martes, 3 de mayo de 2011

Cuba: Ayer, hoy y mañana (I)

José Martí

En el Parque Central en La Habana En el Central Park de New York


La lucha de los cubanos por la democracia se transformó en una larga contienda. De un lado los demócratas, del otro los enemigos de la libertad y algunos ilusos e ingenuos que los apoyaron. Los unos contra los otros por más de medio siglo. Hoy es un hecho olvidado que al principio de esta pugna los cubanos demócratas estaban seguros de que la victoria estaba a la vuelta de la esquina. La oposición en 1960 creía con certeza indiscutible que los Estados Unidos no iban a permitir una Cuba comunista a 90 millas de sus costas.

Desde el principio a los cubanos nos ha costado trabajo concebir nuestros esfuerzos en un marco estratégico propio. Siempre ha predominado la dependencia de los Estados Unidos, la visión del momento, el análisis del presente. En las actuales circunstancias continuamos con la misma tendencia. No es que los cubanos seamos la excepción entre los pueblos. La falta de una visión a largo plazo es muy común.


Nuestra visión parcializada es consecuencia de la cercanía geográfica y la influencia histórica de los Estados Unidos. Muchas veces hemos confundido nuestros intereses con los de nuestro vecino del norte. Nos hemos sentido traicionados o frustrados cuando Washington no ha procedido como quisiéramos. Hemos puesto demasiada confianza en un país que tiene sus propias prioridades, a veces en conflicto con las nuestras. Hemos sido incondicionales de una nación que cuando lo ha creído oportuno nos ha dado la espalda en busca de su conveniencia.


Esa afinidad con los Estados Unidos ha tenido también aspectos positivos. Nos permitió llegar a alcanzar en ese país una influencia considerable. El exilio cubano hoy es el factor más importante en la formulación de la política de Washington hacia Cuba. Poder nada despreciable. Sin la presión de los cubanos que viven en Estados Unidos habría sido más fácil para la dictadura castrista lograr mayor apoyo que el que ha tenido de las democracias occidentales.


Como resultado de nuestra influencia, Washington ha insistido en que solo con un cambio político en la isla son posibles relaciones normales con Cuba. De alguna forma la influencia de los cubanos en Washington ha logrado que la Posición Común de la Unión Europea reemplazara una política anterior amistosa y tolerante con la dictadura castrista.


En este asunto no podemos desconocer la firme solidaridad de países europeos que regresaron a la libertad después del colapso de la URSS. El hecho es que con el tiempo los Estados Unidos y la Unión Europea han ido acercándose hacia una visión menos diferenciada de cómo tratar a la tiranía en Cuba.


La ascendencia de los cubanos en la política estadounidense no fue el resultado de un plan sino de un proceso de asimilación. En la medida en que los cubanos fueron adquiriendo la nacionalidad estadounidense y sus hijos llegaron a la mayoría de edad, el asunto cubano en los Estados Unidos se fue cubanizando. Con anterioridad a este fenómeno Washington manejó la cuestión cubana de acuerdo solo con sus intereses. Los cubanos exiliados fueron peones de la Guerra Fría.


Conforme los exiliados comenzaron a tener poder político propio ya no fue la CIA la que controló sus esfuerzos en la lucha contra el castrismo. Fueron los exilados quienes comenzaron a influir la política y en las actividades de Washington respecto a Cuba.


Continuará…





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