Sucesos narrados por el comunicador comunitario Fidel Mojena Rivero
Este testimonio me fue dado por la señora Adelaida Caridad Sierra, residente en Calle 46 No.1911 entre 19 y 21, Artemisa, Provincia Habana, y para constancia dio su número de carné de identidad: 41101607954.
“Después de un tiempo caminando con molestia por un desgaste que tenía en mi cadera derecha, fui operada en el año 2002, y entonces comenzó mi agonía, porque después de esa operación no he podido caminar más. Lo más triste del caso es que nadie se ha preocupado por mí. Gracias a Esteban Peñalver Torres que vive conmigo desde que murieron sus padres, en el año 1973, es que voy resolviendo vivir, de una manera muy dura, con muchas necesidades; al extremo que decidí poner un cartel en la pared del portal de mi vivienda pidiendo ayuda”.
“Producto de ello se presentaron en mi casa 6 personas: 3 mujeres y 3 hombres en representación del gobierno municipal, diciéndome que tenía que retirar el cartel, lo que implica que no me dan ayuda y tampoco puedo pedirla”.
“Yo sigo sentada frente a la calle mirando como pasan las personas, soñando con un fogón de gas, porque el eléctrico que tenía me lo robaron y estoy cocinando con carbón, además pagando el experimento que realizaron con mi cadera en el Hospital Ortopédico Frank País.”
Provincia Habana, 31 de agosto de 2009.
Fuente: RED CUBANA DE COMUNICADORES COMUNITARIOS POR MEDIO DE MARTA BEATRIZ ROQUE CABELLO
La cumbre extraordinaria de la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur), celebrada el viernes en Bariloche, Argentina, no logró transformar sus siete horas de discursos y debates reiterativos en un acuerdo sustantivo. Este desenlace era casi inevitable. Por ello, lo que llama la atención no es la melodramática pobreza del encuentro, sino la decisión previa de reunirse de forma express , a sabiendas de que el tema de discusión tenía un evidente sesgo. Su convocatoria fue más el resultado de las presiones y distorsiones del presidente venezolano, Hugo Chávez, que de un enfoque serio sobre el problema del armamentismo y la violencia en Sudamérica.
Desde que, hace algunas semanas, los gobiernos de Colombia y Estados Unidos anunciaron un acuerdo para que efectivos militares estadounidenses –en especial de la Fuerza Aérea— utilicen siete bases colombianas para operaciones contra el terrorismo y el narcotráfico, Chávez montó una escalada de tensiones.
Basado en distorsiones, falsedades y hasta un chantaje político-económico, y amplificado por sus colegas Rafael Correa (Ecuador) y Evo Morales (Bolivia), presentó la decisión como el preludio de una agresión a gran escala. Por desgracia, los demás gobiernos sudamericanos, en lugar de poner a tiempo límite al designio venezolano, apenas intentaron atenuar su tono. Y parte del “arreglo” para intentar lograrlo fue convocar a la cumbre de Bariloche, con el objetivo único de discutir sobre las bases. De este modo, extendieron el juego de Chávez, y soslayaron lo que sí debería ser un tema de fondo: la carrera armamentista que se vislumbra en Sudamérica, con todos los riesgos y distorsiones en las prioridades nacionales que implica.
En esa carrera, sin duda, Colombia es uno de los actores, pero quizá el que más justificaciones tiene para haber incrementado sus presupuestos y dotaciones militares, porque ha enfrentado una brutal arremetida del narcoterrorismo. Sin la mejora en la respuesta contra las guerrillas, los paramilitares y los narcotraficantes, difícilmente el país habría tenido tantos éxitos en restaurar la seguridad dentro de la democracia.
Venezuela, en cambio, no enfrenta una amenaza similar interna, y menos riesgos de “invasiones del Imperio”, como aduce su Presidente. Sin embargo, desde hace años se ha involucrado en el más intenso proceso de equipamiento militar del área. Sus contratos militares con Rusia suman casi $5.000 millones. Sus “juguetes” de guerra incluyen 53 helicópteros, 24 aviones caza y 100.000 rifles de asalto Kalashnikov comprados a los rusos; también barcos coreanos, aviones de entrenamiento y sistemas antimisiles italianos, y helicópteros alemanes.
A lo anterior hay que sumar la modernización de la Fuerza Aérea chilena, la refacción de aviones de combate peruanos y, sobre todo, los enormes contratos de transferencia de tecnología militar firmados recientemente entre los presidentes brasileño, Luis Inacio Lula da Silva, y francés, Nicolás Sarkozy, para que, según dijo este último, Brasil desarrolle “una industria de defensa acorde con sus responsabilidades mundiales”. Entre los nuevos artefactos habrá, incluso, un submarino nuclear.
