martes, 23 de septiembre de 2025

CUBA Y VENEZUELA: NI PARO NACIONAL NI MANIFESTACIONES

 


Por Huber Matos Araluce. San José, Costa Rica  

Análisis de cómo las dictaduras buscan convertir la protesta en una oportunidad para consolidar su poder.

 

Introducción

Venezuela atraviesa un momento crítico. La situación de la narco dictadura se ha agravado exponencialmente ante la presencia de fuerzas militares de los Estados Unidos dispuestas a sacar del poder a la mafia que dirige y controla el Cartel de los Soles. Esto se suma a una crisis política, social y económica que ha llegado a un punto en que Nicolás Maduro enfrenta un rechazo mayoritario, evidenciado en las últimas elecciones.

Poco puede hacer ese régimen si la decisión de Donald Trump se materializa. Pero mientras esto se define, la narco dictadura ha desatado una escalada de represión y militarización que busca disuadir cualquier intento de protesta masiva. Cada tanque exhibido y cada maniobra militar envían un mensaje inequívoco a la población: cualquier protesta será sofocada con violencia.
Ante estas circunstancias, la oposición liderada por María Corina Machado y el presidente Edmundo González han optado por no llamar ni a un paro nacional ni a manifestaciones.

Contexto y Evidencia

Desde los tiempos de Hugo Chávez, los venezolanos han protagonizado protestas pacíficas masivas exigiendo derechos, democracia y soluciones a la crisis. Bajo el gobierno de Maduro, la represión se ha intensificado con disparos contra manifestantes, detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones forzadas. La Misión de Determinación de Hechos de la ONU ha concluido que estos crímenes forman parte de un plan coordinado de persecución política y los ha calificado como crímenes de lesa humanidad.

Posición de la Oposición

El liderazgo opositor ha evitado convocar a un paro nacional o a manifestaciones masivas. Lejos de ser pasividad, esta decisión es estratégica: un llamado a las calles en este momento podría provocar una represión masiva, con muertos, encarcelamientos y un saldo que el régimen podría usar para justificar aún más control. La prioridad ha sido preservar vidas y evitar que el gobierno utilice el caos como excusa para consolidar su poder.  Tampoco el gobierno de los Estados Unidos parece estar poniendo sus esperanzas de cambio en Venezuela en protestas de la población.

Análisis de Riesgos

Convocar a protestas masivas en las actuales condiciones de represión es una apuesta extremadamente riesgosa. El narco régimen como su hermano mayor, el castrista, han demostrado que su supervivencia depende de aplicar violencia extrema y condenas ejemplarizantes contra disidentes. Una movilización que no logre sostenerse podría desmoralizar a la población, reforzar la propaganda oficial y debilitar la capacidad de presión interna.

Un paro nacional añade otra dificultad: en medio de la crisis económica, la mayoría de los venezolanos no puede dejar de trabajar por períodos prolongados. Si el paro fracasa, el efecto puede ser devastador para el ánimo colectivo.

Lecciones Históricas

La historia ofrece ejemplos elocuentes.
En 1989, en la Plaza de Tiananmén, la represión del Partido Comunista aplastó el movimiento prodemocrático en China.
En Irán, el Movimiento Verde de 2009 fue sofocado con violencia, dejando a la oposición sin capacidad de reorganización durante años.
En Nicaragua, las protestas de 2018 terminaron con cientos de muertos y encarcelamientos masivos que aún paralizan a la sociedad civil.
Y en Cuba, las históricas protestas del 11 de julio de 2021 fueron seguidas por juicios sumarios y largas condenas, generando miedo profundo en la población.

Estos casos muestran que las dictaduras pueden salir fortalecidas de estallidos sociales que logran reprimir con brutalidad, utilizando el miedo como arma de control.

