Venezuela, un día después.
Algún día sabremos los detalles de lo que
realmente sucedió detrás del telón el 30 de abril de 2019 en Venezuela. Esa madrugada un grupo de militares liberó al
dirigente Leopoldo López de su “casa por cárcel” donde cumplía una condena de 15 años. López y el presidente interino Juan Guaidó,
acompañados de ese grupo de militares, se trasladaron a la autopista Francisco
Miranda, en las inmediaciones de la base aérea de La Carlota y llamaron al
pueblo a respaldar el inicio del fin de la usurpación. Poco tiempo después el diputado a la Asamblea
Nacional por el estado Monagas, José Antonio Mendoza, según publicó El País, informó que
el general de división José Adelino Ornella Ferreira era el que comandaba las
acciones del levantamiento militar que apoyaba al presidente interino Juan
Guaidó. Ornella Ferreira desempeñaba desde el 2017 el cargo de comandante del
Segundo Comando y jefe del Estado Mayor Conjunto del Comando Estratégico
Operacional. Esto creó una gran expectativa que resultó falsa. Al terminar el
día Leopoldo López y su familia se encontraban en una embajada en Caracas
mientras Juan Guaidó renovaba el llamado al fin de la usurpación. ¿Fue un intento fallido debido a la
manipulación castrista en Venezuela, fue un levantamiento mal organizado, o una
trampa hecha a la oposición? Las especulaciones abundan pero apuntando al
devenir, pensemos en Venezuela, un día después.
¿Quién
ganó y quién perdió?
Parecería que la dictadura logró una victoria
temporal pero su imagen se deterioró sustancialmente. No tuvo que enfrentar un levantamiento
militar significativo ni protestas populares masivas. Por eso pudo sostenerse en el poder con un
mínimo de acción represiva contra la población y prácticamente sin ningún
conflicto entre unidades militares. Con
sus tropas acuarteladas y afirmando públicamente su lealtad en las diferentes
partes del país, el régimen demostró inseguridad. El repliegue de las tanquetas y de los
soldados que salieron de La Carlota a reprimir a los civiles demostró que la
tiranía no puede estar segura de su lealtad a la hora de mandarlos a reprimir
al pueblo. La carta de renuncia, un día antes del levantamiento, del general de
división Manuel Ricardo Cristopher Figuera, director del temible Servicio
Bolivariano de Inteligencia (Sebin), evidencia una ruptura profunda entre los
hombres de Maduro. Después de mencionar
los problemas que enfrenta el país el general afirma: “sería irresponsable de
mi parte culpar de ello solo al imperio norteamericano…la Patria que una
parranda de pillos y bribones están saqueando”.
Las afirmaciones de representantes del gobierno estadounidense y las del
general Hugo Carvajal de que, la conspiración incluía a los altos mandos y
allegados a Maduro, ha expuesto como nunca su vulnerabilidad y su dependencia
del gobierno cubano. En conclusión, no
creo que la narco dictadura haya salido fortalecida de su “victoria” sino lo
contrario. El régimen ya no puede hacer
gala de la habitual pedantería triunfalista de antes. Saben que están
acorralados y contra el tiempo.
Juan Guaidó y Leopoldo López no tuvieron éxito
en el levantamiento pero han demostrado una vez más de que son audaces, dan la
cara y se arriesgan junto al pueblo.
Ambos pudieron haber sido detenidos cuando se encontraban bastante
vulnerables, en tempranas horas de la mañana, en las cercanías de la base
militar La Carlota. El pueblo no salió
masivamente a respaldar un levantamiento militar que mucha gente en Caracas
desconocía, incluso horas después de los acontecimientos. Aunque la gente lamente el fracaso, no se ha
dado por vencida. El pueblo sabe que no
hay una unidad monolítica en el régimen, que Maduro estaba escondido y que el
apoyo internacional, aunque no se concrete en ayuda militar, está gradualmente
debilitando a la dictadura. Un intento,
incluso fallido, era algo impensable hace algún tiempo. La oposición política venezolana no cesará en
su esfuerzo por sacar a Nicolás Maduro del poder. Ha sobrevivido peores fracasos que éste y
siempre se levanta de nuevo.
Quien parece haber perdido más por los sucesos
del 30 de abril ha sido el régimen castrista. Venezuela se ha convertido en el
campo de batalla entre el gobierno de Trump y la dictadura en la Isla. Es muy difícil que los Estados Unidos y
algunos países latinoamericanos estén dispuestos a permitir la consolidación de
una narco dictadura en Venezuela. El
gobierno estadounidense está convencido de que desde La Habana se descarriló el
éxito del levantamiento contra Nicolás Maduro. Las amenazas de Donald Trump de
castigar económicamente al castrismo si no retira a sus militares de Venezuela
y deja de interferir en los asuntos venezolanos, son muestra de que su gobierno
no va a pasar por alto la manipulación desde La Habana. Si Raúl Castro y su grupo pierden Venezuela
no solo van a dejar de saquear sus riquezas sino que se van a tener que
enfrentar con el gobierno del país más poderoso del planeta. Apoyar al régimen de Maduro, que es repudiado
por el mundo democrático, ha sido la peor operación de relaciones pública del
castrismo en toda su historia. La
intervención del castrismo en los eventos del 30 de abril llegó al extremo de
que los tuits del general Vladimiro López y el presidente careta de Cuba,
Miguel Díaz Canel, resultaron prácticamente idénticos, una increíble
chapucería.
Quienes clamen empate en la situación
venezolana confunden el caso con un evento deportivo en que el tiempo es
limitado. Con una economía que continúa
derrumbándose y sobre la cual cada vez el régimen tiene menos control, con un
apoyo del pueblo que no cesa ante las trampas y los reveces, con una
solidaridad internacional que una vez parecía algo imposible, la oposición
democrática venezolana tomará las riendas del país de una forma o de otra. Leopoldo López lo dijo una vez: “el que se
cansa pierde”.
Huber Matos Araluce
San José, Costa Rica
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