De cara a todo lo anterior, convertir en tema de “alarma” la utilización (no construcción) de bases colombianas por una potencia democrática como Estados Unidos, es injustificado. De aquí la sinrazón de la cumbre de Bariloche y el no-resultado que se produjo en ella. El fracaso anunciado se convirtió en otro ejemplo de que, mientras no existan posiciones claras de los países democráticos latinoamericanos frente a las manipulaciones de Chávez y sus aliados, no será posible avanzar de manera eficaz y digna en la diplomacia regional.
Editorial de La Nación, Costa Rica, domingo 30 2009
Los presidentes de la región aprobaron un texto final en el que se comprometieron a seguir trabajando en una reunión a celebrarse el mes próximo; sobre el cierre, Lula apuntó contra los presidentes por sus discursos prolongados y junto a Cristina, avaló el pedido de una reunión con Obama para conocer sus planes, que al final no prosperó.
La presencia militar norteamericana en Colombia es muy importante aunque Washington y Bogotá quieran minimizarla. El populismo latinoamericano se opone y en este caso, los Chávez y los Correas tienen razones reales para preocuparse.
Hace un año, en setiembre del 2008, el respetado periodista norteamericano Bob Woodward, en una entrevista con Larry King, dijo que los americanos habían desplegado en Irak un proyecto de detección y destrucción de terroristas tan avanzado, que en unos meses habían reducido la violencia a la mitad.
Woodward, sin entrar en detalles, lo comparó con el “Manhattan Project”, el esfuerzo secreto estadounidense para desarrollar la bomba atómica.Woodward dijo: “en algún momento de la historia… cuando se describa la gente se maravillará.”La integridad informativa de este periodista es reconocida en todo el mundo.
Los Estados Unidos no van a entregar este avanzado sistema de espionaje a ningún país.Lo usaron en Irak con resultados sorprendentes como señala Woodwar; probable ya está operando en Afganistán.En unos meses podría comenzar a escudriñar a la narco guerrilla y a los terroristas que conspiran al amparo del nuevo zar venezolano.
Por estas razones, la alharaca de Hugo Chávez sobre el peligro que corre la soberanía de los países suramericanos por el uso de algunas bases en Colombia por parte de los militares norteamericanos, es la fachada de dos grandes preocupaciones:
Primero, esta tecnología puede detectar terroristas, narcotraficantes, sus comunicaciones y movimientos, que hasta ahora han podido esconderse en las selvas y las ciudades con la protección venezolana. Hugo Chávezy La Habana lo saben; por eso, tanta alarma.
El negocio de la droga, del que cual se ha servido también Fidel Castro por mucho tiempo, sufrirá en el futuro duros golpes.
Segundo, la presencia norteamericana en Colombia, por pequeña que sea, convierte en bufonadas las amenazas de Chávez y el alardeo belicista de Rafael Correa. El gobernante venezolano puede pavonearse de sus tanques rusos y sus aviones Sukhoi , pero de ahora en adelante, quien desde un micrófono quiera amedrentar a Colombia, estará haciendo el ridículo. Las fuerzas armadas colombianas son las más fogueadas de la región, y también serán las mejor informadas.
Por estas dos razones, Hugo Chávez será el vociferante defensor de la soberanía latinoamericana en la reunión de UNASUR en Bariloche.Elsabe que no podrá ni beneficiarse ni proteger al narcotráfico con la impunidad que ha tenido hasta ahora; sus alianzas y planes terroristas será más vulnerables y sus aspavientos militares se quedarán en teatro.
En el caso de Honduras la posición de los miembros de OEA sigue desafiando el razonamiento. Insisten en que Manuel Zelaya tiene que regresar a la presidencia. No parece importarles que con esta insistencia, en lugar de aplacar, alienten la violencia en el corto período que hay antes de las elecciones de noviembre. O que con ese ilógico planteamiento, se pueda llegar a justificar la insurrección y el terrorismo en ese país.
Parece que para la OEA es más importante insistir en que Zelaya regrese a la presidencia hasta enero, que en cooperar a que en los próximos dos meses exista en el país un clima que permita unas elecciones libres y transparentes, debidamente supervisadas por la comunidad internacional.
Esas elecciones resolverían en forma definitiva el regreso a la pureza de la constitucionalidad democrática, que tanto parece preocupar a la OEA en Honduras. Aunque les importe un comino la AUSENCIA de democracia en Cuba y la DESTRUCCION de la misma en Venezuela.
El empecinamiento de la OEA por el regreso de Zelaya ya tuvo sus consecuencias. El simulado regreso de Zelaya en un avión de Chávez, respaldado por algunos presidentes latinoamericanos y por el propio Secretario General - que prometieron públicamente acompañarlo – provocó que una turba de zelayistas exaltados rompiera las cercas en Toncotín. En la confusión alguien mató a un manifestante. Pudieron haber muchos más muertos.
Con el argumento de que la única salida en Honduras era devolverle la presidencia a Zelaya, éste se apareció en la frontera entre Honduras y Nicaragua, adonde llegaron a recibirlo varios cientos de sus más intensos seguidores. No hubo muertos porque los militares hondureños fueron cautos y a Zelaya, le faltaron pantalones. Entonces la OEA quiso desligarse de la estrategia que había propiciado: o le devuelven la presidencia a Zelaya o él la tomará por su cuenta.