Conclusiones

Venezuela no es Nepal, ni Cuba tampoco. Las protestas masivas en Nepal fueron posible —y relativamente exitosa— por una combinación de factores que limitaron la capacidad represiva del gobierno y facilitaron una transición. El éxito en Nepal se debió a la combinación de unidad política, apoyo internacional, debilitamiento del régimen y presión popular masiva sostenida que el gobierno no pudo ni quiso aplastar completamente. En contextos como el de Venezuela o Cuba, donde el aparato represivo es mucho más cohesionado y dependiente de la violencia para sostenerse, un escenario así es mucho más difícil de reproducir.

El liderazgo venezolano ha actuado con sabiduría y la madurez. Los cubanos, especialmente los del exilio, debemos aprender las lecciones de la historia y no llamar a un paro nacional o a una rebelión a una población cuya obsesión es buscar algo de comer para sus hijos. El castrismo, corrupto, incompetente y violento se parece a los regímenes de Rusia y China. Nuestra estrategia debe ser realista.

“Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no debes temer el resultado de cien batallas. Si te conoces pero no conoces al enemigo, por cada victoria sufrirás una derrota.”
(Sun Tzu, El Arte de la Guerra)

 

 

CUBA AND VENEZUELA: NEITHER NATIONAL STRIKE NOR DEMONSTRATIONS

By Huber Matos Araluce – San José, Costa Rica
Analysis of how dictatorships seek to turn protests into an opportunity to consolidate their power.

Introduction

Venezuela is at a critical moment. The situation of the narco-dictatorship has worsened exponentially due to the presence of United States military forces willing to remove from power the mafia that runs and controls the Cartel of the Suns. This comes on top of a political, social, and economic crisis that has reached a point where Nicolás Maduro faces widespread rejection, as evidenced by the latest elections.

There is little this regime can do if Donald Trump’s decision materializes. But as this is defined, the narco-dictatorship has unleashed a wave of repression and militarization aimed at deterring any attempt at mass protest. Every tank paraded and every military maneuver sends an unequivocal message to the population: any protest will be crushed with violence.
Given these circumstances, the opposition led by María Corina Machado and President Edmundo González have chosen not to call for a national strike or mass demonstrations.

Context and Evidence

Since the days of Hugo Chávez, Venezuelans have staged massive peaceful protests demanding rights, democracy, and solutions to the crisis. Under Maduro’s rule, repression has intensified with live fire against protesters, arbitrary detentions, torture, and enforced disappearances. The UN Fact-Finding Mission has concluded that these crimes are part of a coordinated plan of political persecution and has classified them as crimes against humanity.

Opposition’s Position

The opposition leadership has avoided calling for a national strike or mass demonstrations. Far from being passive, this decision is strategic: a call to the streets at this moment could trigger massive repression, with deaths, imprisonments, and a toll that the regime could use to justify even tighter control. The priority has been to preserve lives and prevent the government from using chaos as an excuse to consolidate its power. The United States government also does not seem to be placing its hopes for change in Venezuela on popular protests.

Risk Analysis

Calling for mass protests under current conditions of repression is an extremely risky gamble. The narco-regime, like its Cuban counterpart, has shown that its survival depends on applying extreme violence and exemplary punishment against dissidents. A mobilization that fails to sustain itself could demoralize the population, reinforce official propaganda, and weaken internal pressure capacity.

A national strike presents another challenge: amid the economic crisis, most Venezuelans cannot stop working for prolonged periods. If the strike fails, the effect can be devastating for the collective morale.

Historical Lessons

History offers eloquent examples.

  • In 1989, in Tiananmen Square, the Communist Party’s repression crushed the pro-democracy movement in China.

  • In Iran, the 2009 Green Movement was violently suppressed, leaving the opposition unable to reorganize for years.

  • In Nicaragua, the 2018 protests ended with hundreds of deaths and mass imprisonments that still paralyze civil society.

  • And in Cuba, the historic protests of July 11, 2021, were followed by summary trials and long prison sentences, generating deep fear among the population.

