Soledad, opresión y desesperanza en Cuba
Fray Antonio de Montesinos
Por: Edell Escalante
Cuba no es secreto para nadie, es una especie de campo de concentración aislado, donde las personas pierden la esencia de la vida: La esperanza, el sentido de la existencia, el espíritu propositivo frente a los momentos difíciles. La indefensión y la desesperanza dominan todo el escenario de un pueblo que ha aprendido a callar frente a la fatalidad y a cargar con el peso del absurdo de una ideología caduca, reductora y cosificadora del ser humano.
Es un escándalo vulgar que un país que se precie de haber tenido una de las Campañas de Alfabetización más importantes de la historia latinoamericana, no sepa leer el dolor de un pueblo que sufre y pide a gritos la liberación, no sepa escribir otra historia, donde los seres humanos sean tenidos en cuenta y respetados en sus derechos y educados en sus deberes. Tiene que ver con aquella acción del opresor frente al oprimido: Yo te enseño a escribir tu nombre, pero no te enseño a leer la realidad. Han instruido a varias generaciones, pero no han educado en conciencia ética y ciudadanía, en conciencia crítica y en el ejercicio de los derechos y los deberes. Cuba es un país orgulloso de sus médicos, de su sistema de salud pública, ya en picada en los últimos años, pero no aprecia la vida y la salud de los seres humanos que habitan la isla, que piensan distinto, y que disienten respecto a las ideas del único partido que olvida a quien no lo adula.
Un hecho escalofriante es la actual huelga de hambre de los 28 disidentes cubanos en varias provincias de la isla, pidiendo la libertad de Jorge Vazquez Chaviano tras haber cumplido su condena el pasado 9 de septiembre. Es duro que en pleno siglo XXI haya que recurrir a métodos y prácticas contra la vida porque los hermanos Castro dictadores son incapaces de escuchar y comprender la pluralidad y la diversidad.
El rasgo que más explica la opresión, la falta de libertad y la desolación de nuestros pueblos en Latinoamérica es la soledad: cuantos esfuerzos por crear y generar el bien, pero todos muy aislados, sin conciencia de cuerpo, de grupo, de filiación. Un sentido muy marcado de la derrota, que busca siempre cualquier pretexto para celebrar, enmascarar la realidad y olvidar las penas, pero no superar el caos y la injusticia infinita. La esterilidad del amor nos lleva a encerrarnos en nosotros mismos, sin pensar y mucho menos sentir con los otros. Nos “encaracolamos” en nuestros problemas y generamos muchas violencias internas que algún día saldrán, -como expone Octavio Paz en su libro: El laberinto de la soledad, (como) delirio, canción, aullido y monólogo, pero nunca en el diálogo.
Una sociedad de monologantes empedernidos, no ama a los otros, cada cual se encierra en su soledad, y enseña a los otros a estar solos, con la certeza de no tener una segunda oportunidad sobre la tierra. Estos hermanos cubanos al borde del colapso, actualizan con su vida y su donación, el Sermón de Adviento de 1511 de Fray Antonio de Montesinos: ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades? Estos, ¿no son hombres? ¿No tienen almas racionales? ¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís?
Es un escándalo vulgar que un país que se precie de haber tenido una de las Campañas de Alfabetización más importantes de la historia latinoamericana, no sepa leer el dolor de un pueblo que sufre y pide a gritos la liberación, no sepa escribir otra historia, donde los seres humanos sean tenidos en cuenta y respetados en sus derechos y educados en sus deberes. Tiene que ver con aquella acción del opresor frente al oprimido: Yo te enseño a escribir tu nombre, pero no te enseño a leer la realidad. Han instruido a varias generaciones, pero no han educado en conciencia ética y ciudadanía, en conciencia crítica y en el ejercicio de los derechos y los deberes. Cuba es un país orgulloso de sus médicos, de su sistema de salud pública, ya en picada en los últimos años, pero no aprecia la vida y la salud de los seres humanos que habitan la isla, que piensan distinto, y que disienten respecto a las ideas del único partido que olvida a quien no lo adula.
Un hecho escalofriante es la actual huelga de hambre de los 28 disidentes cubanos en varias provincias de la isla, pidiendo la libertad de Jorge Vazquez Chaviano tras haber cumplido su condena el pasado 9 de septiembre. Es duro que en pleno siglo XXI haya que recurrir a métodos y prácticas contra la vida porque los hermanos Castro dictadores son incapaces de escuchar y comprender la pluralidad y la diversidad.
El rasgo que más explica la opresión, la falta de libertad y la desolación de nuestros pueblos en Latinoamérica es la soledad: cuantos esfuerzos por crear y generar el bien, pero todos muy aislados, sin conciencia de cuerpo, de grupo, de filiación. Un sentido muy marcado de la derrota, que busca siempre cualquier pretexto para celebrar, enmascarar la realidad y olvidar las penas, pero no superar el caos y la injusticia infinita. La esterilidad del amor nos lleva a encerrarnos en nosotros mismos, sin pensar y mucho menos sentir con los otros. Nos “encaracolamos” en nuestros problemas y generamos muchas violencias internas que algún día saldrán, -como expone Octavio Paz en su libro: El laberinto de la soledad, (como) delirio, canción, aullido y monólogo, pero nunca en el diálogo.
Una sociedad de monologantes empedernidos, no ama a los otros, cada cual se encierra en su soledad, y enseña a los otros a estar solos, con la certeza de no tener una segunda oportunidad sobre la tierra. Estos hermanos cubanos al borde del colapso, actualizan con su vida y su donación, el Sermón de Adviento de 1511 de Fray Antonio de Montesinos: ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades? Estos, ¿no son hombres? ¿No tienen almas racionales? ¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís?
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