lunes, 17 de enero de 2011

Sálvese el que pueda (I)

José Figueres


La crisis de la solidaridad democrática en Latinoamérica


No siempre en Nuestra América se fue indiferente a los pueblos que sufrían dictaduras. Una vez se vivió el idealismo. Cualquier país aunque rico y poderoso era rechazado si no respaldaba la libertad y la democracia en otras naciones. Los dirigentes políticos de Latinoamérica eran abanderados de la libertad y la democracia. Eran los héroes de un mundo hoy distante, remoto y olvidado.


En el seno de una reunión de la OEA, José Figueres, presidente de Costa Rica, se negó a estrecharle la mano al dictador cubano Fulgencio Batista. Eran gestos valientes y simbólicos, típicos de Don Pepe como le llamaban popularmente los costarricenses.


Hoy en nuestro Continente, cuando la cuestión es de defender los principios democráticos, los dirigentes políticos miran para otro lado. Aun peor, muchas veces apoyan con sus acciones u omisiones a los enemigos de la libertad y la democracia. Tal vez se ha perdido la dignidad, tal vez ha triunfado el pragmatismo, o simplemente es una mezcla de negocios y cobardía.


Por ejemplo Lula, el popular ex presidente de Brasil, fue y sigue siendo un amigo de Fidel y Raúl Castro. Lula es uno de los líderes más queridos de Latinoamérica y Fidel Castro, según las encuestas, es el menos popular. Menos popular, en el caso de Castro, quiere decir casi completamente impopular.


Pero ¿cómo explicar que Lula sea amigo del dictador más despreciado del Continente? Pues no es fácil o tal vez sí. A nadie le importa. Recuerdo a Lula en una entrevista haber declarado que él como presidente no estaba interesado en exportar el modelo brasileño a ninguna parte. A Lula le interesaban los negocios de Brasil en el exterior.


No exportar la democracia brasileña era en realidad no defender los valores del sistema democrático en ninguna parte y mucho menos si esto podía interferir con los negocios de su país. Visto así es fácil entender su defensa de Hugo Chávez.


Por este tipo de política se criticó duramente a los Estados Unidos en toda Latinoamérica en la primera mitad del siglo pasado, cuando los gobiernos en Washington estaban interesados en sus negocios y si quien estaba en el poder los ayudaba, era amigo de los “americanos” y no importaba cuan deshonesto o criminal fuera. Los estadounidenses eran demócratas en su nación pero afuera apoyaban a quien les convenía, sin importar los atropellos y la corrupción de sus protegidos.


Los Estados Unidos parecen haber superado esa política en la zona. Ahora prefieren a los regímenes democráticos. Mientras España, una acérrima crítica de la vieja política estadounidense en Latinoamérica, practica el oportunismo sin ningún pudor. Madrid es amiga y sostiene estrechas relaciones con Hugo Chávez en Venezuela y han sido aliada de la dictadura castrista por más de medio siglo.


Así podríamos ir describiendo una buena cantidad de líderes políticos latinoamericanos del campo democrático, que en lugar de solidarizarse con el pueblo cubano, lo han hecho de una forma u otra con la dictadura castrista. Está fresco en nuestra memoria el desfile de presidentes de la región que fueron a Cuba a interesarse por la salud de Fidel Castro y a fotografiarse. Cuando se lo permitían incluso a abrazarse con él.


Por esos viajes a Cuba no tuvieron que pagar ningún precio político en sus países, o si lo pagaron los réditos que tuvieron fueron mayores que las pérdidas.


La explicación que podríamos dar es que a demasiados latinoamericanos no les importa si en un país hay una democracia o no. Tal vez lo que les interese es si el suyo está avanzando económicamente o no. Por alguna razón los que no piensan así no se escuchan con frecuencia.


Podría ser también que los dirigentes de nuestro continente hayan sido los que con sus acciones inclinen a sus poblaciones a la indiferencia y la falta de solidaridad de los problemas políticos de las demás.


La admiración que hay hacia China y su progreso económico puede darnos una pista de que el criterio de desarrollo y éxito económico es tan importante en nuestros tiempos, que el respeto a los valores democráticos se relativiza.


La democracia y la lucha contra las dictaduras era importante en nuestros países cuando vivían plagados de dictaduras. En aquellos años eran valores prioritarios. Nuestros dirigentes luchaban por ellos y los defendían con solidaridad.

Continuará…



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