These cases show that dictatorships can emerge stronger from social uprisings they manage to repress with brutality, using fear as a weapon of control.

Conclusions

Venezuela is not Nepal, nor is Cuba. The mass protests in Nepal were possible —and relatively successful— due to a combination of factors that limited the government’s repressive capacity and facilitated a transition. Nepal’s success was the result of political unity, international support, regime weakening, and sustained mass popular pressure that the government could neither crush nor chose to crush completely. In contexts like Venezuela or Cuba, where the repressive apparatus is far more cohesive and dependent on violence for survival, such a scenario is much harder to replicate.

The Venezuelan leadership has acted with wisdom and maturity. Cubans, especially those in exile, must learn the lessons of history and avoid calling for a national strike or rebellion among a population whose main obsession is finding something to feed their children. The Castro regime —corrupt, incompetent, and violent— resembles the regimes of Russia and China. Our strategy must be realistic.

“If you know the enemy and know yourself, you need not fear the result of a hundred battles. If you know yourself but not the enemy, for every victory you will suffer a defeat.”
(Sun Tzu, The Art of War)

 

 

CUBA ET VENEZUELA : NI GRÈVE NATIONALE NI MANIFESTATIONS

Par Huber Matos Araluce – San José, Costa Rica
Analyse de la façon dont les dictatures cherchent à transformer la protestation en une occasion de consolider leur pouvoir.

Introduction

Le Venezuela traverse un moment critique. La situation de la narco-dictature s’est aggravée de façon exponentielle en raison de la présence de forces militaires des États-Unis prêtes à renverser la mafia qui dirige et contrôle le Cartel des Soleils. Cela s’ajoute à une crise politique, sociale et économique qui a atteint un point où Nicolás Maduro fait face à un rejet majoritaire, comme l’ont montré les dernières élections.

Le régime peut faire peu de choses si la décision de Donald Trump se concrétise. Mais en attendant que cela se définisse, la narco-dictature a déclenché une vague de répression et de militarisation destinée à dissuader toute tentative de protestation massive. Chaque char exposé et chaque manœuvre militaire envoie un message clair à la population : toute protestation sera écrasée par la violence.
Face à ces circonstances, l’opposition menée par María Corina Machado et le président Edmundo González a choisi de ne pas appeler à une grève nationale ni à des manifestations de masse.

Contexte et Preuves

Depuis l’époque d’Hugo Chávez, les Vénézuéliens ont organisé de vastes manifestations pacifiques pour exiger des droits, la démocratie et des solutions à la crise. Sous Maduro, la répression s’est intensifiée avec des tirs contre les manifestants, des arrestations arbitraires, des actes de torture et des disparitions forcées. La Mission internationale d’établissement des faits de l’ONU a conclu que ces crimes font partie d’un plan coordonné de persécution politique et les a qualifiés de crimes contre l’humanité.

Position de l’Opposition

La direction de l’opposition a évité de convoquer une grève nationale ou des manifestations massives. Loin d’être une attitude passive, cette décision est stratégique : un appel à descendre dans la rue pourrait déclencher une répression massive, avec des morts, des emprisonnements et un bilan que le régime pourrait utiliser pour justifier un contrôle encore plus grand. La priorité a été de préserver les vies et d’éviter que le gouvernement n’utilise le chaos comme prétexte pour consolider son pouvoir. Le gouvernement des États-Unis ne semble pas non plus compter sur des manifestations populaires pour provoquer un changement au Venezuela.

Analyse des Risques

Appeler à des manifestations massives dans les conditions actuelles de répression est un pari extrêmement risqué. Le narco-régime, comme son homologue cubain, a démontré que sa survie dépend de l’application d’une violence extrême et de peines exemplaires contre les dissidents. Une mobilisation qui ne parvient pas à se maintenir pourrait démoraliser la population, renforcer la propagande officielle et affaiblir la pression interne.

