DEL CAIRO A LA HABANA: EL EFECTO TUNECINO (3)
En la plaza Tahrir el viernes 4 los manifestantes aplaudieron al político más popular de Egipto: Amr Moussa, Secretario General de la Liga Arabe
Coreaban: "Nosotros te queremos a ti, nosotros te queremos a ti"
Coreaban: "Nosotros te queremos a ti, nosotros te queremos a ti"
El viernes 4 el ministro de Defensa, Hussein Tantawi acompañado de varios generales visitó la plaza Tahrir a supervisar las tropas, también fue aplaudido por los manifestantes
Aunque los acontecimientos en Egipto están lejos de concluir, el éxito de una revuelta popular pacífica requiere mucho más que descontento, audacia y patriotismo
En el caso de Egipto como en el de Cuba, es crucial el papel de las fuerzas armadas. En Egipto los manifestantes han tratado de conquistar al ejército con aplausos y abrazos. Los Estados Unidos, que subvencionan a las fuerzas armadas de ese país, los tratan de persuadir para que apoyen un cambio. Mubarack no se ha quedado atrás, cree que el ejército le debe obediencia.
Las fuerzas armadas egipcias son el peso que inclinará la balanza. Los Estados Unidos tienen una gran influencia] en la oficialidad. El pueblo la tiene entre los soldados. Mubarak ha sido el hombre fuerte entre los oficiales. La ambivalencia en la conducta de las fuerzas armadas se debe a estas influencias en conflicto.
Como el aparato militar egipcio es clave para los Estados Unidos en la zona, Hosni Mubarack creyó que Washington no se arriesgaría a perder a un aliado estratégico. Por esta razón se decidió a sacar a los manifestantes de las calles sin importarle el precio. Cometió un grave error.
Con la represión brutal de los últimos días, documentada por la prensa y la televisión mundial, la reacción internacional ha obligado a Washington a buscar una solución urgente: Egipto sin Mubarack y con un ejército siempre aliado de los Estados Unidos.
El caso de Cuba es diferente. El régimen castrista tiene poca importancia estratégica para los Estados Unidos. Los Castro pueden gobernar a Cuba como una dinastía por todo lo que falta del siglo XXI. No harán diferencia. Para los Estados Unidos Hugo Chávez es una tormenta en un vaso de agua. Una tormenta pasajera. Chávez, Daniel Ortega y Evo Morales son parte del zoológico latinoamericano.
Además, ni Europa ni los Estados Unidos tienen en Cuba una influencia similar a la que tienen en Egipto. Por esta razón, es sumamente arriesgado el escenario de una revuelta popular en Cuba, sin contar con un compromiso definido por parte de los Estados Unidos y la Unión Europea.
Si el pueblo cubano se lanza a las calles, la dictadura castrista ordenaría una represión brutal contra los manifestantes. La revuelta puede ser ahogada en sangre.
En Cuba no hay Al Jazeera, ni Internet ni teléfonos celulares en una proporción remotamente comparable con la de Egipto. En la isla todos los medios de comunicación están controlados por la tiranía. Eso hace difícil una explosión simultánea y masiva en toda Cuba. Situación que tendría más posibilidades que protestas aisladas.
No podemos estar seguros de que el ejército cubano saldrá en defensa del pueblo en las calles, como lo ha hecho en una u otra forma el ejército egipcio.
Estas consideraciones nos obligan a resolver dos problemas. El primero es cómo nos aseguramos que el ejército cubano apoye al pueblo cubano en el caso de una revuelta. El Comandante Huber Matos, desde que salió de la prisión en 1979, lo ha repetido con insistencia y visión: “la transición en Cuba depende de una alianza entre el pueblo y los militares”.
El segundo es cómo convencemos a los Estados Unidos y a la Unión Europea de que en una situación similar a la de Egipto, estén en capacidad de persuadir a las fuerzas armadas cubanas de no participar en la represión contra el pueblo en las calles.
Creer que una revuelta en Cuba tendrá éxito sin considerar estos dos aspectos es, en el mejor de los casos, una irresponsabilidad.
Continuará…
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