domingo, 27 de febrero de 2011

¿Y Cuba y Venezuela qué?

En política como en otros campos adivinar es arriesgado. Pero Kadafi, como ha comentado Paul Wolfowitz es: “un hombre muerto que camina”.


Kadafi es otra víctima de la juventud árabe. Que se ha lanzado a las calles a protestar contra quienes los han explotado y reprimido por décadas. Las dictaduras han sido respaldadas por el occidente democrático.


Ante las penalidades impuestas a la tiranía de Kadafi por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, uno tendría la tendencia a pensar que ya los dictadores nunca más serán tratados como presidentes.


Es estimulante leer las declaraciones del presidente de los Estados Unidos de que Kadafi no tiene credibilidad y que debe dejar el poder.


¿Será?


¿Seguirá siendo todo exactamente igual? ¿Olvidarán los líderes de las naciones democráticas que trataron a este comprobado terrorista como un gobernante civilizado?


No debemos ser completamente pesimista. Los hombres y mujeres públicos, en cierta forma y en determinadas circunstancias, están obligados a ser consecuentes con sus declaraciones y con sus acciones.


Es de suponer que el día en que los venezolanos se lancen a las calles a reclamar la democracia, y las tropas y los rufianes chavistas asesinen al pueblo, el occidente democrático reaccionará igual que como la ha hecho contra Kadafi.


Esperamos que el presidente de los Estados Unidos haga similares declaraciones. Que suspenda inmediatamente la compra de petróleo a Venezuela y que congele los activos de Chávez y los que controla su gobierno en los Estados Unidos.


Esperaríamos que la Unión Europea, incluyendo España y a pesar de España, proceda de similar manera contra el dictador venezolano. Que ambos, los Estados Unidos y la Unión Europea, condenen el uso de la violencia contra el pueblo venezolano y estén dispuestos a evitarlo con acciones.


De ahora en adelante el gobierno de los Estados Unidos debía reconsiderar su política de acercamiento con la tiranía castrista. Así evitará la responsabilidad que tiene por su acercamiento vergonzoso con la de Kadafi y por su apoyo a Mubarak en Egipto. Negociar con las tiranías creyendo que esta es la forma de apaciguarlas es pasar por alto la historia pasada y la presente; es complicidad.


Ni la Unión Europea ni los Estados Unidos deben ser más condescendiente con el régimen castrista que con el de Kadafi. El castrismo ha asesinado a muchos más cubanos que los crímenes que cometió Kadafi en Libia.


En Cuba el régimen es asfixiante y brutal. A la hora de contar los muertos y las libertades el castrismo sale perdiendo. En Cuba el acceso a Internet es más limitado que en la Libia de Kadafi.


En Libia con 6.3 millones de habitantes hay 9.5 millones de teléfonos celulares, una penetración del 143%, en Cuba, con casi el doble de la población de Libia es mucho menor al 10%.


Esperemos que los cambios que las protestas en el Medio Oriente han logrado en las democracias occidentales sean parte de la nueva política del mundo libre hacia las tiranías. Los cubanos y los venezolanos debemos apelar a los Estados Unidos y la Unión Europea para que sean consecuentes con su reciente conducta.

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