Une grève nationale présente une autre difficulté : en pleine crise économique, la majorité des Vénézuéliens ne peut pas arrêter de travailler longtemps. Si la grève échoue, l’effet sur le moral collectif peut être dévastateur.

Leçons Historiques

L’histoire offre des exemples éloquents :

  • En 1989, sur la place Tian’anmen, la répression du Parti communiste a écrasé le mouvement pro-démocratie en Chine.

  • En Iran, le Mouvement vert de 2009 a été violemment réprimé, laissant l’opposition incapable de se réorganiser pendant des années.

  • Au Nicaragua, les manifestations de 2018 se sont soldées par des centaines de morts et des emprisonnements massifs qui paralysent encore la société civile.

  • Et à Cuba, les protestations historiques du 11 juillet 2021 ont été suivies de procès sommaires et de longues peines de prison, générant une peur profonde dans la population.

Ces cas montrent que les dictatures peuvent sortir renforcées des soulèvements sociaux qu’elles parviennent à réprimer avec brutalité, en utilisant la peur comme arme de contrôle.

Conclusions

Le Venezuela n’est pas le Népal, pas plus que Cuba. Les manifestations de masse au Népal ont été possibles — et relativement réussies — grâce à une combinaison de facteurs qui ont limité la capacité de répression du gouvernement et facilité une transition. Le succès au Népal est dû à l’unité politique, au soutien international, à l’affaiblissement du régime et à une pression populaire massive et soutenue que le gouvernement n’a pas pu ou voulu écraser complètement. Dans des contextes comme le Venezuela ou Cuba, où l’appareil répressif est beaucoup plus cohésif et dépend de la violence pour se maintenir, un tel scénario est beaucoup plus difficile à reproduire.

La direction vénézuélienne a agi avec sagesse et maturité. Les Cubains, en particulier ceux de l’exil, doivent tirer les leçons de l’histoire et ne pas appeler à une grève nationale ou à une rébellion d’une population dont l’obsession principale est de trouver de quoi nourrir ses enfants. Le castrisme — corrompu, incompétent et violent — ressemble aux régimes de la Russie et de la Chine. Notre stratégie doit être réaliste.

« Si tu connais l’ennemi et te connais toi-même, tu n’as pas à craindre le résultat de cent batailles. Si tu te connais mais pas l’ennemi, pour chaque victoire tu subiras une défaite. »
(Sun Tzu, L’Art de la guerre)


CUBA E VENEZUELA: NÉ SCIOPERO NAZIONALE NÉ MANIFESTAZIONI

Di Huber Matos Araluce – San José, Costa Rica
Analisi di come le dittature cerchino di trasformare la protesta in un’opportunità per consolidare il proprio potere.

Introduzione

Il Venezuela sta attraversando un momento critico. La situazione della narco-dittatura è peggiorata in modo esponenziale a causa della presenza di forze militari statunitensi pronte a rimuovere dal potere la mafia che dirige e controlla il Cartello dei Soli. A ciò si aggiunge una crisi politica, sociale ed economica che ha raggiunto un punto in cui Nicolás Maduro affronta un rifiuto maggioritario, come dimostrato dalle ultime elezioni.

Poco può fare questo regime se la decisione di Donald Trump si concretizza. Ma mentre ciò si definisce, la narco-dittatura ha scatenato un’ondata di repressione e militarizzazione volta a scoraggiare qualsiasi tentativo di protesta di massa. Ogni carro armato esibito e ogni manovra militare inviano un messaggio inequivocabile alla popolazione: qualsiasi protesta sarà soffocata con la violenza.
In queste circostanze, l’opposizione guidata da María Corina Machado e dal presidente Edmundo González ha scelto di non chiamare né a uno sciopero nazionale né a manifestazioni di massa.