Zelaya y su protector Chávez hubieran preferido cientos de muertos, el primero se pavonearía de su “popularidad” y el segundo tendría la oportunidad de atizar la violencia como lo ha hecho por mucho tiempo en Colombia. La OEA hubiera gritado triunfante que los muertos eran responsabilidad del golpe de estado militar y así tratarían de justificar el error de juicio que cometieron al abrirle paso a la influencia de los demagogos castro chavistas y a la falta de humildad del Secretario General.
Ahora la OEA ha entrado y ha salido de Honduras planteando la misma provocadora tontería. La OEA no acaba de escoger: ¿es Zelaya o es la democracia hondureña lo que importa? ¿Es una cuestión de pose y orgullo, de vanidad y humillación, o de sustancia y principios?
Lo importante en Honduras es la democracia, el regreso a la más absoluta e indiscutible legitimidad democrática. Esta solo se logra con elecciones. Es hora ya de que la OEA se tome a sí misma en serio. En Latinoamérica la gente no es tonta, lo menos que quieren es el regreso a Honduras de un presidente violador de la constitución y un aliado de Hugo Chávez.
Sobre todas las cosas, la mayoría de los hondureños no quieren a Zelaya, lo que desean es llevar a cabo elecciones y que no les den lecciones de democracia quienes no la defienden donde deben.
En el 2001 la ONU estableció como uno de los objetivos de desarrollo del nuevo siglo (The Millennium Development Goals), reducir en un 50%, para el año 2015, la cantidad de personas que viven con menos de un dólar al día en todo el planeta. Los que trabajan en Cuba y ganan el salario promedio de $17 dólares mensuales viven con $0.56 de dólar al día; los jubilados o pensionados viven con $0.33 centavos de dólar al día.
El resto de la población depende de los que trabajan y de una economía informal e ilegal que convierte a todos en víctimas potenciales del chantaje policiaco o la represión política. En Cuba para sobrevivir hay que vivir en la ilegalidad, es decir en el temor, algo muy conveniente para la dictadura porque hace de la mayoría de los cubanos infractores o delincuentes.
Como en Cuba se importa comida por $2500 millones anuales, y el 20% restante que se produce en la isla puede alcanzar los $625 millones, el total del valor de los alimentos es de $3125 millones al año.Esta cifra ubica a la mayoría de la población cubana debajo del nivel de pobreza de un dólar al día. Si los 11.2 ó 11.4 millones de cubanos consumieran un dólar diario de comida, el gasto en alimentos sería de más de $4000 millones por año, en lugar de $3125 millones.
Que el actual régimen haya llegado a la conclusión de que lo único a lo que puede aspirar es a sustituir las importaciones de comidano deja de tener sentido.Después de medio siglo deesfuerzos por aumentar la producción agrícola parece que han aceptado el fracaso.En realidad el fracaso es autoinfligido, como lo fue en la URSS la deficitaria producción de alimentos por parte del Estado.
Desde el 2007 Raúl Castro viene insistiendo, sin resultados tangibles, en la necesidad de cultivar la tierra. El pasado 26 de julio señaló que hay que hacerlo para sustituir las importaciones de alimentos.Esto equivale a proponer que los cubanos sigan pasando hambre, porque nada hacemos sustituyendo importaciones de comida en cantidades insuficientes. En Cuba la solución es potenciar la producción agrícola para convertir al país en un exportador de alimentos.
Para exportar productos agrícolas en una economía globalizada, la agricultura cubana tiene que deshacerse del yugo estatal y además incorporar los conocimientos científicos y la tecnología que le permita elevar su productividad a un nivel competitivo. Con la capacidad demostrada por el exilio cubano para competir en los Estados Unidos, no veo razón para que los agricultores cubanos no igualen la productividad de los norteamericanos.
En los Estados Unidos el 2% de la población produce alimentos para el 98% restante.En Cuba equivaldría a que menos de 250,000 cubanos alimenten al resto de sus compatriotas. Sobrantierra y mano de obra en la isla para convertir a Cuba en un exportador de alimentos y subproductos industriales.
Los ingresos por esas exportaciones serían un factor clave para elevar el nivel de vida de los cubanos y una fuente de inversiones para el desarrollo económico en general. Pero el objetivo del desarrollo agrícola en Cuba debe ir más allá de convertir al país en un exportador de alimentos y, como consecuencia, autoabastecerse en lo que convenga.
Hay otro aspecto fundamental relacionado con el desarrollo agrícola de Cuba: la pobreza en el mundo es en un fenómeno mucho más común en las áreas rurales, el 75% de los pobres del planeta vive en el campo.Además, el campo exporta su pobreza a las ciudades. Así lo fue la Cuba de ayer, así lo es en la Cuba de hoy, y asípuede ser en la Cuba democrática, si el desarrollo agrícola de la isla no se orienta en forma debida y no cuenta con los recursos necesarios.