viernes, 16 de noviembre de 2012

EL Castrochavismo: fortalezas y debilidades (I)


Fortalezas

El futuro de Cuba y Venezuela quedó sellado hace mucho tiempo con la alianza entre Hugo Chávez y Fidel Castro.  Del lado chavista se aportaron al proyecto los inmensos recursos energéticos que Venezuela tiene, su ubicación estratégica y sangre nueva para la causa común.

Del lado castrista estaba la experiencia política, la mano de obra especializada y la representación histórica  de la lucha contra los Estados Unidos, el capitalismo y todo lo que se puede atribuir al “imperialismo”. 

Esas eran y son las fortalezas de la alianza, que también tiene sus debilidades.

El primer objetivo en ambos países era consolidar sus élites gobernantes. El segundo es ampliar su esfera de influencia en Latinoamérica y en el mundo.

Venezuela

Si había chavistas con dudas sobre la dependencia, admiración, o como se le quiera llamar de Hugo Chávez hacia Fidel Castro, después de la reciente elección en Venezuela deben estar tranquilos. Hugo Chávez tenía toda la razón de apostarle a Castro y a su versión de Cuba. 

Por los próximos seis años al chavista que le vuelvan esas dudas o al que le nazcan por primera vez va a tener que contentarse con tragárselas.  No le convendrá expresarlas.

El triunfo del chavismo ha cambiado la correlación de fuerzas en Venezuela.  También  entre el pueblo cubano y el castrismo, y entre éste y el mundo.  Parecen malas noticias para los cubanos y  venezolanos demócratas, y lo son.  Por lo menos a corto plazo.

Cuba

La dictadura en Cuba ha logrado por primera vez consolidar un socio/satélite en Latinoamérica. El que tiene una de las mayores reservas de petróleo del continente.

Esto representa para el régimen una gran tranquilidad y una gran oportunidad.  Sin la subvención venezolana, la dictadura en Cuba no tenía muchas posibilidades de sobrevivir. Sin Chávez en el poder, la economía de Cuba habría colapsado.

El peligro de protestas populares, la huida masiva de turistas de los hoteles en la isla ante estos actos de violencia y el crecimiento de la oposición eran un escenario esperado y posible. 

Para evitar un desenlace funesto sin el petróleo venezolano el castrismo necesitaba las inversiones de los Estados Unidos y el turismo estadounidense.  Esto  solo se podía alcanzar cediendo espacios políticos a la oposición democrática en la isla. 

Ante la alternativa de perder el poder, Raúl y sus acólitos  habrían negociado un acuerdo con la idea de cumplirlo a medias. Hacia ese fin estuvieron tratando de persuadir al gobierno de Obama por bastante tiempo. El Cardenal Jaime Ortega  y la Iglesia Católica eran parte de la estrategia. Pero ya eso es historia. 

El próximo paso: ampliar la influencia en el mundo

Chávez está consolidado y el  castrismo es el copropietario del petróleo venezolano.  Ahora necesitan neutralizar el aislamiento y el descrédito internacional del régimen en Cuba.

Por esa razón se ha intensificado, desde el triunfo de Chávez, la actividad de la tiranía cubana en el campo de las relaciones públicas. 

Entre estos pasos se han anunciado reformas migratorias y otras medidas internas que han sido circuladas por la prensa internacional como pruebas de los cambios que se operan en Cuba. 

Con el triunfo de Chávez en Venezuela y la evidente influencia castrista en ese país, los gobiernos de la región quieren tener buenas relaciones con Raúl Castro.

Presidentes,  partidos políticos y empresarios saben que es difícil que se decida algo en Caracas sin el visto bueno de La Habana.

El 22 de octubre se informó que Cuba y México están negociando un aumento del comercio bilateral.  Entre el 2000 y el 2011 éste creció un 40%.  Las exportaciones mexicanas a la isla aumentaron un 49% mientras que las cubanas a México bajaron un 39%. Casi en ese mismo período las inversiones mexicanas en Cuba han alcanzado 730 millones de dólares.

Juan Manuel Santos se dio cuenta a buen tiempo de que le convenía tener excelentes relaciones con Caracas y con La Habana. Su reelección podría depender de esa amistad. Para conversar con los  guerrilleros colombianos tenía primero que negociar con sus padrinos: Castro y Chávez.

Brasil lo vio todo primero que nadie. Además del agradecimiento de Lula por la ayuda económica que le brindaron desde Cuba en el pasado. Al gobierno brasileño le interesan los negocios por encima del respeto a los derechos humanos. 

Su estrecha vinculación con el castrochavismo no deja de beneficiarlo internacionalmente pues Brasil es una potencia emergente, independiente, que se presenta a su conveniencia como amiga o distante de los Estados Unidos.

Los Estados Unidos
 
El gobierno de los Estados Unidos no parece preocuparse por la situación en Cuba o en Venezuela.  El pasado 10 de julio el presidente Obama dijo que Hugo Chávez en Venezuela no ha representado un peligro de seguridad nacional para su país.  Mucho menos lo presenta el castrismo con sus tanques del siglo pasado y aviones y helicópteros soviéticos obsoletos.

Para el Pentágono, el FBI y la CIA  las estrechas relaciones de Cuba y Venezuela con Irán no son un problema. Quizás hasta sean una ventaja. 

El castrismo le puede asegurar, o le ha  asegurado ya a Washington, que no tiene que preocuparse por ataques terroristas desde Latinoamérica.   Ellos se encargarán de cooperar en ese asunto. 

Sin duda, el servicio de inteligencia castrista debe ser de los mejor informados de los movimientos y actividades de árabes e iraníes en Latinoamérica.

Recordemos el compromiso y agradecimiento del gobierno español al cubano.  La isla ha sido una especie de casa por cárcel para los miembros de la ETA. 

En marzo pasado el presidente Obama le susurró al presidente Dimitri Medvedev –sin darse cuenta de que había un micrófono activado- que si él ganaba la reelección seria más flexible en su relación con el gobierno ruso.  Ante esta afirmación, Medvedev le dijo que se lo haría saber a Vladimir Putin.

¿Por qué no habría de hacerlo  también con el castrochavismo? Todo depende del compromiso que Hugo Chávez y Raúl Castro hagan con los Estados Unidos.
El panorama

Ante este panorama, el futuro de la democracia en Cuba y en Venezuela es incierto. El poder de sus regímenes no debe subestimarse.

Tampoco se debe descartar la influencia de los demás satélites y simpatizantes del castrochavismo en Latinoamérica y en otras partes del mundo.

Además, muchos medios de prensa todavía tienen la tendencia a aceptar como verdades que no  es necesario cuestionar las declaraciones y medidas anunciadas por el régimen castrista.  Esta deferencia o cooperación es, desde el punto de vista publicitario, una ventaja importante.

Por último, el poder del  negocio del narcotráfico es impresionante, y ni Hugo Chávez ni Raúl Castro van a renunciar a ese vínculo ni a las ganancias de diversa naturaleza que éste proporciona.

Debilidades


El eje castrochavista tiene fortalezas y también debilidades.

Hugo Chávez está enfermo, Raúl Castro tiene 81 años y no tiene buena salud.  Las economías de ambos países dependen de los altos precios del petróleo y la economía cubana es un verdadero desastre.  
De estas y otras vulnerabilidades comentaremos.  Quizás el futuro de Venezuela se decida en Cuba más que en Caracas…

Continuará…



   
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