Contesto e Prove

Dai tempi di Hugo Chávez, i venezuelani hanno inscenato proteste pacifiche di massa per chiedere diritti, democrazia e soluzioni alla crisi. Sotto Maduro, la repressione si è intensificata con colpi di arma da fuoco contro i manifestanti, arresti arbitrari, torture e sparizioni forzate. La Missione d’inchiesta delle Nazioni Unite ha concluso che questi crimini fanno parte di un piano coordinato di persecuzione politica e li ha classificati come crimini contro l’umanità.

Posizione dell’Opposizione

La leadership dell’opposizione ha evitato di convocare uno sciopero nazionale o manifestazioni di massa. Lungi dall’essere passiva, questa decisione è strategica: un appello alla piazza in questo momento potrebbe provocare una repressione massiccia, con morti, incarcerazioni e un bilancio che il regime potrebbe usare per giustificare un controllo ancora maggiore. La priorità è stata quella di preservare vite e impedire che il governo usi il caos come pretesto per consolidare il proprio potere. Anche il governo degli Stati Uniti non sembra puntare su proteste popolari per ottenere un cambiamento in Venezuela.

Analisi dei Rischi

Convocare proteste di massa nelle attuali condizioni di repressione è una scommessa estremamente rischiosa. Il narco-regime, come il suo fratello maggiore castrista, ha dimostrato che la sua sopravvivenza dipende dall’applicazione di violenza estrema e di punizioni esemplari contro i dissidenti. Una mobilitazione che non riesca a mantenersi potrebbe demoralizzare la popolazione, rafforzare la propaganda ufficiale e indebolire la capacità di pressione interna.

Uno sciopero nazionale aggiunge un’ulteriore difficoltà: in mezzo alla crisi economica, la maggior parte dei venezuelani non può smettere di lavorare per periodi prolungati. Se lo sciopero fallisce, l’effetto sul morale collettivo può essere devastante.

Lezioni Storiche

La storia offre esempi eloquenti:

  • Nel 1989, in Piazza Tiananmen, la repressione del Partito Comunista schiacciò il movimento pro-democrazia in Cina.

  • In Iran, il Movimento Verde del 2009 fu soffocato con violenza, lasciando l’opposizione incapace di riorganizzarsi per anni.

  • In Nicaragua, le proteste del 2018 si conclusero con centinaia di morti e incarcerazioni di massa che ancora paralizzano la società civile.

  • E a Cuba, le storiche proteste dell’11 luglio 2021 furono seguite da processi sommari e lunghe condanne, generando una paura profonda nella popolazione.

Questi casi dimostrano che le dittature possono uscire rafforzate dalle esplosioni sociali che riescono a reprimere con brutalità, usando la paura come arma di controllo.

Conclusioni

Il Venezuela non è il Nepal, e neanche Cuba lo è. Le proteste di massa in Nepal furono possibili — e relativamente riuscite — grazie a una combinazione di fattori che limitarono la capacità repressiva del governo e facilitarono la transizione. Il successo in Nepal fu dovuto all’unità politica, al sostegno internazionale, all’indebolimento del regime e alla pressione popolare massiccia e sostenuta che il governo non poté o non volle schiacciare completamente. In contesti come quello del Venezuela o di Cuba, dove l’apparato repressivo è molto più coeso e dipendente dalla violenza per sopravvivere, uno scenario simile è molto più difficile da riprodurre.

La leadership venezuelana ha agito con saggezza e maturità. I cubani, specialmente quelli in esilio, devono imparare le lezioni della storia e non chiamare a uno sciopero nazionale o a una ribellione una popolazione la cui ossessione principale è trovare qualcosa da dare da mangiare ai propri figli. Il castrismo — corrotto, incompetente e violento — somiglia ai regimi di Russia e Cina. La nostra strategia deve essere realistica.

«Se conosci il nemico e conosci te stesso, non devi temere l’esito di cento battaglie. Se conosci te stesso ma non il nemico, per ogni vittoria subirai una sconfitta.»
(Sun Tzu, L’Arte della Guerra)


 

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