sábado, 31 de octubre de 2009

Por qué no se debe levantar el embargo (14)



El embargo y los intereses creados

La dictadura castrista y el gobierno de los Estados Unidos negocian el futuro de un pueblo que ninguno de ellos representa. ¿Quiénes más tienen intereses?

El pueblo cubano. En varias encuestas hechas en Cuba, aun bajo el temor de la represión, los cubanos han afirmado mayoritariamente que quieren vivir en democracia.

Las empresas estadounidenses, que lo único que les interesa de Cuba es hacer dinero. Prefieren a un Raúl Castro reformista que a un presidente elegido por el pueblo. Quieren tener más ventajas que los cubanos a la hora de comprar negocios; todo lo que puedan al menor precio posible: tierras, hoteles, fábricas, etc. Una transición hacia la democracia los limitaría. En una sucesión castrista hacia el capitalismo, son el tigre suelto contra un pueblo amarrado.

El empresariado europeo está en la misma situación; hasta ahora se ha aprovechado de que en Cuba sólo los extranjeros pueden tener negocios. Le ha sido fácil comprar funcionarios y pagar sueldos miserables. No se preocupan por sindicatos, huelgas o reclamos laborales. Prefieren una evolución muy lenta para mantener sus privilegios actuales. No quieren competencia, ni tener que rendir cuentas por su asociación con la tiranía.

La izquierda estadounidense, que ha defendido al castrismo durante medio siglo. Lo exonera de todos los abusos. Sigue culpando al embargo por las desgracias del pueblo cubano y quisiera que le dieran al régimen la oportunidad de una transición, aunque fuese a un capitalismo como el chino.

La administración de Obama, que quisiera complacer el apetito de los empresarios estadounidenses y las simpatías procastristas de la izquierda americana. Todo eso sin ofender al exilio cubano y sin parecer que están dándole oxígeno a la dictadura castrista.

Los gobiernos latinoamericanos que, reunidos en Honduras en junio de 2009, apoyaron el levantamiento de las sanciones impuestas al castrismo en la OEA. Un primer paso para abrirle la puerta a una dictadura que no ha demostrado ningún interés por respetar los derechos humanos. En esa ocasión, ni un solo presidente fue capaz de mencionar el derecho del pueblo cubano a vivir en democracia. Pero a los 30 días todos se unieron para expulsar a Honduras de la OEA y reclamar el regreso de la democracia. Un cambio democrático en Cuba seria embarazoso para los presidentes que hasta hoy profesan admiración y amistad a Fidel y a Raúl Castro.

Para Hugo Chávez el desmantelamiento del castrismo sería el principio del fin de su proyecto autocrático en Venezuela. Su gobierno no escatima recursos en mantener la dictadura en Cuba y seguramente trata de influenciar en las negociaciones sobre el embargo.

La izquierda demagógica latinoamericana, que sigue creyendo en los logros de la revolución, sin querer aceptar que se pagaron con el subsidio soviético. Logros que han ido desapareciendo en la medida en que la dictadura no les encuentra nuevas fuentes de financiamiento. Y la otra izquierda, la que todavía admira a Fidel Castro porque se le plantó a los americanos. No parece importarles que esto le costara la libertad al pueblo cubano, ni que lo hundiera en la pobreza, ni que lo convirtiera en presa fácil de mezquinos intereses.

Es evidente que contra la democracia en Cuba conspiran muchos intereses. Un acomodo con la sucesión raulista beneficia a los capitalistas estadounidenses y a los europeos, sería más que aceptable para la mayoría de los gobiernos latinoamericanos y para las izquierdas en todos los continentes.

El panorama podría parecer abrumador contra las aspiraciones democráticas de los cubanos. Pero ninguno de los grupos que apoya una sucesión castrista en Cuba está dispuesto a financiarla con los recursos que necesita. Quien puede contribuir a asegurar la vida del castrismo es Barack Obama.

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á...

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