Por qué no se debe levantar el embargo (13)
Negociar el levantamiento del embargo con Castro ha sido imposible, porque solo hubiera estado dispuesto a negociar la rendición incondicional de los Estados Unidos a todas sus exigencias y condiciones. En la dialéctica totalitaria, el contrario no es un opositor político al que se le gana espacio, sino un enemigo. Los enemigos se combaten para destruirlos. Así de sencillo.
El deterioro de la vida de la población precedió por muchos años a la enfermedad de Castro y su decadencia mental. Hace tiempo el pueblo sabe que no puede vestirse, curarse o alimentarse con promesas incumplidas. Cada vez más, los cubanos comprenden que el embargo no es la razón de sus desgracias. El pueblo responsabiliza a Fidel con el fracaso, lo sabe y lo sufre. Los cubanos están al tanto de que Raúl es alcohólico y de que no lo respetan ni en las altas instancias del régimen. Carlos Lage (ex vicepresidente) y Felipe Pérez Roque (ex ministro de relaciones exteriores) fueron removidos de sus cargos hace unos meses por burlarse de la incompetencia de los Castro. El pueblo no es ajeno a los privilegios con que viven las familias de Fidel, Raúl y los principales generales.
El hermano heredero y sus asociados viven con temor de que el colapso de la URSS pueda repetirse en Venezuela. Según “The Economist” Cuba está en la quiebra, a pesar de los miles de millones de dólares de subsidio venezolano. Sin Chávez la economía colapsaría, y el pueblo podría salir a las calles a exigir ropa, transporte, vivienda, medicina y comida. Una vez en la calle, los más decididos pueden toman el control de las cosas. Si la dictadura saca a la policía política vestida de civil a dar golpes – con varillas de construcción dentro de periódicos - o manda los tanques, el desenlace es imprevisible.
Como en Cuba no hay raulistas, sino un grupo en el poder atemorizado y sin capacidad para resolver la crisis, la oferta pública de Raúl Castro, de hablar de todo con Obama, no se puede tomar a la ligera. Después de medio siglo de “triunfo socialista” y lucha contra la democracia (a la que llamaban pluriporquería), han llegado a la conclusión de que tienen que tomar otra vereda, otro camino u otro atajo.
Conscientes de la magnitud de los problemas, los castristas pueden intentar hacer cambios para quedarse en el poder, mimetizando el sistema con eso que ha definido el politólogo Fernando Mires como una “hibridrocracia.” Algo más complejo y peligroso que una dictadura con disfraz de democracia. O tal vez los herederos intenten quedarse en el poder, pero si la situación se complica, quieran parecer desde ahora dando pasos hacia una transición democrática de la que reclamarían autoría.
Cuando vamos a comenzar una negociación cualquiera, preguntémonos: ¿se nos ocurriría, como primer paso, cederle incondicionalmente a la otra parte lo que quiere? Si así lo hiciéramos seríamos incautos. Lo indicado y lo usual es plantear lo que queremos y de ahí en adelante negociar asegurándonos de no ceder en lo fundamental.
Creo que la negociación entre la administración de Barak Obama y la dictadura castrista ha comenzado, aunque las partes lo oculten y lo nieguen. Y no es una negociación en la que participa el pueblo cubano.
¿Qué querrán Raúl Castro y sus socios, qué querrá Washington?
¿Lo mejor para el pueblo cubano? Lo dudo, de ambas partes.
Continuará…
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