viernes, 2 de diciembre de 2011

Azúcar para crecer

Hace años en otra entre muchas temporadas de fracasos, la frase escogida como título presidía el discurso de la propaganda oficial. El clímax de aquellos fracasos fue la promovida zafra gigante de diez millones de toneladas de azúcar. No bastó con echar mano a la primera industria de la nación; años más tarde, la única y omnímoda voluntad del Comandante la desmontó definitivamente, porque esta no era rentable.

Desde 1959, Cuba es un país de consignas, a más descabelladas, mejor. Nunca fue diferente ni lo será mientras la actual élite de gobierno, (la misma desde 1959) continúe al frente de los destinos nacionales. Las nuevas consignas proclaman “la actualización del modelo económico”, que es en realidad actualizar un viejo y fracasado proyecto y por añadidura, “construir un mejor socialismo”, algo tan quimérico como imposible.

La vida se encargó de demostrar que el socialismo no es mejorable y mucho menos renovable. Las personas aquejadas de un mínimo de decencia humana están inhabilitadas para tan siquiera, intentarlo. Los adalides históricos de las llamadas ideas socialistas, resultaron ser unos brillantes, crueles y depravados sinvergüenzas. Desde Lenin, Stalin, Mao, Pol Pot, Chávez, hasta los hermanos Castro, el balance siempre es desfavorable.

La esencia rentista y usurera del actual gobierno cubano, destaca su verdadero rostro desde una de sus últimas medidas dirigidas contra los cuentapropistas y por extensión contra el resto de la población. No se permite la venta de textiles y calzado de manufactura extranjera a particulares. El estado necesita apropiarse de los ingresos que se derivan de este rubro. Se alegó que se trata en la mayoría de los casos de mercancía robada o desviada de los almacenes del estado. No se tuvo en cuenta que parte de esta mercancía es enviada o traída por viajeros, para que sus familiares o amistades las comercialicen. No en todas las ocasiones el origen es ilegal. Pero el estado rentista actuó de acuerdo a su naturaleza. A pesar de que lo único que sobra en Cuba son policías y son estos los llamados a dirimir toda situación de robo, la decisión fue prohibir, para apropiarse de más ingresos.

Las consignas del momento transitan desde lineamientos mendaces y recorren una senda tortuosa de reformas que no llegan y modelos económicos repetidos, que nunca llegaron a ser medianamente eficientes pero que continúan artificialmente vivos en un discurso oficial, en el que en Cuba, nadie cree.

Como una referencia obligada, recordemos las viejas consignas, tan falsas como las actuales y entre estas, aquella de “azúcar para crecer”. Bueno recordar ahora, que está claro para todo el mundo que el Comandante en rapto de equívoca inspiración, destruyó la que fuera, primera industria de la nación.

Editorial 196 Primavera Digital

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