El factor imponderable: Marco Rubio y el poder cubanoamericano
El senador Marco Rubio está haciendo historia en la relación entre Cuba y los Estados Unidos. Su importante intervención en la convención republicana lo consagró como un político de estatura nacional.
Si hasta ahora el grupo de representantes cubanoamericanos en Washington han sido decisivos en la formulación de la política del gobierno norteamericano hacia Cuba, la ascensión de Rubio eleva la importancia de los cubanos que luchan por la democracia en Cuba a niveles nunca imaginados.
El asunto no se limita al tema del embargo; ni a que Washington pueda dar el visto bueno al turismo estadounidense para que visite Cuba; o si se llegan a permitir inversiones en la isla. Hay algo de mayor consecuencia: la legitimidad y capacidad que tienen el gobierno de los Estados Unidos y el exilio cubano para decidir si se acepta o no un determinado modelo de transición de parte del régimen castrista.
En otras palabras, si se va a apoyar el restablecimiento de una democracia real en Cuba, o si se va a ayudar al régimen en su propósito de convertirse en una dictadura capitalista al estilo chino o vietnamita.
El peso político de Marco Rubio puede alterar el paradigma entre ambos países. El nuevo senador es un ejemplo de cómo los factores imponderables pueden modificar la historia.
De ayer al presente
Aunque por más de medio siglo la dictadura en Cuba ha comerciado con los principales países del mundo, ha insistido siempre que el embargo norteamericano es una agresión y que debe levantarse en forma unilateral, porque el país tiene el derecho a tener el régimen político que su pueblo ha “escogido”.
El asunto del embargo ha tomado otra dimensión: a) en la medida en que dentro y fuera de Cuba ya es conocido el fracaso político y económico del castrismo; b) el deseo de un cambio por parte de la mayoría de la población; c) la dificultad en obtener créditos de parte de los socios tradicionales del régimen; y d) la posibilidad de que el régimen pueda perder en el futuro la subvención venezolana.
Antes este escenario el castrismo necesita las inversiones y el turismo estadounidenses para evitar una crisis que pueda poner en peligro la estabilidad del sistema.
Con este propósito, uno de los argumentos con que se ha tratado de debilitar a quienes favorecen el embargo es calificarlos de que son una mafia que va perdiendo adeptos porque la generación que lo apoyó va desapareciendo.
Alegan que las nuevas generaciones de cubanoamericanos y los jóvenes que llegan de Cuba son más propensos a respaldar una política flexible hacia el régimen de La Habana.
El peso público de Marco Rubio, un senador con 41 años de edad, que exige mantener la presión del embargo hasta que Cuba se encamine hacia la democracia, es una barrera inesperada para quienes propugnan el levantamiento del embargo con el argumento de su anacronismo generacional y político.
Continuará…
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