSS el Partido lo perdió. En cada caso los acontecimientos obedecieron a dos mundos con circunstancias y orígenes diferentes.

Rusia nació de los primeros eslavos organizados - en la tierra de Rus - 900 años después del nacimiento de Cristo. En 1547 Iván IV “el terrible” fue su primer Zar. En 1917 Nicolás II fue el último. En ese mismo año el proceso revolucionario fue secuestrado en Octubre por el grupo más radical y organizado: Lenin y sus bolcheviques marxistas. Lenin dio la orden de asesinar al Zar depuesto y a toda su familia.

En 1917 Rusia pudo haber tomado el camino de otras naciones europeas, conformando una república democrática y constitucional. En vez de eso los comunistas fundaron la URSS, un imperio político-militar demasiado extendido y heterogéneo, en el que había países con tradiciones y culturas propias, sometidos por la fuerza a los designios del Kremlin.

A pesar de su fanática carrera por alcanzar la profecía marxista, “la vanguardia” soviética no pudo progresar como las democracias occidentales. Ante el fracaso del dogma, era difícil justificar en forma permanente la coerción y el terror.

En un discurso secreto en 1956, el Primer Secretario del Partido Comunista, Nikita Kruschev, denunció los crímenes de Stalin. Según el historiador inglés Robert Conquest, 20 millones de víctimas. La gerontocracia soviética insistió en el comunismo hasta que Miajil Gorbachev apareció en escena en 1985.

China fue otro mundo. La leyenda dice que China fue fundada por Fohi, un personaje mítico que algunos relacionan con el Noé bíblico. Los arqueólogos han encontrado los primeros restos homínidos, de hace más de dos millones de años, en una cueva cerca de Pekín. Las raíces culturales de la China actual comenzaron a forjarse por la dinastía Han, dos siglos antes del nacimiento de Cristo.

Cuando en el siglo XIII Marco Polo llegó a “La Ciudad del Cielo”, hoy Hangzhou, la describió como “la ciudad mejor del mundo”, la Venecia del futuro. Polo se maravilló ante una vía acuática, sin saber que tenía mil millas de largo y en su construcción participaron tres millones de personas, mil años antes de que él llegara a esa ciudad como recaudador de impuestos del emperador mongol Khubai Khan.

En el siglo XV China era la más avanzada civilización de su tiempo, con una población de más de cien millones de personas, el doble de la de toda Europa. En ese siglo los chinos exploraron los mares con expediciones compuestas de decenas de miles de hombres y cientos de embarcaciones. De no ser por la amenaza mongol en el norte, la cultura budista, el aislacionismo y los conflictos internos, China hubiera sido una potencia mundial desde entonces.

Como ocurrió en Rusia con los zares, la regente del niño emperador Puyi, fue obligada a renunciar en 1912. Terminó la dinastía Qing y nació la República de China con un presidente revolucionario y demócrata: Sun Yat-sen.

A partir de ese momento las luchas internas impidieron la ansiada consolidación de China. La invasión de Japón causó 20 millones de muertos civiles. La guerra entre el Partido Comunista y el Partido Kuomintang terminó en 1949, cuando Mao Zedong triunfó sobre el Kuomintang y los nacionalistas de Chiang Kai-shek huyeron hacia Taiwán.

El terror y los errores de Mao superaron a los de de Stalin. Los historiadores Jung Chang y Jon Halliday le atribuyen a Mao 70 millones de muertos. Al morir en 1976, su sucesor, Deng Xiaoping, tenía ante sí un problema muy diferente al que tuvo
Gorbachev diez años después.

Continuará…

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